jueves, 18 de diciembre de 2014

DIA 56. WAI O TAPU, ROTORUA, BAHIA DE PLENTY, COROMANDEL

DÍA 56


13/DICIEMBRE/2014 WAI-O-TAPU, ROTORUA, BAHIA DE PLENTY, COROMANDEL

Puse el despertador, pero nos despertamos temprano. Me ha sorprendido el olor a azufre al abrir la puerta del coche. Como ayer debíamos estar impregnados de ese olor, no me di cuenta, pero hoy ha sido una bofetada de olor por la mañana, aunque no es especialmente desagradable. Hemos vuelto a la ducha calentita que, cuando hay, no hay que hacerle remilgos. Desayunamos tranquilos y Juanjo se queda charlando con una pareja española, que son jóvenes, algo mas que nosotros, creo, y van a pegarse un año de viaje.

Nos vamos a Wai O Tapu (Agua Sagrada). En la recepción nos dicen que podemos ver algo del parque pero que a las diez tenemos que irnos al géiser. Lady Knox es una señora muy fina y  hay que esperarla, porque ella no espera a nadie.

Iniciamos el recorrido por los cráteres, estanques de lodo y agua hirviente....en este parque se destacan especialmente los colores

Amarillo: Azufre

Rojo/ marrón: óxido de hierro

Naranja: antimonio

Negro: azufre y carbón 

Blanco: sílice 

Morado: manganeso 

Verde: arsénico 

El azufre a veces forma cristales que adoptan formas graciosas, del tipo de racimos de estalagmitas. En uno de los cráteres, llamado Los Tinteros del diablo, hay grafito y petróleo. Cruzamos un paseo entablado que pasa sobre la piscina de Champán. A ambos lados hay agua humeante con distintos colores. Es un paseo precioso. Se llega a la piscina de champán, que tiene un color rosado en sus orillas, verde esmeralda en el agua, y un burbujeo de finas burbujas que semejan un champán bueno. Es la estrella del parque, aparte de lady Knox, y la verdad es que da pereza dejar de verla. A esa hora tenemos que volver, porque la Dama nos espera.

Salimos a por el coche, porque hay que conducir unos minutos para llegar al géiser. Tiene como un metro y medio de alto y es de color blanco. Humea sin parar. A las diez y cuarto un señor llega con un paquetito y nos explica las características del géiser mientras mira de vez en cuando en su interior. Cuando cree conveniente, echa un paquete de jabón. Entiendo que el jabón, cuando el géiser tiene la suficiente presión, rompe la tensión superficial para que el agua salga. Esto puede durar de uno a cinco minutos. Esta vez ha tardado. El hombre echa un vistazo de vez en cuando a la boca del géiser mientras nos cuenta cosas y, en un momento dado, sale pitando. Vemos que el agua empieza a intentar salir del agujero hasta que estalla en un fuerte chorro que alcanza unos 20 m. A veces baja la intensidad y a veces se anima. Nos habían dicho que duraba muy poco, pero hemos estado casi media hora viéndolo y cuando nos hemos ido seguía echando agua sin ninguna pinta de parar. Lo que pasa es que los japoneses, al primer escupitajo del géiser, salen pitando a por los coches, una vez echada una foto. Cuando nos vamos nosotros, queda poca gente mirándolo.

Volvimos al parque para continuar el recorrido, que es largo. Lo retomamos en la piscina de champán, aunque, por el camino, no puedo resistirme a echar unas fotos al Baño del Diablo, que tiene un color verde alucinante, debido al arsénico.

La piscina de la ostra está en medio de un lago llamado Sartén Plana y, efectivamente, parece una ostra. Vamos al Lago Nagakoro, donde hay un pequeño salto de agua que acaba en el lago,de un verde esmeralda intenso. Pasamos por la selva nativa, que contiene helechos y donde se escucha el canto de distintos tipos de pájaro. Hay un cráter llamado Nido de los pájaros, donde anidan estorninos y Mynahs. Son tan cucos que ponen los huecos en oquedales del cráter, y éste se los empolla con el calor.

Hay muchos cráteres de distintos colores, como la piscina de Ópalo, la Paleta del Artista... El recorrido tiene 25 puntos para observación. Volvemos a la piscina de champán para echarle un último vistazo, porque hay que aprovechar que salen de vez en cuando rayos de sol para verla brillar con sus preciosos colores.

Nos hemos marchado oliendo a azufre, con toda seguridad, aunque ya no nos damos cuenta. Nos dirigimos hacia Rotorua. Por el camino hay Lagos marcados en el mapa, pero hay que ir andando, y hoy quiero ver si echamos un vistazo a la costa Este. A lo tonto, es mediodía. Pensaba que comiéramos en Rotorua, pero no llevamos nada sensato, ni para hacer ensalada. Vamos hacia el i-Site, porque no tenemos mapa de Auckland y necesito uno. Luego vamos hacia el lago, que está rodeado de fumarolas. Nos hemos metido por una calle estrecha de la ciudad, porque nos hemos equivocado de dirección, y vemos que de los jardines de las casas salen columnas de humo. A veces las tienen canalizadas con tubos. Otras, salen a su aire, pero hay jardines llenos de humo.

Vemos muchos cisnes negros en la orilla, y aprovechamos para retratarlos de cerca. Hay crías pardas y los hermosos cisnes con picos muy rojos. También hay muchos patos y gaviotas, pero no les hacemos ni caso, aunque hay patos bonitos.

Después de un paseíllo, comimos el coche para seguir el borde del lago. Llegamos a una rosaleda junto al edificio victoriano del museo. Hay también una construcción Maorí que alberga una barca muy larga tallada.

Llegamos a la Punta del Azufre, ya puede suponerse a qué se debe el nombre. Para llegar allí se pasa por zonas geotérmicas, pero ya no nos paramos a ver si hay lodo o solo fumarola. En la Punta hay una isleta con muchos pájaros: cormoranes, gaviotas, patos, gansos, cisnes.

Tenemos que ir a comprar algo para comer. Pensamos comer al borde del lago, donde haya un picnic que nos pille de camino. Como vamos a parar pronto, compro unos pasteles calientes de carne y de mejillones. Vamos a ir hacia la costa. Rotorua pertenece a la provincia llamada Bahia de Plenty, por la abundancia en sus cultivos, etc. Es la zona donde se cultivan los kiwis. Vemos que la carretera bordea el lago, así que habrá algún sitio con mesas para parar y hacernos una ensalada para acompañar los pasteles. Curiosamente, la carretera recorre una zona industrial, pero no vemos el lago para nada. Miro a Matilde y al mapa, pero vamos bien. El mapa engaña. Parecía que íbamos bordeando, pero se mete un poco al interior y no se ve nada de lago. Entramos en bosques, donde pensamos que habrá mesitas, pero no hay ni sitio para apartarse un poco. Nos resignamos a llegar a la costa antes de poder comer.

Tauranga es una ciudad grande que da a una bahia grandota. Hay un puerto grande y muchos barcos. Cruzamos la bahía  por un puente y llegamos a la isla donde está la playa. He puesto esa dirección porque pienso que allí podremos comer, pero hemos tenido que dar varias vueltas para encontrar la playa con sus mesas. En la primera que hemos visto nos hemos tirado en plancha, porque ya tenemos hambre.

La playa tiene muchas dunas y muchas caracolas. Es muy, muy larga y acaba en un monte. Hay letreros que indican que no se pise la vegetación de la duna, que está rodeada de una valla pequeña, para protegerla.

Recorrimos un poco esa playa y regresamos hacia la carretera principal pasando por otro puente. Tengo que ir poniendo a Matilde puntos de la costa porque si no, me mete para el interior porque es más rápido.

Mirando mapas y folletos, veo que una parte de Costa de la que he visto fotos muchas veces pero no sabia donde estaba, se encuentra un poco más al norte, en Coromandel. Mi idea es llegar al norte de esa provincia, e ir mañana desde allí a Auckland, por la costa. Curiosamente, mientras voy poniendo en el GPS pueblos de la costa, la carretera nos lleva por bosques de interior, reservas preciosas, pero no es lo que quería. Cuando podemos, bajamos a ver los contornos de la costa. Se está nublando bastante. Hay playas preciosas. Echamos gasolina en Tuara, que tiene una bahia con un monte que, al estar la marea baja, parece Mount San Michelle. Luego nos damos cuenta de que la bahía está repleta de islas del mismo aspecto.

Pasamos por un bosque donde hay Kauri, una madera dura, que tallan. Los árboles tiene la corteza muy lisa.

Llegamos a la playa de agua caliente. Esa playa tiene rocas de colores y una filtración de agua caliente. La gente cava pozas (tiene que se con pala de verdad, nada de palitos de juguete). Al cavar, sale el agua caliente y la gente se baña dentro. Hay un grupo de japoneses haciéndolo.

Vamos a la Cueva de la Catedral, en Hahei, la costa que acabo de descubrir que es la que me llevo preguntando todo el viaje dónde demonios anda. Llegamos a verla, pero no podemos llegar hasta ella porque hay 45 minutos de camino y se está haciendo de noche. La bahía está llena de islotes, y algunos son rocas perforadas con cuevas o túneles. Allí rodaron algo de Crónicas de Narnia.

En lo alto del montículo desde donde se divisa la costa, hay varios coches aparcados y nos apostamos lo que sea que van a quedarse a dormir allí, igual que hay coches en la playa de agua caliente, que fijo que se quedan, porque hay servicios, y en la playa del pueblo donde estamos. Nosotros, que vamos de honrados, intentamos entrar en un Holiday  pero, como ya es tarde, la oficina está cerrada.

Está empezando a llover. Aquí no hay mas historia que quedarnos en algún lugar de los que pone Prohibido acampar, o seguir para el norte. Como somos como somos, tiramos para el norte, bajo un aguacero importante.

Recorrimos bastantes kilómetros o se nos hizo muy largo. De noche, lloviendo, por carretera de monte, y sin saber dónde íbamos a parar. Llegamos a Witianga a eso de las nueve y media. Pusimos. Matilde a llevarnos a un camping. Estaba la oficina cerrada, sin Honesty Box ni nada, pero se podía entrar. Así que lo hicimos. Aparcamos el coche, fuimos a los baños, que estaban muy bien, y a la cocina, que estaba perfectamente limpia, pero sin sillas.

Cenamos de pie y, en cuanto pudimos hacer la cama bajo la lluvia, nos acostamos






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