domingo, 28 de diciembre de 2014

DIA 68 NAVIDAD Y TREN

DIA 68

25/DICIEMBRE/2104 NAVIDAD Y TREN

Parece que hoy casi todo está cerrado. Hemos hecho un desayuno Buffett en el hotel, por si acaso, y preparamos bocadillos para llevar en el tren está noche.

En el buffet nos hemos puesto lo que se dice moraditos. Frutas, yogur, cereales, bayas, tostadas, croissants, zumos...Además hemos desayunado tarde, un poco antes del check-out. Las maletas y mochilas las dejamos en el hotel y nos fuimos a caminar. No hay nadie por la calle, al menos por los Docklands, la zona financiera, así que la vimos a nuestras anchas, paseando por los muelles. Hay grupos escultóricos en todas las zonas, algunos bastante interesantes. Poco a poco vamos viendo a gente paseando, tomando vino y cervezas, comiendo...la zona de restaurantes estaba llena y todos los restaurantes abiertos, pero no tenemos hambre, con el pedazo desayuno. Sigue habiendo gente disfrazada de cualquier cosa. Y gorritos  se ven de todo tipo. Uno de los puentes tiene un lazo con la felicitación de la ciudad. Pero, en general.aunque hay adornos navideños, no son exagerados, no hay demasiadas luces. Algún detalle y ya está.

En la plaza junto a la Galería, están proyectando películas y han puesto hamacas para tomar el sol. La gente está por todas partes, tumbada en hamacas, por la salle, comiendo, tomando helados...hace bastante calor, la verdad. Me he quedado viendo una peli mientras Juanjo se ha ido a hacer fotos a unos edificios bastante curiosos. Hemos tomado una bola de helado y en otro momento una cerveza, para refrescarnos, pero no nos apetece nada más.

Hacia las 6 hemos vuelto al hotel a por las maletas, las hemos facturado en el tren, aunque la verdad es us luego había sitio en el vagón. Con nosotros viajan unas mujeres africanas con sus hijos. Están aprendiendo una canción que parece una nana. Es muy pausada y no cantan mal. Pero los asientos parecen bastante incómodos.

En el tren, nos saludan por los altavoces con un Ho-Ho-Ho!!, antes de darnos toda la información. Cenamos los bocatas que llevamos y vino y cerveza que ha comprado Juanjo en la cafetería. Como el tren no va muy lleno, me he pasado a los asientos de al lado, para ir tumbada e intentar dormir algo, aunque mi almohada hinchable se ha pinchado y pierde el aire en cinco minutos. He tenido que ponerme una chaqueta de almohada. Juanjo está cambiando de postura todo el rato. Yo creo que no está durmiendo nada.




DIA 67NOCHEBUENA EN MELBOURNE

DIA 67

24/DICIEMBRE/2104. NOCHEBUENA EN MELBOURNE

Mucha gente lleva gorritos de Papá Noel y cuernecitos con papás noeles y cuernos de reno en la punta y cosas así. Me encuentro algo inquieta y me parece que Juanjo tarda muchísimo en ducharse y vestirse. Hemos desayunado en la habitación, café, té y galletas y nos hemos ido a Greyhound a por el billete. Juanjo ha ido a hacer otra cosa. Me dice la chica, dejándome blanca como la pared que no hay billetes para mañana.

Pero si ayer me dijiste que el autobús iba medio vacío y que la gente no viajaba

Es que se han vendido muy deprisa

No lo puedo entender. Me dice que vuelva hacia las doce y media, que el sistema da como todo vendido pero que igual a esa hora hay billetes libres, por no sé qué mecanismo que no comprendo ni me interesa. Nos hace la cusqui, porque el coche ya está reservado, si viajamos por la mañana, tenemos que buscar sitio cerca del aeropuerto para dormir...o cambiar el día del coche y perder uno de ver cosas. No sé qué decir. Entra Juanjo y me dice que podemos preguntar el tren. No me acordaba, con la sorpresa. De momento le digo a la chica que si hay algún hueco, por escoria, nos lo reserve.

En la estación nos dijeron que no había problema. Como a los dos nos gusta viajar en tren y nos hacen rebaja con el carnet de HI, compramos el billete y nos dejamos de rollos. Volvimos a Gryhound para decirle a la chica que se olvidara.

Hemos montado en un tranvía gratuito que recorre todo el centro y nos lleva a los sitios que merece la pena ver. Hemos hecho el recorrido entero y luego nos bajamos en el Museo. El renacía pasa cada 10 minutos y te van explicando los sitios por los que pasas. Así de paso echamos un vistazo a todo para luego volver tranquilamente dando un paseo o en el mismo tranvía.

El museo tiene una parte dedicada a los aborígenes. Como los trataron tan mal y no los reconocieron hasta bien entrados los años 1960, ahora en todos los museos hay una parte dedicada a ellos. La de este es muy bonita. Incluso hay un jardín con las plantas que utilizan como medicamentos y otros usos. En el interior hay tallas de todos los,pueblos del Pacífico, una explicación interesante de la firma de vida aborigen, que utilizaban a los possum para abrigarse y hacer otras cosas con sus pieles curtidas, como mapas, por ejemplo, de sus tierras. Los tiene en gran estima. Supongo que se aquí los llevarían a Nueva Zelanda, donde no saben qué hacer para deshacerse de ellos, porque les están liquidando toda la fauna endémica.

Hay una sala oscura donde se representa a Bunjil, el águila creadora. Es un espectáculo precioso, que he grabado en video enterito. Los ancestros se convierten al final del montaje en las estrellas del cielo.

Los aborígenes están compenetrados con sus tierras. Por eso, cuando les desposeyeron de ellas, les quitaron lo más valioso que tenían, porque ellos viven apegados a la naturaleza.

El,resto del museo, aparte de unas colecciones impresionantes de esqueletos de dinosaurios, tiene fauna de todo tipo. Es un museo general,,pero bien montado, muy interactivo.

Fuimos a dar un paseo por el centro. Vimos el Parlamento del estado de Victoria, que es un edificio neoclásico grandote, y el antiguo edificio del Tesoro. La estación de Flinders es un edificio precioso por fuera, aunque poco interesante por dentro. Hay una plaza junto a la estación con espacios multiculturales y la Galería de Arte, que no visitamos. Desde allí parten las calles comerciales, y la Lanes, las calles pequeñas que las atraviesan. Parte de ellas forman el barrio Chino. Los chinos llegaron con la fiebre del oro y los italianos, tras la Segunda Guerra Mundial, huyendo del destrozo.

Hay un ambiente festivo, con mucha gente disfrazada de todo lo habido y por haber. Pero muchas tiendas cierran a las cinco. Hoy un poco antes que otros días, aunque aquí se celebra el día de Navidad, básicamente. Hemos entrado en una iglesia Baptista donde iban a hacer una ceremonia especial.

Hemos comprado vino y sashimi y vamos a cenar en nuestra habitación, en plan intimo. No me apetece ir hoy de restaurantes. Antes hemos tomado unas cervezas en un pub.



















DIA 66. EN EL DOWN UNDER

DIA 66

23/DICIEMBRE/2014 EN EL DOWN UNDER

Como creo haber comentado ya, los australianos llaman a su tierra el DOWN UNDER, porque están debajo de todo. Los Tasmanos. Para diferenciarse, llaman a lo suyo el UNDER DOWN UNDER, y al continente le llaman Mainland, pero no parece gustarles mucho. Como en otros casos, se sienten aparte, y buscan diferenciarse por la antigüedad, o lo que sea.

Hoy vamos a Melbourne. Lo cierto es que nos ha salido mal la jugada, porque pensábamos alquilar un coche en Melbourne e ir hasta Sydney recorriendo la costa. Pero, por las Navidades, están todos los coches reservados y no hay manera. Lo hemos intentado por varias compañías por Internet y nada, yendo a las agencias y tampoco. Hemos hecho un último intento al llegar a Melbourne, en el aeropuerto, pero nada de nada. Y uno coche para un día, para ir a Philip Island y a la Golden Coast, que debe tener unos acantilados de escándalo, nos cuesta 235 dólares, seguro aparte. De locos. 

Cogimos un transfer a Melbourne.supuestamente nos dejaban en otro microbús en el hotel, pero al llegar a la estación nos dijeron que al nuestro no iban. Razón? Que estaba frente a la estación. Dos manzanas más abajo. Y nosotros sin coscarnos. De traca. La verdad es que fue una de esas ofertas de Booking, en el que hay unas rebajas tremebundas. El hotel no es barato, pero nos ha quedado a un precio genial. Y en la habitación hay hervidor de agua, plancha, etc. Y está fenomenalmente situado, porque la estación de autobuses y trenes está en el centro. Mientras nos dan la habitación hemos ido a preguntar por los autobuses a Sydney, ya que no vamos a poder ir en coche. Hay para el 26 en una de ellas y para el 25 en Greyhound.  También hemos preguntado los trenes, que son un poco más caros. Como vemos que hay posibilidades, y en Greyhound nos dicen que el día 25 no viaja nadie y que están medio vacíos y nos hacen rebaja con el carnet de Hostelling International, nos decidimos a buscar un coche para el día 26 en Sydney y recorrer lo que podamos. Hemos encontrado en Redspot, el equivalente a Sixt en Europa, que es una compañía barata, un coche pequeño a un precio bueno, a pesar de las navidades. Para recoger en el aeropuerto. Como Greyhound llega al aeropuerto, nos viene estupendamente. Hemos hecho la reserva pero ya era tarde para ir a la oficina de Greyhound, que la tenemos al lado. No me apetece volver a hacer compras por Internet. Mañana pasaremos a por los billetes, ya que no hay problema. Hemos dado un paseo por el centro, comimos algo al llegar en un pub cercano, y henos visto la zona de restaurantes y bares en los muelles del río Yarra. Han recuperado esa zona no hace muchos años y está estupenda. Con ambientazo y sitios chulos para comer y tomar copas, -la zona de copas estaba abarrotada. Hemos visto unos puentes bonitos, un centro de exposiciones...hemos comprado cosas para cenar: quesos, vino...y un Christmast Pudding para mañana, que yo no me quedo sin postre navideño aunque estemos fuera.

Por la noche hemos recibido la confirmación del coche , así que mañana iremos a Greyhound a comprar el billete del bus.



DIA 65. VUELTA A HOBART

DIA 65

22/DICIEMBRE/2014 VUELTA A HOBART.

Desayunamos en una salita donde nos habían dejado café, té, un hervidor, tostadora, pan, cereales de todos los tipos, leche, mantequilla, mermeladas...nos preparamos un desayuno guapo, aunque al principio nos confundimos y fuimos al bar, porque habíamos entendido que nos lo pondrían allí.

Después nos marchamos al PN Mount Field. Yo tenía muy poca información, y los puntos para ver, pensaba que estaban a caminatas largas. Pero en el centro de visitantes nos informaron que, previo pago, podíamos ir a ver las Cascadas Russelll y el bosque de árboles altos.

Las cascadas son una cosa espectacular. Se llega a ellas por un sendero de una media hora ida y vuelta, que pasa por medio de un bosque precioso, donde hay helechos, un río divino, wallabys, y parece que en el río hay ornitorrincos, pero es imposible verlos. Hemos visto unos cuantos wallaby. Las cascadas no son ni muy altas ni muy caudalosas, pero el escenario en el que se encuentran parece hecho a posta. Tienen dos alturas, y el agua se desparrama entre helechos. Les daba la luz del sol de lleno. Juanjo tenía cara de alucinado. Yo había visto fotos, pero me parecieron espectaculares. La información dice que son las mas bonitas de Tasmania. Desde las cascadas se puede llegar al Bosque de Árboles Altos pero, por ir más rápido, fuimos al inicio del sendero. Los árboles son eucaliptos de unos 70 a 90 m de altura. El más alto registrado tenía 93. Los incendios se los cargan de vez en cuando, pero el bosque se regenera. Está bien ese sendero, pero las cascadas han sido lo mejor del día.

Volvimos a Hobart para reservar un transporte para ir mañana al aeropuerto. Como nos quedaba tiempo, fuimos al Monte Wellington, desde donde, en días claros, hay una vista de Hobart y todo su entorno, con el entramado de bahías. Hoy está empezando a nublarse, así que hemos visto la parte de la ciudad, pero la otra con más dificultad, porque el monte se ha metido en niebla y apenas se distingue nada. La verdad es que no sabíamos que el monte era tan alto. Es la cima más elevada de todas las que se divisan.

Hemos continuado hacia el sur, donde hay un valle bonito, el valle Huon, en la península que se encuentra frente a la isla Bruny. Hemos hecho un recorrido por donde nos ha dado tiempo, bordeando las bahías, hemos comprado unos hojaldres para comer por el camino, y hemos vuelto a Hobart, donde entregamos el coche e indagamos en Hertz por si hubiera posibilidad de pillar coche en Melbourne, pero parece que es imposible.

Por la tarde fuimos a cenar al Shamrocks, y rehicimos el equipaje para el vuelo.




Ciertamente, Tasmania nos ha sorprendido mucho. Pero mucho, mucho. Es una isla preciosa. No nos la esperábamos, la verdad.

DIA 64 . RUTA DEL PATRIMONIO

DIA 64


21/DICIEMBRE/2014 RUTA DEL PATRIMONIO

La casa donde nos alojamos es un edificio antiguo reformado. Las habitaciones son grandes. En la cocina hay una chimenea enorme, como las de las mansiones antiguas. Hay un salón con piano, y el edificio es algo laberíntico, porque tiene una parte nueva añadida.

Montamos en el coche y miramos los folletos y mapas para ver hacia donde tiramos. Nos conviene acercarnos a Hobart hoy, para ir mañana tranquilos. Se acerca un señor a preguntarnos si estamos perdidos. Le comentamos que estamos eligiendo ruta y nos recomienda que vayamos a Crasle Mountains, que están a dos horas, y que no nos las podemos perder. Yo pensaba ir hacia los Lagos, pero me dice que la carretera es remota.

Juanjo calculó horas de conducir y dijo que nasti de las Cradle. Así que vamos por la ruta histórica, que nos habían recomendado los australianos del barco de Chile. Las ciudades están a media hora entre si. Hemos ido parando en todas las de la ruta, viendo los edificios, algunas tiendas de antigüedades...en todas había edificios y puentes construidos por los presos. En Campbell Town había bastantes edificios históricos, un hospital muy bonito en su parte original, una iglesia, cuya historia era tan truculenta que parecía la Iglesia Maldita. Visitamos un anticuario donde había muchas cosas apetecibles, a buen precio, y muy frágiles para nuestro viaje.a los largo de las calles hay baldosas alineadas en las que figura el nombre de un preso, el barco en el que llegó, el delito, la sentencia y qué hizo después . La mayor parte de las sentencias eran de 7años. La mayor parte por robo, muchas veces de comida. El robo de un reloj supuso una sentencia de 14 años.

Ross tiene montones de edificios bien conservados y un puente con relieves, construido, cómo no, por los presos. Uno de ellos, que se ocupó de aligerar la obra, a cambio de su perdón, plasmó su cara en uno de los relieves. En esta ciudad hay una cárcel de mujeres, que hilaban, tejían, etc.

Oatlands se encuentra al borde de un lago. Esperaba que fuera un sitio bonito, pero el lago está casi seco.

Bothwell no tiene mucho que ver, pero lo divertido es que es de origen escocés, y las calles están señaladas con indicadores que tiene dibujados Tartán. Hay un puesto de información que explica a qué apellido corresponde cada Tartán.

En Hamilton, que tiene unas cabañas preciosas, que se alquilan, tomamos un helado de las frutas de la zona. Es pequeñito, y tiene una iglesia con una única puerta para evitar que los presos que iban a misa se escaparan.

Acabamos el día en New Norfolk. Encontramos una posada, llamaba Bush Inn, que tiene un letrero que indica que es el hotel con venta de alcohol más antiguo de Australia. Lo llevan dos hermanos pelirrojos, que hablan rarísimo. Yo creo que la gente del interior tiene una forma de hablar diferente. No nos enteramos de nada. Ni de los números. Hemos confundido el cuatro con el cinco, que ya es difícil, al pagar.

Nos habría encantado cenar allí pero, como es domingo, cierran temprano y no dan cenas. El único sitio abierto hoy en el pueblo es un chino, que a Juanjo no le hace ninguna ilusión, pero no hemos cenado mal. En la posada hemos guardado unos botes de cerveza en la nevera para luego, porque hemos ido a cenar muy temprano por si acaso.

La posada es una cosa alucinante. Unas habitaciones antiguas, con una ropa de cama divina, cómodas, tocadores,  chimeneas... No hay nadie más alojado y nos han dado la mejor habitación, que tenía un armario grande, un tocador, una mesa con dos sillas, un lavabo, una chimenea, un toallero, y una cama altísima. Pero alta que te cagas. Nos hemos reído un montón al verla. Yo he tenido que subir varias veces porque estaba escribiendo, y bajaba resbalando el duelo por el lateral. Subir era un circo. La ultima vez casi no podía, y me estaba dando la risa. Pero la cama era preciosa. Juanjo se quedo escoñada mas cenar. Que conste. Antes de las nueve estaba frito.

martes, 23 de diciembre de 2014

DIA 63 BAHIA DE LOS FUEGOS Y LAUCENSTON

DIA 63

20/DICIEMBRE/2014 BAHIA DE LOS FUEGOS Y LAUCENSTON

Hemos preparado un desayuno con fruta y yogur, y luego nos hemos marchado a recorrer la costa. Primero retrocedemos un poco, en dirección a Beaumaris. Cogimos un desvío a Stieglitz. Está en una península al sur de St Helens, antes de Beaumaris. Hemos recorrido la península, que tiene muchos accesos a playas y embarcaderos. Hay lagunas pegadas al mar, separadas por unos estrechos tramos de vegetación. Suponemos que las lagunas se formarán por filtraciones del agua de mar, pero las hay de color verde intenso que contrastan con el azul del mar. Hay otras pequeñas lagunas en las mismas playas, formadas por recintos de piedra en los que entra el agua de mar. Las rocas son de color naranja intenso. Muy raras.

Hay playas con césped. Le hago una foto a una para mandársela a mi hermano Jaime, porque una vez hice una foto parecida en la India, en Goa, y se estuvo acordando durante años.

Recorrimos despacio la península, a lo largo, pero los desvíos a las playas parecen caminos largos, así que no paramos nada más que en el extremo, y volvimos a la carretera principal, para ir a Binalong, donde empieza la Bahía de los fuegos.

En Binalong lo que hay es una zona residencial grande, con playas de roca naranja, pero seguimos por la costa hasta The Gardens. Esta parte está poco urbanizada, y las playas están desiertas. Paseamos por las rocas. La arena es de un color blanco resplandeciente, a causa del cuarzo que contiene, pero además tiene la textura de la harina. Muy fina. Contrasta con las rocas anaranjadas. El color se debe a los líquenes. Pero son asombrosas, de una belleza rara.

Apenas hay vegetación. Solo eucaliptos quemados. Leemos que el nombre de la Bahía de los fuegos se debe a que los aborígenes queman sistemáticamente la vegetación para renovar las plantas. Por eso apenas hay árboles.

Quería llegar a Anson Bay, un poco más al norte pero, aunque a la ida hemos visto el desvío, hemos sido incapaces de encontrarlo luego, y la pija no tenía ni idea. Por otra parte, no tengo claro, con los mapas que llevo, si desde el norte podemos cruzar hacia Laucenston desde Gladstone o si tenemos que retroceder todo el camino. Por eso decidimos ir a Laucenston por la carretera principal. Supongo que el resto de la Bahía será similar. Desde The Gardens se veía entera.

El camino a Laucenston resulta bastante largo, porque pasa por carreteras de bosque casi todo el tiempo, llenas de curvas. Hace calor, cada vez más. Me quedo un poco adormilada por el camino. Estoy en mi sitio. Calor y curvas. Lo ideal para dormir. Pasamos Scottsdale casi sin enterarnos. Tampoco es que sea muy grande. Por el camino de bosque vemos muchos eucaliptos, pero también helechos. Y cantidad de wallaby espachurraos. A veces parece una masacre. Juanjo acaba deduciendo que, al haber mucho terreno vallado, los pasos que frecuentan son los que más cadáveres muestran, para regocijo de los cuervos, que están gordos y relucientes. Hay otros animales atropellados, que pueden ser wombats, o possum. No son fáciles de distinguir de esa guisa.

Llegamos a Laucenston pasada la hora de comer, que tiene marcado su tope a las dos. A partir de esa hora, ni agua.

Llegamos justo a tiempo de ver a la gente poniéndose como el quico en las terrazas pero, mientras llegamos al backpackers, pillamos habitación, entramos al trapo del rollo de la italiana que llevaba la recepción, y soltamos los trastos, ya no era hora de ir a zampar nada.

Entramos en un sitio que tenía cerveza de grifo. Nos dijeron que podíamos comer sin problema pero, al final resultó que aparte de pizza y entrantes, no había nada. Tomamos entrantes y Juanjo renegó lo que pudo. Después, con toda la calorina, fuimos a hacer las rutas que mandan los folletos. Todas son de edificios históricos pero, te puedes imaginar, con toda la galbana tras la comida, cervecitas y bajo el calor, íbamos arrastrando los pies. Yo leía los folletos con la descripción de los edificios, mientras Juanjo los iba localizando en el mapa. Íbamos haciendo zigzag buscando la sombra y, donde corría un poco el aire nos  parábamos,  remolones, haciendo como lo que veíamos era la mar de interesante.

Los edificios eran de 1900 más o menos. Había uno estilo Reina Ana, del que yo había leído, pero no recordaba haber visto ninguno. Parece que a la gente de la época le pareció mal, porque les resultaba demasiado recargado aunque, la verdad, si lo ves, aparte de unos relieves no muy descarados sobre el frontal, el resto era bastante austero. Hemos visto un albergue que se ha montado en una de las casas más bonitas de la ciudad. Lo había visto en la información de alojamientos y era barato. Pero no sabia que era una casa de las históricas. Pena. Era barato, aparentemente.

Vimos el primer edificio de la cerveza Board, junto con la Cascade, las típicas de Tasmania. El edificio original es una monada, pero junto a el se ve el resto de edificios que se han ido añadiendo, dando lugar a un complejo industrial bastante grande.

Fuimos hacia la zona peatonal, en la que habíamos iniciado el recorrido. Allí hay varios edificios clásicos,los restos de un pozo, una antigua tienda de paraguas, etc. Nos falta la zona del río. Juanjo está empeñado en localizar un pub que vimos esta mañana buscando la calle del albergue. Finalmente consiguió encontrarlo y paramos a tomar una cerveza. Juanjo quiere que volvamos a cenar allí, aunque la oferta de menú de mediodía la han quitado, y ahora hay montada una fiesta familiar.

Fuimos a ver la zona del río, la garganta (The Gorge) y el puente. Por algún motivo, no dábamos con el camino para llegar. Yo iba mirando el reloj, porque, si Juanjo quiere cenar en el pub de antes, no nos va amar tiempo, ya que a las 8:30 chapan la cocina, y en teoría tenemos que estar allí a las 8 a más tardar, pero son las siete y cuarto y el puente no aparecía. Un señor que iba con su hijo, nos preguntó si estábamos perdidos. Luego resulto que su cuñado es de Barcelona y ha ido allí de visita.

Efectivamente, íbamos en dirección contraria. Le he observado a Juanjo que no íbamos a llegar a cenar donde él quiere y se ha mosqueado. Yo creo que cuando se desorienta, lo lleva fatal y lo paga conmigo.  Hemos visto una taberna donde se puede cenar, hay mucha gente, y he preguntado y me han dicho que hasta las 8:30 podemos pedir la cena.

Hemos llegado al puente, hemos entrado en el sendero que lleva a las cascadas, donde marca 15 minutos, así que hemos podido ver The Gorge y las cascadas. Hay muchos senderos, y unas piscinas, pero se trataba de ver la zona por la que hemos pasado. Muy llamativa la garganta en medio de la ciudad. Está cortada en un tajo profundo, y el río baja caudaloso y sonoro, abriéndose paso entre rocas muy grandes.

Hemos ido a cenar a la taberna más cercana. Están agobiados perdidos. Hay mucha gente. También es verdad que es sábado y Navidad está ahí mismo. Una camarera estaba reticente a darnos mesa, pero Juanjo le ha señalado una vacía y, finalmente, nos ha llevado al bar, donde hay varias mesas libres. Van muy retrasados con las cenas. El camarero nos invita a dos cervezas después de acabar las primeras, pidiéndonos disculpas por la tardanza.

Finalmente nos trae la cena. Juanjo había pedido un vaso de vino y nos trae dos, pidiendo disculpas de nuevo.

En la barra del bar hay un cepo cuyo punto de cebo es un botón rojo. Pone Reclamaciones, pulse el botón.

 Volvimos al albergue. No había habitaciones dobles libres, pero vamos a dormir solos. La italiana nos ha dicho que iba a intentar que no hubiera nadie más en la habitación. 


DIA 62 POR LA COSTA ESTE

DIA 62

19/DICIEMBRE/2014 POR LA COSTA ESTE

Ha ido Juanjo a comprar galletas y yogur para desayunar. En la cabaña hay té, café y leche. Aprovechamos para desayunar tranquilos antes de seguir la ruta.

La pija nos lleva por Tasmaniguay, según ella. En realidad, por la Autopista Tasman. Vamos a recorrer la península Frecynet, donde se encuentra el Parque Nacional del mismo nombre. Pasamos por Coles Bay, donde hay backpackers, incluidos dos de HI, pero ayer estaba lejos para llegar a dormir. La costa es muy agradable, con bahías y un mar tranquilo y transparente.

Al aproximarnos al Frecynet, vimos frente a nosotros los Hazards, unas montañas de granito rosa. Divisamos tres montes que son el telón de fondo de Coles Bay.

Entramos en el parque, en el que hay que pagar por pasar. Cobran por coche o por persona, según como vayas, pero bale prácticamente igual.

Dejamos el coche en el aparcamiento próximo a los senderos y rellenamos las botellas de agua, porque vamos a subir al Mirador de Winwglass Bay. Dando vueltas por ahí, había un wallaby que debe ser la mascota de la zona, porque se acerca a la gente pidiendo comida.

Subimos al mirador, una subida de tres cuartos de hora entre bloques de granito rosa. Marcaban el sendero como difícil, pero simplemente es un poco empinado. Está bien cuidado y es fácil de seguir. Desde la primera parte se divisa Coles Bay y, al llegar a la cima, lo que se ve es Wineglass Bay, que tiene una forma de frasca. Las aguas son extraordinariamente claras, y la arena blanca, y está considerada como una de las  10 mejores playas del mundo, pero no vamos a bajar porque el sendero es un poco largo y tenemos que seguir. Y no tenemos intención de bañarnos.

Recorrimos un poco las bahías del parque, un mirador, desde el que se divisan acantilados y te pone los dientes largos, porque marca el paso de ballenas jorobadas, cachalotes, etc.

Antes de subir al mirador, había visto por un hueco de la vegetación una playa alucinante. Le dije a Juanjo que había que verla, que se llama Honeymoon Bay, pero que no es por el nombre, que tiene una pinta increíble. Así que al bajar a la costa de nuevo, entremos por un sendero que llevaba a esa playa. Realmente merece ese nombre y más. Unas rocas rojas enmarcan una cala de aguas transparentes, de color esmeralda. Al fondo, los Hazards proporcionan un marco a la zona. La cala más recoleta se continúa, subiendo por las rocas, de fácil acceso, a otras calas que tienen unas aguas igual de transparentes. La cala Honeymoon tiene forma de media luna pero muy recogida, casi con forma de ostra, con una parte más estrecha. Hay una chica haciendo snorkel con neopreno.

Nos dejamos llevar un rato por nuestros instintos, moviéndonos por las rocas, disfrutando del paisaje. Estábamos los dos disfrutando del sitio, cada uno a su aire, simplemente mirando y relajándonos, haciendo fotos, paseando...nos marchamos con dificultad. Es un sitio que inspira tranquilidad y serenidad. Un chico está sentado en las rocas tomando algo y nos sonreímos. El sitio produce sensación de felicidad.

Salimos del parque, pasando por los baños. El wallaby seguía por ahí. Rellenamos las botellas de agua y seguimos por la carretera hacia el norte, después de echar gasolina y tomar unos bocadillos en Coles Bay. Aquí no hay cucuruchos de pescado.

Pasamos por Bicheno, donde parece que se ven pingüinos al atardecer. Fue un pueblo ballenero. En él se encuentra la Isla del Gobernador , a pocos metros de la costa. En ella hay montones de pájaros. Es de roca blanca. No sabemos si la roca es de ese color o son las deposiciones de los pájaros. El agua es muy clara, y un anuncio dice que es perfecto para bucear, porque hay arrecife coralino. La pinta es de hacer más bien snorkel, porque entre la costa y la isla no hay apenas profundidad, y dudo que haya mucha al otro lado de la isla. Recorrimos la costa de Bicheno y llegamos a una cosa que, en las fotos, yo había confundido con un géiser, pero es una zona de roca lisa, con un agujero en donde, al romper la ola, forma un surtidor de agua que parece un géiser, si la ola es grande.

Seguimos avanzando por una costa con roca, playas de aguas claras, enseñadas, lagunas...seguimos la carretera más pegada al mar siempre que era posible, pasando por Four Miles Creek, Beaumaris, que es un pueblo de vacaciones, y llegamos a Saint Helens, donde habíamos decidido quedarnos a dormir para no meternos en líos, porque tiene un backpackers y no podemos avanzar más hoy, ya que lo que hay que ver a partir de aquí, necesita algo de tiempo y debemos dejarlo para mañana.

St Helens se marca en los mapas con un punto que parece un pueblo grande, pero recorrerlo de Cabo a rabo no lleva más de veinte minutos de paseo lento. Hay un puerto con un par de restaurantes, uno de ellos en un barco atracado, una zona de aseos y picnic junto al puerto, una calle principal poco transitada, un supermercado, un restaurante familiar, el alojamiento donde estamos, una panadería, y poco más.

En el backpackers pillamos una habitación doble, porque vale casi lo mismo que dos camas en dormitorio común. Nos dan una grande, con una cama doble y una litera, junto al baño, cuya ducha funciona con unas fichas que nos entrega el dueño. Nos dice que si necesitamos más, se las pidamos.

Hay cocina. Por tanto, fuimos al supermercado a comprar fruta, yogur, galletas, té y café. Así mañana podremos desayunar antes de irnos. Todos los armarios de la cocina están marcados con letreros para que encuentres y guardes las cosas. Está bien dotada. En el patio, donde dejamos el coche, hay un tendedero, pero no me di cuenta de eso hasta la mañana. Pena, porque me habría dado tiempo a lavar algo de ropa interior.

Dimos otra vuelta por el pueblo, por donde apenas andaba gente, y Juanjo se fijó en que había personas que se encaminaban a un sitio en concreto, que tenía un letrero en la puerta que podía indicar una taberna. Era un club social. Íbamos a marcharnos, pero una señora nos indicó que pasáramos.  Nos recibió un hombre que hablaba rarísimo, pero entendimos que podíamos pasar y tomar algo, después de registrarnos en la entrada como visitantes.

Juanjo pidió unas cervezas y observamos que había al fondo, junto al estrado de la banda de música, una zona, que debían ser cocinas, aunque ahora tenían la persiana bajada, donde ponía que se hicieran ahí los pedidos, ponía un letrero con un menú del día, y había mesas, con carteles de reservada, con libros de menú sobre ellas.

De repente, se acercó un señor con un micrófono donde estábamos nosotros, y se apagaron las luces y se encendió una bombilla con forma de flor bajo un escudo con una cruz. Todo el mundo se puso de pie, y nosotros también. El hombre recitó algo que me pareció un panegirico para los caídos. Se hizo un minuto de silencio y luego la gente aplaudió. Se volvieron a encender las luces y volvió a ser todo como estaba antes.

Cuando abrieron la cocina, fuimos a pedir la cena, y nos indicaron una mesa libre para sentarnos. Nos dieron un número para poner sobre la mesa, en un soporte, como se estila aquí en los pub, Toda la gente de las mesas estaba pidiendo la cena, pero nos la trajeron a nosotros los primeros, curiosamente. Había una familia japonesa sentada en una mesa cercana. La mujer era de lo más activa, y parecía dominar la situación. Incluso jugaron una rifa que dirigía el hombre que nos recibió. Los premios eran comida: carne troceada, codillos...

En la sala contigua había billares y se jugaba a la loto, que se llama Keno y parece muy popular. Yo creo que se juega sobre la marcha. Los premios salen en monitores. Lo hay en muchos pub.

Tomé un vino blanco que no estaba mal, con el pescado que había pedido. Juanjo ha tomado unas salchichas de cordero un poco  fuertes, muy sazonadas. Me insiste en que es un genio porque ha sabido descubrir el sitio donde va la gente del pueblo. No le quiero dar bolilla para que no se ponga chulo.

Salimos antes de que empezara a tocar la orquesta. En la parte posterior del club social, que nos fijamos que tiene un nombre como de recuerdo a los caídos, hay un monumento a la gente que participó en las distintas guerras, tanto las mundiales como las de Borneo, etc. Conflictos que ni conocíamos. Muchos por rebeliones a la soberanía inglesa, donde participaron los Tasmania como pertenecientes al imperio. Le he hecho una foto a un listado donde aparecen las enfermeras de Tasmania muertas en las guerras. Ocupan dos placas.

Volvimos al albergue. Las calles están desiertas. Les hemos hecho una foto. Parece mentira, es viernes pre- navideño y no hay nadie por la calle. He intentado escribir al llegar a la habitación pero, tras la cena, la cerveza y los vinos, nos hemos quedado secos muy temprano. Hacia las 9.

lunes, 22 de diciembre de 2014

DIA 61 . EN COCHE POR TASMANIA

DIA 61


18/DICIEMBRE/2014 EN COCHE POR TASMANIA

No hay manera de ver parte de Tasmania si no es en coche. Hay pocos autobuses y solo podemos estar unos cuantos días. Desayunamos en Straight Up. Yo pedí unos huevos pasados por agua. Uno venía con gorrito de lana, para mantenerlo caliente mientras te comes el otro.

Fuimos a Hertz a por el coche, un Hyundai pequeño. Y con un navegador nuevo, que tiene a una tía pija que te cagas como explicadora del mapa, intentamos salir de Hobart, pero yo no la entendía nada, aunque hablaba en español o así. Los mapas son distintos a los del TomTom y tengo que hacerme a ellos, pero a estas horas que hay más tráfico, sin conocer las carreteras, es un lío. La salida tiene varios carriles. Juanjo me preguntaba por donde tenía que ir, pero yo no entendía el mapa ni lo que decía la tipa.


- Continúe por King Estreet - dicho así, como lo escribo

Juanjo, que se le pega todo, me preguntaba si iba por la siguiente Estreet

No digas eso, que luego lo repites siempre

Es que se me pega

Pues que no se te pegue

Manténgase a la derecha por Arturiguay- decía la pija, con tono autoritario, encima

Qué dice? 

Yo qué sé, no entiendo nada

Al rato me di cuenta

La madre que la partió. Esta tía es idiota. Donde nos está mandando es a Arthur Highway. Arturiguay, será imbécil!! Voy a ponerlo en inglés, yo a esta tía no la aguanto

No hagas eso- decía Juanjo- que, como este chisme esté hecho en China y hayan hecho la traducción al inglés como al español, no nos vamos a enterar de nada

Fuimos hasta Richmond, que está a media hora de Hobart. Es un pueblo con casas georgianas y eduardianas, muy bonito. Casi todo eran casas de madera con jardines, parques, río, poquísima gente por la calle, solo los turistas, pocos; muchos orientales. Estamos en la ruta de los Convictos. No es que tengamos ningún interés por los presos de 1880 o así, pero es que la historia de Tasmania se origina como colonia penal, en la que habitaban presos y sus carceleros, aunque luego llegaron colonos. Muchas de las construcciones están hechas por los presos, en  trabajos forzados. Casi todos los,puentes y carreteras, principalmente.

Paseamos tranquilamente por el pueblo. Cuando nos íbamos, me dio la sensación de que ese pueblo yo ya lo conocía. Y caí en la cuenta de que era como muy St Mary Mead, el pueblo de Mrs Marple que describe Ágatha Christie. Lo miré con atención y pensé que realmente era ese estilo que describe Ágatha.

Continuamos por la costa a Este. Pasamos Sorell, casi sin darnos cuenta, porque los pueblos son muy pequeños. Nos dirigimos a la península de Tasman. Como te puedes dar cuenta, el nombre de Abel Tasman se repite por todas partes, tanto aquí, como en Nueva Zelanda. Era un comerciante holandés, y fue el primero en divisar estas tierras, en las que estuvo comerciando. Pero no fue hasta 200 años más tarde cuando el Capitán Cook reclamó esos territorios para Inglaterra. Pero yo creo que le tienen más cariño a Tasman que a Cook. Su nombre se repite más que el del inglés.

Para llegar a la Península, nos desviamos por Marion Bay porque, llegamos igual a Dunalley, donde está el istmo que une la primera península, la de Forrestier, a la isla principal. La bahía, de aguas bajas, está rodeada de vegetación, no espeso bosque, pero arbolada. Dunalley es un pueblo de pescadores, con pocas casa.

- Anda, que ya podrían vender cucuruchos de pescado frito - comento

- Estás tú apañada - dice Juanjo

Seguimos hacia Eaglehawk Neck, otro estrecho que une la península de Forrestier con la de Tasman. Este punto es uno de los hitos que no me quiero perder del camino, porque hay tres sitios que visitar. No me fío de la pija AnitaMato, como le llama Juanjo, y yo, Latíaesa, pero, curiosamente, parece que conoce los sitios, más o menos y llegamos.

Paramos en distintos miradores para ver el paisaje, que es bien bonito. Pero el primer hito, aunque pensábamos otra cosa, nos ha dejado helados. Se encuentra en la Bahía del Pirata. Se llama Pavimento Adoquinado. Es un efecto de la sal marina al cristalizarse, que parte las rocas como si fuera adoquines. Pensábamos que era una chorrada, pero la verdad es que es muy curioso. Las rocas acaban partiéndose en bloques como si los hubiesen hecho a cincel. Pero las que forman el pavimento resulta increíble que no estén hechas por mano humana. Son simétricas, parecen exactamente adoquines.

Continuamos, y  a pocos km de allí encontramos The Blowhole. Es un efecto de agua que perfora una roca formando un túnel. El agua ataca y resopla con cada ola. Es muy espectacular. Pero más espectacular que eso, son los acantilados a los que nos asomamos por un camino que bordeaba la costa. Son enormes. En los folletos pone que son los más altos del hemisferio sur. Nos dejaron sin habla. Bajo ellos, la roca forma unas plataformas perfectas para las focas, que en este momento no están. Pero da igual.  Porque la vista en si es apabullante. Las olas baten contra las rocas elevando grandes cantidades de espuma. Las paredes cortadas de tajo, verticales, impresionan. Tras ver los acantilados, el Blowhole nos ha merecido menos interés.

Estamos cerca de Doo-Town. Aquí todos los nombres llevan añadido un Doo. Como Dodgeri-doo, que es la única que recuerdo porque coincide con el nombre del instrumento musical aborigen. Para que tú veas, en un carrito nos vendieron cucuruchos de pescado y calamares con patatas fritas. Había un aviso de No Dar De Comer a las Gaviotas, cosa que yo tengo clarísima!. A las gaviotas, ni agua...pero ya se apañan para pillar las cosas que caen de los cucuruchos, que si un calamar, que si una gamba...me como mi cucurucho mirando con recelo a las gaviotas, y pensando : Aquí no vengas!!

Después de comernos los cucuruchos, seguimos al siguiente punto: El Arco del diablo. Es otro efecto del agua en la roca. Forma un arco altísimo, bajo el cual bate el agua intensamente. Este es más impresionate que el Blowhole. El arco acabará cayéndose, y formará una Cocina del Diablo, igual que una que hay al lado. Pero la cocina no es muy interesante. El Arco sí que lo es. Y al otro lado volvimos a ver acantilados como los de antes.

Nos encaminamos a Port Arthur, que es el punto que los folletos describen como más importante. Pero llegamos y nos fuimos pitando, porque el punto de interés histórico  son los restos de un penal bastante hecho polvo, que no nos interesa nada, parece grande, como para perder mucho tiempo, y cobran, así que vimos el percal y nos largamos con viento fresco. Estaba petado de coches, y el aparcamiento era tan grande o más que el de la Alhambra. Orientales y todo había allí, no sé tanto interés, por una cárcel.

Bajamos hacia Remarkble Cave, que está en la punta de la península. Llegamos justo a tiempo para ver a distancia Cabo Raoul, que es interesante porque tiene una formación de roca en columnas. Muy raro. A Remarkable Cave no pudimos ir porque empezó a caer un aguacero, y desistimos.

Recorrimos la parte oeste de la península, pasando por Nubeena, White Beach, que están en parajes muy bonitos, y volvimos a pasar por los istmos de antes para subir hacia el norte. La verdad es que no estábamos lejos de Hobart, y casi que podíamos haber ido allí a dormir pero, ya metidos en faena, decidimos continuar y dormir en el primer sitio que hubiera.












DIA 60 MONA

DIA 60


17/ DICIEMBRE/2014 MONA


Hoy toca ir a ver la atracción más curiosa de Hobart. Pero antes, vamos a buscar un sitio donde no pongan tocino para desayunar.

Bajando un poco la calle, en la acera de enfrente, hay una cafetería cuyo nombre apenas se ve desde la calle, y por eso no nos dimos cuenta. Straight Up, se llama. Muy limpia, con una repostería apetecible, y olor a café. Tienen una carta de desayunos peculiar, sin azúcares añadidos, vegetarianos algunos, etc. Juanjo pidió un desayuno que llevaba aguacate, queso, huevo revuelto y un bizcocho de maíz, y yo una tostada integral densa de plátano, con Ricotta, frutos secos y sirope. Hemos recogido ropa que llevamos ayer a una lavandería. Nos la han dado bien planchada, pero se me ha perdido un calcetín.

Después fuimos hacia el muelle, a sacar billetes para el MONA ( Museum of Old and New Arts). Se puede ir:

En coche

En autobús 

En Ferry 

En hidroavión 

Elegimos el Ferry, que se llama MONA ROMA. Hay dos barcos: el más grande esta pintado como de camuflaje, y el pequeño en gris y rosa. Nos han vendido los dos trayectos y las entradas al museo en la misma tirada.

Nos falta un rato para que salga el siguiente barco. Aprovechamos para ir a la zona de artesanía de Salamanca, donde compramos un par de cositas. Solo estoy llevando cosas pequeñas, para los coleccionistas, que no me ocupen sitio en la maleta.

A las 10:30 fuimos al muelle a esperar para subir al Ferry. El barco es muy divertido. Por dentro hay graffitis, con recaos del tipo Shave the Forrest , caricaturas de Gadafi, una puerta en los baños pintada como una enmascarada de rojo, con la palabra Mona-opoli. En la proa hay una escultura como un triclinio romano, y en la popa hay cuatro ovejas, donde se sientan los niños ( y los adultos para hacerse fotos) y una vaca blanca  con una flor rosa en la cadera.

Suena una música vanguardista, extraña, no desagradable, pero rara. Nos van contando los sitios por donde pasamos. Hay un puente que nos cuentan que tiene el doble de tamaño que el de Sydney, Pasamos por una fábrica muy grande, unos astilleros...estamos recorriendo la desembocadura del río Derwent, que forma parte de la bahía de Hobart. El museo se encuentra al final, donde el río se estrecha, formando otra bahia.

Dicen que es el anti-museo. Nos han dado unos iPod que buscan las obras que tienes más próximas y te dan información hasta donde quieras saber. El recorrido se inicia desde la planta más profunda. Tienes que bajar muchos pisos bajo tierra. Llegas a la base de una pirámide, donde hay obras egipcias solas o añadidas a obras modernas, sin estropearlas. El escultor que inventó este sitio y que es el autor de muchas de las obras que se representan es David Walsh, aunque hay obras de otra gente. Vemos unas cuantas momias. Sobre los sarcófagos de cristal hay una escultura yacente en acero. También hay momias de gatos, Halcones, etc.

Hay una escultura muy interesante que representa en polimero un sarcófago a medí abrir. Asomándote por las rendijas ves un pectoral hecho por el escultor, de lapislázuli y otras piedras.

Otra escultura grande parece un pozo con muchas tuberías, en dorado. Hay esculturas que forman parte de la arquitectura del museo, que forman paredes, por ejemplo. Hay obras multimedia, con bastante video. Para verlas, vas subiendo pisos poco a poco. Es muy difícil describir el interior, porque te vas moviendo de un plano a otro, por distintas escaleras, y a veces es difícil orientarse.
En una pared que ocupa varias salas, hay 77 vaginas modeladas de modelos naturales, muy en detalle. Lo más sorprendente es una sala que se llama Cloaca. Son una serie de alambiques transparentes que contienen algo de color horrible. En cuanto entras en la sala te invade una peste horrible, a cloaca. Nos hemos ido pitando, tapándonos las narices.

Hay un coche gordo rojo,  un Porsche carrera con michelines. Una cabeza en la que se mira por dentro, a través de ventanas en el cráneo yen las fosas nasales. Dentro hay bichos, manos manejando dinero, cables eléctricos, luces..

Hay una sala que esta a oscuras, que representa el firmamento, y te tienes que tumbar para ver las estrellas.

Hay vídeos de calles, de gente cruzando, proyectados en el suelo y en las paredes. Hay video que duran 45 minutos y que, por supuesto no vimos enteros, solo fragmentos. Una silla con una palangana con agua y peces rojos vivos...en fin, multitud de obras curiosísimas. Pero el museo en si es lo más curioso de todo.

Volvimos a Hobart adelantando la hora del Ferry. Como no sabia lo que íbamos a tardar, puse la vuelta a las 3, pero pudimos coger el barco de la 1:45, porque ya estábamos algo saturados. Demasiada información, aunque interesante. En el exterior hay mas obras, aunque algunas solo pueden verse desde dentro, como una capilla de hierro, pero se ha puesto a llover.

Volvimos en el mismo barco. Te puedes sentar en banquetas, sillones corridos, en el interior, en las cubiertas...el trayecto dura una media hora. El barco de vuelta iba abarrotado, pero todos teníamos donde sentarnos.

El viaje de ida lo habíamos hecho en la cubierta superior, pero esta vez lo hemos hecho en la de abajo, por la lluvia.

En Hobart hemos dado un paseo por el puerto, leyendo la historia de la ciudad, de la llegada de los colonos, de cómo se transportaba a los hombres y mujeres que llegaban, porque había que vadear un tramo desde los barcos hasta la orilla. Los marineros llevaban a hombros a los hombres, a la sillita de la reina a las mujeres, y se ofrecían a llevar a las chicas guapas en la espalda todo el día sin cobrarles nada.

Hemos tomado una cerveza en la que dice que es la taberna más antigua de Australia. Hemos visto una tienda de piratas, y hemos ido a comer al Sharmrock.

Esta noche no tenemos sitio en la Rana, así que nos hemos cambiado a un hotel próximo. Hemos trasladado las maletas después de comer, y nos hemos quedado a resolver próximos pasos del viaje, porque hay problemas de reservas por las navidades. Como hemos comido tarde, no hemos cenado.


DIA 59. TASMANIA

DÍA 59


16/DICIEMBRE/2014 HOBART, TASMANIA

Nos han dicho que tenemos que cambiar hoy a una habitación compartida, porque no tienen dobles para hoy. Nos da lo mismo.

Como llegamos tarde, no tenemos nada para desayunar. En este albergue los chicos tienen un lío montado en la cocina que no veas, aparte de todo. Anoche vi un sitio de desayunos, y allí fuimos. Error! Hemos tomado huevos con bacon, pero fritos en vete a saber qué pringue. Muy salados, además, nos han estado pidiendo agua toda la mañana.

Hobart tiene unos edificios interesantes del 1900. Están cuidados y sin deteriorar. La ciudad es ondulada, porque ocupa unas colinas. Da a puerto de mar y al estuario del río -----------------.

Hemos ido a buscar la oficina de información. No tenemos ni idea de qué hacer en Tasmania. Hemos pasado bastante tiempo revolviendo mapas y folletos, preguntando de vez en cuando a los empleados, sin saber qué hacer, estudiando la posibilidad de alquilar un coche, o una caravana....muy confusos. Yo tengo una migraña importante, y un humor de perros, por eso. Estoy desconcertada y no puedo pensar.

Volvimos a la Rana a conectar cacharritos a Internet, para buscar alquileres de coches. Luego salimos a la calle porque hay varias agencias cerca. Pero hay overbooking por las navidades y el verano y poca disponibilidad. Finalmente, encontramos en Hertz y hemos reservado un coche normal para pasado mañana. Las campervan están carísimas.

Hemos comprado un conector para el enchufe, porque los de Australia, igual que los de NZ, son de tres patas planas, y no siempre nos prestan uno. En la Rana nos han dicho que nos busquemos la vida. Al salir de la tienda ha caído una granizada que no veas, tamaño garbanzo gordo. En la tienda de electricidad ha empezado a caer agua a chorros por un halógeno del techo y han cerrado la tienda por precaución.

Hemos comido en el pub. Con pintas de cerveza local, que se llama Cascade. Muy buena. Después de hacer todas las gestiones, yo me he quedado en la Rana, a dormir un poco y hacer cosas pendientes.  Finalmente nos han dado una habitación privada, con ventana. Juanjo ha ido a dar una vuelta bajo la tormenta. Cuando ha dejado de llover, hemos dado un paseo por el puerto, donde hemos visto los ferrys al MONA, uno gris y rosa y otro de camuflaje, con mucha música y unos bancos raros en la proa, como camas romanas. Después hemos ido a Salamanca, donde hay una sección de artesanos chula, además de los pub y restaurantes. Caminamos por una zona residencial y, ya de noche, hemos vuelto a la zona de la Rana y nos tomamos una cerveza en el Sharmsrock , antes de dormir.

DIA 58 HACIA EL DOWN UNDER

DIA 58


15/DICIEMBRE/ 2014 HACIA EL DOWN UNDER

4:30 de la mañana y soñando el despertador. En. Mi maleta se ha atascado el tirador, y no sigo que llevarla por las correas. Lo cual significa que Juanjo se ha hecho cargo de ella y me la ha cambiado, para el transporte, por una de las suyas.

Sony, que no se llama Alfre, ni Albert y que, a pesar de su larga coleta rubia es calvo de mitad de cráneo palante, sale de la furgoneta, donde pienso que vive, y nos lleva al aeropuerto junto a una pareja que llevan cantidad de chismes del Camino de Santiago, la bandera española, etc., pero creo que son aussies. Pero ninguno tenemos ganas de conversación a esas horas.

La cola para el embarque es muy larga, y han tenido que meter por el on-lime a los que iban a perder el vuelo.

Nos da tiempo a tomar un café y a acabarnos las galletas y, cuando vamos a la sala de embarque, nos dicen que el avión tiene una avería en el motor y que vete tú a saber cuando salimos. Nos dan unos cheques para comida, y Juanjo va a pillar unos sándwiches porque el siguiente vuelo es low- Cost y no nos van a dar ni agua.

Teníamos muchas horas en el aeropuerto de Sydney para el siguiente vuelo pero, con el retraso, calculamos que vamos a llegar raspados. El tipo de la tripulación que informaba nos dijo que, si salíamos antes de las 11, podríamos coger el vuelo. Si no, no. Jetstar es la low-Cost de Qantas, y el tipo nos dijo que nos cambiarían de vuelo en Jetstar si había problemas.

Nos anunciaron que saldríamos hacia las 10, así que, si no hay problemas, tendremos tiempo.

La vista de la ciudad de Auckland desde el aire es espectacular. Varias bahías encadenadas en medio de un verdor esplendoroso. Mientras volábamos, iba mirando en la pantalla del asiento información sobre distintos destinos, algunos de ellos nuestros próximos, con Info de Lonely Planet. Iba tomando apuntes mientras miraba de reojo la pantalla de Juanjo con la información del vuelo, en la que indicaba que llegaríamos a las 11:40, hora australiana, dos menos que en NZ. Si llegamos a, será de  milagro. Hay que cambiar de terminal, para más INRI.

Fui saliendo del avión pidiendo permiso para salir de bajas pero, horror! La cola de inmigración parecía de USA. Fui a hablar con una de las vigilantes, explicándole que perdíamos el vuelo y no puso mayor interés. Dijo que todo el mundo tenía problemas y que nos pondrían en otro.

Curiosamente, tras de nosotros no había nadie. Éramos los últimos y no llegaba mas gente. También es mala follá...no me jodas....la cola iba rápido, pero estuvimos hasta casi la una. Salís corriendo a por las maletas, a pasar la seguridad, el control de alimentos y drogas...y pitando por los pasillos hacia el transfer, que no es gratis, sale cada 10/20 minutos y no hay manera de acelerar. El conductor se lo tomó con tranquilidad. Además, hay que salir a la carretera, había, atasco....en la terminal teníamos que subir a la segunda planta...total, que acababan de cerrar el vuelo cuando llegamos.

Tuvimos que ir a la oficina de Jetstar, decir que veníamos en un Qantas demorado (bonito color) y nos pusieron en el de las 5:30. Nos comimos los sándwiches. Puse un correo al hotel de Hobart diciendo que íbamos tarde, aprovechando que había WIFI en el aeropuerto. Ya me ha pasado dos veces que, al mandar un correo desde el iPad, donde viene prefijado ENVIADO DESDE MI iPAD, me contestan diciendo DEAR ENVIADO.

Hemos encontrado a un señor que ha vivido en Menorca varios años. Nos dice que trabajaba un día ala semana y con eso le llegaba para vivir. Estaba compinchado con el policía local,pero, le trasladaron, vino uno nuevo, le metieron en la cárcel, y se tuvo que ir a Alemania.

Hemos bajado a la planta de embarque cuando pudimos facturar, y nos hemos tomado unas XXXX en un pub. Hay un bar español que recomienda la Lonely, que se llama MoVida que tiene una carta española sin traducir al ingles. Como si estuvieras en una calle española cualquiera.

Finalmente embarcamos y nos fuimos a Tasmania. Pudimos ver la bahía de Sydney con un sol esplendoroso. Preciosa vista.

Hacia las 7:30 llegamos a Hobart. En la cinta de equipajes hay una foca de cartón piedra. Un transfer nos va llevando a los alojamientos. Nos hace descuento por tener el carnet de Hostelling. Llegamos a The Pickled Frog, un hotel verde, muy lioso, con mucho graffiti. Tenemos una habitación privada, sin ventana, calurosa, con ventilador...

Nos indican un pub, el Sharmsrock, donde podemos cenar pero, hemos llegado diez minutos tarde. A las 8:30 cierra la cocina y no hay nada que hacer. Nos dicen que vayamos a Salamanca, como lo oyes. Es la zona principal de Hobart pero, por eso mismo, es más cara. Cenamos en un restaurante italiano. Hay mucho ambiente cervecero, y gente tomando copas por los garitos próximos. Es lunes y a Juanjo le extraña, pero le recuerdo que los chicos están de vacaciones. Que es verano, aunque llevemos forro polar.


DIA 57 MAORÍ

DÍA 57


14/DICIEMBRE/2014 MAORÍ

Ayer pensé varias cosas: levantarnos temprano y bajar a Cathedral Cove, llegar a Coromandel para recorrer la parte oeste de la costa de esa península...pero ha estado lloviendo toda la noche y, cuando nos levantamos, seguía lloviendo a cántaros, sin ninguna pinta de parar. Así que no tenía sentido ninguna de esas cosas, sino ir a Auckland por el camino más fácil.

Puse a Matilde en dirección Auckland y nos hizo recorrer buena parte del camino de ayer, incluyendo la zona de monte, la reserva de los Kauri, Tairua -que esta vez tenía la marea alta- hasta llegar a la carretera nacional. Juanjo había comentado los días anteriores que no se veían accidentes de carretera, excepto los possum y visones atropellados, y los pájaros atontados que se carga él porque se meten bajo el coche. Pero hoy, con tanta lluvia, hemos visto un par de tortas sin consecuencias.

Quiero ver el museo de Auckland, porque no hemos visto casi nada de cultura Maorí esta vez. Llegamos a él y sacamos ticket para el museo y una representación de música y danza.

Por el hall del museo pasean maoríes con lanzas haciéndose fotos con la gente sacando la lengua. En el museo empezamos visitando una casa de reunión, en la que había que descalzarse para entrar, y vimos piezas de arte selectas de Polinesia, de distintos lugares, y de Papúa.

Nos llamaron para ir a la representación, que duraba media hora. Nos enseñaron instrumentos musicales, de baile, y de guerra. Cantaron canciones y bailaron, acabando con una Haka.

Luego seguimos visitando el museo, que tiene muchas fallas maoríes, una barca enorme tallada, instrumentos musicales, armas, moais pequeños, dinteles de puertas y otros adornos de las casas de reunión, etc. También contiene fauna, flora, geología (volcanes), una imitación de un pueblo de 1800, ropas y juguetes antiguos, etc.

Entre la fauna están los kiwis y los Moas. Lo de los Moas nos ha tenido todo el viaje con la misma conversación. Cada vez que llegábamos a un sitio, Juanjo me preguntaba invariablemente:

Había Maoríes por aquí?

Si

Y qué hacían?

Cazaban Moas

Y para qué?

Al principio le decía que era para comer, porque eran fáciles de cazar y tenían mucha carne, pero acabé cambiando el rollo

Para extinguirlos

La verdad es que los Moas, alguna de cuyas especies era muy grande, como de tres metros, acabaron extinguiéndose porque los Maoríes se los comieron todos.

Continuamos visitando el museo hasta las dos o así. Problema: a esa hora y no comes en ninguna parte, y menos en Domingo, que no hay abierto casi nada. No cabe en nuestro ideario, pero acabamos yendo hacia el hotel y comiendo en un Burguer. Había un restaurante malayo abierto donde yo habría entrado de patas, pero se ve que a Juanjo le daba yuyu. Total, que nos comimos sendas hamburguesas y cocacolas, pensando en el malayo aquél...

Poco más que contar: fuimos al hotel, dejamos maletas, fuimos a Juicy a devolver el coche, mientras Juanjo me insultaba diciendo que no tengo corazón, que no me he despedido del coche ni he llorado...para compensar, hemos visto que en los campos de fresas (strawberry fields) han montado un garito donde venden fruta, verdura,y helado de fresa, que te fabrican en el momento moliendo una bola de helado común puñado de fresas.

Hemos rehecho la maleta y convenido hora de shuttle para el aeropuerto. Fuimos a cenar a un reatara te indio y chino, Juanjo ha cenado en indio y yo en chino y se acabó Nueva Zelanda

KIA ORA !!




jueves, 18 de diciembre de 2014

DIA 56. WAI O TAPU, ROTORUA, BAHIA DE PLENTY, COROMANDEL

DÍA 56


13/DICIEMBRE/2014 WAI-O-TAPU, ROTORUA, BAHIA DE PLENTY, COROMANDEL

Puse el despertador, pero nos despertamos temprano. Me ha sorprendido el olor a azufre al abrir la puerta del coche. Como ayer debíamos estar impregnados de ese olor, no me di cuenta, pero hoy ha sido una bofetada de olor por la mañana, aunque no es especialmente desagradable. Hemos vuelto a la ducha calentita que, cuando hay, no hay que hacerle remilgos. Desayunamos tranquilos y Juanjo se queda charlando con una pareja española, que son jóvenes, algo mas que nosotros, creo, y van a pegarse un año de viaje.

Nos vamos a Wai O Tapu (Agua Sagrada). En la recepción nos dicen que podemos ver algo del parque pero que a las diez tenemos que irnos al géiser. Lady Knox es una señora muy fina y  hay que esperarla, porque ella no espera a nadie.

Iniciamos el recorrido por los cráteres, estanques de lodo y agua hirviente....en este parque se destacan especialmente los colores

Amarillo: Azufre

Rojo/ marrón: óxido de hierro

Naranja: antimonio

Negro: azufre y carbón 

Blanco: sílice 

Morado: manganeso 

Verde: arsénico 

El azufre a veces forma cristales que adoptan formas graciosas, del tipo de racimos de estalagmitas. En uno de los cráteres, llamado Los Tinteros del diablo, hay grafito y petróleo. Cruzamos un paseo entablado que pasa sobre la piscina de Champán. A ambos lados hay agua humeante con distintos colores. Es un paseo precioso. Se llega a la piscina de champán, que tiene un color rosado en sus orillas, verde esmeralda en el agua, y un burbujeo de finas burbujas que semejan un champán bueno. Es la estrella del parque, aparte de lady Knox, y la verdad es que da pereza dejar de verla. A esa hora tenemos que volver, porque la Dama nos espera.

Salimos a por el coche, porque hay que conducir unos minutos para llegar al géiser. Tiene como un metro y medio de alto y es de color blanco. Humea sin parar. A las diez y cuarto un señor llega con un paquetito y nos explica las características del géiser mientras mira de vez en cuando en su interior. Cuando cree conveniente, echa un paquete de jabón. Entiendo que el jabón, cuando el géiser tiene la suficiente presión, rompe la tensión superficial para que el agua salga. Esto puede durar de uno a cinco minutos. Esta vez ha tardado. El hombre echa un vistazo de vez en cuando a la boca del géiser mientras nos cuenta cosas y, en un momento dado, sale pitando. Vemos que el agua empieza a intentar salir del agujero hasta que estalla en un fuerte chorro que alcanza unos 20 m. A veces baja la intensidad y a veces se anima. Nos habían dicho que duraba muy poco, pero hemos estado casi media hora viéndolo y cuando nos hemos ido seguía echando agua sin ninguna pinta de parar. Lo que pasa es que los japoneses, al primer escupitajo del géiser, salen pitando a por los coches, una vez echada una foto. Cuando nos vamos nosotros, queda poca gente mirándolo.

Volvimos al parque para continuar el recorrido, que es largo. Lo retomamos en la piscina de champán, aunque, por el camino, no puedo resistirme a echar unas fotos al Baño del Diablo, que tiene un color verde alucinante, debido al arsénico.

La piscina de la ostra está en medio de un lago llamado Sartén Plana y, efectivamente, parece una ostra. Vamos al Lago Nagakoro, donde hay un pequeño salto de agua que acaba en el lago,de un verde esmeralda intenso. Pasamos por la selva nativa, que contiene helechos y donde se escucha el canto de distintos tipos de pájaro. Hay un cráter llamado Nido de los pájaros, donde anidan estorninos y Mynahs. Son tan cucos que ponen los huecos en oquedales del cráter, y éste se los empolla con el calor.

Hay muchos cráteres de distintos colores, como la piscina de Ópalo, la Paleta del Artista... El recorrido tiene 25 puntos para observación. Volvemos a la piscina de champán para echarle un último vistazo, porque hay que aprovechar que salen de vez en cuando rayos de sol para verla brillar con sus preciosos colores.

Nos hemos marchado oliendo a azufre, con toda seguridad, aunque ya no nos damos cuenta. Nos dirigimos hacia Rotorua. Por el camino hay Lagos marcados en el mapa, pero hay que ir andando, y hoy quiero ver si echamos un vistazo a la costa Este. A lo tonto, es mediodía. Pensaba que comiéramos en Rotorua, pero no llevamos nada sensato, ni para hacer ensalada. Vamos hacia el i-Site, porque no tenemos mapa de Auckland y necesito uno. Luego vamos hacia el lago, que está rodeado de fumarolas. Nos hemos metido por una calle estrecha de la ciudad, porque nos hemos equivocado de dirección, y vemos que de los jardines de las casas salen columnas de humo. A veces las tienen canalizadas con tubos. Otras, salen a su aire, pero hay jardines llenos de humo.

Vemos muchos cisnes negros en la orilla, y aprovechamos para retratarlos de cerca. Hay crías pardas y los hermosos cisnes con picos muy rojos. También hay muchos patos y gaviotas, pero no les hacemos ni caso, aunque hay patos bonitos.

Después de un paseíllo, comimos el coche para seguir el borde del lago. Llegamos a una rosaleda junto al edificio victoriano del museo. Hay también una construcción Maorí que alberga una barca muy larga tallada.

Llegamos a la Punta del Azufre, ya puede suponerse a qué se debe el nombre. Para llegar allí se pasa por zonas geotérmicas, pero ya no nos paramos a ver si hay lodo o solo fumarola. En la Punta hay una isleta con muchos pájaros: cormoranes, gaviotas, patos, gansos, cisnes.

Tenemos que ir a comprar algo para comer. Pensamos comer al borde del lago, donde haya un picnic que nos pille de camino. Como vamos a parar pronto, compro unos pasteles calientes de carne y de mejillones. Vamos a ir hacia la costa. Rotorua pertenece a la provincia llamada Bahia de Plenty, por la abundancia en sus cultivos, etc. Es la zona donde se cultivan los kiwis. Vemos que la carretera bordea el lago, así que habrá algún sitio con mesas para parar y hacernos una ensalada para acompañar los pasteles. Curiosamente, la carretera recorre una zona industrial, pero no vemos el lago para nada. Miro a Matilde y al mapa, pero vamos bien. El mapa engaña. Parecía que íbamos bordeando, pero se mete un poco al interior y no se ve nada de lago. Entramos en bosques, donde pensamos que habrá mesitas, pero no hay ni sitio para apartarse un poco. Nos resignamos a llegar a la costa antes de poder comer.

Tauranga es una ciudad grande que da a una bahia grandota. Hay un puerto grande y muchos barcos. Cruzamos la bahía  por un puente y llegamos a la isla donde está la playa. He puesto esa dirección porque pienso que allí podremos comer, pero hemos tenido que dar varias vueltas para encontrar la playa con sus mesas. En la primera que hemos visto nos hemos tirado en plancha, porque ya tenemos hambre.

La playa tiene muchas dunas y muchas caracolas. Es muy, muy larga y acaba en un monte. Hay letreros que indican que no se pise la vegetación de la duna, que está rodeada de una valla pequeña, para protegerla.

Recorrimos un poco esa playa y regresamos hacia la carretera principal pasando por otro puente. Tengo que ir poniendo a Matilde puntos de la costa porque si no, me mete para el interior porque es más rápido.

Mirando mapas y folletos, veo que una parte de Costa de la que he visto fotos muchas veces pero no sabia donde estaba, se encuentra un poco más al norte, en Coromandel. Mi idea es llegar al norte de esa provincia, e ir mañana desde allí a Auckland, por la costa. Curiosamente, mientras voy poniendo en el GPS pueblos de la costa, la carretera nos lleva por bosques de interior, reservas preciosas, pero no es lo que quería. Cuando podemos, bajamos a ver los contornos de la costa. Se está nublando bastante. Hay playas preciosas. Echamos gasolina en Tuara, que tiene una bahia con un monte que, al estar la marea baja, parece Mount San Michelle. Luego nos damos cuenta de que la bahía está repleta de islas del mismo aspecto.

Pasamos por un bosque donde hay Kauri, una madera dura, que tallan. Los árboles tiene la corteza muy lisa.

Llegamos a la playa de agua caliente. Esa playa tiene rocas de colores y una filtración de agua caliente. La gente cava pozas (tiene que se con pala de verdad, nada de palitos de juguete). Al cavar, sale el agua caliente y la gente se baña dentro. Hay un grupo de japoneses haciéndolo.

Vamos a la Cueva de la Catedral, en Hahei, la costa que acabo de descubrir que es la que me llevo preguntando todo el viaje dónde demonios anda. Llegamos a verla, pero no podemos llegar hasta ella porque hay 45 minutos de camino y se está haciendo de noche. La bahía está llena de islotes, y algunos son rocas perforadas con cuevas o túneles. Allí rodaron algo de Crónicas de Narnia.

En lo alto del montículo desde donde se divisa la costa, hay varios coches aparcados y nos apostamos lo que sea que van a quedarse a dormir allí, igual que hay coches en la playa de agua caliente, que fijo que se quedan, porque hay servicios, y en la playa del pueblo donde estamos. Nosotros, que vamos de honrados, intentamos entrar en un Holiday  pero, como ya es tarde, la oficina está cerrada.

Está empezando a llover. Aquí no hay mas historia que quedarnos en algún lugar de los que pone Prohibido acampar, o seguir para el norte. Como somos como somos, tiramos para el norte, bajo un aguacero importante.

Recorrimos bastantes kilómetros o se nos hizo muy largo. De noche, lloviendo, por carretera de monte, y sin saber dónde íbamos a parar. Llegamos a Witianga a eso de las nueve y media. Pusimos. Matilde a llevarnos a un camping. Estaba la oficina cerrada, sin Honesty Box ni nada, pero se podía entrar. Así que lo hicimos. Aparcamos el coche, fuimos a los baños, que estaban muy bien, y a la cocina, que estaba perfectamente limpia, pero sin sillas.

Cenamos de pie y, en cuanto pudimos hacer la cama bajo la lluvia, nos acostamos






AGUA SAGRADA

DÍA 56


13/DICIEMBRE/2014 WAI-O-TAPU, ROTORUA, BAHIA DE PLENTY, COROMANDEL

Puse el despertador, pero nos despertamos temprano. Me ha sorprendido el olor a azufre al abrir la puerta del coche. Como ayer debíamos estar impregnados de ese olor, no me di cuenta, pero hoy ha sido una bofetada de olor por la mañana, aunque no es especialmente desagradable. Hemos vuelto a la ducha calentita que, cuando hay, no hay que hacerle remilgos. Desayunamos tranquilos y Juanjo se queda charlando con una pareja española, que son jóvenes, algo mas que nosotros, creo, y van a pegarse un año de viaje.

Nos vamos a Wai O Tapu (Agua Sagrada). En la recepción nos dicen que podemos ver algo del parque pero que a las diez tenemos que irnos al géiser. Lady Knox es una señora muy fina y  hay que esperarla, porque ella no espera a nadie.

Iniciamos el recorrido por los cráteres, estanques de lodo y agua hirviente....en este parque se destacan especialmente los colores

Amarillo: Azufre

Rojo/ marrón: óxido de hierro

Naranja: antimonio

Negro: azufre y carbón 

Blanco: sílice 

Morado: manganeso 

Verde: arsénico 

El azufre a veces forma cristales que adoptan formas graciosas, del tipo de racimos de estalagmitas. En uno de los cráteres, llamado Los Tinteros del diablo, hay grafito y petróleo. Cruzamos un paseo entablado que pasa sobre la piscina de Champán. A ambos lados hay agua humeante con distintos colores. Es un paseo precioso. Se llega a la piscina de champán, que tiene un color rosado en sus orillas, verde esmeralda en el agua, y un burbujeo de finas burbujas que semejan un champán bueno. Es la estrella del parque, aparte de lady Knox, y la verdad es que da pereza dejar de verla. A esa hora tenemos que volver, porque la Dama nos espera.

Salimos a por el coche, porque hay que conducir unos minutos para llegar al géiser. Tiene como un metro y medio de alto y es de color blanco. Humea sin parar. A las diez y cuarto un señor llega con un paquetito y nos explica las características del géiser mientras mira de vez en cuando en su interior. Cuando cree conveniente, echa un paquete de jabón. Entiendo que el jabón, cuando el géiser tiene la suficiente presión, rompe la tensión superficial para que el agua salga. Esto puede durar de uno a cinco minutos. Esta vez ha tardado. El hombre echa un vistazo de vez en cuando a la boca del géiser mientras nos cuenta cosas y, en un momento dado, sale pitando. Vemos que el agua empieza a intentar salir del agujero hasta que estalla en un fuerte chorro que alcanza unos 20 m. A veces baja la intensidad y a veces se anima. Nos habían dicho que duraba muy poco, pero hemos estado casi media hora viéndolo y cuando nos hemos ido seguía echando agua sin ninguna pinta de parar. Lo que pasa es que los japoneses, al primer escupitajo del géiser, salen pitando a por los coches, una vez echada una foto. Cuando nos vamos nosotros, queda poca gente mirándolo.

Volvimos al parque para continuar el recorrido, que es largo. Lo retomamos en la piscina de champán, aunque, por el camino, no puedo resistirme a echar unas fotos al Baño del Diablo, que tiene un color verde alucinante, debido al arsénico.

La piscina de la ostra está en medio de un lago llamado Sartén Plana y, efectivamente, parece una ostra. Vamos al Lago Nagakoro, donde hay un pequeño salto de agua que acaba en el lago,de un verde esmeralda intenso. Pasamos por la selva nativa, que contiene helechos y donde se escucha el canto de distintos tipos de pájaro. Hay un cráter llamado Nido de los pájaros, donde anidan estorninos y Mynahs. Son tan cucos que ponen los huecos en oquedales del cráter, y éste se los empolla con el calor.

Hay muchos cráteres de distintos colores, como la piscina de Ópalo, la Paleta del Artista... El recorrido tiene 25 puntos para observación. Volvemos a la piscina de champán para echarle un último vistazo, porque hay que aprovechar que salen de vez en cuando rayos de sol para verla brillar con sus preciosos colores.

Nos hemos marchado oliendo a azufre, con toda seguridad, aunque ya no nos damos cuenta. Nos dirigimos hacia Rotorua. Por el camino hay Lagos marcados en el mapa, pero hay que ir andando, y hoy quiero ver si echamos un vistazo a la costa Este. A lo tonto, es mediodía. Pensaba que comiéramos en Rotorua, pero no llevamos nada sensato, ni para hacer ensalada. Vamos hacia el i-Site, porque no tenemos mapa de Auckland y necesito uno. Luego vamos hacia el lago, que está rodeado de fumarolas. Nos hemos metido por una calle estrecha de la ciudad, porque nos hemos equivocado de dirección, y vemos que de los jardines de las casas salen columnas de humo. A veces las tienen canalizadas con tubos. Otras, salen a su aire, pero hay jardines llenos de humo.

Vemos muchos cisnes negros en la orilla, y aprovechamos para retratarlos de cerca. Hay crías pardas y los hermosos cisnes con picos muy rojos. También hay muchos patos y gaviotas, pero no les hacemos ni caso, aunque hay patos bonitos.

Después de un paseíllo, comimos el coche para seguir el borde del lago. Llegamos a una rosaleda junto al edificio victoriano del museo. Hay también una construcción Maorí que alberga una barca muy larga tallada.

Llegamos a la Punta del Azufre, ya puede suponerse a qué se debe el nombre. Para llegar allí se pasa por zonas geotérmicas, pero ya no nos paramos a ver si hay lodo o solo fumarola. En la Punta hay una isleta con muchos pájaros: cormoranes, gaviotas, patos, gansos, cisnes.

Tenemos que ir a comprar algo para comer. Pensamos comer al borde del lago, donde haya un picnic que nos pille de camino. Como vamos a parar pronto, compro unos pasteles calientes de carne y de mejillones. Vamos a ir hacia la costa. Rotorua pertenece a la provincia llamada Bahia de Plenty, por la abundancia en sus cultivos, etc. Es la zona donde se cultivan los kiwis. Vemos que la carretera bordea el lago, así que habrá algún sitio con mesas para parar y hacernos una ensalada para acompañar los pasteles. Curiosamente, la carretera recorre una zona industrial, pero no vemos el lago para nada. Miro a Matilde y al mapa, pero vamos bien. El mapa engaña. Parecía que íbamos bordeando, pero se mete un poco al interior y no se ve nada de lago. Entramos en bosques, donde pensamos que habrá mesitas, pero no hay ni sitio para apartarse un poco. Nos resignamos a llegar a la costa antes de poder comer.

Tauranga es una ciudad grande que da a una bahia grandota. Hay un puerto grande y muchos barcos. Cruzamos la bahía  por un puente y llegamos a la isla donde está la playa. He puesto esa dirección porque pienso que allí podremos comer, pero hemos tenido que dar varias vueltas para encontrar la playa con sus mesas. En la primera que hemos visto nos hemos tirado en plancha, porque ya tenemos hambre.

La playa tiene muchas dunas y muchas caracolas. Es muy, muy larga y acaba en un monte. Hay letreros que indican que no se pise la vegetación de la duna, que está rodeada de una valla pequeña, para protegerla.

Recorrimos un poco esa playa y regresamos hacia la carretera principal pasando por otro puente. Tengo que ir poniendo a Matilde puntos de la costa porque si no, me mete para el interior porque es más rápido.

Mirando mapas y folletos, veo que una parte de Costa de la que he visto fotos muchas veces pero no sabia donde estaba, se encuentra un poco más al norte, en Coromandel. Mi idea es llegar al norte de esa provincia, e ir mañana desde allí a Auckland, por la costa. Curiosamente, mientras voy poniendo en el GPS pueblos de la costa, la carretera nos lleva por bosques de interior, reservas preciosas, pero no es lo que quería. Cuando podemos, bajamos a ver los contornos de la costa. Se está nublando bastante. Hay playas preciosas. Echamos gasolina en Tuara, que tiene una bahia con un monte que, al estar la marea baja, parece Mount San Michelle. Luego nos damos cuenta de que la bahía está repleta de islas del mismo aspecto.

Pasamos por un bosque donde hay Kauri, una madera dura, que tallan. Los árboles tiene la corteza muy lisa.

Llegamos a la playa de agua caliente. Esa playa tiene rocas de colores y una filtración de agua caliente. La gente cava pozas (tiene que se con pala de verdad, nada de palitos de juguete). Al cavar, sale el agua caliente y la gente se baña dentro. Hay un grupo de japoneses haciéndolo.

Vamos a la Cueva de la Catedral, la costa que acabo de descubrir que es la que me llevo preguntando todo el viaje donde demonios anda. Llegamos a verla, pero no podemos llegar hasta ella porque hay 45 minutos de camino y se está haciendo de noche. La bahía está llena de islotes, y algunos son rocas perforadas con cuevas o túneles. Allí rodaron algo de Crónicas de Narnia.

En lo alto del montículo desde donde se divisa la costa, hay varios coches aparcados y nos apostamos lo que sea que van a quedarse a dormir allí, igual que hay coches en la playa de agua caliente, que fijo que se quedan, porque hay servicios, y en la playa del pueblo donde estamos. Nosotros, que vamos de honrados, intentamos entrar en un Holiday para ver la costa por la mañana pero, como ya es tarde, la oficina está cerrada. Hay una barrera para coches y, aunque hay


DIA 55 . VOLCANES

DÍA 55

12/DICIEMBRE/2014 VOLCANES

Ha estado lloviendo toda la noche. Yo me desperté por el ruido de camiones y acabé poniéndome los auriculares. Nos despertamos algo tarde, y ya estaba el servicio abierto, así que pudimos lavarnos. Está muy limpio. Es alucinante cómo cuidan en este país las zonas de servicios. Siempre están limpios, con papel, jabón, son gratis y muchos son automáticos, de los que tienen música. Los hay en todas partes, siempre a la entrada de cualquier sendero o atracción natural o no. Hay mucho automatismo y dispensadores de jabón en espuma con detector.

Sigue lloviendo y el cielo está cubierto totalmente, así que decido ir por la carretera rápida ya que, con tanta lluvia y el cielo tan cubierto no merece la pena entretenerse en ir por la otra carretera. Pasamos una larga zona de bosque hasta llegar a la ciudad donde la carretera del Tongariro se bifurca en dos. La zona de bifurcación es un pueblo que alberga una zona militar grande. Pone que no te bajes del coche, que es peligroso. ¿ Igual disparan? o_O

Pasamos la zona desértica del Tongariro. Hemos tenido suerte y se han levantado algo las nubes al pasar a la vista de los volcanes. Nos dimos prisa en retratarlos, porque viene otra nube negra gorda. Sopla el viento helado en el páramo. En esta zona también rodaron la peli. Creo que la base de operaciones la tenían por aquí.

Llegamos a Taupo a mediodía. El lago es enorme. Ocupa la misma superficie que Singapur. Hoy no está despejado, así que no tiene vista para foto, porque no se ven bien los contornos, ni las cordilleras que lo rodean. Fuimos directos al centro de información porque, aunque tengo anotados los sitios para visitar, no tengo idea de dónde andan, excepto dos que vimos al venir, porque no tengo un mapa detallado.

En el i-Site me dan un mapa más concreto, y toda la información sobre parques. Me recomiendan que visite los dos que tenía pensados, ya que hay varios más, pero en todos cobran.

De momento, vamos a visitar las cataratas Huka, que están formadas por un torrente de agua tremendo que sale del lago Taupo y son el inicio del río Waikato, el más largo de Nueva Zelanda. Hay miradores y senderos que recorren todo el trayecto de las cataratas, que no son altas, pero sí largas. Más bien rápidos, que pueden navegarse con unos barcos especiales. No creo que pueda hacerse rafting. Son demasiado fuertes, aunque vete tú a saber...La fuerte corriente espumosa desemboca en un remanso azul precioso. Todo está rodeado por una vegetación frondosa.

A continuación fuimos a visitar los cráteres de la luna. Allí se pagan 8 dólares. La zona es un valle desolado, con aspecto de Caldera volcánica, algo más baja que la zona que lo rodea y una vegetación rala y quemada. Se llaman así, por el aspecto lunar de la zona, que contrasta con la vegetación que cubre los bordes de la caldera.

Vemos humo saliendo de distintos puntos, como si la zona estuviera llena de hogueras. Huele a azufre. Es algo sorprendente al primer golpe de vista. Paseamos por los distintos cráteres. Hay avisos para que no te salgas de los senderos, que es peligroso por la temperatura. Se está calentito. Básicamente vemos fumarolas, aunque en algunos hay agua y lodo hirviendo. No en grandes cantidades, pero se escucha el sonido del borboteo. Los cráteres contienen algo de vegetación, pero quemada. Vemos un géiser raro,maque de vez en cuando escupe agua por un lateral.

Salimos de la zona y paramos en un punto de picnic a hacernos una ensalada. No hace sol pero la temperatura no es mala, así que comimos a gusto. Mirando hacia el valle, vemos las chimeneas humeantes de las centrales térmicas, que proporcionan el 5% de la energía de la isla. Hay también baños termales.

Volvimos al i-Site a comprar unas entradas para visitar mañana Wai-oTapu, porque nos hacen descuento. He preguntado el precio de las actuaciones Maoríes, pero vamos mejorando. Aquí valen más de cien dólares, así que me quedo sin verlo.

Por la tarde visitamos Orakei-Korako, que es el parque volcánico más próximo a Taupo. Al llegar, vimos un barco. Me preguntó Juanjo, y dije que seria para dar paseos por el lago y que tonterías las justas. Perdí la ocasión de callarme, porque te llevan en barco por narices, ya que hay que cruzar el lago para llegar al parque, porque no hay otra manera. Pero el barco va y viene constantemente.

Lo primero que vemos es una especie de cascada de sílice que llega hasta el lago, por la que cae agua caliente. Sale humo de toda la superficie. Vemos los colores de los distintos materiales: el blanco del sílice, el rojo del óxido de hierro, el amarillo del azufre...en la superficie hay pequeños agujeros con agua azul, así que lo llaman la Paleta del Pintor en la zona donde los colores son más evidentes. Hay un pequeño brote de agua hirviendo, un pequeño géiser.

Vemos a nuestro alrededor vegetación espesa, con muchos helechos. Aprendemos que hay helecho negro, que alcanza 16 m de altura, y helecho plateado, que es el símbolo de Nueva Zelanda.

Es bastante bonito. Hay también una gruta; en la explicación dice que es la única gruta en zona geotermal, aparte de otra en Sicilia.

Seguimos viendo letreros que dicen que ojo al manojo y que no vayas a tu bola, que es peligroso.

El último shuttle sale a las cinco y media. Parece que con los horarios son bastante rigurosos y no echan ni un minuto de más, véase el restaurante aquél que a las dos menos uno les dijeron a unos tipos que tararía que te vi, y hace un rato, en los cráteres de la luna, hay un letrero que dice que cierran a las seis EN PUNTO y que a las cinco y media sonará una sirena y que tienes media hora para abandonar la zona o te tiran a un cráter. Hablando de tirar, nos llama la atención que, en un país tan limpio, haya papelitos tirados dentro de algunos cráteres. Luego caigo en la cuenta de que la peña debe tirarlos para ver si arden. Vaya tela!.

A eso de las cinco, hemos acabado la visita. Nos acercamos al muelle y el Maorí que lleva el barco viene pitando a buscarnos. Hace una maniobra fantástica, y Juanjo le felicita.

Vamos camino a Rotorua, para quedarnos en el camping que veamos más cerca de Wai-O-Tapu, donde tenemos que estar mañana pronto porque hay un géiser que sale a las diez y cuarto, y los géiseres, cuando dicen de salida una hora, no hay regateo que valga.

No hay ninguno por el camino y al primero que llegamos, que solo esta a 5 km de Rotorua,  anuncia que tiene estanques de agua termal. Me vendría de muerte un baño relajante pero, cuando acabamos de pagar y coscarnos de donde están las cocinas, baños y demás, pregunto por los estanques y me dicen que ahora no están funcionando, maldita sea!

La verdad es que estoy muy harta de carretera hoy y necesito una ducha. Aparcamos el coche bajo unos árboles y salgo disparada a la ducha, donde me entretengo un buen rato bajo agua caliente, caliente, caliente...mmmmm

Juanjo hablaba de cenar una carne, pero tengo bacon y tomate para hacer pasta y le digo que no, porque hay que gastar lo que tenemos. Pero hay BBQ. Una vez duchada, me da igual ir donde sea, y comento de acercarnos a Rotorua a por carne, si a él le apetece pero, una vez fuera del coche dice que ni hablar de conducir otra vez.

Preparamos pasta, y nos vamos a dormir, que falta nos hace.

DÍA 54 TE IKA A MAUI. ISLA DEL NORTE

DÍA 54

11/DICIEMBRE/2014 TE IKA A MAUI (ISLA DEL NORTE)

Nos fuimos sin ducharnos porque las duchas son muy cutres, aunque hay agua caliente. Pero el sitio no acompaña. Nos dirigimos a Picton por esa carretera tan chula que, o pasa entre bosques, o bordea la preciosa costa. Debo tener el a Síndrome de Stendhal, porque se me saltaban las lágrimas y tengo algo de opresión en la garganta de ver esos paisajes tan bonitos. Como fin de fiesta de la isla del Sur, vemos la costa llena de focas en las piedras. Una, incluso ha salido a la carretera, haciendo pararse a un coche que la tenía delante. La foca lo miraba curiosa.

Llegamos pronto a Picton. No lo habíamos visto porque el otro día llegamos de noche, pero no está nada mal. Es una ciudad pequeña albergada en una bahía rodeada de montañas por todas partes, tanto por el sur, como por la parte que da al fiordo. Como el fiordo es bastante cerrado y con muchas islas, no se ve mar, sino montes y vegetación por donde mires. Hay edificios de tipo colonial, con balcones, un puerto de yates pequeño en un recodo de la bahía, y los muelles donde atracan los ferrys. No veo barcos grandes de carga, supongo que irán a puertos más abiertos, como Christchurch.

Tenemos que esperar un rato porque hemos llegado algo pronto. Aprovechamos para dejar preparados unos sándwiches para el camino. Hacia las doce nos ponemos en la línea del checking de coches pero, una vez en la fila, vemos un aviso que dice que uno de los ferrys se ha suspendido y que saldremos con retraso. Tras un buen rato de esperar, decidimos tomarnos los bocatas y unas cervezas estando en la fila, porque vamos a salir hacia las dos, y la primera parte del trayecto es para ver paisaje, ya que transcurre entre fiordos.

Juanjo se ha hecho dos sándwiches y justo cuando se estaba comiendo el segundo, ha empezado a moverse la fila de coches. Punteria.

Este Ferry es muchísimo más grande que el otro en el que vinimos. Tiene montones de espacios diferentes, pero optamos por subir a cubierta para ver el panorama de salida. La cubierta está en el piso 10 y hay muchas sillas y espacio para moverte. Supongo que cuando salgamos al mar habrá que encerrarse dentro, porque soplará mucho viento.

El trayecto por los Marlborough Sounds es alucinante. El barco vira continuamente para pasar entre ellos. Están, además, plagados de islas. Todo lleno de vegetación casi hasta el final. En algunas pequeñas bahías  vemos casas aisladas en el borde del agua y en las  laderas. Supongo que solo puede llegarse por barco, aunque a un par de fiordos se puede ir por carretera. Ese trayecto dura algo más de una hora. Al acercarnos al mar, la vegetación cambia por completo y desaparecen los árboles, pasando a matorral, aunque verde. Pasando por un estrecho con islotes salimos al mar, y entonces nos metimos dentro del barco, porque el viento sopla un horror.

Dentro hay cafeterías, buffett, distintas salas con asientos, sofás redondos, una sala con una actuación en vivo -una chica con guitarra que no para de cantar- y en la popa encontramos una zona de dos pisos acristalado con plantas y sillones de mimbre tipo jardín. Nos quedamos por allí, y aprovecho para escribir algo, que voy fatal con el diario.




Llegamos a Wellington hacia las cinco. El coche lo teníamos en la cubierta, en las primeras filas, y salimos enseguida. Hoy vamos a llegar hasta donde sea, nos da igual. La meta es Taupo, pero no tenemos que llegar hoy. Juanjo se quedó con ganas de dormir en Hunterville, el pueblo que tenía una zona gratis de camping, con servicios. Está a una distancia prudente, así que paramos a comprar en un supermercado poco antes de llegar allí. Entre pitos y flautas llegamos hacia las ocho. Está lloviendo. Vemos que los servicios los cerraron a las 7, así que nos va a tocar hacer un pis en la hierba, aunque no está permitido. Hay una caravana grande aparcada, y gente cenando en una mesa que está a cubierto. Nosotros abrimos la mesita interior y cenamos dentro del coche. Mañana tenía pensado llegar a Taupo por una carretera que bordea el Tongariro más próxima a los volcanes, pero va a depender de cómo esté el tiempo.

sábado, 13 de diciembre de 2014

DÍA 53 QUAKE CITY. CHRISTCHURCH

DÍA 53

10/DICIEMBRE/2014 QUAKE CITY: CHRISTCHURCH

Nos hemos dormido un poco, pero en los camping parece que nadie madruga, porque no se ve nada de movimiento. Nos dimos una ducha, para aprovechar que hoy sí hay y, tras desayunar, nos fuimos en dirección a Christchurch. Pasamos por pueblos costeros, Timuka y Timaru, pero no les hice mucho caso porque estaba fascinada leyendo lo que podíamos ver el la ciudad.

La fascinación no se debe a que sea muy interesante, yo la recuerdo como una ciudad normal, maja, tengo en mis notas que merece la pena la catedral, etc, así que suponía que habría edificios dignos de verse. Pero lo que me tiene fascinada es que todo lo que se refiere a Christchurch tiene que ver con unos terremotos, uno en el 2011 y otro el 22 de Febrero del 2012. Los itinerarios de la ciudad son para ver las zonas destruidas y otros para ver las zonas construidas de forma temporal, incluyendo una catedral. No quiero imaginar cómo puede ser. Tampoco recuerdo ese terremoto. Es raro, porque cuando hay un suceso de ese tipo en un sitio que conoces, por lo general prestas atención, como los de Chile, Indonesia, etc. Pero este de N Zelanda en concreto no lo recuerdo.

Estoy desconcertada, pero habrá que llegar para saber qué ha pasado en realidad. Mientras, vamos a un centro Maorí, porque me apetece ver unas canciones y bailes, pero los precios son alucinantemente caros. Unos 65 dólares por una hora de canto y baile. Si quieres cena (Hangi) que es uno de esos tipos de cocina en el que se cava un hoyo y dentro se meten carnes y verduras con piedras calientes, te cobran 85 dólares, y si quieres que te enseñen el pueblo, 95. Juanjo no tiene ningún interés, ni yo en dejarme esa pasta, así que vamos al aeropuerto, porque pensamos que hay una oficina de Jucy y me dijeron que podían reservarnos el barco.

Oficina de Jucy no hay, pero encontramos un i-Site, donde un chico nos enseña los horarios de Ferry, los precios, y nos compara los precios de Interislander con los de Bluebird. Los de Interislander son mucho más baratos, así que reservamos el Ferry de las 13:10, pagamos y salimos con los billetes en la mano. Una atención bárbara.

Pongo a Matilde en dirección al centro, donde hay muchos parkings al aire libre. Muy llamativo. A nuestro alrededor, vemos edificios apuntalados, en demolición, grúas...y muchos solares. Los solares y, supongo que los parkings al aire libre, deben corresponder a edificios demolidos porque, lo que es calles, apenas se ven como tales. Solo ruinas valladas y lo que eran calles, vacías de edificios, sólo con las calzadas y aceras. Dejamos el coche en uno de esos parkings y cogimos el mapa para orientarnos.

Lo primero que vemos es un antiguo arco, del que queda una parte, que están reconstruyendo. Las márgenes del río están muy dañadas, y hay un proyecto para rehacer los paseos. Vemos que el parque central es muy grande, y parece que había muchos jardines. Uno de los proyectos de la ciudad es convertir en zonas verdes todo lo que se ha demolido, poniendo césped en los solares que han quedado.

Llegamos a una zona que se llama Re-Start. Comprendo que una edificio grande que hay detrás debió ser un centro comercial, pero está en ruinas. Los comercios que por allí había se han realojado en contenedores de barco y caravanas. Los puestos de comida están en caravanas, y las tiendas, en contenedores. Me compro unos pendientes con la hoja de helecho, símbolo de Nueva Zelanda.

Da bastante agobio ver una ciudad en esas condiciones, pero lo peor ha sido al llegar a la plaza de la catedral. Había leído que estaba muy dañada, pero eso es ser generoso. La torre-campanario se ha destruido por completo. Sólo quedan los cimientos. El frontal ha desaparecido. Y en la plaza no hay nada. Vemos las fotos en carteles de cómo era antes, una plaza normal, con su catedral, sus edificios alrededor, y ahora solo hay vallas y solares. La catedral tiene una valla lejos del edificio, rodeándola completamente. Ha sido desolador.

Seguimos caminando por calles prácticamente vacías de edificios, llegando a New Regent Street, cuya publicidad dice que es la calle más bonita de N Zelanda y que es una calle de estilo hispano, que no distinguimos de ninguna manera. Son casas de dos pisos pintadas de colores. No le vemos ningún chiste.

Caminando entre solares vemos la Catedral Transicional, hecha de tubos de cartón. Como no hay nada en medio, se distingue sin problemas. Tiene un tejado a dos aguas hasta el suelo, y son vigas de acero forradas de tubos de cartón, con un material transparente acanalado como cubierta. Entramos a verla y es por dentro lo mismo. La utilizan también para eventos. Todo es muy extraño, pero crea un desasosiego que no te dejan ganas de quedarte.

A todo esto, son las cuatro de la tarde y no hemos comido. Vamos a los contenedores y en uno de comida griega tomamos pitas de cordero y falafel.

El parking se paga por adelantado y nos queda bastante tiempo, pero al ciudad da ganas solo de salir huyendo, y eso hacemos.

Yo pensaba dormir en Christchurch pero, en vista de las circunstancias, seguimos hacia el norte. No pensaba parar en Kaikoura, porque lo único que se hace allí es ir en barco a ver ballenas y Albatros, y no vamos a hacerlo. Pero, ya que tenemos tiempo, decido que durmamos allí, que al menos será bonito.

La costa es alucinantemente bonita, con rocas  oscuras y acantilados, y mucha vegetación en las montañas.    Es temprano y llueve a cántaros. Hay muchos sitios bonitos para quedarse gratis, pero pensamos que qué hacemos en un sitio, aunque sea gratis, para estar metidos en el coche.

Buscamos un sitio en la ciudad que tiene Wifi, porque tenemos que mirar cuentas y otras cosas. El sitio que me había parecido bien, porque el wifi es gratis, cosa rara, es regularcillo, pero está cayendo la mundial y da casi lo mismo.

Hemos ido a comprar para llevarnos unos sándwiches para el Ferry. En el New World no había mucha gente. Ha llegado un Maorí con chubasquero y descalzo. No sé si llevaba pantalones. Tenía las piernas al aire.




Hemos montado la mesa interior del coche para ponernos a hacer cuentas con el Internet, que va bastante mal. Pero hemos hecho casi todo lo que queríamos, y fuimos a la cocina a preparar la cena y luego a dormir. Llueve sin parar.

DIA 52. DUNEDIN Y LA GRAN SORPRESA

DÍA 52


9/DICIEMBRE/2014 DUNEDIN Y LA GRAN SORPRESA

Desayunamos un yogur, galletas y fruta en un mirador, y echamos otro vistazo a la zona. Hacemos fotos desde distintos sitios. Los acantilados son alucinantes, pero las playas son fantásticas, de arena clara, en forma semilunar, muy amplias, muy "de foto".

No tenemos muchas ganas de irnos, pero hay que seguir la ruta. Nos encaminamos hacia Dunedin por la misma costa. Matilde parece que ya sabe donde está y nos lleva por donde queremos ir. El paisaje sigue siendo espectacular, pero creo que esta vez hemos dado con el mejor sitio para dormir. Pasamos por carreteras panorámicas, con bosques y costas de cuento de hadas. Paramos en algunos miradores desde donde las vistas son portentosas. No dejo de admirar la costa. Un espectáculo, en serio. Las montañas se meten en el agua cargadas de vegetación. El perfil que se ve desde algunos miradores es el que siempre has soñado ver.

Siguiendo el paisaje de bosque, cruzando ríos de distintos colores y caudales, pasando por praderas y carreteras de montaña, todo de cine, llegamos a Dunedin. El nombre primitivo era Nueva Edimburgo,morro lo cambiaron por el nombre celta de esa ciudad. Es una rareza en Nueva Zelanda: una ciudad con edificios victorianos y eduardianos. La vez anterior nos quedamos en un albergue que era una casa antigua, con mucho recoveco, escaleras pequeñas, pasillos estrechos, muchos libros, que tenía fantasma, aunque no salió. Dunedin tiene algunos edificios bastante curiosos. Entramos en las iglesias presbiteriana y anglicana, que tienen más gracia por fuera que por dentro, la verdad, aunque la anglicana tenía unas vidrieras que no estaban mal.

Los juzgados y prisión son victorianos y bastante chulos, pero el edificio más llamativo es la estación de tren. Es un edificio victoriano muy bonito, rojizo y el interior está decorado en su totalidad con cerámica vidriada. Angelotes blancos sobre fondos verdes presiden las taquillas de venta, también de cerámica. Hay un piso superior con balcón corrido que da a la sala principal. Fuera de la estación hay máquinas de tren antiguas metidas en enormes cajas de cristal. Yo creo que es lo más llamativo de la ciudad, ciertamente.

Íbamos a la Universidad, pero Juanjo está muerto de hambre porque solo ha tomado fruta, y dice que necesita un plato de comida de verdad, con carne, que se encuentra falto de proteínas. Ha visto un sitio donde ponen unos platos abundantes pero, cuando íbamos andando hacia la universidad, que estaba lejos, me dice que cierran a las dos. Es ya cerca de la una y media, así que nos vamos pitando para el centro a buscar el sitio. Cuando llegamos, resulta que era un vegetariano. En otros momentos da igual, pero Juanjo insiste en que necesita un guiso de carne. Cerca hay un pub que tiene menú de almuerzo y vamos antes de que cierren. Tomamos el asado del día, de jamón con torreznos, patata asada, calabaza, puré de patata y manzana, guisantes y repollo. Lo comemos con gula, aunque comenta Juanjo que en otro momento, si le ponen un plato así, habría dicho que no tienen ni puta idea.

A las dos echan el cierre y a la gente que llega la largan con sonrisas. Hemos tomado unas cervezas del pub que valen casi igual que la comida.

Vamos a la península de Otago, donde hay Albatros y pingüinos. En la información de Dunedin nos dieron algunas pistas de que nos vamos a ir pitando de allí, por los precios. La estrecha carretera bordea la bahía, y vemos, por fin, cisnes negros, que no sé que pasa, que no los estamos viendo en los Lagos.

Llegamos a la punta de los Albatros. Lo que vemos son cientos de gaviotas. Y un Albatros volando. Vamos a la Información y resulta que ver los nidos de los Albatros, que son como seis, nos vale 45 dólares. Si queremos ver los pingüinos de ojo amarillo otros 65 u 85, depende. Decimos que les den morcilla a los,pingüinos, y bajamos a la playa a ver unas focas. Una estaba en el mismo camino.

Nos marchamos haciendo unas fotos a los cisnes negros, que eso si que tenía yo interés en ver, porque pensaba que se estaban escondiendo o que no era época, porque me extrañaba no verlos. Pudimos hacerles unas fotos.

Dado el éxito obtenido, decidimos largarnos con viento fresco y avanzar hacia Christchurch. El tiempo sigue lluvioso y frío. Hay una ciudad a mitad del camino que también recomienda la Lonely, que se llama Oamaru, donde parece que se pueden ver pingüinos azules en el puerto por la tarde. La tenía en duda, por si nos daba tiempo a pasar un momento, pero podemos quedarnos a dormir allí e intentar ver los pingüinos.

La ciudad es rara que no veas. En realidad es un pueblo, quiero decir que es muy pequeña, tiene puerto, y está llena de edificios eduardianos, todos blancos, algunos con columnas corintias, y una zona de antiguo Puerto con unos edificios antiguos increíbles. Habíamos preguntado en un camping a unos 10 km al sur si podíamos ver pingüinos, ya que estaba en la costa, pero nos dijeron que teníamos que ir a Oamaru a verlos. En Oamaru había muchos carteles que señalaban por donde se veían los pingüinos. La dirección era hacia el,puerto pero, una vez allí, encontramos unas oficinas donde te sacaban los cuartos por enseñarte la colonia. Tour de día, 65 dólares. Tour de noche, 85. Lo mas raro es que toda la zona que rodea al puerto esta llena de carteles que ponen que tengas cuidado con no atropellar a los pingüinos, que ojo al dar marcha atrás, no te cargues a uno...así que decidimos asomarnos por la tarde a ver si los veíamos y dejarnos de pagar semejantes precios.

Teníamos en mente un camping hacia el norte pero, como los pingüinos salen hacia las nueve y son las siete, no es plan de ir y volver, además el camping esta en una carretera sin asfaltar. Encontramos un Top 10, que son unos camping buenos, o sea, que no hay de nada, y te cobran aparte el Wifi, aunque están limpios y son bonitos. Pero nos viene bien para intentar ver los bichos. Había uno de autogestión en el puerto, pero me pareció caro para lo que era, aunque me sirvió para hacer un pis.

Nos duchamos y fuimos al puerto a ver si veíamos algo. Caminamos por el muelle. Había una familia alemana con dos niños. Yo estaba viendo unas manchas negras en el mar raras. Estaba preguntando a Juanjo si serian pájaros, porque me he dejado los prismáticos en el coche, y la señora se ha puesto a señalar el agua en esa dirección. No eran pájaros, sino aletas, pensábamos que podían ser delfines, pero alas aletas eran raras.

- No serán orcas? - le digo a Juanjo

Seguimos mirándolos. Eran varios y suban vueltas frente a nosotros, en el mismo muelle. De repente uno de ellos sale más del agua

- Son Orcas!! - dice Juanjo

Nos miramos asombrados. Claro, vienen a por los pingüinos, lógico, pero ya habíamos perdido la esperanza de verlas. Mira tú por donde, han aparecido en el sitio más inesperado.

- Anda que, como para bañarse aquí- afirma Juanjo.

Estamos encantados, pero no salimos de nuestro asombro. Como es posible haber visto Orcas en pleno muelle!!. Después de eso, decidimos que les dieran morcilla a los pingüinos y nos fuimos al camping a prepararnos una cena con unos hermosos filetes que hemos comprado, para llenarnos de proteínas y celebrar lo de las Orcas. Menudo sorpresón!!