sábado, 3 de octubre de 2020

Se llamaba FLOR

Flor nació del último polvo de una gata vieja y ciega, que había pasado todo el verano sin moverse, tendida bajo un árbol. Cuando el celo de todas las gatas había terminado y el macho joven se marchaba, la gata vieja se levantó renqueando persiguiendo al macho que la miraba perplejo e intentaba huir. Pero la gata seguía tras él, renqueando, hasta que consiguió que la cubriera. Yo contemplaba la escena desde el porche muerta de risa. Para nuestro asombro, se quedó preñada y tuvo dos gatitos en un cubo de ceniza, que teníamos en el corral del horno. Uno de los gatitos murió, pero otra seguía viva. La gata vieja la subió a una jardinera casi vacía. La gata vieja no salía del corral, pero un día fue a comer y no volvió allí. Yo creo que ni encontró el camino ni se acordó más. La gatita salió de allí y, maullando, maullando, fue bajando por la escalera, entre las macetas de geranios tenía buen aspecto, así que intenté darle algo de alimento. No fue fácil. Pan mojado en leche ... Finalmente trituré un poco de pienso y se lo puse en un cuenco pequeño entre las macetas, para que los demás gatos no lo alcanzarán. Empezó a comer, aún escondida entre las plantas, por eso le puse de nombre Flor, hasta que se animó a salir y acercarse al porche. Desde entonces apenas se separaba de aquí, hasta que en su primera camada, el primer día que estaba dando de mamar a sus gatitos, un macho los mató a todos. Ella bajó maullando desesperada hasta que Juanjo subió con ella y vio la masacre. Desde entonces, tenía todas sus camadas en la casa de arriba. Pero luego traía a sus gatitos a casa y les birlaba los gatos a las demás gatas, empeñada en dar de mamar a todos, hasta que no sabíamos dintinguir cuáles eran suyos y cuáles de otras. Se subía a mí regazo cada vez que me sentaba en el porche. Se dejaba coger en brazos por las hijas de mis amigas, como Zaira, que tenía una foto preciosa con ella. Si cenábamos en el porche, nos ponía una patita en la silla para que le diéramos algo. Siempre estaba tranquila y no entraba en casa. Pero cuando oía los cerrojos de la cuadra, venía. Era mi llamada para darle algo extra, fuera del alcance de los demás.
La encontré vieja y con el pelo horrible cuando vine de Grecia. Desde entonces no ha estado bien, aunque siempre tenía ganas de comer. Se ha ido deteriorando y murió ayer. Apareció en el jardín, tendida.Curiosamente très gatos fueron hacia ella como para intentarlevantarla, pero las patas traseras no tenían fuerza. La llevé en brazos al corral donde nació, puse un periódico debajo y la tapé con un viejo saco. De vez en cuando subía a darle agua con una jeringa, que apenas tragaba. Vamos a enterrarla en el alcorque donde irá el drago. La echaré de menos. Mechones y Flor han sido mis gatas y ya no está ninguna. No pude recuperar el cuerpo de Mechones, pero el de Flor estará cerca.