lunes, 19 de noviembre de 2018

Los Palacios 9/11/2018 Viernes

Hoy teníamos aún Big Bus y podemos usar la Línea Roja durante la mañana. Ésta pasa sobre el Bósforo y va a la orilla asiática. Quiero ver un palacio de esa parte del que habla bien la Lonely Planet y que no conozco, así que cogimos el primer bus para verlo.

El palacio de Beylerveyi no es muy grande pero espectacular. Tiene un jardín que da al Bósforo con un pequeño pabelloncito. La escalera de entrada es preciosa. Nos hacen ponernos unas calzas en los zapatos porque vamos pisando una alfombra que han colocado sobre los suelos, de madera en gran parte. Vamos viendo pequeños salón cotos exquisitamente decorados en la planta baja. La planta siguiente nos deja sin habla. Para empezar hay una escalera interior preciosa, de mármol y madera, con pasamanos de marquetería. Pero lo más impresionante es un salón enorme con grandes ventanales, columnas azules y un estanque central. La decoración, con unas tapicerías preciosas, jarrones maravillosos, alfombras turcas fantásticas y unas lámparas de techo de Baccarat que son absolutas joyas.

El resto del palacio nos pareció absolutamente espectacular. Toda la decoración, lujosísima pero a la vez de un gusto exquisito nos hizo ver que los sultanes otomanos invertían muy bien su caudal. Lujo a raudales pero no estridencias. Grandes salones pero también saloncitos acogedores.

Realmente es un palacio recomendable. Una visita de una hora, pero muy gratificante.

Esperamos al siguiente autobús que llegó justo cuando se puso a llover y ya estábamos a punto de coger un taxi. Volvimos a cruzar el Bósforo hacia Europa y paramos en Dolmabaçek, para visitar el palacio moderno "oficial". Después de ver el otro, el inicio de la visita no me pareció muy interesante, hasta que subimos por la Escalera de Cristal, que te deja sin habla. Nos costaba trabajo movernos para subirla porque la mirábamos anonadadas. No permiten hacer fotografías, pero es para no perdérsela. El siguiente salón grande, sin tener la exquisitez del otro palacio tenía también una decoración muy elegante.

Hay muchísima gente, muy incómodo de visitar a veces. La visita termina en un salón de 2000 metros con una cúpula alucinante. Es el salón de recepción y da directamente a un embarcadero en el Bósforo. Es lo más espectacular de ese palacio. Pero a mi me ha gustado mucho el baño del sultán, tres salas recubiertas de mármol egipcio que parece alabastro.

Continuamos la visita por la parte trasera del palacio para visitar el Harén. En él hay salones de preferencia para la reina madre y las esposas principales y muchos saloncitos, salas de juego para niños, salones de recepción decorados en distintos tonos...

Me doy cuenta de que la alfombra por la que hemos caminado por la zona "oficial" es de color rojo y la que recorre el harén es azul.

Esta parte del palacio, muy bien decorada, es muy agradable, acogedora.

Los jardines, con una gran fuente y esculturas de animales, son grandes, dan al Bósforo y tienen unas puertas de entrada muy lujosas. Además del embarcadero que da al gran salón de recepción, hay al menos otros dos.

Hemos parado a tomar algo en un restaurante del recinto de palacio porque estamos agotadas. Visitar los dos Palacios ha sido cansado de verdad.

Cogimos un taxi para ir a la plaza Taksim, donde se montan todos los mogollones. Es muy grande, un poco desangelada. En un lateral superior  hay un parque agradable que da al Bósforo, pero hace mucho viento allí para pararse.

Recorremos la plaza. La anima un mercadillo, en el que paramos un momento para seguir por Istikal Cades si, que es la famosa calle peatonal. Como todas las calles peatonales, hay mucho comercio y restaurantes, pero más bien de tipo occidental, con hamburguesas, pasta y pizza. Hay algunas galerías, una de ellas con muchos restaurantes que nos pareció graciosa para cenar más tarde.

Vimos algunos edificios chulos, alguno modernista. En la zona del consulado de Suecia hay bonitas fachadas. Visitamos la iglesia de San Antonio y, como no había mucho más que hacer, nos fuimos a visitar la Torre Galata, a la que alcanzamos a visitar para la puesta de sol y tuvimos bonitas vistas de Sultanhatmet, Cuerno de Oro y Bósforo. Fuimos a un simulacro de vuelo en helicoptero en la misma torre. Yo salí algo mareada. A Chus le gustó mucho.

Como queríamos quedarnos a cenar en esa zona, para hacer tiempo fuimos a un café muy mono a tomar unos vinos. Pasamos allí un rato agradable y luego fuimos a la galería de restaurantes que habíamos visto. Pero lo cierto es que la comida no era muy allá, había un jaleo terrible, muchísimo turista y de todo y salimos de allí un poco decepcionadas. Continuamos la calle hacia Tünel y allí vimos un sitio divertido para tomar una copa, aunque había también bastante barullo. Well-done se llama.

Cogimos un taxi para volver al hotel porque ya era tarde

Topkapi, Chora, Pier Loti y Bósforo 8/11/2018 Jueves

Hemos visto que Topkapi se abarrota de gente, así que nos hemos puesto el despertador para salir temprano.

Desde el hotel hay una entrada por el parque Gulhane que nos lleva directas al recinto del palacio. La tarjeta nos cubre la visita, así que no tenemos que pasar por taquilla y nos dirigimos directamente al Harén. Tuvimos suerte de ir tan pronto porque estamos casi solas y hemos podido ver las dependencias estupendamente. El recinto es espectacular, con azulejería, mobiliario, ventanas, cúpulas, mocárabes, fuentes por todas las habitaciones, galerías... Todo espectacular e impresionante, lleno de detalles y color. Yo no tenía un recuerdo muy nítido de ese recinto y me ha parecido maravilloso.

Hemos recorrido los demás pabellones del palacio, que se reparten por un enorme recinto amurallado, dividido en cuatro patios. Los pabellones son muy distintos entre sí y todos preciosos. La mala pata es que no hemos podido ver el tesoro, que tiene unas joyas alucinantes, porque lo están restaurando, pero esas cosas pasan muchas veces. Pero ha sido una lástima. Visitamos las cocinas, el museo de vajillas, el pabellón del Consejo, el de tomar el sorbete, el museo de relojes ... Pero una pena lo del tesoro aunque, debe llevar tiempo en restauración y tiene pinta de ir para largo.

Hay un pequeño restaurante dentro del palacio con vistas al Bósforo y al Cuerno de Oro. Nos hemos sentado el la terraza a tomar un café. Es una pena no tener hambre porque tiene unos pasteles con una pinta increíble.

Fuimos al hotel porque nos regalan un viaje en los City Bus, al que llaman Big Bus y puedes subir y bajar durante 24 horas en dos líneas diferentes. Mientras esperamos a que saliera, nos acercamos al Hipódromo a ver los Obeliscos y la Columna Serpentina, que es de bronce y bastante rara, puesta dentro de un estanque y que debía estar coronada en su día por las cabezas de dos serpientes que se enroscan en el fuste.

Hemos dado la vuelta al Cuerno de Oro en el autobús y luego hemos cogido un taxi para llegar a la Iglesia de Chora, que es una joya bizantina. Ha sido otra faena mayúscula, porque están restaurándola enterita y sólo hemos podido ver el pórtico de entrada y la sala lateral de los frescos. Cierto es que la entrada tiene algunos de los mejores mosaicos de la iglesia, pero ha sido una pena no ver el resto, la verdad.

Cogimos otro taxi a Pier Loti, el famoso café sobre el cementerio que tiene buenas vistas al Cuerno de Oro. Hemos tomado unos crêpes turcos, de queso y patata y un té. Después hemos bajado andando por el cementerio y visto una zona peatonal con bastantes tiendas y restaurantes. Allí hemos cogido otro taxi hasta la Suleymainiya, la Mezquita más grande de Estambul. Hemos podido verla tranquilamente. Es digna de verse. La cúpula es alucinante.

A partir de ahí hemos ido paseando hacia Sultanhatmet. Hemos pasado la zona de el Bazar de las Especias. Hay puestos de calle abiertos y hemos visto algunos. Nos van dando a probar delicias turcas y otras golosinas.

Bajamos hacia el Puente Galata y un hombre en el Puerto vocea "Bósforo". Chus propone que hagamos un paseo nocturno que, total, dura una hora y es baratísimo. Al estar la moneda tan baja, taxis y transportes están tirados de precio.

Nos han dado una vuelta pasando por la orilla Europea primero y la asiática de regreso. Vemos los palacios y me hago una idea del recorrido para mañana. Todos vamos a cubierto porque arriba, en la parte al aire debe hacer un frío terrible y un viento insoportable.

Así que hemos visto Estambul iluminada muy a gusto, porque en el barco hace calor. Nos habríamos tomado una cervecita pero no hay alcohol y los refrescos a mi no me gustan y a Chus tampoco le apetecen.

Hemos parado a cenar algo ligero, pero ha tenido que ser una pizza y agua porque justo el sitio donde hemos entrado no tienen comida turca, pero alcohol tampoco, así que nos hemos quedado con las ganas.

Para compensar, hemos ido a una pastelería que tiene varias tiendas por Estambul, de un tal Mustafa y nos compramos unos Blacklava riquísimos que hemos ido comiendo por la calle.

Aya Sofia y otros menesteres 7/Nov/2018 Miércoles

Hemos madrugado como buenas viajeras. Pero primero hemos tomado un opíparo desayuno en la terraza del hotel, con diversidad de Quesos, tomate, Pepino, aceitunas en picadillo con tomates secos, té, café.. La terraza da al Bósforo y se escuchan graznidos de gaviotas.

Enseguida nos marchamos a Aya Sofia. Hemos comprado en la taquilla una tarjeta que nos sirve para visitar bastantes museos.

Santa Sofía no deja de impresionar. No sé si más por dentro que por fuera o por fuera que por dentro.

Como ya la conocía, he disfrutado de nuevo de las cúpulas y mosaicos, de la galería superior desde abajo y de la sala central desde arriba y de cada una a su nivel. Y miraba la admirada expresión de Chus, que estaba perpleja de lo que veía. Todo el mundo conoce lo que es Santa Sofía y sus mosaicos y no me voy a entretener en describirlo. Pero es de todo punto espectacular.

Salimos al exterior y visitamos las zonas arqueológicas circundantes, admirando de paso la estructura exterior, los contrafuertes, etc. El edificio sufrió diversos terremotos y fueron reforzándolo pero los añadidos, en lugar de estropear la imagen, han creado un maravilloso exterior.

Los minaretes añadidos al convertirla en mezquita, la realzan y le dan majestuosidad. Es un lugar cuya contemplación no cansa nunca, sino que cuesta apartar la mirada.

Al frente está la conocida como Mezquita Azul, a causa del predominio de motivos azules en los azulejos del interior.

Intentamos visitarla, pero era hora de rezo y teníamos que esperar un rato. Visitamos las tumbas de los sultanes que están en un pabellón cercano y vimos el hipódromo mientras se acercaba la hora de visita.

En la Mezquita nos dieron un trapo para la cabeza y un faldón, ya que íbamos en vaqueros. Yo llevaba una camisa con una capucha enorme, pero no sirvió para el caso, a juicio de la mujer que entregaba la ropa.

Hicimos un ratito de fila y entramos pero da la mala suerte de que están restaurando todo el techo y no se puede ver la cúpula principal. Únicamente los laterales. Chus está bastante decepcionada, aunque le comento que a mí, personalmente, esa mezquita me parece más bonita desde el exterior, en el entorno de la plaza de Sultanhatmet, frente a Santa Sofía, donde entre ambas crean un espacio espectacular.

En la plaza hay preciosos quioscos de helados. Hemos comprado en un carrito un rollo de canela y lo hemos tomado en uno de los bancos de madera que se encuentran en fila entre las dos mezquitas.

Entramos en el recinto del palacio de Topkapi, pasando un control de seguridad, admirando antes un quiosco de abluciones situado en el camino a palacio.

A la izquierda del recinto se encuentra Santa Irene, una iglesia bizantina muy antigua, pero con un interior que, aunque tiene una cúpula y una zona de altar arquitectónicamente impresionantes, está bastante mal conservada. Han puesto una red bajo la cúpula que está llena de guano de palomas.

Pasamos a ver el Museo Arqueológico, entre el parque Gulhane y Topkapi. Hay muchas vitrinas de Troya y hemos visto un pabellón sobre Mesopotamia espectacular, con azulejos vidriados de Babilonia, representando leones y unicornios. Hay bajorrelieves de arqueros y esculturas de las épocas de Assurbanipal y Assurnarsipal. Una preciosidad, pero nos han echado para cerrar cuando yo estaba casi levitando.

Nos acercamos a ver la Cisterna Basílica, otro de los espacios que no hay que perderse. Del tiempo de Diocleciano, es una Cisterna bajo el suelo de la plaza, llena de cúpulas y columnas con distintos capiteles, formando un laberinto. En dos bases de columnas hay cabezas de Medusa, una de ellas mira a un lateral y otra hacia arriba, como si la columna fuera el cuerpo.

La Cisterna, con una leve iluminación es un lugar impresionante. Una obra romana de las que han perdurado. Hay poca agua en el momento de nuestra visita, aunque parece que debe haber más en otros momentos.

Nos lía un tipo para que veamos su tienda de alfombras. Está anocheciendo y hace frío pero, por lo menos, nos ha dado un té.

Salimos a la plaza a ver el atardecer. Se está levantando viento y hace frío, pero hacemos fotos de ambas mezquitas a la luz de la tarde y vemos cómo se van iluminando, tanto las mezquitas como la fuente central.

Nos hemos acercado al hotel a ponernos algo de abrigo porque hace frío. Es fantástico tener el hotel tan cerca, a dos minutos de Santa Sofía y junto al parque. La situación es inmejorable.

Nos fuimos a cenar. No hemos comido y tenemos hambre. Cerca del hotel hay unos restaurantes muy monos, con unas mesas bajas y otras altas. Cenamos en las bajas, entre almohadones. Pero nos trajeron demasiada comida. Un plato de entremeses (mezze) que no pudimos acabar y una parrillada de carnes muy copiosa.

Lo regamos con cerveza muy fría servida en jarras de metal muy finas y que conservaban el frío estupendamente.

Entre unas cosas y otras, nos acostamos pasadas las doce. Intenté escribir un poco, pero me caía de sueño.

martes, 13 de noviembre de 2018

Nos vamos 13/11 /2018 Martes

Hoy nos vamos. Hemos ido a comprar Blacklava para llevar y a dar una última vuelta por Sultanhatmet.

Se ha puesto a llover a cántaros. Estambul llora porque nos marchamos. Pero volveremos. Estoy segura.

De Bazares y compras 12/11/2018 Lunes

Hoy tocan Bazares por ser el último día. Empezamos por dar una vuelta por el Bazar Egipcio, el de las Especias y luego, por concurridísimas calles abarrotadas de tiendas, llegamos al Gran Bazar donde pasamos toda la mañana hasta casi perder la cabeza con tanta tienda, tanto vacile de los tenderos y tanto trapo.

En el restaurante bonito del Bazar no dan cerveza y estamos necesitadas de algo bien fresco, así que salimos en dirección al hotel y paramos a tomar cerveza fresquita y hummus en un restaurante turco.

Dejamos paquetes en el hotel y nos fuimos hacia una zona de galería comercial que está camino del museo de Mosaicos, por detrás de Sultanhatmet. Regateando y viendo telas y más telas hasta chalarnos, nos marchamos a cenar a un restaurante que no está lejos y está bien recomendado. Se llama Istambul Ottoman Kitchen y tiene muy bonita decoración y se come bien.

Hoy estamos cansadas de tanta tienda. Hemos ido a una terraza con música de derviches donde un señor mayor danzaba y hemos tomado un té y fumado una sisha de manzana para relajarnos antes de ponernos a hacer maleta

Arte moderno y derviches 11/11/2018

Hoy, domingo, hay un Maratón en Estambul. Sultanhatmet está vallado entero por esa causa.

Hemos pasado entre las vallas para visitar el museo de Arte Islámico, que ha resultado ser interesantísimo. Hay una zona en la que se ha hecho la excavación de algunas gradas del antiguo Hipódromo y se ven a su nivel y desde el patio arriba, ya que están cubiertas por un cristal.

El resto del museo contiene diversos objetos de arte, puertas de mezquitas, alfombras y kilim, vasijas, joyas, armas, reliquias... Para entrar a la sala de las reliquias nos indicó el vigilante que nos cubriéramos la cabeza. Aparte de lo que sean, los cofres que las contienen son una preciosidad.

Es un museo muy nuevo. No sé cuándo lo abrieron pero tiene aspecto de ser muy reciente. Está muy bien y entra en la tarjeta de museos.

Pensábamos coger un taxi hasta Galata pero ha sido imposible a causa del maratón. El puente también está cortado y lo mismo el barrio Galata. Como vamos lejos del hotel, hemos cogido abrigo. Demasiado abrigo. Hace sol y calor y ni gota de viento. En el puente he tenido un calor terrible y hemos cogido un taxi para subir la pedazo cuesta hasta Tünel, que es donde se encuentra el monasterio de los derviches.

Antes de cruzar el puente pasamos por ka antigua estación del Orient Express, que es una preciosidad. Hacen allí otro espectáculo de derviches giróvagos a diario y tiene una acústica estupenda.
Sacamos entradas para la Sema, que es la ceremonia religiosa en la que los monjes entran en trance girando. Como será por la tarde, nos acercamos al museo de Arte Contemporáneo, que está cerca.

Nos ha gustado mucho. En la planta de arriba hay unos montajes fotográficos espectaculares, aunque pocas obras, porque la sala es pequeña.

La sala de la siguiente planta contiene unas obras interesantes de colección permanente y en las dos plantas inferiores hemos visto una exposición temporal que, justamente, acaba hoy, de un escultor que nos ha dejado impresionadas. El autor se llama Anthony Cragg por si a alguien le interesa. Chus tomó buena nota porque su hermana tiene una galería de arte y quería contárselo. Los materiales son bronce y madera, principalmente, pero tiene una escultura increíble hecha con miles de dados de jugar. Espectacular.

Hemos ido a buscar el café Ara, cuyo nombre proviene del fotógrafo turco Ara Güler. El local, además de ser de lo más agradable, está decorado con fotografías suyas. Teníamos la referencia de Orhan Pamuk que, en su libro titulado Estambul, habla de este café. Tomamos un falafel muy rico y unos ravioli turcos con salsa de yogur. Nada de alcohol fue posible, a pesar del calor. Ni una cervecita, así que tuvimos que conformarnos con un té.

Después nos acercamos al monasterio que, además, es museo y también nos entra en la tarjeta. Hay unos mausoleos a la entrada y el museo explica la vida monacal. Estos monjes realizan la Sema los domingos en una sala donde no cabe demasiada gente. Como nosotras estábamos en el museo a la hora que abrían las puertas exteriores, entramos de las primeras y elegimos sillas delanteras.

Una maestra de ceremonias nos dio una explicación en turco y en inglés sobre el compositor de la música y se puso un velo al iniciarse la ceremonia. En una galería superior músicos cantaban y tocaban diversos instrumentos. La música era algo monótona, y la ceremonia lenta. Los monjes, vestidos de blanco y cubiertos con capas negras y fez color tierra, saludaban a uno que iba vestido de negro con camisa blanca y un fez con cordón verde en la base. La ceremonia se saludos duró bastante rato. Yo estaba sentada justo en el centro de una fila y todos los monjes saludaban en mi dirección. Después me di cuenta que el Mihrab estaba justo detrás de mi.

En cierto momento, la mayoría de los monjes se quitaron las capas negras, fueron a saludar de nuevo al jefe y empezaron a girar, primero con los brazos cruzados sobre el pecho y abriéndolos poco a poco, un brazo más elevado que otro y la cabeza inclinada. Giraban un rato mientras otro vestido de negro pasaba entre ellos, vigilante. Cuando paraban se apoyaban entre sí en grupos de 2 o 3, supongo que para no marearse. En la última parte, los dos que iban de negro se unieron al grupo con una danza más lenta, abriéndose un poco la capa con una mano.

Nos habían pedido que estuviéramos en silencio, que no hiciéramos fotos y no aplaudiéramos, porque era una ceremonia, pero había gente que hacía fotos hasta con flash. De monda.

Acabó la ceremonia una hora más tarde y nos fuimos pensativas. Es un ritual realmente curioso.

Observo que estamos cerca del hotel Pera Palace, donde escribió Agatha Christie Asesinato en el Orient Express y vamos para allá. No recordaba que fuera tan bonito. Tomamos un vino en un salón precioso, con unas cúpulas en un techo muy elevado y una combinación de mármoles en distintos tonos realmente sublimes. Hay un antiguo ascensor en la escalera, de la época de la Torre Eiffel, preciosos comedores y un salón de té decorado en rosa muy apetecible. Había un señor tocando al piano Granada, casualmente. Chus está impresionada del sitio. Pasamos allí un buen rato, porque estábamos conodísimas. 

Volvimos a Istikal Cadesi a tomar un vino y una tapa. Pero no encontramos ningún sitio que nos pareciera agradable, así que volvimos al café del otro día.

Más tarde volvimos caminando al hotel. Hace buena noche. Pero nos compramos un par de Blacklava por el camino para premiarnos, como diría Chelo

Gran Bazar, Museo de Mosaicos 10/11/2018 Sábado

Hoy nos hemos ido a ver el Gran Bazar, aunque estoy segura que volveremos porque es muy "vicioso". La verdad es que es muy pintoresco, aunque orientarse allí es una locura. Los techos son muy bonitos y hay algunas plazoletas interiores con fuentes bastante agradables, pero el sitio es de locos. Como no podía ser de otra manera, acabamos comprando algunas cosas, té y cojines, pero sales de allí con la cabeza loca. Los vendedores son graciosos y nos atiborran a Delicias Turcas. Uno nos dice "Aquí engañamos, pero poco" y nos da un ataque de risa. Casi todos hablan español, claro está.

Descubrimos en el interior un restaurante con cúpulas de ladrillo y unas tiendas bonitas, pero nos marchamos porque ya estamos listas de papeles.

Nos fuimos hacia Santa Sofía después de dejar las compras en el hotel, para visitar el Museo de Alfombras, que está muy interesante y después bordeamos la Mezquita Azul para llegar al Museo de Mosaicos, otra de las atracciones de Estambul que no hay que perderse, porque los Mosaicos que se muestran "in situ" son algo impresionante, con escenas de caza, agricultura, muchos animales y plantas, con muchísimo detalle y policromía. Nos ha gustado muchísimo. Lo recomiendo.

A partir de ahí "me tocaba" explorar para localizar una mezquita que no pudimos ver la otra vez porque estaba en restauración. Le llaman La Pequeña Santa Sofía y es preciosa. Muy recomendable también. Y muy tranquila. No van muchos turistas.

Localicé el hotel de la vez anterior, que tenía una terraza magnífica, pero lo han cerrado. Pasamos por el Four Seasons y subimos al Seven Hills, porque quería sorprender a Chus con la vista al atardecer. Lo conseguí. Se quedó sin habla.  Teníamos junto a nosotros Santa Sofía, la Mezquita Azul y el Bósforo. Un atardecer espectacular, de los bonitos, bonitos... Y un frío terrible, pero nos dieron mantas y tomamos un vino para calentarnos.

Hemos disfrutado el atardecer, hecho fotos y nos marchamos heladitas a coger algo de abrigo al hotel para salir a cenar.

Hemos cenado esta vez una rica comida turca en un sitio próximo al hotel, donde hablan español y se llama Enjoyer Café Correcto. Nos atendieron bien. Esa zona está petarda de restaurantes y gente. Dimos una vuelta por las animadísimas calles y llegamos hasta Cemberlitas, donde vimos el Hammam al que suelen ir los turistas.

Tras el paseo volvimos al hotel.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Llegando a Estambul 6/Nov/2018

Llegamos a Estambul tras alguna incidencia intrascendente o, al menos, solucionable y con la renuncia a última hora de un miembro del trío que íbamos a viajar. Así que Chus y yo somos las únicas integrantes del grupo.

Había reservado un transfer y, tras un ratito de espera, llegamos al Hotel Idylle sin problemas.

El hotel es magnífico, su gente amabilísima y la ubicación inmejorable, a nada de la plaza de Sultanhatmet.

Dotado de todo lo posible, lo que nos ha evitado cargar con jabones y champús. Limpio y bonito, recién renovado.

Tras acomodarnos, hemos dado un paseo hasta el puente de Galata. Lo hemos recorrido por arriba, viendo el Cuerno de Oro, las mezquitas iluminadas y los pescadores.

Como tenemos hambrecilla, hemos cenado en uno de los restaurantes del puente, unos mezze (tapas) ricos, boquerones fritos y unos vinitos. Hace fresquete, pero la vida del turista es así y aguantamos el tipo. Pero nos hemos ido a dormir porque estamos algo cansadas del viaje.