domingo, 29 de octubre de 2017

DEL ALENTEJO AL ALGARVE

29 de Octubre de 2017. Del Alentejo al Algarve

Esta noche se ha cambiado la hora a la de invierno. Nos levantamos con un sol ya demasiado brillante. Hemos dejado el hotel y buscado una cafetería abierta. Desayunamos un bizcocho de manzana y almendra exquisito.

Dejamos Mértola y nos encaminamos a la carretera más próxima al Guadiana. Hay más vegetación, más espesa, olivos, encinas y alcornoques, pero más abundantes. Entramos en una buena carretera de montaña que nos conduce a Alcoutim, un pueblo pegado al río, con el consabido castillo y un embarcadero que traslada gente a España. Sanlúcar de Guadiana, justo enfrente, parece el pueblo gemelo del que estamos.

 Un cartel habla del contrabando, paralelo al comercio normal, y a la compra en Portugal, de esclavos africanos por parte de los españoles, en el S XVIII.

Eso me recuerda que la abolición de la esclavitud en España fue muy tardía. No se acabó totalmente con ella hasta 1890.

Hemos dado un paseo por la ribera, asombrándonos de la cantidad de veleros atracados a lo largo del río. La gente desayuna en terrazas frente al cauce, que discurre tranquilo. Hace un "día de domingo", sol, sensación de pereza, agudizada por el cambio horario.

Salimos de Alcoutim rumbo al Algarve. Vamos a cruzar la frontera para pasar el peaje de entrada. Aprovechamos para echar gasolina y comprar el periódico dominical.

Pasamos por el arco de Easy Toll para acoplar la tarjeta a la matrícula, obligatorio para extranjeros, según leo en los carteles.

Luego iniciamos la visita al Algarve, empezando por Castro Marín, visitando su castillo, que fue templario, de la Orden de Cristo, la que recogió al Temple cuando fue perseguido. Hay una capilla poco interesante, una exposición horrible de instrumentos de tortura y unas vistas a las marismas, penosamente secas.

Pasamos del núcleo Urbano de Vila Real y, cruzando pinares, cogimos la carretera de la Costa que nos lleva a Tavira, que fue Fenicia.

Aparcamos el coche junto a la ría y fuimos a dar un paseo, buscando unas iglesias que parecen merecer una visita. Las hemos encontrado, pero están cerradas. Hemos subido al castillo, paseado por varias calles de ambos lados de la ría, que se cruza por dos puentes, romano uno de ellos.

Tavira es otra de las ciudades con casas palaciegas, muchas revestidas de azulejos. Hay una zona de casonas blancas, que da sensación de balneario. Está llena de turistas, básicamente ingleses. E ingleses son muchos de sus bares, tabernas irlandesas...Hemos ido a comer a la terraza en sombra de uno de los locales que ocupan parte del antiguo mercado. Frente a nosotros hay un hotel. Consulto la información y parece que tiene buen precio y una habitación libre, al menos. Estaba reservándolo, pero finalmente Juanjo se ha acercado a la recepción y lo ha hecho allí mismo, mientras nos traían la comida, que a Juanjo no le ha gustado nada. He pedido sardinas y han traído unas muy grandes, chamuscadas.

Hemos ido al hotel. La furgoneta se queda aparcada enfrente. Juanjo se ha ido a ver el fútbol. Yo he intentado escribir en la terraza, pero hace fresco, una sensación extraña...

Tras perder el Madrid con el Gerona, hemos salido a dar otro paseo y hemos cenado temprano un Sandwich enorme. Por qué la comida es tan grande en Portugal, por favor?

GUADIANA

28 de Octubre de 2017 Guadiana

Hemos tomado un "desayuno bueno" y luego nos disponemos a recorrer Beja, sus iglesias y museos.

Nos dirigimos hacia el Castillo, pero estaba cerrado. Vemos que pone un letrero de que se abre a las 9:30. Mientras, nos dirigimos a una de las iglesias, la de Santa María, pero está cerrada y solo podemos verla por fuera. Volvimos al castillo y seguía cerrado, así que nos fuimos al Museo regional, que está en un antiguo convento. La entrada va con el Museo Visigodo pero, en el regional nos informan de que no abren los fines de semana por falta de vigilantes, pero que la entrada nos vale hasta el lunes, que es como si Juan y Manuela, porque nos vamos dentro de un rato. Juanjo se empeña en preguntarle por el museo Alvito. Yo lo miro alucinada, porque no sabía que el museo visigodo se llamara así. Pero el vendedor de entradas tampoco y le miraba igualmente perplejo. La confusión es que Juanjo quiere pasar por Alvito, que es un pueblo, y se le ha ido la olla.

Visitamos el museo regional, que mantiene el decorado barroco de la iglesia, bastante polvoriento. Hay unas andas de plata y pinturas atribuidas a Rivera, algunas piezas arqueológicas, bifaces, lucernas....una sala capitular con una pintura en techo muy interesante y bonitos arcos de entrada y poco más. Se ve en un momento.

Vamos al castillo, que por fin está abierto y lo visitamos en poco rato. Es mejor visto por fuera. El interior no tiene gran cosa.

A su alrededor hay un mercadillo dominical de víveres. Unos pocos puestos. Hemos dado otro paseo por algunas callejuelas y decidimos irnos.
Hemos retrocedido hacia Viana do Alentejo, para visitar el castillo y su iglesia. Pasamos por Alvito, para que Juanjo se sintiera realizado, y por Cuba, donde nos perdimos un poco. "Más se perdió en Cuba"...no quedaba otra...

En Viana do Alentejo subimos al castillo. Había un bus de turistas en la puerta, que Juanjo intentó echar abajo con todas sus fuerzas, pero el conductor del bus le avisó de que esa no era la entrada, no fuera a cargarse el patrimonio nacional.

Entramos y visitamos la iglesia, de estilo manuelino, con unos detalles en piedra en form de caracola, un retablo enmarcado en piedra, y columnas pétreas con capiteles como orlas de flores que se repetían a media altura. No se podía subir al coro.

En el exterior, hay una portada manuelina preciosa. Esperamos un momento a que se fuera el grupo de turistas, que no le dejaban hacer a Juanjo la foto, porque dos señoras departían tan tranquilas delante justo del dintel. Y, además, el encargado nos iba a abrir la capilla de la parte inferior, que está muy deteriorada.

Salimos por la puerta que Juanjo intentó echar abajo. El encargado nos la abrió, no fuera que.

Emprendimos el retorno hacia Beja para coger la carretera que nos lleva a Serpa. Hace un calor de mil demonios. 32 grados. En Serpa paramos a comer porque hasta Mértola aún queda. Es sábado y mucha gente está comiendo en los restaurantes del pueblo, los camareros vuelan entre las mesas. Al final de la comida yo tengo un calor horroroso. Fui al baño y me di cuenta que es en el comedor en el que estamos, que estar resol y es insoportable. Entonces una camarera encendió el aire acondicionado. Cuando ya nos íbamos.

Juanjo ha acercado el coche al acueducto. Yo me he quedado en la furgo consultando internet y mapas porque una conocida me acaba de decir que los peajes son arcos electrónicos y que, si no has acoplado la tarjeta de crédito a la  matrícula, te multan sí o si.

Así que, mientras Juanjo iba a ver el acueducto, que tiene buena pinta, he estado leyendo y descargando mapas de peajes. Decido que hay que hacer el trámite en Vila real de Santo Antonio, porque en Faro y en Lisboa la vamos a cagar fijo y nos vamos a encontrar en el Algarve en una de peaje electrónico a la primera de cambio.

Vuelve Juanjo diciendo que el viajero y yo no tenemos ni puta idea, porque el acueducto es chulo y me enseña unas fotos bonitas.

Buscamos la carretera para ir hacia Mértola. La furgo está ardiendo. No tenemos aire acondicionado. No funciona, no ha dado tiempo a arreglarlo, pero pensamos que en estas fechas no sería importante. Craso error. Nos freímos, aunque Juanjo, que es atérmico, dice que no lo nota. He puesto una sobre camisa larga en la ventanilla, "caló style", porque el sol me cae de plano.

Seguimos recorriendo esa zona del Alentejo de dehesas ralas, muy seca, muy llana, apenas se ven árboles distintos a algún alcornoque, encinas salpicadas y mucha hierba amarilla. El ganado está a la sombra. Los ríos, y embalses, secos. Hemos escuchado en la TV que están llevando camiones de agua a la zona de Viseu, porque ya no da para el abastecimiento normal. He escuchado en un programa de radio que hay pantanos en el norte que ya no son potables, a causa de la ceniza y material quemado que les ha caído.

Juanjo ha visto el desvío al Pulo do Lobo, pero dice que no vamos. Son unas cascadas del Guadiana, más bien un paso encañonado entre rocas de pizarra. Pero tenemos dudas sobre el acceso y con la sequía no sabemos si merece la pena. Continuamos camino a Mértola, viendo algunos pinares de repoblación y, por fin, llegamos al Guadiana y a Mértola, que tiene un enclave precioso, en un cañón donde el río se acaba ensanchando.  A su paso por el pueblo el torrente se vuelve calmado, el reflejo es casi como el de un lago. Hay gente con motos acuáticas, patos bañándose en el río.

Aparcamos para buscar un alojamiento. Vemos uno a buen precio, Flor del Guadiana, que califican de Excelente y fuimos a preguntar. Está en las afueras del pueblo, pero es nuevo, está limpísimo, tiene terrazas y comodidades en la habitación. Además hay una cocina con nevera, cafetera, etc.

Me di una ducha y nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo. Además de la ubicación, resulta un pueblo muy agradable. Me gusta mucho. Las callejuelas, estrechas, empinadas y frescas, están bordeadas de pequeñas casas arregladas y agradables. Hay, además, unos cuantos edificios de interés arquitectónico. Hay un castillo, excavaciones de ruinas romanas y musulmanas.

La iglesia es una chulada. Es una antigua mezquita a la que han añadido un púlpito, bancos y altar, pero el mihrab hace de retablo delante del cual hay una virgen. El techo, abovedado, con columnas y capiteles islámicos, todos diferentes. Las puertas con arcos de herradura. Y, para cambiarle un poco el aspecto de mezquita, la puerta principal está adintelda con un portal renacentista.

Hoy es sábado y empieza alguna ceremonia, así que salimos para no molestar.

Seguimos recorriendo el pueblo. Hay una marca de una inundación, de la Terrible de 7 de Diciembre de 1875,  en la mitad de la pared de uno de los edificios grandes. Abajo, en el cauce, vemos un puente de piedra reventado. Comprendemos que debió saltar el puente, igual que pasó en La Rábita y la ola debió llevarse por delante varias construcciones, entre ellas, un puerto romano que estaba situado donde está ahora el embarcadero, en el que vemos atracados varios veleros, lanchas y motos de agua.

Hay patos en el río, la luz de la tarde se refleja en las aguas. Es un sitio muy tranquilo, da mucha paz. Y además es muy bonito.

Hemos tomado unas cerveza en un bar al bajar la cuesta, una terraza donde vamos a aliviar el calor y la sed de subidas y bajadas todos los que hemos estado recorriendo las calles.

Hemos ido luego a cenar unas tortillas enormes en una terraza más cerca de la zona donde nos alojamos, después de cruzar a la otra orilla para que Juanjo hiciera unas fotos del reflejo en el rios del pueblo iluminado.








sábado, 28 de octubre de 2017

CROMLECH Y CASTILLOS

27 de Octubre de 2017. Cromlech y castillos

Nos vamos de Évora, probando las "Queijadas", de dos tipos  Las ponen tipo tartaletas, como los Pasteis de Belem. Muy buenas. Una de ellas menos dulce, más rica.

Habíamos preguntado en la oficina de turismo la forma de llegar al Cromlech de los Almendros. Esta zona está abarrotada de monumentos megalíticos. Marcados en los mapas están un menhir en la misma zona que el Cromlech y un dolmen un poco más lejos. Había pensado ir también al dolmen, pero está deteriorado, al caerse una parte y los caminos son pistas de tierra, así que decido que veamos únicamente el Cromlech, que es un tipo de construcción megalítica que, si la he visto, no me acuerdo.

El Cromlech de los Almendros es muy grande, consta de 95 menhires, formando dos círculos concéntricos. Algunos de los menhires están tallados con círculos, bastones....Está dispuesto en dirección este-oeste en una ladera con hermosas vistas .

Volvimos a Évora para tomar la carretera hacia Vila Viçosa. Retrocedemos así hacia el norte y tendremos que hacer un círculo, pero es la única forma de ver Vila Viçosa, una ciudad rodeada de canteras de mármol.

Esta ciudad tiene un gran castillo y un aire palaciego, tipo Aranjuez. Hemos ido al castillo, antes que nada. En su recinto hay un pueblo de casas pequeñas, la iglesia de la Concepçao, patrona de Portugal y un museo de caza y arqueología, en una fortaleza con foso y un edificación más moderna que corresponde al museo.

La muralla exterior del castillo está rodeada de una pendiente suave de césped, en una elevación de terreno, no demasiado alta, muy cuidado exteriormente.

Pudimos entrar con la furgoneta y dejarla dentro. Visitamos la iglesia, observando que su acceso, una explanada de buen tamaño, esta embaldosada de mármol de dos colores, haciendo un dibujo.

La iglesia está llena de azulejos. En la entrada hay dos cajas de limosnas dinerarias, con distintos fines. Y un poco más dentro, dos armarios de cajones metidos en recintos cerrados, donde las limosnas consistían en trigo y aceite.

Nos acercamos a la fortaleza interior, rodeada de foso, donde se encuentra el museo, que no visitamos, por parecernos poco interesante. A continuación bajamos hacia la ciudad, afirmándonos en la idea de ciudad palaciega, con casas señoriales decoradas con tonos pastel, balcones y adornos en las fachadas, alguna recubierta de azulejos. Muy ancha la calle principal, que da a la entrada del castillo. Las aceras están recubiertas de trozos de mármol y de mármol son los bordillos, las marcas del asfalto para aparcar, las líneas de separación de carriles, los dinteles de las puertas y ventanas....suponemos que, dada la cercanía a las canteras, aquí resulta un material muy barato, usándolo para todo, igual que pasa en Macael.

La zona peatonal es de calles más estrechas, con bonitas casas. Es una ciudad limpia y agradable para pasearla. Nos encaminamos al palacio ducal, con dudas sobre si visitarlo por dentro o no. Al verlo por fuera, decidimos que no. Es excesivamente grande y debe tener varias rutas de visita. Parece que contiene ajuar de Don Dinis, que no nos interesa nada, y algo de pintura, además de alguna sala bien decorado, pero nos desanima el tamaño. La fachada está revestida en mármol en blanco y gris. Me resulta un poco agobiante.

La parte delantera del palacio es una explanada de mármol que contiene únicamente la estatua ecuestre de don Joao IV y al frente, un convento enorme, dando al conjunto un aspecto demasiado grande y desangelado.

Volvimos al coche y nos encaminamos a Redondo, un pueblo que tiene una zona amurallada y una iglesia que parece interesante, pero está cerrada. Imitando a El Viajero, comimos allí, en el Reí de los Grelhados, un plato de carne asada que daba miedo, pero estaba muy rico y una ensalada buena.

Subimos de nuevo a la fortaleza, pero la iglesia sigue cerrada. Hemos retratado una casa con golondrinas y sus nidos pintados en la fachada, y hemos salido de nuevo a la carretera.

Pasamos por Caridade, un pueblo pequeño y blanco y continuamos a Portel, otro pueblo con castillo. Sigue haciendo un calor de mil demonios. Mientras Juanjo sube a hacer fotos a la Torre del Homenaje, me he tirado en la hierba que rodea al castillo, tras comprobar que no estaba en buen estado dé conservación. Corría una brisa fresca que me ha aliviado mucho y he caminado por la hierba, aunque está algo áspera y nada húmeda.

Pasamos por Vidiriega por ser ciudad natal de Vasco da Gama, pero nos fuimos enseguida y continuamos hacia Beja, que está en obras y es un poco complicado llegar al centro. Nos quedamos a dormir en el Hotel Dona María. Pudimos dejar la furgoneta en la puerta. Tras ducha reparadora, salimos a dar una vuelta por la ciudad, viendo desde fuera los edificios que mañana intentaremos visitar. Tiene un castillo tremendo, pero la ciudad está bastante descuidada, con muchas casas antiguas abandonadas.

Hemos tomado una cerveza y luego, junto al hotel, hemos pedido una ensalada en la pizzería. Nos han puesto una enorme. Pero yo había pedido pan de ajo para acompañarla y nos han traído una pizza con queso y aceitunas, que es el pan de ajo aquí. Es tremendo. Los platos de pasta que servían daban miedo de verdad.

viernes, 27 de octubre de 2017

ÉVORA


26 de Octubre de 2017 Évora

Nos quedamos en el hotel Inn Murus, en el centro, junto a la Plaza das portas do Moura. No tiene cafetería, así que hemos ido a una pastelería a desayunar.

Luego hemos empezado el recorrido por Évora, siguiendo las instrucciones de El Viajero (Saramago).

La ventana manuelina de García de Resende, está justo al lado de nuestro hotel.

En el Largo da Porta da Moura hemos visto la casa Cordovil, árabe-manuelino, la portada de la iglesia do Carmo, bastante rara y una fuente que representa un orbe.

La catedral es de pago. Se pueden ver distintas cosas. Elegimos la iglesia y el claustro. El claustro  está bien. Tiene unos sepulcros de obispos interesantes. Y en dos de ellos, curiosamente, no se representaba la figura del obispo. Únicamente el báculo y la mitra.

Vistamos la iglesia, que a El Viajero le gusta más que las de Batalha o Alcovaça. A mí las otras me gustan más, por austeras. Ésta tiene azulejos y unas capillas interesantes.

El templo romano, llamado de Diana, está en restauración. Junto a él, está la Pousada y la Iglesia de los Loios. Aquí pasa una cosa que quien viaje por aquí deberá decidir. La iglesia está bien, con mucho azulejo, Es resplandeciente y sencilla. Pero te cobran la entrada junto al palacio de los duques de Cadval, que está al lado y no merece la pena. 7 € por ambas cosas.

Hemos visto las termas romanas, en un edificio oficial. Y la plaza do Giraldo y el barrio árabe. Hemos pasado por el Palacio de los condes de Basto, que da a un pasadizo interesante y una plazoleta muy bonita. De ahí fuimos a la Universidad. Es interesante el claustro, al que dan las aulas, cubiertas de azulejos, cada una con un motivo (Filosofía y Metafísica, Meses del año, Escenas de campo, Geografia y astronomía....) Son pequeñas, pero con una cátedra enorme.

Al claustro también da la antigua capilla, que es salón de actos. Bastante bonita. No tanto como la de Alcalá de Henares.

En la planta superior hay un hall octogonal con azulejos y la antigua biblioteca, que se utiliza normalmente. Había gente estudiando. Tiene un techo precioso, cubierto de frescos.

Hemos visto de lejos el acueducto y también algunas partes de las murallas romana y medieval.

Finalmente hemos ido al jardín público, donde está el Palacio de Don Manuel, que contiene la Galería das damas, de estilo manuelino, como único resto del palacio original.

Vimos los Meninos da Graça, por fuera de la iglesia. Son unos gigantes, que están sobre los pilares de la iglesia de Nossa Senhora da Graça, y les llaman Meninos de coña. La iglesia estaba cerrada, pero vi el claustro desde el casino militar que está al lado.

En el barrio de la Morería comimos un Frango no Churrasco, muy barato y rico. Yo me fui a echar una siesta y darme una ducha, que sigue haciendo un calor horroroso. Este viaje era de otoño, en teoría,. No me adapto a estos calores.

Por la noche fuimos a uno de los restaurantes Bib Gourmand, al BL, en el barrio de la Morería, junto a la muralla romana. Está bien, sin tirar cohetes. La camarera y la dueña son amabilísimas. Nos dieron un agua con gas que sacan de una maquinit depuradora.

Pero llegamos al hotel con mucho sueño. Yo no pude ni escribir

miércoles, 25 de octubre de 2017

ENTRANDO EN PORTUGAL CON SARAMAGO

25 de Octubre de 2017. Entrando en Portugal con Saramago

Hemos salido a desayunar y luego a hacer recados. Yo necesito algunas cosas para llevar en el avión, que no sean frascos grandes y Juanjo ha ido a echar gasolina y revisar las ruedas.

En Mercadona me doy cuenta de que estoy mareada, pero me he tomado la tensión y está bien. Creo que tengo el cuello algo contracturado. Me molesta. Supongo que será eso, pero estoy como atontada.

Salimos de Aracena entre castaños, un camino precioso, para "cruzar la raya" y entrar en Portugal. Pasamos por Encinasola y dimos un paseo hasta el castillo, que está cerrado. Parece que estoy algo mejor.

Luego hemos seguido por carretera hasta Barrancos, en Portugal, y de allí a Mourao. Es la segunda vez que venimos. Este pueblo tiene unas chimeneas curiosísimas, redondas, muy particulares. La otra vez compramos reproducciones en cerámica, porque nos gustaron mucho. Pero no hemos sido capaces de averiguar dónde está la tienda de artesanía donde las compramos.

Subimos al castillo, dimos una vuelta por el pueblo y fuimos a comer a la Adega Velha (Bodega Vieja), una bodega antigua, con bóvedas, muebles antiguos interesantes y una colección de radios viejas alucinante.

Hemos tomado un cocido. Con garbanzos, las carnes y hierbabuena, que le da un toque especial. Y un jarrita de vino de la casa, bastante malo.

En Portugal la gente es silenciosa, no como en España, y se come tranquilo. Nos amenizan con música clásica, en tono suave. En la carta hay unas líneas que hablan de Bach y Mozart, pero no me ha dado tiempo de averiguar qué decía.

En la barra había un grupo de hombres cuando entramos y, mientras comemos, se han arrancado a cantar bastante bien, la verdad. La gente coreaba. Vemos, al salir, que el que dirige el canto lleva un vasillo de vino en la mano y se anima con él.

Hemos dado otro paseo y avanzado hacia Monsaraz, que está en un cerro, pasado el Guadiana. Es un pueblo medieval, fue templario y tiene unas vistas preciosas del río. Nunca me acuerdo cuál es el pueblo del cerro y cuál el del llano. Lo confundo. Y, a su vez, lío Monsaraz, con Marvao, que también está en un cerro.

En Portugal, como en el viaje anterior, seguimos las indicaciones de "El Viajero", como se denomina a sí mismo Saramago, en su libro Viaje a Portugal, que usamos como guía de viaje, igual que la otra vez.

Nos dice que se bañó en un recodo del Guadiana, porque estaba sudando. Nosotros estamos fritos también. Hemos puesto la furgoneta a la sombra de un olivo. Vuelvo a sentirme mareada y me he tumbado un rato en los asientos.

Hemos dado una vuelta por el pueblo, comprado agua..el pueblo está muy limpio, debe ser muy turístico. Mezcla de pizarra y cal, con el suelo empedrado. Tiendas de artesanía, una iglesia con un sepulcro interesante del S. XII, y bonitas vistas.

Corría algo de brisa, no se estaba mal a la sombra, pero nos hemos bebido de un tirón una botella de litro y medio de agua y nos hemos quedado con ganas de más.

Estamos cansados. Vamos hacia Évora. Reservo dos noches en una posada del centro. Es ciudad  Patrimonio de la Humanidad y tiene muchas cosas que ver. En el otro viaje llovía a cantaros y no nos quedamos. Esta vez, justo lo contrario.

Ha sido laborioso llegar en coche al hotel. He tenido que buscarlo andando y la recepcionista ha venido conmigo para guiarnos entre las calles. Juanjo luego ha ido a aparcar la furgo fuera de la muralla, porque esta zona es de pago y hay que estar echando monedas cada 4 h.

Me he dado una ducha prodigiosa. Tiene sistema de hidromasaje y me he echado agua calentita al cuello.

Íbamos a salir a dar una vuelta, pero vuelvo a encontrarme rara, así que Juanjo ha salido a echar un vistazo a la furgo y a situarse, pero ha estado fuera poco más de una hora. Está cansado también. Para los días sucesivos, se espera más calor aún, hasta 30 grados. Un horror.

Hemos cenado unas ensaladas que compré en Mercadona esta mañana y nos hemos acostado pronto, para la hora de aquí, una menos que en España. Aquí tienen la hora que les corresponde por el uso horario, no como nosotros.

PD. Un alivio pasar el día sin ver las banderitas de los coj....

SIERRA NORTE DE SEVILLA, HORNACHUELOS Y ARACENA

24 de Octubre 2017.  Sierra Norte de Sevilla, Sierra de Hornachuelos, Sierra de Aracena

Hoy hemos pasado la mañana en coche, recorriendo los montes. Hemos ido desde Cazalla haciendo un bucle por San Nicolás del Puerto, Navas de la Concepción, Constantina y regreso a Cazalla. Desde allí hemos ido por una carretera secundaria al Real de la Jara para ir a Aracena, donde hemos quedado con los jerezanos, Fernando y Cari que van a venir a cenar.

Pasamos por valles y Montes, unos predominando los encinares, otros los olivares y mucha dehesa, pero con perspectiva de montañas infinitas. Es alucinante en estos días de viaje la cantidad de territorio de bosque y dehesa totalmente despoblado que hemos recorrido. Y la mirada lejana observa más extensiones similares, con algún que otro cortijo absolutamente solitario en un mar de árboles.

El calor sigue siendo agobiante, la sequedad de los arbustos, de las hojas de los árboles, los pantanos casi vacíos y los cauces secos, únicamente llenos de piedra, que dejan ver la marca por donde debía pasar un río caudaloso, o llenarse un pantano habitualmente extenso, producen más sensación de calor y de agobio. Los cuerpos están abrasados de un verano tan largo. Necesitamos el respiro de un frescor y una humedad que no llegan.

Por carreteras secundarias llegamos a Aracena, un pueblo al que vamos muchas veces. Quizá el que más visitemos en Andalucía, a pesar de la distancia desde casa. Llegamos a una hora en la que pudimos acercarnos a Sirlache, el motivo por el que venimos tanto a este pueblo. Es un bar especializado en setas: las exportan, o las exportaban a Italia y las envasan en distintas preparaciones, también deshidratadas y frescas y en temporada.

El dueño nos conoce de tantas veces como venimos. Es un experto y un enamorado del misterioso mundo de las setas. Siempre nos ofrece una forma distinta de prepararlas. Los mejores Boletus se comen aquí. En ninguna otra parte los hacen tan bien. Pero también tiene habitualmente Gurumelos (Amanita Ponderosa), una seta exquisita que sólo se da en esta sierra. También tiene muchos otros tipos de setas, que vamos degustando cuando venimos. Esta vez está preparando Chantarella. En esta sierra se les dan denominaciones curiosas a las setas. Al Boletus Edulis le llaman Tentullo y, a la Amanita Cesárea, Tana. Gurumelo, como ya he dicho, es la Amanita Ponderosa.

Le pregunto cómo las tiene, con tanta sequía. Y me dice que las está trayendo del norte de Portugal porque ni este año ha llovido, ni el pasado apenas lo hizo. Este año ya se ha perdido la otoñada. Nos dice, sin cambiar la expresión, que como pasen 5 años sin llover, desaparecerán. Le miramos compungidos. Lleva poco tiempo con la empresa envasadora, unos pocos años. Cuando la abrió le deseamos suerte porque nos pareció arriesgado. Como siga así la cosa, puede irse todo a la porra.

Hemos tomado un guiso de carne y setas, Boletus y Chantarella. Y un tomate picado.

Hemos ido al hotel Los Castaños, en el centro. Nos hemos tumbado un poco. Yo estoy triturada de  tanta carretera y tanto calor. Juanjo ha ido a cortarse el pelo y le han informado que los Yuyu de La Cámara de los Balones hacen hoy el programa de radio desde el teatro, que está junto al hotel, así que hemos ido para allá mientras llegan de Sevilla los jerezanos.

Nos hemos reído un montón, Están como una jaca.

Han llegado Fernando y Cari y hemos vuelto a Sirlache a cenar, setas y jamón. El jamón estaba de muerte. Estos fines de semana son de Feria del Jamón, y debe venir mucha gente de los alrededores.

Hemos cenado y luego dado una vuelta, para hacer un poco de tiempo, porque esta gente vuelve a Sevilla en coche.

martes, 24 de octubre de 2017

SIERRA NORTE DE SEVILLA

23 de Octubre de 2017. Sierra Norte de Sevilla

Nos hemos levantado con ánimo de ir a tomar churros. En Pozoblanco olimos a churrería y estamos con ganitas. Pero pena....el mercado y la churrería están cerrados. Una señora que barría la calle nos ha preguntado qué buscábamos y nos ha indicado todos los bares del pueblo que podrían estar abiertos en lunes.

Hay uno cerca. Nos han dado una botellita de agua mineral con el desayuno, que nos ha servido para hidratarnos en la subida al castillo. Está bien recogida la piedra y la pendiente es tendida, pero está muy alto (pff)

El castillo está datado como de origen árabe, pero pudo ser anterior. Y fue adscrito a la Orden de Calatrava, haciendo reformas. Luego se abandonó, se reutilizó, etc.

La atalaya es espectacular. Debatimos sobre un posible asedio. No entraría ni dios, pero no bajaría ni el tato. Yo abogo por aljibe y huerto urbano. Juanjo se cachondea. Pero aljibe sí que había y almacenes también. Así que resistencia posible, sí, aunque no hay constancia de que fuera asediado. Pero me pregunto por los vegetales...si no, podría haber escorbuto. Sigo con la idea del huerto urbano.

Bajamos despacio, recogimos el equipaje y nos fuimos con viento fresco hacia Alanis. Hay 68 km. Juanjo ha decidido no irse a pelar a Peñarroya, porque quiere ducharse a continuación, así que lo dejará para mejor ocasión.


Fuimos a Fuente Obejuna. A ver, la grafía con V, Ovejuna, es de Lope de Vega. Obejuna es el nombre del pueblo y deriva de Abejas, no Ovejas.

Aparte de la obra de Lope, los hechos reales acaecieron en 1476 y es una historia con base verídica. Se está representando bianualmente, por las gentes del pueblo. La representación dura 5 días, con más de mil asientos diarios, en la plaza, que se llenan.

Hemos recorrido el pueblo, del que no esperábamos gran cosa, bastante impresionados. Es un pueblo potente, con casas señoriales, una de ellas con balcón de piedra y gárgolas en forma de cabeza de león, en piedra también. Muy divertido es que vemos repetido el apellido "Pulgarín", en comercios, despachos de abogados...curioso!

Hay rejería muy trabajada y casas modernistas, cuyo colofón es el palacete en el que se encuentra la oficina de turismo. Construido por un ricachón para su esposa, una casa de enamorado. Pero ella murió y el palacete quedó sin acabar. Aún así, es impresionante. Hemos entrado al hall y tres salas. Una de ellas está preparada para reuniones, como salón de actos. En la parte frontal hay una ventana triple con una luz espectacular. Las salas están pintadas con frescos de pájaros y vegetales. La escalera es digna de verse y supongo que las plantas superiores serán igual de impresionantes. Por fuera en más bonito, con las clásicas ventanas redondas modernistas.

Estuvimos contemplándolo un rato y luego seguimos viendo casas modernistas en reparación, pero en bastante buen estado. Dejamos Fuente Obejuna bastante sorprendidos, la verdad


Cogimos la carretera autonómica que parece de las buenas en el mapa. Nada más entrar pone "Carretera en mal estado" Nos ha parecido raro, pero pensamos que sería un tramo. Qué va....está hecha un asco todo el rato. No pasa ningún coche. Deben ir dando un rodeo para no pillarla. Hemos tardado muchísimo pero nos da igual, porque vamos entre encinares, puro monte y vemos ciervas por el camino.

La verdad es que resulta un alivio llegar, ya cerca de Alausí a asfalto normal. La carretera de batidora te deja el cuerpo molido y hace calor, maldita sea...

El monte está achicharrado por la sequía. Los ríos son cauces secos  -me pregunto dónde beberán los venados- y los matorrales, la jara  y el tomillo están secos. Apenas huele a monte. Es una pena.

Hemos visto rapaces, buitres, pájaros de pecho rojo (petirrojos?), pero ya no vemos oropendolas. Me pregunto si el retraso por el clima en su emigración a África afectará a la nidación y reproducción. Los enormes nidos en forma de cestos deben llevar tiempo, y los pájaros siguen aquí, de vacaciones....tengo que averiguar ese tema.

Pasamos por Alausí, que tiene un castillo grande y nos dirigimos a Cazalla de la Sierra. Aparcamos en las afueras. Juanjo iba buscando un restaurante, Casa Aguatina. No me habia dicho nada, pero iba allí derecho. Es uno de la lista Bib Gourmand. Un sitio pequeño, con delicatessen. Comimos muy rico, un rissotto con setas y jamón de pato y unas tapas, de pastel de verduras y ensalada de brotes riquísima.

Buscamos un sitio para dormir y finalmente, acabamos en una casa rural muy cerca del pueblo, El Berrocal. Muy sencilla, pero muy tranquila y con habitaciones muy frescas, con una entrada con mesitas en un porche y un buen sitio para dejar la furgoneta.

Nos tumbamos un rato. Hace mucho calor hoy también. Todo el mundo está harto de este "verano" sin fin...

Hemos dado una vuelta por Cazalla, que es un sitio muy agradable, con bonitas plazas, rincones, casas...calles frescas. Luego hemos decidido ir a Constantina. Lo íbamos a hacer mañana, pero tenemos tiempo hoy, así que de esta forma dejamos otra cosa hecha.

La carretera a Constantina son 19 km de bosque frondoso. Incluso vimos un curso de agua. Pero no dejo de recordar que en la plaza de Cazalla hay cuatro palmeras muertas por el picudo aunque vemos artefactos que indican que han intentado recuperarlas, y cuatro agriaces con flores quemadas por el calor. Algo muy raro, pero que he visto antes en Alcalá y en Galicia. Los árboles  no están otoñando. Están directamente quemados por el calor. Este fenómeno se repite en todas partes, solo se salvan las umbrías, donde el follaje sigue el curso normal. Es tremendo lo que está pasando.

En Constantina tienen la ciudad levantada. Pensábamos que sería un pueblo normal, pero es una ciudad grande, con castillo, casas modernistas, casas "regionalistas"...y muy extensa, con mucho tráfico. Intentamos llegar al castillo, sin conseguirlo y dimos un paseo por el centro.

Volvimos, ya de noche, a Cazalla. En Casa Agustina volvimos a probar cosas ricas, atún marinado con wakame, sardina marinada, carpaccio de Magret de pato con virutas de foie y dados de mero con alli-olli.

Hemos ido a dormir. Hay un silencio tremendo, y una luna árabe alucinante, para rematar el día.



domingo, 22 de octubre de 2017

EL VALLE DE LOS PEDROCHES

22 de Octubre de 2017. El Valle de los Pedroches

Nos hemos dirigido derechitos a Pozoblanco. No hay muchos km. De repente, han desaparecido las Dehesas y nos hemos encontrado en un paisaje seco, sin árboles, hierba amarilla por la sequía.

Dimos una vuelta por Pozoblenco. Me dice Juanjo que las otras poblaciones del valle le tienen cierta inquina a ésta. Se comprende, porque no es un pueblo, es una ciudad con grandes casas señoriales, grande y con mucho comercio. Viene a ser la capital del valle. De ahí la manía de las demás.

Hemos paseado y recorrido casi toda la ciudad. Es domingo y está todo en silencio. Una ciudad dormida. Tan dormida que, al marcharnos, Juanjo ha puesto un CD de Serrat y le he pedido que lo silenciara hasta salir del casco urbano, porque íbamos con las ventanillas abiertas y podríamos molestar, en plan macarra.

Aún no le he puesto etiqueta al viaje. El primer día pensé en algo referido a Os Lusiadas, pero a Juanjo le parece pretencioso y, la verdad, no vamos a recorrer la ruta de ningún conquistador. Desechó la idea. Vamos por Sierra Morena...Curro Jiménez? Pero luego iremos a Portugal, siguiendo las indicaciones de Saramago. De Curro Jiménez a Saramago? Tengo que pensarlo. Son dos personajes TAN diferentes....

Seguimos nuestra ruta hacia los pueblos del valle, buscando caminos secundarios, que no siempre encontramos.
Continuamos hacia Alcaracejos, que pasamos de largo. Volvemos a ver encinares. Troncos retorcidos, que invitan a treparlos y tomar asiento. Árboles añosos, sabios, serenos. Estaban mucho antes de que yo naciera y ahí seguirán cuando ya no esté, si es que algún vándalo no acaba con ellos.

Veo unos olivos que me hacen pensar que ayer cometí un error. Los olivos de dos copas no tienen forma de corazón, sino de árbol bronquial. Son dos pulmones. Así que los olivos nos ofrecen alimento y, casi más importante, nos permiten respirar. El árbol de la vida. La ramita de olivo de la Paloma de Paz.

En estos tiempos de patrioterismo absurdo, pienso que la patria puede ser un olivo, un palmera, algún ser vivo que te haga sentir en casa. Y lo demás son chorradas.

Pasamos por Espiel, por la carretera nacional, porque nos hemos saltado un desvío mal señalizado. Nos vamos hacia Villaharta, porque a Juanjo le ha gustado el nombre. Bueno, pues hete aquí que, además de tener un nombre divertido tiene un enclave maravilloso, con vistas a la sierra y sus bosques. Hay una casas monisimas y unas buganvillas con unas ramas muy grandes, voluminosas y frondosas.

Hay unas fuentes agrias, además, y decidimos echar un trago. No llevamos botella. Juanjo no se creía que allí brotara nada, a pesar de que he buscado un página de la Junta, Aparcamos la furgo, que tampoco tiene nombre aún, y bajamos a la zona del manantial. Éste está dentro de un kiosko de época romántica pero lleno de herrumbre. En cambio, el interior, de baldosas anranjadas y con un reborde de flores, está cuidado y limpio. El agua brota del suelo. Han construido una fosa de losetas que está cubierta con un tapa de madera. El agua se extrae con un cazo. Una pareja estaba llenando una botella y nos han dado un vaso de agua. Es algo gaseosa pero quizá tenga menos sabor que la fuente de Pitres, en la Alpujarra.

Continuamos según las indicaciones que la mujer nos ha dado para llegar al cruce de Villaviciosa sin salir a la carretera nacional. El asalto está viejo y en un tramo ni siquiera existe. Menos mal que nos han avisado. En otro caso, nos hubiéramos dado la vuelta.

Nos dirigimos a Villaviciosa de Córdoba. Pasamos por el embalse de Pueblo Nuevo, escasísimo de agua, como todos los que hemos visto este triste y seco año, en Aragón, Galicia con esos terribles incendios y la vegetación ya antes quemada por la sequía, arrasada por el fuego.

En fin, seguimos resignados. En Villaviciosa estuvimos hace años, en una montería, por primera y ultima vez, supongo. Vimos lo que era aquello, el ritual, etc y ya creo que tuvimos suficiente. Aquella vez Juanjo se fue con las traíllas de perros, siguiéndolos a carrera por los montes. Yo me quedé en uno de los puestos, con Antonio Cabrera y otro tío. No cazaron nada, afortunadamente.

Esta vez hemos vuelto para ver de nuevo los bosques. Estamos en pleno monte, hace calor, no se ve ni un venado. Deben estar todos a la sombra, como los caballos que vemos y las piaras de cerdos negros que hemos visto estos días. Hace calor. Un calor anormal, algo siniestro.

En Villaviciosa, que no es un pueblo interesante, buscamos un sitio para comer. Finalmente lo hicimos en el hostal donde nos quedamos a dormir la otra vez, el Sierra Morena. Hemos pedido medias raciones y nos han traído unos platos enormes. Así que me envaino el comentario de ayer sobre la parquedad en el yantar.

Hemos tomado lechón en cuchifrito y venado en orza. Y un gran plato de tomate picado. Y helados. Muy barato.

Consultamos el mapa y salimos del bosque, entrando de nuevo en dehesas. Yo tengo una pájara monumental tras la comida. Y mucho calor.

Vamos por Villanueva del Rey hacia Belmez, el del castillo, no el de las caras. En Villanueva hay un hostal grande, que hemos visto que tiene buen precio, y a Juanjo le ha gustado. Pero seguimos a Belmez para decidir. Está todo cerca, no hay problema.

En Belmez el castillo sobre un pico muy elevado sobre el llano destaca en todo el paisaje de los alrededores. Entramos en el pueblo, que parece agradable y vemos Hostal Javi. Consulto la Info y parece que puede estar bien y no caro. Estamos en la calle del Ayuntamiento y nos da buena impresión. Pero en La Hoya había otro alojamiento, un cortijo. Hemos ido a ver qué tal, pero nos ha parecido demasiado alejado de cualquier núcleo para dar un paseo y tomar algo y, además, tenían puesta la banderita, que ya nos da repelús.

Pasamos por Peñarroya porque Juanjo ha decidido cortarse allí la barba. De ese pueblo era un compañero suyo de trabajo que murió trágicamente. Es un pueblo minero. Antes se llamaba Peñarroya del Terrible, por un perro llamado Terrible que descubrió carbón excavando. Es un pueblo minero. Peñarroya viene de Peña Roja, por haberse puesto de ese color tras una matanza, según las leyendas.

Vimos una barbería con su simbolito y mañana volveremos. Retrocedimos hacia Belmez y nos fuimos al hostal Javi a descansar un rato. Sigo con algo de pájara y Juanjo quiere leer el periódico dominical.

Salimos a dar un paseo al atardecer. Hay una luz preciosa. Hago fotos de la torre de ladrillo de la iglesia iluminada por la luz de la tarde. Subimos al mirador del castillo, un paseo que lo bordea, con vistas al valle, cubierto de una luz dorada. Mañana subiremos al castillo por una escalera con aspecto agradable, un entorno cuidado.

Volvimos un rato al hostal y luego salimos a tomar algo, porque hay partido. Vimos la primera parte tomando un picoteo, más abundante de lo que pretendíamos, y yo volví al hostal en el intermedio, para escribir un rato

sábado, 21 de octubre de 2017

Entre olivares y encinares

21 de Octubre de 2017. Entre olivares y encinares


Segunda etapa: Hemos dormido bien. Muy recomendable el hostal de la plaza. Muy limpio y cómodo.

Tras desayunar, hemos emprendido camino hacia Cardéña, eligiendo carreteras secundarias, entre olivos. Está nublado. La luz de la mañana, junto con la tibia luz solar, resalta el color rojo de la tierra bien arada entre los olivos cargados de aceitunas, verdes y negras.

Vamos por una carretera estrecha y sinuosa, despacio, contemplando los olivares. Voy mirando absorta en los troncos de los olivos. Troncos adolescentes, troncos senectos, troncos que salen de uno solo y se dividen, acompañándose permanentemente, formando con sus copas corazones de hojas. Troncos que nacen separados y se unen entrelazándose para siempre, formando un abrazo en espiral.

Troncos que se agrupan en tríos, con un hermano mayor vigilante. Troncos hendidos, troncos abuelos, que cuentan historias y nos miran comprensivos. Troncos sabios, troncos expectantes, troncos aprendiendo de sus parientes....

Cada tronco es una vivencia, una historia, un momento de contemplación que debería ser más largo. Recuerdo dibujos, grabados, acuarelas de troncos de olivo, que te dejan pensativa y te hacen meditar sobre la vida.

El árbol más sabio, el árbol más histórico, del que comían los sabios griegos: aceitunas, pan,  queso y vino eran los alimentos de los filósofos. Productos de la tierra, de los animales que en ella habitan. Productos de tierra seca, de tierra asolanada. Alimentación primaria.

Hemos recorrido caminos diversos entre olivos, sin ganas de que se acabaran. Hemos llegado a dehesas, donde ganado ovino, bovino y porcino se alimentan de la hierba, de las bellotas de los encinares. Encinares "adehesados" por la mano de hombres antiguos, que utilizaron la madera, cultivaron el campo y alimentaron al ganado. Todo tiene aspecto antiguo, vital, verídico. Aquí no hay modernidad. Así se ha vivido siempre. Y aquí encuentras la verdad de la tierra, de la supervivencia.

Recorrimos los caminos con calma, observando el entorno, los cambios de paisaje, el horizonte de las sierras pobladas de árboles. Zonas reforestadas con pinos, que intentan recuperar con las especies autóctonas.

Llegamos a Cardeña y, antes de entrar en la ciudad, pasamos por el centro de interpretación de la sierra de Cardeña y Montoro. Hay unas piezas de barro con las huellas de los animales que por aquí se encuentran: lince, nutria, meloncillo, oveja, lobo....

Llegamos a Cardeña, donde había una Feria del Lechón. Tomamos lechón frito, parecido al cuchifrito salmantino, jamón y carrilleras y nos marchamos hacia el norte, hacia Ciudad Real, pasando por miradores, recorriendo pistas forestales, viendo una cierva y muchos avisos de paso de lince.

Por carreteras secundarias llegamos a Villanueva de Córdoba. Nos quedamos a dormir aquí. Tenemos ganas de caminar un poco, a la luz de un atardecer que sigue siendo cálido. El núcleo urbano es de una grandeza sobria, con una homogeneidad en sus elegantes casas de color blanco, con los marcos en gris y la forja en sus balcones. Una ciudad señorial. Tranquila y acogedora. Vemos los encinares a nuestros pies. Una masa forestal que parece más frondosa de lo que se aprecia desde el nivel del bosque. La elevación produce sensación de verdor, al ver desde arriba las copas de los árboles. Un entorno majestuoso, una sobriedad cordobesa en la actitud de la gente. Generosidad en la bebida y parquedad en la comida.

Ni una tapa, ni siquiera una aceituna, pero copas largas, abundantes y una comida cuidada. Y un jamón exquisito, por cierto.

viernes, 20 de octubre de 2017

Cormoranes y gamos

Lusitania y más

20 de Octubre de 2017. Cormoranes y gamos

Primer dia de viaje sin rumbo claro. Juanjo compró este verano una furgoneta y me apetece mucho ir en plan furgonetero a cualquier parte y cambiar un poco nuestros usos habituales. De todas formas, algo de avión y barco haremos, como veréis más tarde.

Juanjo se ha pasado un buen rato colocando en la furgoneta las bolsas, nevera, cajas de ropa de dormir, colchoneta, sillas, mesa...con pulpos y redes para que no se mueva nada. Parece que no quedaba satisfecho y deshacía una y otra vez los amarres para empezar de nuevo.

Finalmente hemos salido sobre las 11. No hay prisa. Un viaje sin agobios, parando donde tengamos ganas, haciendo lo que nos apetezca, buscando un sitio para dormir y, si no, en la furgo...veremos qué tal sale, pero la experiencia de Nueva Zelanda, durmiendo en el coche en camping o en cualquier parte, me pareció grandiosa.

Pasamos sobre el Guadalquivir y nos sorprendió muchísimo ver cormoranes. A lo mejor, a tí te parece normal, pero en nuestra costa se ven desde hace pocos años y, verlos en un río, me parece rarísimo.

Hemos llegado a Andújar. Tras los dos días de lluvia intensa en este prolongadísimo "verano", el cielo está limpio y el mar, de un intenso azul, pero apaciguado. Juanjo tiene idea de ir al santuario de la Virgen de la Cabeza, por su ubicación en la sierra de Andújar, pero decidimos buscar sitio para dormir en Marmolejo, bastante cerca. Dudábamos entre el Balneario y un hotel en la plaza y nos decidimos por el último. Nos gustó el aspecto y la ubicación.

No hay nadie en recepción. Pero un letrero indica los teléfonos para llamar a Conchita, que vino a los pocos minutos.

Fuimos a comer al restaurante anexo. Un menú barato y rico. Tomamos salmorejo y ciervo estofado. Y un tinto rico.

Subimos a la habitación a hacer pis y echar un vistazo. Nos pareció bonita y limpia. Da a la plaza, sobre una fuente y muchas mesas.

Nos hemos ido al santuario inmediatamente. Ya anochece pronto. Volvimos a Andújar y cogimos la carretera al santuario, entre bosques y casonas. Vimos muchos letreros en el camino que indicaban precaución por el paso de linces ibéricos. Al cruzar el río Jandula hemos visto un ciervo en el río. Un macho. Pero estaba un coche esperando para pasar el puente y no hemos parado. Lo hemos hecho después, pero el ciervo se ha escapado.

En  Viña Peñallana ( decidlo deprisa, suena divertido) entramos en el centro de visitantes, donde hay explicaciones sobre el lince ibérico, lobo y describe la fauna de la zona: oropéndola, nutria, meloncillo, lirón careto, garduña, Águilas, cigüeña negra, buitres... la monda

La recepcionista nos dio explicaciones e indicaciones. Seguimos hacia el santuario, que es el punto más elevado, por una carretera sinuosa, parando en el mirador de el peregrino, para ver una masa forestal impresionante, y las montañas encadenadas que componen Sierra Morena.

Se suceden los letreros de RECUERDE, con una cara de lince. Les hemos hecho fotos.

Hemos llegado al santuario, que parece la aldea de El Rocio, con casas de cofradías, hospederías, etc. Él santuario no tiene mayor interés, pero el enclave es inmejorable.

Dimos la vuelta buscando un camino que nos había indicado la recepcionista del centro de visitantes. Es la carretera que va hacia el embalse del Jandula. Como nos han dicho, hemos visto montones de ciervos, ciervas y ciervitos y...Sorpresa! Gamos! No había visto un gamo desde el que vimos en Doñana, que me pareció magia pura. Éstos no eran tan grandes, pero gamos, gamos, sí señor!,

Hemos retratado a los ciervos de todas las posturas posibles y les hemos escuchado berrear. Nunca había escuchado la berrea. Es muy especial ese bramido.

Se nos ha hecho de noche volviendo a Marmolejo. Hemos dado una vuelta. Las iglesias están hechas de piedra rojiza. Es un pueblo limpio, de casas señoriales, balconcillos de reja, todo bien pintado y mantenido.

Hemos cenado en la plaza, bajo nuestra habitación. Unas tapas muy grandes, muy ricas, acompañadas de vino.

Sigue haciendo una temperatura muy agradable. No es bueno, pero....