sábado, 13 de diciembre de 2014

DÍA 53 QUAKE CITY. CHRISTCHURCH

DÍA 53

10/DICIEMBRE/2014 QUAKE CITY: CHRISTCHURCH

Nos hemos dormido un poco, pero en los camping parece que nadie madruga, porque no se ve nada de movimiento. Nos dimos una ducha, para aprovechar que hoy sí hay y, tras desayunar, nos fuimos en dirección a Christchurch. Pasamos por pueblos costeros, Timuka y Timaru, pero no les hice mucho caso porque estaba fascinada leyendo lo que podíamos ver el la ciudad.

La fascinación no se debe a que sea muy interesante, yo la recuerdo como una ciudad normal, maja, tengo en mis notas que merece la pena la catedral, etc, así que suponía que habría edificios dignos de verse. Pero lo que me tiene fascinada es que todo lo que se refiere a Christchurch tiene que ver con unos terremotos, uno en el 2011 y otro el 22 de Febrero del 2012. Los itinerarios de la ciudad son para ver las zonas destruidas y otros para ver las zonas construidas de forma temporal, incluyendo una catedral. No quiero imaginar cómo puede ser. Tampoco recuerdo ese terremoto. Es raro, porque cuando hay un suceso de ese tipo en un sitio que conoces, por lo general prestas atención, como los de Chile, Indonesia, etc. Pero este de N Zelanda en concreto no lo recuerdo.

Estoy desconcertada, pero habrá que llegar para saber qué ha pasado en realidad. Mientras, vamos a un centro Maorí, porque me apetece ver unas canciones y bailes, pero los precios son alucinantemente caros. Unos 65 dólares por una hora de canto y baile. Si quieres cena (Hangi) que es uno de esos tipos de cocina en el que se cava un hoyo y dentro se meten carnes y verduras con piedras calientes, te cobran 85 dólares, y si quieres que te enseñen el pueblo, 95. Juanjo no tiene ningún interés, ni yo en dejarme esa pasta, así que vamos al aeropuerto, porque pensamos que hay una oficina de Jucy y me dijeron que podían reservarnos el barco.

Oficina de Jucy no hay, pero encontramos un i-Site, donde un chico nos enseña los horarios de Ferry, los precios, y nos compara los precios de Interislander con los de Bluebird. Los de Interislander son mucho más baratos, así que reservamos el Ferry de las 13:10, pagamos y salimos con los billetes en la mano. Una atención bárbara.

Pongo a Matilde en dirección al centro, donde hay muchos parkings al aire libre. Muy llamativo. A nuestro alrededor, vemos edificios apuntalados, en demolición, grúas...y muchos solares. Los solares y, supongo que los parkings al aire libre, deben corresponder a edificios demolidos porque, lo que es calles, apenas se ven como tales. Solo ruinas valladas y lo que eran calles, vacías de edificios, sólo con las calzadas y aceras. Dejamos el coche en uno de esos parkings y cogimos el mapa para orientarnos.

Lo primero que vemos es un antiguo arco, del que queda una parte, que están reconstruyendo. Las márgenes del río están muy dañadas, y hay un proyecto para rehacer los paseos. Vemos que el parque central es muy grande, y parece que había muchos jardines. Uno de los proyectos de la ciudad es convertir en zonas verdes todo lo que se ha demolido, poniendo césped en los solares que han quedado.

Llegamos a una zona que se llama Re-Start. Comprendo que una edificio grande que hay detrás debió ser un centro comercial, pero está en ruinas. Los comercios que por allí había se han realojado en contenedores de barco y caravanas. Los puestos de comida están en caravanas, y las tiendas, en contenedores. Me compro unos pendientes con la hoja de helecho, símbolo de Nueva Zelanda.

Da bastante agobio ver una ciudad en esas condiciones, pero lo peor ha sido al llegar a la plaza de la catedral. Había leído que estaba muy dañada, pero eso es ser generoso. La torre-campanario se ha destruido por completo. Sólo quedan los cimientos. El frontal ha desaparecido. Y en la plaza no hay nada. Vemos las fotos en carteles de cómo era antes, una plaza normal, con su catedral, sus edificios alrededor, y ahora solo hay vallas y solares. La catedral tiene una valla lejos del edificio, rodeándola completamente. Ha sido desolador.

Seguimos caminando por calles prácticamente vacías de edificios, llegando a New Regent Street, cuya publicidad dice que es la calle más bonita de N Zelanda y que es una calle de estilo hispano, que no distinguimos de ninguna manera. Son casas de dos pisos pintadas de colores. No le vemos ningún chiste.

Caminando entre solares vemos la Catedral Transicional, hecha de tubos de cartón. Como no hay nada en medio, se distingue sin problemas. Tiene un tejado a dos aguas hasta el suelo, y son vigas de acero forradas de tubos de cartón, con un material transparente acanalado como cubierta. Entramos a verla y es por dentro lo mismo. La utilizan también para eventos. Todo es muy extraño, pero crea un desasosiego que no te dejan ganas de quedarte.

A todo esto, son las cuatro de la tarde y no hemos comido. Vamos a los contenedores y en uno de comida griega tomamos pitas de cordero y falafel.

El parking se paga por adelantado y nos queda bastante tiempo, pero al ciudad da ganas solo de salir huyendo, y eso hacemos.

Yo pensaba dormir en Christchurch pero, en vista de las circunstancias, seguimos hacia el norte. No pensaba parar en Kaikoura, porque lo único que se hace allí es ir en barco a ver ballenas y Albatros, y no vamos a hacerlo. Pero, ya que tenemos tiempo, decido que durmamos allí, que al menos será bonito.

La costa es alucinantemente bonita, con rocas  oscuras y acantilados, y mucha vegetación en las montañas.    Es temprano y llueve a cántaros. Hay muchos sitios bonitos para quedarse gratis, pero pensamos que qué hacemos en un sitio, aunque sea gratis, para estar metidos en el coche.

Buscamos un sitio en la ciudad que tiene Wifi, porque tenemos que mirar cuentas y otras cosas. El sitio que me había parecido bien, porque el wifi es gratis, cosa rara, es regularcillo, pero está cayendo la mundial y da casi lo mismo.

Hemos ido a comprar para llevarnos unos sándwiches para el Ferry. En el New World no había mucha gente. Ha llegado un Maorí con chubasquero y descalzo. No sé si llevaba pantalones. Tenía las piernas al aire.




Hemos montado la mesa interior del coche para ponernos a hacer cuentas con el Internet, que va bastante mal. Pero hemos hecho casi todo lo que queríamos, y fuimos a la cocina a preparar la cena y luego a dormir. Llueve sin parar.

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