martes, 22 de octubre de 2019

Moria y sus habitantes

Supongo que el post anterior es algo atípico. Dadas las circunstancias, voy a hablar un poco de Moria y de las personas que lo habitan. Quizá repita datos dados previamente, pero creo que llegado este punto, voy a tratar de recopilar la información.

En este momento todos los campos de refugiados están hasta diez veces por encima de su capacidad:

Vial, en Chíos, tiene más de 4000 personas y su capacidad es de 800
Moria, en Lesvos, tiene una capacidad de 1500 personas y hay 15000
Vathy, en Samos, tiene 6000 personas en un espacio de 600

No tenemos aún la información actualizada de Kos, pero nos dicen que es dramática para una isla tan pequeña.

El hacinamiento produce efectos adversos: insalubridad. Las condiciones higiénicas son totalmente inadecuadas. La gente se lava lo que puede y lava constantemente su ropa en agua que recogen de la única fuente visible, pero de forma muy precaria, en barreños.
Los aseos y duchas son escasos, distantes a veces de las tiendas, muchas veces cerrados o sucios. Las mujeres, de noche, utilizan cubos o pañales de incontinencia para no tener que alejarse de su entorno de noche, por el riesgo de violación.

Las peleas son muy frecuentes. Las tiendas grandes acogen hasta tres familias, unas 14 personas. Es lógico que las tensiones sean constantes, dada la situación personal y las incomodidades de compartir tan escaso espacio con desconocidos. Las tiendas están pegadas entre sí, sin apenas espacio entre ellas. No hay intimidad y hay que aguantar al vecino como si estuviera viviendo contigo.

Los adolescentes están perdidos. No tienen nada absolutamente en qué ocuparse. En esa edad tan frágil, pueden cometer toda clase de desmanes, siendo frecuentes las borracheras, tráfico de drogas, etc. No tienen nada que hacer, no tienen esperanza y, cuando cumplen 18 años son seres sin futuro, porque no son prioritarios para las autoridades y les retienen durante años. Los niños se prostituyen por comida.

Las noches dan miedo. Luz quiere entrar en el campo de noche y se lo han desaconsejado absolutamente. Entre otras cosas, aparte de la inseguridad que tiene una mujer caminando de noche por el campo, porque se puede meter en un buen lío con la policía. No quieren testigos y, aunque como europea es difícil que le ocurra nada, pueden hacerle la vida imposible y meterla en un lío. Aparte de los problemas propios del campo.

Por la noche hay grupos de enmascarados armados de cuchillos que intentan robar a los refugiados. No se sabe quienes son, pero han atacado a refugiados y violado a mujeres que se han apartado de su tienda para orinar de noche.

Los refugiados necesitan tratamiento psicológico. Todos ellos, pero especialmente, algunas mujeres que sufren violencia de género. Pero la falta de esperanza y la inactividad producen efectos adversos en todos.

En el campo hay mercadillos donde se vende de todo. Fruta, pan elaborado en hornos de arcilla, productos de higiene, etc. Hay barberos que trabajan al aire libre, vendedores de ropa en carrillos...

Con la desproporción de habitantes con respecto a la capacidad, los servicios médicos están desbordados, siendo la prioridad los recién llegados, teniendo que dejar para días sucesivos a quienes están enfermos. Como no deja de llegar más gente, los enfermos no se tratan.

La basura se acumula, las ratas corren por todas partes, huele muy mal. Apenas hay fuentes de agua.

No ha llovido desde que estamos, pero las lluvias inundan de barro The Jungle. Muchas tiendas están puestas directamente sobre el suelo. Si no se arregla, se inundarán y pasarán frío.

La comida que reciben es escasa, inadecuada y en malas condiciones. Tienen hambre de comida normal y se les nota. Los recién llegados, que aún no han recibido su asignación, tienen que hacer cola para recibir comida, siempre que estén acreditados o buscarse la vida como puedan.

Los trámites para solicitud de asilo tienen unos plazos inasumibles, que aumentan en proporción directa con la gran cantidad de gente que está llegando. La primera entrevista se demora 9 meses, la gente se desespera. Las familias pueden tener una salida. Para los hombres solos, la salida es algo casi imposible. La obtención de un carnet de identidad o un pasaporte demora más de un año en personas vulnerables. Los demás solo pueden desesperarse.

La obtención de las distintas tarjetas es complicada. La primera , al registrarse, es roja.Significa que pueden moverse por el campo y alrededores, pero no salir de la isla. Luego les dan una negra, que les permite mayor movilidad y la azul, que les da libertad de movimiento en el país. Si se les concede el asilo, tienen carnet de identidad y se convierten en ciudadanos griegos. El pasaporte de refugiado les permite viajar, con las restricciones propias de cada país con respecto a permisos de residencia, etc.
Pero estos trámites pueden llevar años y, como digo, los hombres solos apenas tienen posibilidades. De ahí que existan los ilegales. Gente que no quiere pasar por este calvario e intentan escapar a otros países cruzando fronteras. Necesitan ropa oscura para ello, para que no se les distinga.
Pero los ilegales -la gente del bosque- en las islas no tienen ninguna posibilidad. Están varados. Por las tardes se reúnen en el puerto mirando el barco que se marcha, con desesperanza.

Las historias de los refugiados son terribles. El periplo para llegar es una odisea interminable, peligrosa, con muchos intentos fallidos, con posibilidad de ahogarse, con detenciones cuando no lo consiguen. Pasan meses para intentar cruzar los pocos km que los separan de Turquía. Y se encuentran con una UE que sólo quiere expulsarlos.

Muchos de los niños pequeños que corretean por el campo han cruzado siendo bebés. A muchos los ha traído un conocido o pariente no de primer grado y los confinan en una zona especial. Todos ellos, con o sin familia, que no saben por qué están aquí, deben pensar que la vida es esa prisión en la que se encuentran. Juegan como niños, pero no tendrán un futuro próximo vital para desarrollarse. No hay colegio o, en el mejor de los casos, unas clases de matemáticas e inglés.

Y ¿por qué pasa todo esto? Porque los países de donde vienen están en guerra, porque en los países desarrollados se fomenta la guerra en sus países para quitarles su riqueza y vender armas que los maten,  porque amenazan con matarles a ellos y a sus familias, porque han matado a sus padres y no tienen a nadie, porque están hartas de violaciones, abusos y torturas. Porque son seres humanos y quieren vivir. Solo por eso.








1 comentario:

  1. Es el infierno, para gente que viene de un sitio todavía peor. ¿Dónde están todos esos cristianos tan píos que ponen el grito en el cielo si dos personas del mismo sexo se quieren casar o si una pareja hetero usa preservativo? ¿No es ésto mucho peor?

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