sábado, 19 de octubre de 2019

Comida griega y cena afgana

Hoy teníamos que cambiarnos de alojamiento. Raúl se ha ido con las de Rowing, que le han ofrecido un hueco, y nosotras cambiamos a otro apartamento. Con ese trajín, se nos ha pasado gran parte de la mañana, así que hemos decidido hacer algo de turismo.

Luz y yo hemos ido a visitar el museo arqueológico, mientras Raúl visitaba la ciudadela, El museo es pequeño, pero tiene bastante interés, Han reconstruido mosaicos de casas encontradas de la época Romana. La sala que se dedica al culto a los muertos es muy interesante, con los banquetes de tercer y noveno día representados en mármol.

La leyenda cuenta que, al despedazar las Ménades a Orfeo, la lira acabó apareciendo en Lesvos. Por tanto, los mosaicos están dedicados a este personaje

En la parte de alimentación conocimos el Silfo, una hierba ya extinta que se utilizaba como condimento. Al agotarse, fue sustituida por el asa fétida.

Raúl, mientras tanto, ha visitado la ciudadela, como ya he comentado. Se le ha ocurrido una cosa genial: En la cisterna, que tiene un buen eco y yo di unas voces al entrar, se ha puesto a grabar su voz cantando. Luego nos ha enviado la grabación, que es alucinante.



Como se ha hecho un poco tarde, aunque pensábamos comprar algo de pescado y cocinarl en casa, hemos bajado por las callejuelas del barrio del entorno de la ciudadela y encontrarme s una taberna griega con música y una decoración muy chula. Las paredes están llenas de las firmas de la gente. Hay dos balconcillos sobre el comedor y la decoración es de objetos antiguos, de todo tipo.

Nos invitan a un aperitivo de ouzo, con aceitunas y pan. Hemos pedido platos de pescado y ensalada y nos ha regalado el postre, que parece que es una costumbre de los restaurantes griegos. Hemos regado la comida con Retzina, un vino griego suave y aromático.

El lugar nos ha encantado. He guardado su ubicación para volver, si es posible.

Después nos hemos echado una siesta. Esta noche nos ha invitado la familia de Yalda, la traductora de farsi, a cenar en su casa. Hemos ido con las médicos de Rowing: Raquel, Aida, Cris, y la coordinadora, Isabel. Eva se ha tenido que quedar en casa porque ha pillado un virus y se encuentra fatal

 Se han reunido dos familias. Aziz y el marido de Yalda son hermanos. Están casados y tienen 3 hijos entre las dos familias. Se han marchado de Afganistán hartos de los Talibán, que les imponen su lengua el Pashtun, frente al farsi, que es la lengua que habla todo el mundo. Yalda, una mujer fuerte y sonriente, toda amabilidad, nos cuenta que no puede vivir en ese país. Ella tenía un buen trabajo, pero al casarse le impiden trabajar, solo tener hijos. Y ella quiere una vida para poder hacer lo que quiera. Su marido la apoya absolutamente. Están a punto de conseguir el pasaporte para marcharse. Aziz y su mujer han llegado hace 4 meses. Ella, una mujer hermosa y, según dice su cuñada, la más fuerte de todos, ha sido repudiada por su familia. Es de una etnia diferente. Los demás tienen rasgos asiáticos. Ella parece rusa y utilizaba un idioma diferente al farsi


La cena tiene lugar en Pikpa, uno de los dos campamentos reservados a personas vulnerables. Éste es de una fundación que acoge varias iniciativas, como Mosaik, el centro donde se fabrican bolsos con los chalecos salvavidas. Este campamento es mucho más pequeño que Kara Tepe, donde viven Anáis y su mujer, pero las casas son cabañas de madera muy agradables. El camping tiene todos los servicios de un camping normal, pistas de tenis, una carpa con mesas de madera, etc. Habíamos solicitado por correo una visita, pero no nos la han concedido aún y, mira tú por dónde, vamos a verlo finalmente , aunque de otra manera.

La comida es como para una boda: dos tipos de arroz, afgano e indio, pollo frito, hamburguesas, patatas fritas, guiso de garbanzos con pollo, una salsa de yogur, una especie de pipirrana y muchos panes elaborados por el marido de Yalda. Aziz insiste en servirnos montones de comida que nos es imposible terminar. Tomamos vino y cerveza, que han llevado las de Rowing. La comida está riquísima. Deben llevar todo el día guisando. Parece que casi todo lo ha hecho la mujer de Aziz.

Cuando acabamos de comer, nos dan unos pequeños discursos. Aziz no para de hablar y de lo agradecidos que están al grupo, lo que agradecen que hayamos ido a cenar, etc. Muy emotivo.

Recogen la mesa rápidamente y nos conducen al interior de la cabaña, alfombrada, donde ponen música afgana y Aziz baila como loco. Nos pone a bailar a todas, mientras los niños nos observan en la litera de arriba.

El marido de Yalda nos ha hecho una tarta que pone A la Familia de España. Hemos escuchado una hermosa música de flauta afgana, nos explican que es la música que se toca para tranquilizar a los rebaños de ovejas. Es una música muy dulce.

Hemos pasado una velada increíble. Aziz y Yalda hablan inglés bien, el marido de Yalda lo habla poco y la mujer de Aziz, solo alguna palabra.

Ella se me acerca y me abraza. Es una mujer muy dulce. Nos quedamos abrazadas un rato. Son unas familias muy muy entrañables. Quieren marcharse a Francia, parece que tienen algún familiar o pariente allí. Ninguno habla francés, van a tener que ponerse las pilas.

- Por qué nos llaman Refugiados -dice Yalda- somos seres humanos. Hemos tenido que marcharnos de nuestro país, porque allí no podemos vivir. Tenemos derecho a una vida. Queremos vivir en un país donde nos dejen trabajar, un país bueno, no un país malo, como el nuestro.

Aziz quiere que nos quedemos a dormir en su cabaña. Le hemos dicho que no, pero insistía. Finalmente, nos vamos los 7 en un coche diminuto. Cris, la americana, se mete en el maletero.

Hemos vuelto tarde, con tanta cena, baile y música, mañana iremos con Ana, de Remar, pero por la tarde, así que no hay prisa para levantarnos.







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