domingo, 4 de enero de 2015

DIA 69


26/DICIEMBRE/2014. DESPISTADOS POR AUSTRALIA

Efectivamente, Juanjo no ha dormido y yo he estado toda la noche peleándome con la almohada, aunque he dormido algo. Me despierta el altavoz anunciando que llegamos a Sydney en una hora y que, si queremos tomar un café, vayamos al bar.

En Sydney nos sacan las maletas del vagón de carga y las recuperamos. Enseguida vemos el tren al aeropuerto y vamos hacia allá. Hay ascensores, afortunadamente, porque hay que subir y bajar escaleras. Previo pago de 18 dólares por barba (se me olvidó decirle a JJ que mirara si teníamos descuento con HI) nos montamos en el tren que nos deja en el aeropuerto, donde tenemos reservado el coche. Habíamos puesto las 9, no sé exactamente cuál fue el razonamiento de Juanjo para esa hora, no acabé de entenderlo, pero nos dijeron en Redpoint que teníamos que esperar a las 9. Son las 7:30. Nos vamos a tomar cafe y las galletas que traemos.

Suponíamos que en el aeropuerto la oficina de Información nos informaría de todo lo necesario, pero solo informan del aeropuerto. Te dan un mapa de Sydney y eso es todo, amigos!

Nos dan el coche. Un nepalí nos acompaña a buscarlo. Es un Kia Rio de tres puertas. Negro, me han dado un TomTom. Saludamos a Matilde, pero me cuesta un ratito, porque es una versión nueva. La oficina de información está en The Rocks y paso de ir a la ciudad. Reto a JJ que si tiene un par de ir al centro a esas horas. Así que vamos a Bondi Beach. Me dice JJ que es la playa más famosa de Sydney y que hay que verla. Yo he leído que hay unos acantilados que si tal...pero no los encontramos. Como solución, vamos al Hostel de HI a preguntar. Tienen sitio. Me dicen que en el siguiente, que es Corulla, están casi a tope, pero que hay camas, y nos dan una información de Bondi. Me dicen que hay un paseo por la playa muy bonito, y que nos pongamos gorro y crema protectora. No hay oficina de información. Nos remiten a la de la ciudad, pero hemos tardado como una hora en llegar a Bondi y no me parece sensato volver al centro.

Aparcamos el coche y vamos hacia la playa, por una calle que tenía una bajada muy empinada. SORPRESA, SORPRESA, el espectáculo al llegar. Al fondo está la playa normal, que habíamos ya visto por el camino y que está bien. Pero a nuestra derecha e izquierda se extienden unos acantilados impresionantes. Un camino los recorre de Cabo a rabo. Las olas baten las piedras oscuras unas, blancas otras, doradas a veces...un espectáculo. Yo casi daba brincos al ver aquello. Imagínate que, a pesar de lo poco que me gustan las alturas, me decidí a que me hiciera JJ una foto en un acantilado blanco. Alucinante, eso si, hacia un calor que te cagas, pero recorrimos todo el camino, igual que hacia mucha gente, que iban en bañador. Nosotros vestidos, achicharrándonos, pero el paseo merecía la pena. Ahora que, lo que hubiera merecido la pena de verdad  habría sido darse un baño en esas aguas esmeralda. Había gente bañándose desde las rocas y otra desde la playa. Había un tipo solo en uno de los acantilados en postura de meditación. Yo esperaba que a la vuelta estuviera levitando, pero no.

En un extremo del paseo había un club con una piscina en la que caían las olas al batir. Justo sobre la parte baja de los acantilados, al borde del agua. Muy curioso. Seguramente en ella no entren tiburones. He leído en estos días instrucciones para bañarte dentro de las zonas marcadas. No sé si por barcos o por tiburones.. En fin...

Aparte de la playa, Bondi es un pueblo de vacaciones sin mucho interés. Nos tenemos aba pasar la tarde en la playa, pero no tenemos muchos días, así que decidimos seguir un poco más allá. La costa esta ajardinada y hay mucha gente que ha plantado tiendas de campaña en el césped. Hay barbacoas comunitarias, servicios, etc. Todo está abarrotado de gente al borde de las playas, que se continúan casi sin interrupción. Hay gente con trajes indios, paquistaníes, árabes, etc. Mas o menos tapados. Pero todos pasando un día festivo, con comida, bebida y baños.

Recorrimos la costa y llegamos a Cronulla. Como no hemos dormido, pensamos quedarnos allí y no seguir mas adelante por hoy, porque el siguiente punto a visitar es el Royal National Park, y eso no podemos hacerlo esta tarde. En el HI nos dicen que han tenido muchas cancelaciones y que nos dan una habitación privada por el mismo precio que un dormitorio comunitario. Nos parece estupendo. Además tiene baño dentro. Algo calurosa y no muy limpia, pero no vamos a ponerle pegas...
Fuimos a buscar algo de comer. Juanjo anda mirando sitios que tengan cerveza de grifo, pero esto parece el típico pueblo de vacaciones, y hay pizzerías, hamburgueserías, pero cero tabernas. Hay un sitio de pescado para llevar o tomar en el sitio, donde dan bandejas de cartón con frituras, pero hay mucha gente y una cerveza mala. Dando vueltas y vueltas, acabamos comprando unas botellas de cerveza fría y unos wrap, que tomamos en la habitación. Luego nos echamos un siestazo de muerte.

Por la tarde salimos a dar un paseo por el pueblo. Queríamos bordear, paseando, la península en la que está situada Corulla, pero al llegar a la playa encontramos un vendaval que hacia imposible caminar. Cogimos el coche y fuimos a descubrir otras cosas. Buscamos la oficina de información, pero solo encontramos un puesto con folletos, donde cogimos los que creímos conveniente. Hay un sitio hacia el norte, donde hemos leído que fue el primer sitio en el  que Cook puso pie en tierra con el Endeavour en 1770.   La verdad es que no lo sabíamos antes de llegar a Cronulla. Se llama Punta Farnell. Está junto a un Parque Nacional pequeño. Llegamos al punto de desembarco, que es bastante curioso. Hay un lío entre homenajes al navegante y desencuentros y reconciliaciones con los aborígenes bastante curioso. Por una parte, están los monumentos al descubridor, placas conmemorativas del paso de la realeza británica por el sitio, árboles plantados por príncipes, el lugar donde se izó la primera bandera y, por otro lado, la zona es un punto de duelo para los aborígenes, porque es el momento en que consideran que comenzaron a ser despojados de sus tierras, ser considerados como personas inferiores, matamos, y diezmados por las epidemias. Los aborígenes los recibieron a lanzazos. Cook comentaba que "parece que están deseando que nos vayamos".

Por tanto, junto a los monumentos, un recorrido de placas explicativas muestra los problemas de la población aborigen desde ese momento. Entre el 80 y 90% de la población murió por viruela en los dos años posteriores a la llegada de los británicos. Otros fueron asesinados. Durante unos años, llamados de las Generaciones Perdidas, las familias fueron despojadas de sus hijos para entregarlos a una educación occidental, por lo que las tradiciones no pudieron pasar a esos hijos, y nunca pudieron encontrarlos.

Por eso, en ese lugar, los australianos no aborígenes celebran la llegada de Cook y los aborígenes van a manifestarse en ese mismo sitio como días de luto por la pérdida de sus tierras y familia.

Hay unos paneles que marcan la fauna existente actualmente en la zona y las especies vegetales  que los aborígenes utilizaban para hacer sus medicamentos, etc. Curiosamente, no dice nada de las cacatúas, que abundan en la zona. Estas no son las rosadas que hemos visto en otros sitios, sino que tienen unas plumas amarillas en la cresta. Hay muchísimas, graznando, volando y caminado por el suelo.

Sobre las especies vegetales me ha llamado la atención un dibujo de una cica con su fruto. En el panel pone que los aborígenes sabían cómo tratar el fruto y que primero lo metían en agua durante dos semanas, luego lo cocían, y después hacían harina. Esto tiene su misterio. En un libro de Oliver Sacks, que se titula La Isla de los Ciegos al Color, este neurólogo -cuya obra más famosa, llevada al cine, es Despertares- fue a investigar por qué los habitantes de una isla del Pacífico, si no recuerdo mal, eran ciegos a los colores. Veían en blanco y negro. Su investigación le llevó a descubrir que la causa de ese problema era que se alimentaban con el fruto de la cica. Una vez que dejaron de comerlo, recuperaron la visión en color. Parece que los aborígenes sabían que había que adoptar precauciones con este fruto.

En fin. Que ha sido una tarde instructiva, la verdad. No lo esperábamos. De una tarde de playa que pensábamos a media mañana, pasamos a una tarde fresca y con elementos históricos interesantes.


Pensábamos ir a cenar a uno de los muchos restaurantes, pero resulta que han cerrado todos. Hoy es fiesta, según nos han dicho. Ha cerrado todo: tiendas, etc. Hemos tenido que apañarnos con queso que nos quedaba, cerveza y galletas.




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