miércoles, 30 de marzo de 2011

Y MÁS PALABROS



Como sé que lo echas de menos, te voy a contar algunos de los chascarrillos sanitarios que me pasan por no entender bien a la peña a veces. El mes pasado estuve en Especialidades y tenía varios ingleses, así que no tenía problemas de comunicación, pero en la parte de cirugía me han tocado granaínos cerraos y no me entero de ná.


El Sabado (Valentine´s day: el de las pinturas de pared), una muchacha muy agradable que está ingresada para estudio por una posible pinza aorto-mesentérica, que creo que es super-raro de la muerte, y que lleva varios días con SNG y alimentación por bomba me preguntó si no podría tomar algo calentito. Me dijo:
ELLA---Es que estoy escaecía
YO---¿cómo has dicho que estás?
ELLA---Pueees, eso, escaecía
YO---¿cómo se escribe?
Me miró pasmada y luego empezó a reírse
ELLA-- no estoy segura
YO---es que estoy coleccionando palabras que no sé qué significan

Total, que fui a ver a mis colegas y les pregunté qué era eso. No lo sabían. Yo creo que los granaínos se inventan los palabros.

De vez en cuando me asomaba a la habitación y le preguntaba
-¿Cómo me has dicho, que ya se me ha olvidado?
Finalmente le pedí que me lo escribiera. Entre sus padres y ella intentaron, muertos de risa, explicarme la cosa:
-Pues es como que tienes mucha hambre, pero no sólo eso, sino que tienes el estómago como con una sensación de vacío,

La cosa es que se me olvidaba todo el rato y finalmente me lo escribió en un cartoncito. Puso ESCAEZÍA, pero me parece que la ortografía también se la ha inventado.


Aquí también hay gente rarita a veces. Una noche, cuando me daba el parte la compañera que estaba de tarde, me habló de una familia que le estaban poniendo la cabeza como un grillo.
-Lo que pasa es que tienen una neurona repartida para toda la familia y no entienden nada de lo que les digo
Y me cuenta que, cuando estaba ya bastante hartita, aparece otro menda de la familia y empieza a decirle cosas y ésa no entendía nada de lo que le decía. Pensé que menos mal que le tocó a ella, porque a mí ya me cuesta entender a veces el granaíno cerrao y si ella no entendía, ya ves yo!. Total, que el tipo la estaba volviendo loca y ella seguía sin entenderle. Entonces salió uno de los de la familia de la neurona y le dijo:
-No le haga usted caso que éste está chalao

Esa noche se quedó con la paciente de dicha familia, una señora bajita, delgada, mayor y nerviosa, a la que le debe haber tocado la parte más chica de la neurona. Es, además, de las que se te pegan al cogote diciéndote cosas. En cuanto empecé mi turno se pegó al mío y yo no entendía nada. 

Gangosa. Me ha tocado la gangosa!!. Pues no se va de allí ni a tiros y la tengo todo el rato pegada al cogote diciéndome cosas que no entiendo.


El día de San Valentín estaba de guardia un cirujano bastante afable. Dice que ha jugado en el Betis. No sé si será de guasa. Le vi hablando con una señora que le decía que había tratado a su padre y que se había muerto poco tiempo después. La conversación era como de besugos y se lo dije al cirujano cuando entró en el cuarto donde estábamos preparando la medicación, para tomar aire, supongo. Me explicó que el padre de la interfecta se había muerto a los noventa y tantos y la hija se pasaba la vida recriminándoselo porque decía que hasta entonces su padre estaba muy bien. El cirujano se empeñaba en explicarle que uno está muuuuy bien hasta que un día se pone muuuuy mal y se muere porque es ley de vida y se muere todo hijo de vecino. La tipa no lo entendía. Le dije al cirujano:
-Pero ésta es de los que tienen una neurona para todos
Me dijo que no, que eran los de al lado.
No sabes cómo me alegré de no llevar esa habitación, pero me daba una pena mi compañera cada vez que sonaba el timbre....me ha tocado llevarla de noche, pero no duermen mal y, excepto cuando la gangosa, a fuerza de cuidar a su madre, se apaña para que se arranque las vías, no dan mucho la lata, excepto que piensa que un pañal no puede esperar diez minutos a cambiarse y mientras hay que tocar el timbre sin parar, pegarse al cogote de la enfermera y contarle lo del pañal y no decirle ni pío a la auxiliar. Un lince.

Al día siguiente estuvimos de excursión, porque vinieron unos amigos de visita. Hizo un día ventoso y fresco y a llegar a casa me apetecía ponerme un pijama calentito. Yo ya sabía que eso no es tener una alferesía, porque eso es que te va a dar una especie de sofocón, como cuando te abrigas en exceso o estás en un sitio muy caliente –aunque en realidad significaría ataque epiléptico, aquí lo usan para sofocones- Esto ya te lo he contado otro día. Menos mal que al comentarlo en casa, tuve la respuesta:

-Eso es que estás arrecía

Me quedé más tranquila. Y es que consuela mucho saber que lo que te pasa se llama de alguna manera ¿verdad?

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