miércoles, 30 de marzo de 2011

REPARTIENDO MERIENDAS


A veces la actividad más tonta se convierte en un motivo de juerga. Recuerdo que, por ejemplo, en Puerta de Hierro nos pasaba al leer las “hojas amarillas”. Llanos se acordará de lo que nos reíamos a veces con los comentarios.

Aquí hay muchos ratos divertidos. Uno muy gracioso es el reparto de meriendas, especialmente si el pinche que viene se presta a ello. Con los desayunos vamos más deprisa, pero la hora de la merienda es, en general, más relajada, y da lugar a risas.

Los desayunos y meriendas se reparten con un carro abarrotado de papeo. Un termo grande de leche caliente, con grifo, zumos con y sin azúcar, yogures, café, agua caliente para infusiones varias (manzanilla, tila, menta poleo…), galletas, rosquillas para diabéticos, aceite, pan, mermelada para diabéticos, fruta, y a veces algún bollo.

Ateniéndonos a las dietas que nos traen impresas, la gente va eligiendo lo que le apetece tomar. El piche monta las bandejitas de plástico y nosotras las entregamos. A veces los pinches se pasan de rápidos, por abreviar, y meten la pata. Según quién sea, lo tomamos a juerga. Hoy ha sido uno de esos días, con un pinche muy agradable, Antonio,  que siempre está diciendo que le volvemos loco y que no va a venir más. Mientras, nos va contando chistes y echándose las manos a la cabeza por todo. Hay otro de aspecto muy serio al que les da por enseñarnos pelis medio guarras en el móvil, de las que se mandan por e-mail.
En fin, hoy estábamos de juerga. Es viernes y vamos relajándonos en el trabajo. Y mientras Antonio ponía vasos de leche cuando le pedíamos manzanilla y tenía a La Mamica de los nervios, nos íbamos partiendo de risa. Yo acabé apoyándome en la pared a soltar la carcajada porque no podía más. Los familiares nos miraban desconcertados cuando celebrábamos a carcajadas cada vaso equivocado. Finalmente, Antonio tuvo que ponerse a “vender”  a unos familiares dos vasos de leche que le habían sobrado, porque no podían volver al termo.
Mientras, Antonio se enteró que yo era de Madrid
- Pero ¿no te habías dado cuenta del acento que tiene? -Le decía una compañera.
Antonio se puso a imitar el acento madrileño, hablando con la ese: Madrís, decia
Entre chascarrillos, alguien soltó lo de Boabdil y su madre: Llora como mujer….y entonces La Mamica dijo que eso no podía ser.
-       Ninguna madre diría eso -explicó muy seria- una madre diría:  “¿No te lo había dicho?. ¿Eh? ¿No te lo había dicho? ¿Qué te dije yo, eh? ¿Qué te dije?: Que ibaz a perder Graná y ¿qué ha pazao eh? ¿qué ha pazao?. Poz que has perdido Graná. Y ¿qué te decía yo? ¿eh? ¿qué te decía yo?. Poz ezo”.  Eso es lo que diría una madre. Y nada de lo otro.

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