viernes, 28 de noviembre de 2014

DIA 37. LA REGIÓN DE LOS RÍOS

DÍA 37

23/NOVIEMBRE/2014 REGIÓN DE LOS RÍOS

Nos levantamos sin prisa, porque autobuses a Valdivia hay cada poco. Desayunamos después de ver que en la cuenta de Juanjo han pasado el aviso de fianza, aunque no el cargo. Tenemos que llamar a VISA para preguntar.


No había té para desayunar y he tomado un café de pollitos, con un poco de asco. Solo he tomado un poco.


En la estación, sacamos los billetes y Juanjo se va a un locutorio. En VISA le dicen que no estas hecho el cargo y que se puede devolver, pero habrá que estar pendientes. Mientras, me voy encontrando mal. Voy a comprar una coca cola a ver si me arregla el estomago porque siento ganas de vomitare y el autobús sale ya.

Montamos en el bus pasando por la Región de los Lagos, aunque no vemos ninguno. Tampoco distinguimos los. Volcanes, porque está nublado, aunque paramos en Osorno, del mismo nombre que uno de ellos.

Me he cambiado de asiento para ponerme en uno en el que pueda mirar al frente, por no complicar las ganas de vomitar con un mareo de coche. Compruebo dónde está el baño, de todas formas, por si acaso.

En Osorno bajo al baño y resuelvo el problema, aunque el resto del viaje no ha sido muy bueno y me encuentro mal pero, al menos, no hay ya peligro. Me he acordado mucho de mi amiga Chelo. Un día, en Africa, estábamos tardando en pasar una frontera desde Tanzania, porque los trámites eran muy lentos. Mientras esperábamos en el exterior a que loa funcionarios rellenaran los papeles, nos dice Chelo:

- No sé si vomitar aquí o en Kenya

Os podéis imaginar las carcajadas del resto...

En fin, llegamos a Valdivia. Juanjo fue a ver si el hostal que habíamos buscado tiene habitación. Al menos para esta noche si, y yo estoy deseando acostarme un rato. Tengo escalofríos y ganas de dormir. Tardan un poco en darnos la habitación, que estaba sin terminar de limpiar. Mientras, me quedo en un sofá blandito, en una sala agradable, con chimenea. La dueña me ayuda a llevar las maletas, porque Juanjo ha ido a comer.

En cuanto me dan la habitación me meto en la cama. Es domingo, así que cuando vuelve Juanjo de comer y dar una vuelta, se pone a ver los partidos de la liga española en la tele,

Me levanto algo mejor, pero sin ganas de comer. He tomado muy despacio un par de galletas y unos sorbos de coca cola y parece que no me han sentado mal, pero no puedo  pensar en nada que me apeteciera tomar.

Dimos un paseo. En la costanera, que da a los ríos Calle-calle, Cau-cau y Valdivia, hay lobos marinos en los muelles, muy cerca del paseo. Hay familias, que huelen fatal, pero les saco fotos. No es fácil verlos tan cerca en casi ninguna parte. Y menos en un río. Yo los he visto próximos, en California, pero en el mar.

Más allá, en la misma costanera, vemos el lugar del mercado fluvial. Hay muchos lobos marinos. Suponemos que están allí para comerse los restos del pescado. Cierto que los bichos también se apuntan a la vida fácil.

Vamos hacia el centro y compro un antiemético en una farmacia, por si acaso...y en un supermercado, un yogur para más tarde. Juanjo ha comido bien, en el mercado, y tarde, así que nos tiene interés en cenar, según dice.

Busca un sitio para comprar una cerveza, pero está todo cerrado. Me deja en el hostal y se va a buscar algo. Vuelve con cerveza y un bocadillo, aunque decía que no tenía hambre...

He tomado el yogur. Compré uno sin lactosa porque ponía Guatita Feliz (el estomago, acordaos de los callos) y el mío está muy triste. Hay pintada una carita con forma vaga de estomago que sonríe.

En la botella de Coca-Cola, de plástico, pone que es 100% reciclable y que en el 30% está hecho con plantas. Curioso.





La noche la pasé mal. El estómago mejoró,  la parte intestinal pidió protagonismo. Definitivamente, ha tenido que sea alguno de los mariscos de anteayer.

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