lunes, 17 de noviembre de 2014

DÍA. 27..EN MANOS DE LOS CHUPASANGRES

DÍA 27

13/NOVIEMBRE/2014. EN MANOS DE LOS CHUPASANGRES

He dormido bastante mal, pero quizá haya sido de puro cansancio, porque la cama es cómoda, se está caliente con el saco, y hay calefacción.

Hemos desayunado unas galletas que llevábamos y hemos pedido un café. Yo me he hecho un té de bolsitas que había comprado, pero le han cobrado a Juanjo a 1000 pesos el café.

Está lloviendo, como estaba previsto...nos preparamos para aguantar chaparrones, con ropa impermeable, pantalones, guardando el bolsas lo que no queremos que se humedezca, protegiendo la mochila con un cobertor que lleva Juanjo, en el que acaba metiendo también su forro polar, porque va asado. Se queda con la chupa impermeable, que es grandota y debajo lleva la cámara.

Yo he suprimido también ropa, porque ayer tuve calor. Hoy está todo el cielo cubierto de nubes, pero parece que la lluvia no es muy intensa.

Curiosamente, ninguno tenemos agujetas. Raro...raro....aunque yo estoy cansada al levantarme. Estoy un poco preocupada porque me costó mucho bajar la pared de roca que hay a 2 km del Refugio, y estando el suelo mojado y con barro, me da un poco de repelús subir por ahí, aunque subir siempre da menos miedo que bajar!.

Preparando las cosas para irnos estuvimos un rato hablando con nuestro compañero de habitación, un alemán joven, que habla español estupendamente. Nos cuenta que estuvo dos años estudiando en España Económicas y que tiene muchas ganas de conocer Granada. Estudió en Madrid y visitó Barcelona, Sevilla, Lisboa...pero dice que no tuvo tiempo de ver más cosas porque tenía que estudiar mucho. Ahora está viajando 6 meses por Sudamérica. Como hace un tiempo que dejó de practicar español, porque ha estado viviendo en Inglaterra y Alemania, aprovechó para hacer un curso de dos semanas en Buenos Aires para refrescar el idioma. Dice que son las vacaciones de su vida. No hemos preguntado detalles, pero supongo que habrá hecho este viaje, como hacen muchos chicos y chicas de centroeuropea y Australia cuando acaban los estudios, antes de ponerse a trabajar.

Me encanta esta gente joven que valora e invierte su tiempo, y el dinero que ahorran trabajando mientras estudian, en hacer un viaje largo para conocer el mundo. En España no hay gente con esa mentalidad. Cierto que tampoco hay muchas posibilidades de trabajo y la gente invierte sus esfuerzos en buscar trabajo, sin plantearse otra cosa. Loa países de donde proceden estos viajeros que encontramos de largos viajes son lugares donde las posibilidades de encontrar trabajo no son un problema, o son gente que está lo suficientemente preparada para pensar que no tendrán problemas en ese aspecto. Hemos comentado este asunto con españoles durante el viaje, con David, por ejemplo, en el barco y todos coincidimos en que entre los jóvenes españoles el asunto de pasar unos meses viajando no suele plantearse, excepto en el caso de los pocos que viajan buscándose la vida. En Perú encontramos a uno que era malabarista, y se financiaba con eso.

Sigo con el trayecto.

Una vez todo empaquetado, echamos a andar. Parece que la lluvia ha parado, de momento, aunque hay mucho barro, y el cielo está oscuro. Yo voy evitando como puedo mancharme de barro las botas, por lo de la pared de piedra. Y por haber visto ayer que la suela se está despegando. Tengo que solucionar eso donde sea, en un zapatero. No es por comprar otras botas, pero tendría que " domarlas" y a mi siempre me hacen daño los zapatos, ni te cuento las botas, cuando las estreno. Estas son blanditas y están muy trabajadas y adaptadas a mis pies. Voy cómoda con ellas y, además, es el único calzado que he traído al Paine, además de unas chanclas.

Llegamos a la pared de piedra, y conseguí subirla con ayuda de Juanjo, y de mis manos, porque ahí el palo no sirve. Pensando en la gente que va caminando con los dos bastones, recordé una conversación que tuve con Luis Ley sobre la columna vertebral y la evolución humana, y pienso que, además de tener que evolucionar un poco más en la posición erguida para no sufrir tantos problemas de columna, deberíamos evolucionar en desarrollar unas extremidades superiores que nos permitan andar a cuatro patas. Recordaba algunos diseños de aliens con las extremidades superiores muy largas, como zancos. Y a eso me recordaban los caminantes con bastones. Yo soy fiel a mi palo. Mi padre nos decía de pequeños, cuando íbamos de excursión, que para andar por el campo, lo primero que había que hacer era agarrar un palo y caminar con él.

En fin, subimos la pared y me quedé un poco más tranquila. Parece que la lluvia respeta nuestras canas y ha parado. Vemos gente que llega desde la dirección a la que nos dirigimos y vienen secos. Así que lo mismo pasamos sin mojarnos, aunque no nos fiamos nada, nada...

Hay menos viento que ayer, pero al llegar a la cota 277 empieza a soplar de lo lindo, lo que nos indica que nos aproximamos al "Ventisquero Asesino" que es como llama Juanjo al punto cumbre desde donde se empieza a divisar, a la ida, el Glaciar, y donde hace un viento de mil demonios. Lo que pasa es que esta vez lo llevamos a favor, empujándonos. Recorrimos aún como 1 km de subida antes de llegar a la cumbre, aguantando el viento.

Veo a una chica que camina sola y anda raro, como si tuviera alguna lesión. Lleva también un palo tipo al mío. Corto y grueso.

Nos da mucha pena ver tanto árbol quemado. El dichoso israelita la lió parda, la verdad! Nos cruzamos con muchos grupos. Juanjo se pregunta si serán de los "peligrosos". En casi todos los casos le digo que no. Hay mucho alemán, americano y francés, además de sudamericanos de distintos acentos. Lo sé porque casi todos saludan, excepto un grupo de tres tíos que van hablando sin levantar la cabeza ni mirarnos (el sendero es estrecho y hay que hacer un esfuerzo para no mirar con quien te cruzas) y cuando pasan, le hago una seña a Juanjo y le digo: "Estos si son de los peligrosos", porque ya distingo el hebreo. Tiene sonidos fuertes, como el árabe.

Me propone Juanjo que al pasar el Ventisquero Asesino, paremos a descansar un poco y a tomar algo. Le digo que me parece mejor esperar a llegar al bosque, que está más abrigado. Nos costó andar un buen trecho más, pero nos sentamos en un sitio tranquilo, en un tronco, y comimos unos maní japoneses picantes. Bebimos agua del río, ya que habíamos rellenado por el camino las botellas. Tiramos el agua del refugio que estaba clorada, y preferimos tirarla y beber la del río, que está clarita, rica y helada!.

Lo siguiente es tirar sin parar hasta abajo. Nos quedan un par de repechos y lo demás es bajada. Vemos el letrero de los 6 km que ayer me llamó la atención y pensamos que tiene que haber un error. Es imposible que desde la cumbre, donde marca 7, hasta donde estamos, que nos ha llevado un buen rato y es un sendero sin complicaciones, hayamos recorrido sólo 1 km. Ayer, desde los 7 hasta los 2, tuvimos que recorrer una parte bastante complicada y tardamos casi menos...algo pasa...

Empezamos la bajada al llano y, al llegar a la llanura, veo una pareja que tienen montado un jaleo con las mochilas, vaciándolas. El chico se incorpora y dice: "No puedo creer lo que estoy viendo". Nos abrazamos. Son la pareja del barco que iba a pasar unos días en Puerto Williams y luego ir a Ushuaia. Nos cuentan que finalmente tuvieron que volver a Punta Arenas en avioneta. Pensamos que nadie de los que tenían intención de hacerlo, ha podido llegar a Ushuaia. Acordaos de los alemanes del aeropuerto. Además, nos cuentan que el Ferry que va hasta allí cobra una pasta por cruzar.

Se están preparando para lluvia porque las nubes que se ven hacia el Grey son bastante negras, aunque les decimos que nosotros hemos ido bien. El terreno por el que pasamos ahora está totalmente seco. Pero es verdad que hacia la zona del Grey está bastante oscuro.

Pensamos que les veremos pasado mañana por la zona del Gran Paine, aunque no tienen planes claros. Nos dicen que se puede llegar al Francés, por la información que tienen, pero donde no puede llegarse es al          Británico, que es donde está el circo de montaña donde está la mejor vista. Pero está cerrado por nieve. En fin, ya veremos mañana.

Nos despedimos de ellos, por el momento. Pilar mira su mochila preocupada por el peso. Les advertimos de los precios de la zona. Claro, te tienen atrapado. Ella dice que no piensa dejarles un duro. Que llevan tienda, comida, camping gas, y que pasan de pagar extras, que bastante han clavado ya en el parque y el barco.

Voy por delante, veo dos chicos y una chica que caminan con paso militar (Israelitas, pienso, aunque saludan con un Hola, lo que me desconcierta) y que se paran, para mayor perplejidad mía a saludar a Juanjo y hablaron un momento con él en inglés. Resulta que pasaron por el hostal hace días preguntando por Juan, que ha vivido en Israel y habla hebreo. Juanjo les informó de que Juan estaba fuera y esperaran un poco. Le han reconocido y por eso le han parado.

Llegamos al valle y vemos los Cuernos del Paine. Está despejado sobre el macizo y se ven muy bien. En el Refugio nos dan una habitación que compartimos con dos americanas con las que nos encontramos todo el rato. Parece que vendrá otra pareja. Nos instalamos por "camarotes". Cada pareja tiene una litera de arriba y la de abajo, para evitar problemas.

Nos cambiamos de ropa y fuimos a comer algo de lo que llevamos. Juanjo pide dos cervezas y nos clavan 8 euros por dos botellas de tercio. Pero no nos queda más remedio que cenar aquí. Necesitamos una comida caliente y no hay otra forma.

Estoy escuchando la conversación de dos maños que se han encontrado por casualidad, y uno está contando que por la violencia del viento tuvo que tirarse al suelo varias veces.

Juanjo ha podido darse una ducha hirviendo, pero yo he ido a lo mismo y el agua sale fría. Aviso en Recepción e intentan arreglarlo porque, además, las duchas están atascadas, según me cuenta una señora con la que me da la impresión de que vamos a compartir la noche.

Esperamos a cenar más tarde. Juanjo me informa a las 7:00 de que la gente está haciendo fila para cenar ya. Pero sirven hasta las 9, así que vamos más tarde. La cena que nos ponen es delo peorcito. Ua taza de sopa de sobre, un plato como de café para ensalada, una hamburguesa diminuta y mala a rabiar con arroz y un trozo de tarta precocinada con un trocito de piña a modo de rellano. Por eso pagamos 15 euros cada uno.  VAMPIROS!. Mañana no cenamos aquí ni locos.

Tras la cena volvemos a la habitación. Las americanas ya se han acostado y nosotros hacemos lo mismo. En la sala de estar, donde está la chimenea y los enchufes para cargar los móviles y demás, se llena de americanos y alemanes envenenándose con Casillero del Diablo y armando un jaleo de mil demonios. Así que optamos por irnos también a la cama.


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