jueves, 27 de octubre de 2016

DIA DE IGUANAS Y LOBOS

21/10/2016 EL DÍA DE LAS IGUANAS Y LOS LOBOS

Hoy nos tenemos excursiones planeada, vamos a ir a nuestro aire. Juanjo había valorado alquilar un Kayak y darse una vuelta por la ensenada,  pero finalmente ha decidido que no tiene muchas ganas. Yo he consultado la tabla de mareas, porque quiero hacer snorkel en Concha Perla. La tabla dice que la pleamar es sobre las 6 y la bajamar a las 12:15, así que decido ir a hacer una caminata hasta La Playita, dentro del PN, estar allí un rato y luego volver a Puerto Ayora para la hora de la bajamar.

Juanjo, finalmente, viene conmigo, porque no se le ocurre otra cosa que hacer. Así que nos fuimos andando por el cruce de las iguanas, entramos al parque y salimos por el primer sendero, que es el de La Playita. La marea estaba alta y no se distinguía la poza que hay antes de la barrera de lava. Las iguanas no estaban activas, pero estaban taponando totalmente el sendero y no teníamos por donde pasar. Pero una de ellas, que tiene la cola cortada, a la que habíamos visto el día anterior, se movió, precediéndonos en el camino, como indicándonos por donde ir o, tal vez, para vigilarnos. Así que con su movimiento tuvimos un pequeño espacio para poder pasar. En La Playita hay un techado de caña con bancos, allí dejamos las cosas y yo me dediqué a ver bichos y a observar la marea. Hay tres pelícanos sobre las rocas de lava de la izquierda, que no se molestan por mi presencia. Iguanas,de momento, pocas. La del rabo cortado, a la que apodo "La Roca" se ha quedado quieta, mirando hacia nosotros, paralela al mar.

Observo que la marea va bajando poco a poco. Algunas iguanas, pocas aún, se van aproximando. Una de ellas va directa hacia "La Roca" y se queda pegada a ella, con la cabeza junto a su lomo. Me pregunto cómo terminará la historia, porque La Roca no tiene ninguna pinta de moverse ni la otra, que es más pequeña, de apartarse de su camino. Al cabo de mucho rato, la más pequeña ha pasado por encima de La Roca tan campante. La Roca ni se ha inmutado. Pero la pequeña, que sigue su camino en línea recta, se ha topado con otra, un poco más grande que ella, que ha llegado hace un ratito. Ha intentado también pasarle por encima pero la otra se ha revuelto y han iniciado una pelea, persiguiendo la mayor a la pequeña en círculo, hasta que la pequeña se ha retirado. Es el movimiento "iguanil" más enérgico que hemos visto.

Observo que la marea está más baja y que va distinguiéndose la poza, así como la barrera de lava. Vemos que el sendero se llena de iguanas, que poco a poco van acercándose a la parte húmeda de la arena. Una vez allí, el movimiento se hace casi continuo, con escasas paradas. Se encaraman a las  rocas que han quedado al descubierto y van entrando en el agua poco a poco, subiendo a las rocas siempre que es posible. Van cruzando la barrera de lava y nadando en superficie hasta que, de pronto, las pierdes de vista tras la espuma de una ola. Van entrando una tras otra pero, prácticamente por el mismo sitio. Para protegerse, opina Juanjo. Se van al mar, donde pasarán el resto del día, para volver con la pleamar, según hemos observado.

Han quedado pocas iguanas y decido que es hora de que también nos vayamos, para llegar a Concha Perla en condiciones óptimas.

Paso por el hotel a coger el traje de lycra y las máscaras, dejar el móvil,etc. Y nos encaminamos hacia el embarcadero para hacer snorkel. Están comentando las calles, que en su mayoría son de tierra, pero parece que quieren dejar el pueblo limpito.

No nos hemos equivocado y Concha Perla ofrece un aspecto absolutamente diferente al del primer día. Al estar baja la marea, ha quedado una especie de lago bordeado de lava. El cartel de STOP está sobre la roca y el agua se ve más clara. Un pequeño lobo marino está jugando bajo el banco de madera, pero no es el que me quitó la bolsa de plástico. Ese era más grande y de color más claro.

Nos tiramos al agua y vamos viendo el paisaje marino de esta zona. No es tan bonito como le de los túneles, pero es muy parecido y, como todo el mundo afirma "Es Gratis". Vemos las mismas especies de peces, los negritos con franja amarilla, loritos, y la misma vegetación. Entramos por unas grietas cubiertas de plantas marinas, como estalactitas, que quedan colgando a causa de la bajamar. Juanjo me va señalando distintas cosas y animales para que los grabe con la cámara. Me he metido por una grieta y he salido a la corriente del otro día, pero ahora el canal es más estrecho y he podido regresar por la misma grieta. Al volver, me he cruzado con un lobo marino grande al que había visto tirarse Juanjo, que ya ha salido del agua. Pero la cámara me la ha jugado y no he podido grabarlo. Ha pasado rápido, a favor de la corriente.

He visto una raya grande, pero la cámara se ha bloqueado y ha empezado a hacer ruidos raros, así que he salido para desmontarla y quitarle la batería, que es la única solución que encuentro cuando pasa eso. Menos mal que en los túneles no me hizo la gracia, porque habría sido más complicado. Hay que secar la cascada de la cámara para poder extraer la cámara y la batería.

Me tiro otra vez al agua y filmó a una gran tortuga que estaba pastando. El lobo pequeño está en las escalerillas de madera incordiando con sus ladridos a todo el que entra y sale. Baja al primer escalón y espero, a ver si se decide a meterse en el agua. Lo hace y enciendo la cámara para grabarlo nadando. Hace todo tipo de cabriolas y da vueltas a mi alrededor mientras yo giro como un trompo siguiéndole para filmarlo. Entonces me doy cuenta de que la cámara no ha grabado. Pero el lobito se ha compadecido y ha repetido el numerito, así que esta vez he podido grabar. Hay una pareja de argentinos de Puerto Madryn que estaban viéndolo y dicen que es un privilegio ver algo así. Han visto una serie de rayas pequeñas en fila. "Parecen barriletes", ha dicho ella.

La raya grande, que está pegada al suelo y parece una piedra porque está totalmente inmóvil y sólo se la distingue por la cola, no hace ningún movimiento. Todo su cuerpo se mantiene en la misma postura, totalmente dormida, parece. Me muevo por encima, pero no quiero tocarla, como insinúa Juanjo, porque no quiero molestarla, aunque ver a una raya elevarse de la arena es un espectáculo precioso.

Salgo finalmente del agua. Después de tanto estar a remojo -he pasado bastante tiempo- apetece una ducha caliente. Hemos ido a eso al hotel y luego a comer un menú a Los Delfines. Vemos cómo les traen en una pick-up una Albacora y otro pescado listado más pequeño y a Juanjo le dan ganas de decirles que se lo guarden para cenar.

Fuimos a descansar un rato y a intentar que nos hicieran la cuenta, pero la señora no la ha hecho y parece que no tiene prisa. Después de la siesta he bajado varias veces, pero una chica que está todo el tiempo clasificando papeles me dice que ha salido y volverá a la hora de la cena, o sea, a las seis. Ha tardado algo más y me ha hecho una rebaja en el precio y le dice al marido que mañana nos deje en el puerto y que no nos vaya a cobrar, porque no fueron a recogernos.

Hemos tomado una cerveza en uno de los bares que dan a la playa y nos hemos encontrado con los argentinos, que volvían de cenar en Los Delfines, parece que muy bien, y se van a por los "tragos".

Nosotros volvimos a cenar en César, pero creo que les ha ido mejor a los argentinos. Juanjo ha pedido pulpo y le han puesto prácticamente una tapa. Mi pasta con salsa de marisco era muy abundante, pero tirando a sosilla.

Mañana nos recoge el marido de Juanita a las 5:15. Hay que madrugar. Anteayer vimos en el comedor unas piñas enormes y nos contó que las cultivan ellos, en unos terrenos que tiene cerca del volcán, y que también cultiva banana, aguacate, coles, lechugas...que no tiene que regar, porque las plantas crecen con las lluvias y con la "Garúa", la niebla o rocío que cae habitualmente es suficiente para mantener las plantas. Pero nos dice que el clima está cambiando, que tenían que haber sembrado ya las lechugas y coles pero que no lo han hecho porque ha habido una sequía tremenda y ni siquiera hay Garúa como para poder hacerlo.


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