sábado, 1 de octubre de 2016

DE CERRO EN CERRO



1/10/2016 DE CERRO EN CERRO

Hoy vamos a las alturas. En el desayuno hemos tomado una Pitaya que compró Juanjo ayer por la calle. Sonia, la que nos prepara el desayuno ha pronunciado Pitahaya, con h aspirada y nos ha parecido curioso.

Cogimos un taxi para subir al Panecillo, donde está la Virgen alada, para ver bien Quito desde lo alto y su enclave entre montes. La parte donde estamos, la zona histórica, parece plana, aunque bien sabemos la cantidad de cuestas que tiene, pero la mayor parte de la ciudad se desparrama por los cerros, con unas calles de una inclinación casi inverosímil.

Vemos la gran estatua, que domina la ciudad, con la Virgen alada sobre una media luna y aplastando al dragón apocalíptico, que abre una boca enorme con grandes dientes.

El taxista nos esperaba y nos llevó al teleférico que sube al volcán Pichincha. Quito está en unos 2800 m, pero el teleférico sube hasta los 4000, más lo que quieras hacer de sendero hasta la cima del volcán, creo que hasta cerca de los 6000 m.

No me he dado cuenta de que podíamos pasarlo mal por la altura. En la plaza venden coca en mate y en caramelos, pero no he comprado. Y, mientras comprábamos los billetes para el teleférico, estaba un poco mosca, después de lo que nos pasó en Titicaca, que está en esa altura más o menos.

Pero no nos ha pasado nada. Hemos subido hasta esa tremenda altura. En días despejados se ven volcanes próximos, como el Cotopaxi, pero tiene que estar MUY despejado y hoy va a llover, fijo.

Hemos recorrido un camino para ver las vistas de Quito y alrededores desde allá arriba. Yo caminaba despacio, temiendo una pájara, pero no ha pasado nada, aparte del leve ahogo propio de la altitud.

Hay gente que va armada de mochilas senderistas, como para echar el día, pero nosotros, una vez dada la vuelta al primer sendero, volvimos a Quito centro. Como están constantemente subiendo personas al teleférico, nos hemos montado en un taxi del que acababa de bajarse gente y fuimos hacia el mercado central para cotillear, bajando por unas calles empinadísimas.

El mercado central no tenía apenas pescado: corvina, bagres (que no habíamos visto nunca y es muy feo); la parte de la carne no era muy llamativa, pero había puestos de flores bonitos, de frutas bastante curiosos, y los más divertidos, los de hierbas. Había todo tipo de hierbas, incluso hojas de chumberas, las típicas para infusiones, y otras para distintas dolencias, purgantes, para el hígado, etc. Había hierbas como para ligar, con nombres como amadora, y de varios tipos más. Un puesto anunciaba ayahuasca. Preguntamos cuál era y nos contaron que era como un palito, pero no tenían en ese momento. Dos puestos anunciaban que curaban el Espanto (?) pero no nos atrevimos a preguntar. Pero eran puestos bonitos, con todas las hierbas frescas apiladas. Había mucho aloe vera.

En el mercado hay una zona para comer, con distintas especialidades: jugos, empanadas, secos (estofados)...había uno especializado en Guatitas que, si os acordáis, son los callos. Pero ese tenía distintos tipos de Guatitas, como Librillo. La Guatitas feliz era el nombre de un laxante que vimos.....en algún país....no recuerdo dónde.

En fin,no ha sido especialmente interesante. Hemos empezado a caminar, pero se aproximaban las doce de la mañana y ha empezado a llover, como es lógico. Así que hemos ido en dirección al centro para ver un par de cosas. Antes hemos tomado un jugo de guanábana, que es como una chirimoya grande, y yo he tomado una empanada, porque hemos decidido comer por la tarde.

Dice la Biblia Lonely Planet que no te puedes ir de Quito sin ver el museo de María Augusta Urrutia, una señora con muchísimo dinero que no dejó descendientes y su fundación ha convertido la enorme casa en museo, con los enseres y mobiliario de la casa. No hay una sola lámpara ni jarrón que no sea de Baccarat, ni un espejo que no sea de cristal de roca. Ni un mueble que no sea francés, vajilla italiana...y cuadros de un pintor simbolista y masón que debía beber los vientos por ella, un tal Víctor Mideros. Ella, desde que enviudó joven, no volvió a relacionarse con hombre alguno, y sólo vistió de negro,  pero tanta afición por el pintor en cuestión mosquea, porque la casa está literalmente petada de cuadros del tipo.

Nos hemos acercado al Centro Cultural, que está situado donde estuvo la casa de Atahualpa, de la que no queda más que el sitio. Exponen obras de arte moderno.

Luego hemos ido un rato al hotel, porque tenemos que ver dónde vamos mañana y necesito tranquilidad y wifi. Hemos tenido suerte, porque ha caído una tormenta con rayos y truenos guapa....
Decidimos salir de nuevo hacia las 5, con la buena fortuna de que estaba abierta una de las capillas habitualmente cerradas del complejo de San Francisco, y hemos visto que la Merced estaba abierta, así que hemos ido raudos a verla, de puro churro, porque la misa estaba acabando. A Juanjo no le ha gustado, pero a mí si. Es barroca, con techos en yesera blanca y amarillo pálido. Y las típicas capillas barrocas en las naves. El altar mayor es barroco dorado, pero no tan recargado como los de las otras.

Pasamos por la tienda de chocolates que está en el centro de Información Turística. Se llama La Hoja Verde. Nos han informado de que a partir del mes que viene van a tener sus productos en Gourmet de El Corte Inglés. He probado varios porcentajes de chocolate e, incluso el 100% estaba bueno. Parece que sólo se puede hacer con dos chocolates del mundo, y uno es el de Ecuador. Hemos comprado una tableta pequeña al 80%. Para estos días.

Hemos cenado como reyes en San Agustín, un restaurante que es parte de la casa Urrutia. Se lo tienen alquilado para recaudar fondos. Hemos pagado un dineral por una botella de vino argentino, pero me apetecía vino tinto desde ayer, para entrar en calor, y no hay forma de tomar una copa que no sea matarratas.

Al salir hemos pasado por Santo Domingo y Rondas, y Juanjo ha retratado el museo Alabado y los conventos de San Francisco y La Compañía, iluminados.

Pensábamos tomarnos el resto del vino con chocolate en el hotel, pero Juanjo se ha quedado seco y yo, aunque aquí son las 21 h, voy a dormir también, que me estoy cuajando...zzzzzzz

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