miércoles, 25 de febrero de 2015

DIA 127 ATARDECER EN ÁFRICA

DIA 127

22/FEBRERO/2015 ATARDECER EN ÁFRICA

No quise mezclar en el comentario de ayer churras con merinas ni escribir sobre otra cosa que no fuera la Catarata.

Pero para seguir el relato, contaré que ayer, después de esquivar a los vendedores y ducharnos, descansamos un poco y fuimos a cenar en el bar del Lodge. Como anoche fuimos algo más tarde, nos coincidió la cena con la actuación tribal. La música del bar atronaba mientras los músicos "afinaban" los tam-tam. Van vestidos como con pieles. Las chicas, con unas faldas de tiras. La música es solo aporrear de tambores. Es más entretenido verles danzar con grandes saltos y contorsiones. Hay una chica bastante gordita y maciza que se mueve mucho, lo que me hace pensar que el ejercicio no adelgaza, ahora que me siento más rellena de lo habitual, posiblemente por la cerveza.

Hoy no teníamos nada en concreto que hacer. Hay actividades para sacarles la pasta a los turistas, pero todo es carísimo. El vuelo el helicóptero vale 200 euros por barba por 15 minutos. Casi que no. Seria lo único interesante. El crucero "nocturno" es caro y acaba a las seis. Nada. Bungy, ni de coña, y canopy sobre el Zambezi a 50 dólares, tampoco. Hay visitas a parque que no bajan de los 100 dólares, a caballo, en elefante...

Yo quiero ver el hotel Victoria Falls, que es uno de esos míticos hoteles victorianos. En él paraban los viajeros que hacia el vuelo Southampton-Johannesburgo, hacia el 1914. Esa parada se llamaba Jungle-Junction.

Hemos visitado la estación de tren, donde hay parado uno muy bonito, que debe ser de lujo. Se llama Pride of Africa. Ha salido puntual a las once menos cuarto, como se anunciaba.

Detrás de la estación está el Hotel Victoria Falls, Antiguamente el tren pasaba por delante, pero cambiaron las vías para mejorarle la vista. Hay una garita antes de entrar y al recinto se entra por un arco con el nombre del hotel. Está rodeado por cuidados jardines de césped, con algunos parterres y estanques.

La recepción tiene distintos mostradores enmarcados en madera y con las letras en dorado, como en las estaciones de tren antiguas. Hay lámparas de techo.

El color predominante en el hotel es el blanco, mezclado con madera oscura, aunque no demasiado. Cada salón  tiene su nombre. Uno se llama Livingston, lógicamente.   Pasada la recepción, se sale a un jardín con un estanque, que una vez cruzado, conduce a la zona de habitaciones, salones, restaurantes y corredores. En esa parte, nos recibe una escalera ondulante que se divide en dos. Está abierta al salón inferior. Es una escalera impresionante. Como una caracola, con barandas de forja.

A continuación entras en un amplio salón con grandes sofás, piano, mesitas y lámparas de sobremesa. Decorado con cuadros de plantas secas. A los lados hay salones, uno de ellos abierto, en el que se muestran retratos de personajes históricos. Veo el retrato de Kruger. He firmado en un libro de visitas. Todo el mundo pone su comentario en ingles, pero me ha hacho gracia ponerlo en español.

Cruzando el salón se sale a los jardines. Son una belleza. Desde allí se ve el puente y el humo de la catarata, aunque no se distingue el salto. Hay una rotonda frente al hotel,my unos caminos que salen de ella  conducen a la piscina, a una galería de esculturas y al restaurante Jungle Junction. Vamos hacia allí. He estado visitando la exposición de esculturas al aire libre, que están en venta, algunas ya vendidas. Casi todas están hechas en serpentina, aunque son de distintos autores.

El restaurante Juntle Junction es el típico restaurante colonial, abierto al aire libre, con persianas rígidas  de madera que se abren hacia fuera. Para hacerse una idea, uno que se le da un aire es el Samarkanda de la estación de Atocha.

Juanjo no se ha acercado, pero yo he hecho fotos, aunque no son buenas. No hay nadie a esta hora. Los empleados están haciendo un briefing en unas mesas el fondo.

La piscina está rodeada de columnas, pero no me asomo a verla, ya que se ve desde fuera y hay gente bañándose.

En el edificio principal, en un lateral, hay un bar que se llama Stanley. Pido permiso a los camareros para hacer unas fotos y me lo dan, sonrientes. La verdad es que nadie te pone ningún problema por pasear por allí. Al lado está el restaurante principal, Lo retrato a través de la puerta de cristal.

Pasando el salón de los sofás, ese al que se abren otros dos, hay corredores en ambos sentidos. En uno creo que hay habitaciones y solo me asomo, pero el otro conduce a la parte trasera de los jardines  A lo largo de este corredor hay cuadros curiosos: caricaturas, por ejemplo, y unos cuadros que representan las colonias británicas hacia 1900 con barcos, cada uno de un país, en los que hay carteles con su bandera de aquel tiempo, y los productos que de allí traían. Juanjo está un poco pedorro y ha salido fuera como si no,le interesara nada de lo que ve, pero he ido a llamarle, porque creo que eso le puede llamar la atención.

Junto a la recepción hay páginas antiguas, como de tabloides, con mapas de África de 1900 o así. Hay también tienda, peluquería, etc. Me llama la atención que, con lo antiguo que es este hotel, que empezó a construirse antes de 1900, aunque luego se le añadieron edificios, está perfectamente conservado. He visto hoteles coloniales, también míticos, como este, pero no están tan bien, ni mucho menos. El de Luxor está chulo por fuera, pero cuando estuve en él, se notaba algo deteriorado, no sé ahora. Este está perfecto. Supongo que las habitaciones también, por los comentarios del libro de visitas.

Acabamos la visita y nos dirigimos a una zona que se llama Elephant's Walk, donde hay tiendas de artesanía y un museo histórico. Nos ha costado trabajo encontrar el museo entre las tiendas, es pequeño, pero da información sobre Zimbawe y sus tribus, con instrumentos de trabajo y musicales y ropas de cada tribu.

Entre las tiendas de artesanía, hay una galería de esculturas serias. Alguna interesante. Y una tienda de objetos pequeños diversos pero con un diseño precioso, con pequeños muebles acristaladas que muestran las piezas. Hay un par de fotos grandes en la pared divinas, una de cebras en movimiento y otra enorme, un cuadro blanco en cuya parte inferior hay un elefante y un Impala.

Hay una galería de fotos con un par de salas, pero alguna foto bastante chula, casi todas de animales. También tiene algún cuadro, o fotos retocadas, no sé bien...

El entorno de ese centro es fresco, con agua vaporizada, pero nos vamos de allí a comprar agua de verdad. Una botella bien grande. Estamos secos.

Huyendo de los vendedores de elefantes y billetes, vamos a un Lodge cercano al nuestro. Tiene cabañas y tiendas de campaña repartidas en un jardín limpio, con una piscina mejor cuidada que la del "mítico" .

Se llama Victoria Falls Rest Camp and Lodge; tomamos unas cervezas al mismo precio que en el nuestro. Tiene un menú interesante, con Impala y facoquero en la carta, además de cocodrilo en distintas versiones.

En el restaurante hay ventiladores y se está fresco. En el Mítico hace mas calor, porque no hay ventiladores. De todas formas, hemos vuelto a él, a descansar un poco y quitarnos de la calorina del mediodía. .

 A las cinco y algo subimos al shuttle que pasa cada hora y es gratuito y nos lleva al Safari Lodge. La atracción de este sitio es la puesta de sol sobre una charca a la que van a beber animales, por eso lo he so dejado para el último día. El Lodge es precioso. Hay un edificio con habitaciones y cabañas de madera estilosas desperdigadas por el jardín.

El edificio principal tiene una escalera de troncos de cuatro o cinco pisos al aire. El techo es también de troncos de madera. Pasando por la recepción, bajamos unas escaleras para llegar al bar, que tiene varias terrazas que dan al valle. El Lodge está en una colina, así que divisamos toda la zona desde allí, incluyendo el río. Pedimos unas cervezas y enseguida un señor nos indica que hay elefantes a nuestra izquierda. Vemos un grupo de cuatro o así. A nuestro alrededor pululan unas ardillas muy pequeñas que se ponen como el quico de los cacahuetes que nos han puesto con la cerveza, y que les vamos echando.

Vemos unas jirafas a nuestra derecha, en la charca nos parece ver un cocodrilo en el agua. Se acerca también un facoquero, que se va enseguida.

Las jirafas se acercan desde la lejanía, en una fila como de siete. Pero frente a nosotros, una familia de elefantes se va acercando a la charca. Pronto se les unen otros que vienen de otras direcciones. Los elefantes van bebiendo trompas de agua y luego se empolvan convenientemente hasta que cambian completamente de color, hasta un rojizo muy gracioso.

Las jirafas se paran a comer, haciéndose las distraídas mientras los elefantes ocupan la charca. Pero los elefantes tienen cero ganas de irse y, cuando finalmente lo hacen vienen otros. Acabo perdiendo a las jirafas de vista. No sé si vendrán a beber a la noche.

Ha estado bien como fin de fiesta africana. Yo he amenizado la vista con un día quiero de mango, quede constancia que:


A: Nos han puesto tapas: cacahuetes, bucán, pinchos de carne con bacon y patatas fritas

B: Juanjo no ha querido tomarse los pinchos.


Hemos hecho fotos de la puesta de sol con una luna que es casi un hilo. Declaro esa foto como mi ultima hecha en África, por esta vez.

Hemos tenido que esperar un rato al shuttle de vuelta,muero nos ha dejado en la puerta del Mítico. He hecho la maleta y tomamos pizza y cervezas.




Es nuestra ultima noche africana, amenizada por el ventilador....la música hoy es menos estruendosa y apenas hay gente en el bar. Es domingo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario