sábado, 14 de febrero de 2015

DIA 107 CON MALASIA AIRLINES

DIA 107

2/FEBRERO/2015 CON MALASIA AIRLINES

Con los últimos desastres de la línea aérea de Malasia, recuerdo: un avión missing sin restos ni amagos de saber qué pasó y un derribo de otro en Ukrania, no te creas que no da un poco de yuyu montarse con ellos, ya que no hay dos sin tres, pero nos hemos hecho los locos y hemos ido al aeropuerto y facturado como si tal cosa.

Nos han dado puertas de emergencia en ambos vuelos. ¿Mosqueo?. Eso, después de pasar un rato esperando en el aeropuerto de Ho Chi Min, viendo orquídeas e intentando comprar chocolate o algo, pero no había gran cosa.

Volamos hasta Kuala Lumpur, el punto más al sur de Asia en el que vamos a estar. La punta de Asia seria alguna de las islas de Indonesia, pero eso no cuenta. La punta del continente es Malasia, y su capital está casi en la punta. Eso tiene su misterio, que será revelado al final del viaje.

En Malasia esperamos un rato, también, para conectar con el vuelo a Katmandú. Vimos una bonita puesta de sol desde la sala de embarque. Luego nos volvimos a meter en un avión pequeño, como el anterior, para pasar un vuelo de cuatro horas, con diferencia horaria, así que, para nosotros, es bastante tarde.

Generalmente solemos llevar en la pantalla del asiento el mapa del vuelo. La curiosidad de la línea malaya es que, en el mapa interactivo, sale de vez en cuando una brújula con la orientación al lugar de origen o destino y a La Meca. Decido que, realmente el mundo es uno, pero la diversidad es impresionante. Mundos tan diferentes en el mismo planeta. Un espectáculo.

La castaña de las puertas de embarque en este avión es que no se pueden reclinar los asientos, y yo tengo la espalda hecha fosfatina. No he intentado dormir, la postura era demasiado mala. Juanjo sí ha echado unas cabezaditas.

Llegamos a Katmandú hacia las once de la noche - para nosotros la una de la mañana. Bajamos del avión y montamos en un bus. Menos mal que llevábamos ropa de abrigo a mano, porque hace rasca. He visto que la temperaturas estos días van entre 22 de máxima y 4 de mínima, una cosa de locos.

La llegada al aeropuerto de Katmandú es una cosa cutre como no había visto hacia años. Desembocamos en la poli, que se agazapa detrás de unos mostradores astrosos. Hemos sacado una foto de carnet, rellenado unos papeles de cualquier manera. Mi nombre no cabía ni de coña. Esperaba que colara, pero la esperanza era una cosa tonta, porque el primer poli miró los papeles regular e hizo señas de que le diara pasta.

- The Money- decía frotando los dedos, importándole un rábano lo demás.

El siguiente poli ya miró algo más el papeleo. El poli que le tocó a Juanjo le pidió las tarjetas de embarque de los dos vuelos. Mi poli era más agradable.

La recogida de equipaje también fue de traca. Esperamos en vano en la que nos tocaba, de las dos que había. Al rato, la gente empezó a moverse mientras un señor, subido a la cinta,mudaba voces en nepalí. Seguimos a la masa y cambiamos a la otra cinta. Juanjo tenía cara de resignación y yo, de cansancio, supongo. Salían cajas y cajas de cartón, pero finalmente salieron nuestras maletas.

Habíamos pedido en el hotel que fueran a recogernos, dada la hora. Un coche pequeño nos esperaba, y llegamos al hotel en poco rato. Nos alojamos en la zona de Thamel, en el hotel New Panda. El recepcionista tuvo el detalle de decirnos que nos fuéramos a dormir y que mañana ya rellenaríamos papeles. Nos cambió la estufa dos habitación, porque la que había no funcionaba. Y nos fuimos a la cama, muertos y con frío.
 

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