jueves, 19 de febrero de 2015

DIA 116 ELCANO

DIA 116

11/FEBRERO/2015 ELCANO

Vuelta a la parte histórica.
Supongo que todo el que lea este diario de viaje tendrá en mente el inicio del viaje, siguiendo la ruta de Magallanes. Al pobre lo asesinaron en Filipinas. Mientras los filipinos se entretenían con su cadáver, el resto de los supervivientes salieron pitando de allí.

Habían quedado dos naves de toda la travesía, pero una de ellas estaba en bastante mal estado. La Victoria  era la que había quedado en mejores condiciones. Los supervivientes decidieron que fuera Elcano quien continuara al mando para volver a España. De momento, tuvieron que hundir La Concepción por falta de marineros y continuaron con la Victoria y Trinidad. Navegaron durante seis meses por el mar de la China y, pasando por Mindanao, llegaron a Borneo donde fueron bien recibidos.

En Molucas consiguieron cargar especias  (clavo, jengibre, nuez moscada...) y llenar con ellas el barco. Esa carga sola serviría para costear toda la expedición. Pero el problema de Elcano para volver a España era que tenía que pasar, en virtud del Tratado de Tordesillas, por la zona asignada a los portugueses, con los que no quería encontrarse ni de broma. Para más INRI, los portugueses habían ordenado apresarlos. Así que el viaje de regreso lo hizo lo más rápido posible sin parar nada más que a cargar agua y lo necesario. Tendría que parar por las costas del Sudeste asiático y girar el Cabo de Buena Esperanza, para subir a toda pastilla hacia el norte. Así que tuvo que pasar necesariamente por Ciudad del Cabo, donde nos encontramos ahora.

La nave Trinidad que iba sobrecargada, tuvo que quedarse atrás para carenarlas así que Elcano siguió viaje solamente con la Nao Victoria. Por su parte, las tormentas hicieron de las suyas con La Victoria y pronto fueron víctimas del escorbuto, ya que sólo podían alimentarse de arroz y agua.

En mayo de 1522¡ doblaron el Cabo de Buena Esperanza, para subir a toda pastilla hacia el norte, hacia Cabo Verde, Así que tuvo que pasar necesariamente por Ciudad del Cabo, donde nos encontramos ahora. En Cabo Verde se enteraron que habían perdido un día por el camino, igual que nos pasa a nosotros.

Continúa el relato

Hoy vamos a recorrer las zonas de Capetown que aún no hemos visto o que hemos visto poco. Para empezar, hemos desayunado y dado un paseo por el Waterfront, que tiene edificios históricos y más cosas que las que hemos visto hasta ahora. Me ha llamado mucho la atención una urbanización hecha entre canales de agua por los que pasan barcos. Dentro de la urbanización hay esclusas y barcos atracados, jardines y fuentes. Un sitio precioso.

Luego hemos ido andando al centro a buscar la oficina de Europcar, para preguntar alguna cosa y saber donde está para ir mañana a por el coche que hemos alquilado. Hace muchísimo calor y hemos ido por el camino más largo por error, así que me he mareado un poco por el camino. En la oficina he bebido agua fresca de una máquina y he mejorado un poco.

Hemos recorrido las calles del centro, esas que parecen Nueva Orleans. Y hemos ido hacia el antiguo castillo, que tiene un foso bastante grande y está bien conservado. Después nos hemos acercado al Fringe, un barrio con graffitis y algunos edificios antiguos, y hemos pasado por el Parlamento. Desde allí fuimos a los Jardines de la Compañía, un espacio muy bonito, con cantidad de especies de árboles y plantas. Hay ardillas a espuertas, que aprovechan la comida que la gente echa a las palomas. Por eso están más tiempo en el suelo que en los árboles.

Desde allí volvimos a comer algo en el mismo pub que ayer. La camarera nos saluda encantada. Hemos recorrido luego el resto de las calles del centro y hemos vuelto caminando hacia el Waterfront, esta ve por el camino corto, que está muy concurrido. En el Waterfront je os tenido que esperar a que se cerrarán dos puentes que se habían abierto para dejar pasar a barcos deportivos. Uno de ellos se abría en dos partes, como los clásicos, y otro se deslizaba completamente hacia un lado.

Hoy no tenemos habitación privada en el albergue, pero tampoco nos merecía la pena andar buscando otro sitio. Estamos en una habitación de seis y el baño es común. No hay de chicos y chicas. Me di un baño en la piscina porque tengo las piernas rabiando de picor por las picaduras de vete tú a saber qué clase de bichos. Pero el agua no está fresca, así que el alivio ha sido escaso.

En la habitación hace calor y hay un tipo sobando desde que hamos llegado. Hemos decidido irnos a tomar algo al Waterfront, que siempre tiene ambiente. Para llegar, tenemos que caminar unos diez minutos por una calle algo despoblada. Juanjo, por no dejar la cámara en la habitación, va cargado con su bolsa. Y yo llevo mi bolsito con las tarjetas de crédito para cenar.

A mitad de la calle se nos ha acercado un grupo de cuatro chicos pidiéndonos dinero. Les dijimos que no llevábamos. Yo tapaba mi bolso con el chal. Insistían uno y otro y decíamos que no. Un chico alto se acercó a Juanjo enseñándole algo que llevaba en una bolsa y Juanio le decía que no y le dio una palma dita en la espalda. Se marcharon y nos dejaron, pero entonces Juanjo asimiló lo que había pasado, porque lo que el chico llevaba en la bolsa era un cuchillo.

Se nos cortó el rollo. No íbamos a dar marcha atrás y por allí apenas pasaban coches. Llegamos al Waterfront y dimos una vuelta, acercándonos al Rainbow Warrior, pero nos fuimos sin tomar nada. Lo que hicimos fue coger un taxi para volver a nuestra zona. Allí cenamos en una pizzería, con una botella de vino para que se nos pasara el disgusto.

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