miércoles, 25 de febrero de 2015

DIA 126 MOSI OA TUNYA

DIA 126

21/FEBRERO/2015 "MOSI-OA-TUNYA"

Mosi-Oa-Tunya , o "El Humo que Truena", en Nbedele. Es el nombre que le dieron los indígenas a Livingstone y que el cambió por el de Victoria, en honor a su Reina que, aunque no es un nombre feo, es muchísimo menos sugerente que el nativo.

Hoy es el día en el que vamos a tener nuestro Broche de Oro al viaje. Estas cataratas me han llamado la atención desde pequeña. Supongo que la literatura ayuda, y hay mucha más literatura inglesa que española, por eso estas cataratas son más "míticas" que las de Iguazú, aunque Cabeza de Vaca también escuchaba un "trueno" en la selva antes de ver las americanas. Esta teoría es de Juanjo, posiblemente cierta. Sobre Iguazú no hay tanta referencia literaria. Los ingleses se lo montan mejor para darse bombo, realmente.

En fin, hoy desayunamos en el Lodge. Nos toma nota del desayuno un señor mayor que pasa un buen rato escribiendo lentamente lo que le encargamos y se olvida de una cosa. Le pagamos y esperamos otro buen rato a que nos lo traigan. Entre pitos y flautas puedes tardar como una hora en total. Yo estaba impaciente por llegar a la catarata.

Pudimos salir finalmente, aunque Pasamos por el supermercado a comprar agua y frutos secos,,por si acaso. Junto al Lodge hay una manada de babuinos. A la entrada del parque hay gente que alquila capas de lluvia,,pero nosotros llevamos chubasqueros.

Pagamos nuestra entrada. Es uno de los pocos sitios donde puedes pagar con tarjeta de crédito. Nos detuvimos un momento a ver la información y decidimos hacer lo mismo que en el Perito Moreno. Empezar por la izquierda, que es desde donde estás cerca del río, e irnos acercándonos poco a poco hacia los saltos principales, acabando en la garganta del Zambezi.

Hay cuatro cuencas hidrográficas en África: Congo, Níger, Nilo y Zambezi. En el punto donde nos encontramos, el Zambezi se abre, después de haber llegado en un cauce, tras haber recogido el agua de los ríos tributarios; primero se abre en dos o tres canales y, justo antes de la catarata, se abre en una red de canales e islas, que forman un entramado. Al abrirse la falla, el agua cae por distintos saltos. Como en esta zona el agua no abunda, el río tiene muy diversos volúmenes de agua, dependiendo de la estación. Ahora está recogiendo el agua de la época de lluvia y tendrá su pico entre Abril y Mayo. De todas formas, somos afortunados, porque en las fotos que vemos de Noviembre, la catarata tiene muy poca agua y desaparecen muchos saltos, aunque te puedes bañar en la Piscina del Diablo y no hay en esa época tanta nube, así que puedes ver el salto hasta abajo.

Empezamos por los rápidos del Zambezi. El recorrido se inicia con una estatua de Livingstone. Contemplamos cómo se acelera el agua que parte de un cauce ancho y tranquilo, con islas. El primer salto, que se llama del Diablo, de nuevo, es un torrente que vemos desde que se inicia, vemos la caída desde arriba y el poderoso chorro final. No es muy ancho, pero sí muy caudaloso. Vemos cómo cae al fondo. Este salto está un poco lateral y no hay tanta vaporización, no forma la nube que vemos al fondo, en los otros saltos.  A nuestro alrededor hay babuinos, que miro con precaución porque llevo frutos secos en la mochila, aunque cerrados.

El sonido es atronador e impresionante. Caminamos recorriendo el camino de selva, que está limpio y cuidado. Del camino salen los distintos miradores. En algunos puntos cae una lluvia fina procedente de la catarata, pero hace calor y es agradable, de momento. Vamos viendo los distintos saltos. Yo voy flipando, encantada de ver algo tan fantástico. La verdad es que hemos tenido suerte de venir en esta época. A partir del salto del Diablo ha no vemos el fondo hasta el final del recorrido, porque la nube de agua nos lo impide. Pero la cantidad de agua que cae te deja sin habla. "Breathtaking", creo que es la palabra que lo explica mejor : sin respiración. Al ver una cosa tan impresionante, vuelvo a sentir esa opresión en la garganta que siempre noto cuando hay algo cuya belleza me sobrepasa.

En el segundo punto, desde donde se sigue viendo el Salto del Diablo, hay una pequeña bajada, por escaleras, que te permite ver la caída hasta el río desde más cerca.

No puedo describir salto a salto. Hay unos 18 puntos para asomarse, cada uno diferente, con distintas vistas. Por el camino, entre la selva, divisas la catarata y a veces los claros entre los árboles permiten fotografiarla si tu cámara es buena, no con mi movil, pero si con la de Juanjo.

Los grados de mojadura van variando. La lluvia fina es agradable, pero mi primer chaparrón sin esperarlo me ocurrió en el salto que llaman Pezuña de Caballo. Parecía poca agua pero, de repente, una ráfaga de aire con mogollón de agua me caló entera. Intenté aguantarlo pero era demasiada agua. Me volví, riéndome. Juanjo protege la cámara con una camiseta, un chubasquero... Estoy chorreando, pero me pongo el chubasquero porque los que vienen de vuelta están chorreando. Mi mochila es de las plegables e impermeable, pero he metido el material sensible en una bolsa de plástico, por mayor seguridad

Los siguientes saltos son para chorrear, pero veo a mi izquierda la perspectiva de la catarata que hemos dejado atrás, una enorme y humeante herida en la tierra, cayendo agua por el borde en cantidades impresionantes.

El penúltimo sitio se llama Danger Point. Es un promontorio resbaloso, sin protección, pero no puedes obviarlo, porque es un sitio alucinante, aunque allí es donde nos cae más agua encima. Es el punto donde se inicia la garganta del río, así que ves frente a ti la catarata y el río que se inicia al frente y pasa por tu derecha en torrente rápido. Hay que aguantar la presión del agua que te cae en ráfagas, pero el sitio es precioso. Al otro lado, vemos a la gente que se asoma desde Zambia. Si miras a ti izquierda ves la catarata de Zimbawe en toda su enormidad, en los momentos en que la nube de agua te lo permite, lo que sucede a ráfagas.

El ultimo punto es la vista del puente. Allí ya no cae agua, tienes el río debajo de ti, y el puente a tu derecha. Es donde aprovechas para respirar hondo, quitarte el chubasquero, sacudirlo, sacudirte, sentarte un momento y beber algo de agua. Todos venimos chorreando y sonrientes.

Paramos a descansar un momento y reiniciamos el camino en sentido contrario, parándonos en los sitios ya vistos, degustando  el placer de verla de nuevo con parsimonia.

Tras recorrer a la inversa parte del camino propongo ir a comer algo al restaurante, y luego proseguir para pasar allí el resto de la tarde. Así podremos verla con la luz del atardecer. Hemos comido en un restaurante que tiene agua vaporizada, lo cual se agradece. Aunque vamos todo el rato bajo los árboles, hace calor. A nuestro alrededor juegan monos Vervet, los de los huevos azules que había también en Tremisana. Yo he comido un wrap de cocodrilo. Los cocodrilos que ponen en los restaurantes de la zona proceden de granjas. Se come la cola, claro. La de mi wrap estaba cocida, supongo y salteada, porque estaba muy tierna. En Perú la tomé frita, empanada y en Cuba, guisada.

El camarero le advierte a Juanjo al ponerle el café, que se eche el azúcar que quiera y le devuelva el bote de los sobrecitos  porque, si no, vienen los monos a llevárselos. Juanjo pone cara de asombro.

En el recorrido de la tarde, Juanjo ha decidido hacerlo entero en video. Esta mañana ha hecho solo foto, y ahora va a hacer solo video, excepto que haya alguna foto en especial. Volvimos a iniciar el recorrido desde el principio, haciendo video. Yo no puedo hacer otra cosa con el movil tampoco, porque, al haber tanto movimiento del agua, las fotos me salen desenfocadas. La luz de la tarde le da otro aspecto y se ven mejor los colores terrosos de algunos saltos. Esta mañana era más blanca, por la luz. Ahora tiene distintos tonos. Hemos recorrido de nuevo todos los puntos, pero esta vez me pongo el chubasquero un poco antes, para no empaparme. Al llegar al Punto Peligroso una chica sale de él diciéndome que vaya a verlo, que la vista es preciosa y hay un arco iris. Le he dado las gracias. El arco iris está a nuestra derecha, sobre el río. En la tarde se están formando poco a poco muchos arco iris en todos los tramos de la cascada, Se hacen y se deshacen. Juanjo decide que en estas cascadas no es tan importante la luz que reflejen, sino los arco iris que se forman. Los hay por todas partes. Tras hacer el recorrido completo de nuevo, llegamos al punto del puente riéndonos al mirarnos  porque vamos de nuevo chorreando, aunque esta vez yo llevo seco el tórax, pero las perneras de los pantalones, chorreando. Juanjo lleva toda la camiseta empapada y chorreando, porque se ha ocupado de proteger la cámara para hacer el video y el ha ido a cuerpo.

Es temprano, pero no quiero irme mientras nos dejen. En el punto 8 hay un mirador al salto principal con un tronco pulido para sentarse y decido quedarme allí un rato. He colgado de los árboles el chubasquero para que se seque. En ese sitio, después de comer, había un grupo muy grande de monos Vervet, con cantidad de monitos pequeños de distintas edades.

Juanjo se ha ido a gastar la batería de la cámara, haciendo video y capturando arco iris. Yo me he quedado ensimismada en el banco del salto principal. La gente que llega saluda o no, pero todos vienen sonrientes. Estos sitios tan especiales producen felicidad. Medito sobre las gotas de agua que suben hacia el aire y su retorno y pienso si a nosotros nos pasará igual. La catarata es una suma de gotitas de agua que se despeñan y podrán o no, volver a ella, o caer en otro sitio mucho más alejado, quizá en el mar o en otro continente. Pero cada gotita tendrá su historia y pasará por distintos estados hasta el infinito.

Juanjo anda liado con Protágoras y lo de no bañarte dos veces en el mismo río. Los saltos cambian de forma a cada instante. Los remolinos que veo a mi derecha sobre el río nunca son tus les, el torrente qué cae cambia de forma constantemente, adoptando infinitas modalidades. Es subyugante la visión del torrente y de los saltos.

A los turistas que vienen en grupo, les dan un paseo, el tiempo justo de hacer la foto y los sacan del parque cuando terminan el recorrido en una dirección. Es una pena. Nosotros estamos disfrutando del sitio a nuestro aire, decidiendo dónde parar y cuando irnos, y eso es un lujo.

Nos marchamos un poco antes de que cierren. Cierran a las seis. Cuando hay luna llena, hay una entrada especial durante tres noches, para ver la catarata a la,luz de la luna, pero no es el caso ahora.

Me voy despidiendo de la catarata. Ya no la veré más, posiblemente, pero he cumplido uno de mis sueños. Y no me ha decepcionado. En absoluto. Me ha hecho muy feliz.
   

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