lunes, 4 de noviembre de 2019

Rabia e impotencia

Os he dicho que estaba diluviando. Y no para de llover.

Estando aquí no podemos ni dormir. Nos despertamos con angustia de pensar en cómo estará esa pobre gente.
Yo me despierto de noche viendo las caras de todos ellos y me horroriza pensar lo que están pasando. Hay una señora siria que hoy estaba helada. Con un vestido fino y no tenía otra cosa de abrigo. Está enferma y le estamos buscando un médico. Lo que pasa aquí es terrible.
No le he encontrado un abrigo de su talla. Es muy grande. Hemos mirado todas las tiendas. Es desesperante. Iba a acompañarla mañana al médico, porque tiene un problema de tiroides pero he mandado un mensaje a su marido. No podemos ir mañana. Tiene que ir con un abrigo. No puede pasar horas de cola bajo la lluvia y el frío con un vestido fino. Tengo que encontrarle algo. No puede salir así.


El Aita Mari no ha llegado hasta hoy a Lesvos. No sé si aquí llegará algo de lo que traen
Esta isla está muy perdida
Te llenas de rabia y pena.
A lo mejor mandan aquí algo de ese barco, pero es tarde. Ya hace frío. Y se tarda mucho. El Aita Mari ha llegado hoy a Lesvos con ropa y suministros. Y fijaros lo que ha tardado y que no quería el gobierno dejarle salir con la ayuda.
Hijos de puta, gobernantes de mierda, solo pensando en votos. Con esta gente muriendo de frío y hambre.

Y creo que por fin hemos entendido lo que piensan los refugiados de la ayuda. Vienes aquí un tiempo y vuelves a tu zona de confort. Pero ellos no pueden salir. Están enjaulados. Les importan una mierda las clases y los entretenimientos. Solo quieren irse. Y el trabajo de las pequeñas ONGs que les montan actividades deben parecerles ridículas. El palestino le ha preguntado a Luz dónde está ese lugar en el que podrían hablar y buscar soluciones.

Nunca les dijimos eso. Pero no quieren otra cosa. Irse de este lugar de mierda en el que malviven entre ratas y basura, con los niños enfermos de hambre y frío. Gente inocente, gente expulsada de su tierra. 

Y les damos entretenimientos. Y nos mandan a la mierda. Con toda la razón. 

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