sábado, 28 de octubre de 2017

CROMLECH Y CASTILLOS

27 de Octubre de 2017. Cromlech y castillos

Nos vamos de Évora, probando las "Queijadas", de dos tipos  Las ponen tipo tartaletas, como los Pasteis de Belem. Muy buenas. Una de ellas menos dulce, más rica.

Habíamos preguntado en la oficina de turismo la forma de llegar al Cromlech de los Almendros. Esta zona está abarrotada de monumentos megalíticos. Marcados en los mapas están un menhir en la misma zona que el Cromlech y un dolmen un poco más lejos. Había pensado ir también al dolmen, pero está deteriorado, al caerse una parte y los caminos son pistas de tierra, así que decido que veamos únicamente el Cromlech, que es un tipo de construcción megalítica que, si la he visto, no me acuerdo.

El Cromlech de los Almendros es muy grande, consta de 95 menhires, formando dos círculos concéntricos. Algunos de los menhires están tallados con círculos, bastones....Está dispuesto en dirección este-oeste en una ladera con hermosas vistas .

Volvimos a Évora para tomar la carretera hacia Vila Viçosa. Retrocedemos así hacia el norte y tendremos que hacer un círculo, pero es la única forma de ver Vila Viçosa, una ciudad rodeada de canteras de mármol.

Esta ciudad tiene un gran castillo y un aire palaciego, tipo Aranjuez. Hemos ido al castillo, antes que nada. En su recinto hay un pueblo de casas pequeñas, la iglesia de la Concepçao, patrona de Portugal y un museo de caza y arqueología, en una fortaleza con foso y un edificación más moderna que corresponde al museo.

La muralla exterior del castillo está rodeada de una pendiente suave de césped, en una elevación de terreno, no demasiado alta, muy cuidado exteriormente.

Pudimos entrar con la furgoneta y dejarla dentro. Visitamos la iglesia, observando que su acceso, una explanada de buen tamaño, esta embaldosada de mármol de dos colores, haciendo un dibujo.

La iglesia está llena de azulejos. En la entrada hay dos cajas de limosnas dinerarias, con distintos fines. Y un poco más dentro, dos armarios de cajones metidos en recintos cerrados, donde las limosnas consistían en trigo y aceite.

Nos acercamos a la fortaleza interior, rodeada de foso, donde se encuentra el museo, que no visitamos, por parecernos poco interesante. A continuación bajamos hacia la ciudad, afirmándonos en la idea de ciudad palaciega, con casas señoriales decoradas con tonos pastel, balcones y adornos en las fachadas, alguna recubierta de azulejos. Muy ancha la calle principal, que da a la entrada del castillo. Las aceras están recubiertas de trozos de mármol y de mármol son los bordillos, las marcas del asfalto para aparcar, las líneas de separación de carriles, los dinteles de las puertas y ventanas....suponemos que, dada la cercanía a las canteras, aquí resulta un material muy barato, usándolo para todo, igual que pasa en Macael.

La zona peatonal es de calles más estrechas, con bonitas casas. Es una ciudad limpia y agradable para pasearla. Nos encaminamos al palacio ducal, con dudas sobre si visitarlo por dentro o no. Al verlo por fuera, decidimos que no. Es excesivamente grande y debe tener varias rutas de visita. Parece que contiene ajuar de Don Dinis, que no nos interesa nada, y algo de pintura, además de alguna sala bien decorado, pero nos desanima el tamaño. La fachada está revestida en mármol en blanco y gris. Me resulta un poco agobiante.

La parte delantera del palacio es una explanada de mármol que contiene únicamente la estatua ecuestre de don Joao IV y al frente, un convento enorme, dando al conjunto un aspecto demasiado grande y desangelado.

Volvimos al coche y nos encaminamos a Redondo, un pueblo que tiene una zona amurallada y una iglesia que parece interesante, pero está cerrada. Imitando a El Viajero, comimos allí, en el Reí de los Grelhados, un plato de carne asada que daba miedo, pero estaba muy rico y una ensalada buena.

Subimos de nuevo a la fortaleza, pero la iglesia sigue cerrada. Hemos retratado una casa con golondrinas y sus nidos pintados en la fachada, y hemos salido de nuevo a la carretera.

Pasamos por Caridade, un pueblo pequeño y blanco y continuamos a Portel, otro pueblo con castillo. Sigue haciendo un calor de mil demonios. Mientras Juanjo sube a hacer fotos a la Torre del Homenaje, me he tirado en la hierba que rodea al castillo, tras comprobar que no estaba en buen estado dé conservación. Corría una brisa fresca que me ha aliviado mucho y he caminado por la hierba, aunque está algo áspera y nada húmeda.

Pasamos por Vidiriega por ser ciudad natal de Vasco da Gama, pero nos fuimos enseguida y continuamos hacia Beja, que está en obras y es un poco complicado llegar al centro. Nos quedamos a dormir en el Hotel Dona María. Pudimos dejar la furgoneta en la puerta. Tras ducha reparadora, salimos a dar una vuelta por la ciudad, viendo desde fuera los edificios que mañana intentaremos visitar. Tiene un castillo tremendo, pero la ciudad está bastante descuidada, con muchas casas antiguas abandonadas.

Hemos tomado una cerveza y luego, junto al hotel, hemos pedido una ensalada en la pizzería. Nos han puesto una enorme. Pero yo había pedido pan de ajo para acompañarla y nos han traído una pizza con queso y aceitunas, que es el pan de ajo aquí. Es tremendo. Los platos de pasta que servían daban miedo de verdad.

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