miércoles, 1 de noviembre de 2017

FINISTERRE DEL SUR

1 de Noviembre de 2017 FINISTERRE DEL SUR. LAGOS y CABO SAN VICENTE Parece que ha llovido un poco esta noche, no mucho, a juzgar por los charcos. Hoy amanece nublado, lo que es una novedad en este viaje de "otoño" y parece que va a hacer menos calor, otra novedad. Hemos desayunado en la terraza, al fresco, pero nos hemos ido antes de que llegara alguien de la recepción. Hemos ido directamente a Ponta da Piedade, un lugar mágico. Es un grupo de rocas en las que salta el agua formando huecos y cuevas. Un espectáculo prodigioso. De nuevo la luz del sol me pilla a trasmano para la foto, pero el sitio es alucinante. Hemos bajado por una escalera hasta un pequeño embarcadero. La escalera hace varios recodos y desde cada uno el espectáculo es diferente. En el embarcadero el agua salpica los pies. Mientras Juanjo hacía fotos abajo, he subido a sentarme en uno de los recodos, dejando la mente en blanco, simplemente contemplando la maravilla de este lugar del que no quisieras despegarte, como la catedral de ayer, olvidándome de todo lo irritante. Está empezando a llegar gente. Entre guiris y día de fiesta, esto va a estar entretenido. Pero hemos conseguido verlo prácticamente solos. Llegan más coches y salimos huyendo, tras dar un vistazo más a los acantilados de la playa de al lado Llegamos a Don Camilo, otra playa encajada entre murallas de roca. No hemos bajado porque se ve muy bien desde arriba. A continuación nos acercamos a Dona Ana, otra playa preciosa con muchos "menhires" en el mar. Además, raro en esta costa, la playa está a nivel de la calle, no hay que bajar escaleras, pero está más urbanizada, como es lógico. Vemos un esqueleto de edifico, como los que se ven en nuestras costas. Da mucha rabia. Hemos parado en todos los pueblos costeros, yendo por las carreteras secundarias. Hemos pasado por Luz, Burgau, Salema....el paisaje va cambiando y alguna zona pasa de arbolado a arbustivo, similar a Cabo de Gata, lo cual me hace pensar que no deja de ser curioso que los dos extremos de la península sean tan parecidos. Las calas de Cabo de Gata son más contrastadas, de arenisca blanca y roca volcánica. Éstas son más amarillas y los acantilados más abruptos, pero hemos llegado a una explanada muy parecida al Playazo de Rodalquilar, por ejemplo. Lógicamente nos dejamos aquí atrás montones de playas, pero es que hay la tira en toda la costa. Por fin, vamos un poco al interior para visitar en Figueira la ermita templaría de Nossa Senhora de Guadalupe, Es una ermita blanca tipo gótico, bordeada en piedra roja. A la entrada encontramos el primer símbolo templario. En los capiteles del dintel de entrada, el de la derecha tiene una cabeza, supongo que representa el Bafomet. En los capiteles del interior hay más cabezas, con y sin barba, una cabra y otros símbolos, unos de tipo vegetal y otros que no sé qué son, parecen vasijas. Me gustaría saber qué significan. Aparte de los capiteles y alguna nervadura, el interior es muy sencillo, está decorada con nervaduras únicamente el ábside, y el sencillo altar de piedra está colocado bajo una vengan y únicamente contiene una pequeña imagen, pero esta iglesia también da buen rollo. Nos demoramos un poco en el interior, porque se está bien y finalmente vamos a ver un pequeño museo que cuenta episodios de la historia de Portugal, como la toma de Ceuta, que yo no sabía. Hay una zona de la casa donde se encuentra el museo, que tuvo que ser un cuadra. En los pesebres han puesto sacos de especias molidas: cúrcuma, jengibre, nuez moscada, pimienta blanca y negra y sus lugares de origen, que motivaron el desarrollo de la navegación y los descubrimientos. En Raposeira, la iglesia debe ser digna de verse, pero sólo pudimos verla por fuera. En Vila do Bispo, en cambio, estaba abierta porque empezaba la Misa. Está llena de azulejos, tiene el techo pintado y es barroca con muchos dorados. Las lámparas son arañas de cristal. Juanjo dice que parece un palacio, más que una iglesia. Fuera huele rico. En un restaurante están empezando a dar comidas, pero es muy temprano. Vamos a Sagres, para visitar la fortaleza y el cabo San Vicente, Finisterre del Sur, le llama Saramago. Vamos primero a la fortaleza, una cosa blanca, enorme, que ocupa todo el ancho del promontorio. Dentro hay una ermita sin ningún interés y un paseo bastante largo, muy llano, que recorre todo el borde del promontorio, que es mucho más grande de lo que piensas cuando ves la fortaleza desde fuera. Periódicamente hay letreros con fotos de las especies animales y vegetales y de las rocas, con alguna explicación. Las rocas, erosionadas desde el Jurásico, son más bien pequeñas. En la zona rocosa hay montones de montañitas de piedra hechas por las personas que han pasado y querido dejar su marca. Me hace gracia esa costumbre. Yo hice algún montoncito en Camboya. Parecen jardines japoneses. Algunos están peligrosamente colocados al borde del acantilado y sobre ellos se posan las gaviotas. Se ha hecho un poco tarde. Hemos pasado cerca de una hora recorriendo la fortaleza. Juanjo recuerda el olor cielo de Vila do Bispo y me pregunta qué tal si vamos allí a comer. Está a pocos km. La verdad es que no hemos sido nada originales. Es un lugar surfero y está lleno de "guiris". Además hay un camarero que nos mira de ladillo y se empeña en hablarnos en inglés. Me lo quedo mirando regular, porque en la mesa de al lado hay unos yanquis y una española, que le ha preguntado si habla español y le ha dicho que español no, como con mala leche. El otro camarero es más majo. Hemos tomado gambas y feijoada de caracola, bastante buena. Y de postre, un trozo de tarta que yo creía de chocolate y resulta que es de algarroba y está buenísima. Hemos ido al cabo San Vicente. Se puede entrar en el recinto del faro, hasta cierto punto, y hacemos fotos de ambos lados. Fuera hay caravanas aparcadas, un sitio chulo para quedarse, seguramente. A un lado está la playa de Beliche, entre acantilados. Queda hora y media para la puesta de sol, así que nos vamos a ver más cosas. Justo entonces empiezan a llegar coches y autobuses, seguramente a ver la atracción y hacer la foto de la puesta. Los humanos somos un caso, la verdad. Vemos la torre D'Aspa, que no es más que un mojón grande, como los de la red de triangulación, un poco más grande, quizá. Y nos acercamos a la playa de Castelejo donde hay surfistas y, la verdad, es una preciosidad. Se hace de noche y hay un reflejo rojo en el cielo espectacular, aunque propiamente el ocaso no se ha visto, a causa de las nubes. Buscamos un sitio para dormir y vemos que en Sagres hay un apartotel baratísimo y con desayuno. Hemos ido y encontramos una habitación enorme. Más grande que un apartamento. Una cama enorme, un sofá grande, sillas, mesa y mesitas...y un wifi que va genial. Una bicoca. Tenorio, se llama el hotel. Además hay un recinto grande para dejar los coches. Juanjo se ha ido a ver el fútbol y me ha traído un Sandwich. Yo tenía el diario atrasadillo. Ya me he puesto al día en este rato.

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