domingo, 26 de octubre de 2014

DÍA 6: LIBRERÍAS, SUDESTADA Y BOCA

DÍA 6


23/Oct/ 14 LIBRERÍAS, SUDESTADA Y BOCA

Sí hombre!!
No puede ser....
Eso exclamábamos ayer viendo una cola inmensa de gente para entrar en una librería, la Ateneo, que ocupa un antiguo teatro del que no han quitado nada: los palcos son salas de lectura y el escenario, una cafetería.

En Buenos Aires vemos gente haciendo fila para todo, pero...para entrar en una librería...

Entendemos que hay alguien firmando libros. La mayoría de quienes hacen fila son chicas adolescentes. No conozco a la escritora que los está firmando. Es una señora mayor de aspecto gringo, y firma, abraza y se retrata con todas las que llegan, así que la fila avanza bastante poco.

Es llamativa la cantidad de librerías, teatros, etc, que hay en esta ciudad. Especialmente librerías. Me produjo una sensación genial ver tanta adolescente en la fila, compartiendo gruesos tochos de la autora. Yo pensaba que los adolescentes ya no leían, con el asunto de las redes sociales, pero parece que en Buenos Aires al menos, sí. Y semejante número de librerías y teatros indica una ciudad culta.

Ayer, en el pase por Palermo, encontré una librería, Eterna Cadencia, a la que sigo en Twitter. Es una casa antigua, con techos de madera y varias salas con estantes antiguos de madera repletos de libros interesantes. En twitter cuelgan reseñas de libros siempre especiales, nada de best sellers.

Hemos salido caminando por callejuelas próximas al centro, visitando iglesias, viendo plazas, restaurantes, etc. y llegamos al Museo Histórico Nacional pero, no abren hasta las 11, así que hemos tenido que haacer tiempo tomando un café en un bar cercano. Pasamos por San Telmo, el barrio donde vivió mi amiga  Loli Maldonado de pequeña, hasta el año 1975 y retratamos su antigua casa

El museo contiene objetos de la época de la Independencia, básicamente, y de los personajes de la época de San Martín. Hay algún cachivache curioso, como una "máquina infernal", una especie de carta-bomba de la época, llena de cañoncitos que debían dispararse en cuanto se abriera. Afortunadamente para el receptor, no funcionó.

Hay mobiliario, objetos de campaña, sables, etc. Y un interactivo muy curioso, en el que ves una daguerrotipo (foto antigua) de San Martín, que, cuando te pones delante, se gira y empieza a hablarte. Puedes preguntarle cualquier duda sobre su época, y te contesta, manteniendo una conversación normal.   Cuando se acercó Juanjo, mientras yo hablaba con San Martín, le saludó también y hablamos normalmente. Muy gracioso. Le pregunté porqué se había exiliado y me explicó que no quería tomar partido en la guerra civil. Le pregunté si le habían obligado a irse y me dijo que no, que fue cosa suya.

Después hemos cogido un bus para ir a Boca. Como no llevábamos monedas, aunque Juanjo llevaba billetes pequeños,  s ha hecho bajar en la siguiente parada. Así que, finalmente, nos hemos decidido por comprar la tarjeta SUBE que se recarga, y los viajes en cualquier transporte valen la mitad.

Llegamos a Boca, y visitamos la calle Caminito, muy colorista, con casas pintadas de todos los colores, aunque bastante desvencijadas. Hay una fachada apuntalada de la que Juanjo recuerda que detrás tenía una casa cuando él estuvo. Ahora solo queda la chapa de fuera. Eso sí. Pintada de varios colores.

Los árboles tienen unas fundas de ganchillo de colores. Hay gente bailando tango o vestidos de tanguistas para que te retrates con ellos, si quieres.

Las calles adyacentes son imitaciones de la auténtica, pero están abarrotadas de restaurantes, con los clásicos camareros que intentan meterte la carta por los ojos, así que huimos de allí.

Fuimos a preguntar en un banco por el dinero que dan las tarjetas en cajeros, porque nos parece que dan muy poco y la comisión parece ser abultada. Efectivamente, nos confirman que así es.

Comimos cerca de la Plaza de Mayo, en La Gran Parrilla del Plata, por la calle Chile, donde tomamos una carne buenísima y jugosa. Juanjo tomó ojo de bife y yo bife de chorizo. Ambos muy tiernos y acompañados de una ensalada verde que nos sentó de maravilla. Nos encantó que la camarera metiera la botella de casi litro de cerveza en una cubitera con hielo

Acompañamos la carne con un vino de la casa.  Media botella. No podemos andar pagando vinos caros, de los que tampoco tenemos muy clara la calidad.

Nos regalaron un vasito de limoncello para esnucarnos a continuación una siesta, que roncamos con todo el placer, tras la exquisita carne.

Hoy ha hecho algo de vientecillo, que nos ha aliviado un poco el calor, aunque la temperatura sigue siendo elevada. En Boca hay unos carteles, como en todas partes, que explican el origen del nombre, ya que allí desemboca el río que llaman Riachuelo. Y, de paso, comentan que al viento que viene del sur se le llama Sudestada. Hay un restaurante aquí, otro en Madrid, y una revista que tienen ese nombre.

Por la tarde nos fuimos hacia Corrientes. Recorrimos parte de la calle y buscamos un cine donde pusieran la película Relatos Salvajes, con Darín y Svaraglia, entre otros. Buscamos también la pizzería Las Cuartetas, donde Loli iba de pequeña al salir del cine, Me preguntó si todavía existe y le he mandado una foto.

Esperamos bajo el Obelisco a que fuera hora de ir al cine. Unos guardias uniformados en rojo con gorros de plumero fueron a arriar las banderas próximas al Obelisco. Éste tiene una iluminación tenue, que va cambiando de color. Marca el lugar donde se izó la primera bandera.

Fuimos al cine Monumental. La peli empieza con leve retraso, pero la sala está prácticamente vacía. Lo pasamos divertido, aunque hay momentos muy desagradables.

Salimos del cine riéndonos y fuimos a Las Cuartetas. Una explicación del nombre es por un poeta que allí iba y escribía versos en las servilletas. A saber.

Nos pusieron una pizza (menos mal que pedimos la pequeña para los dos) en una bandeja de la época de Loli, al menos. Y había un camarero tipo Matusalén que también debía estar por entonces.

Las pizzas son más variadas´quizá´pero más grasas que las del Cuartito. Nos pareció que les ponían demasiado queso.

Volvimos al hotel dando un paseo y vimos la iluminación de la casa rosada, que nos dio la impresión que ya comenté anteriormente y no quiero insistir. Más tarde descubrimos que la iluminan con luces rosas. O sea, que los porteños van de guays, pero tienen un puntito hortera.

Como la siesta ha sido Macanuda, que dirían en Porteño, hoy he estado escribiendo hasta tarde, para ponerme un poco al día, que ya voy retasada





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