jueves, 12 de mayo de 2011

CRÓNICAS DESDE LA COSTA 2009. VERANO


CRÓNICAS DESDE LA COSTA

VERANO

NOCHE DE SAN JUAN

Aunque el verano comienza oficialmente el día 21, la Noche de San Juan es el acontecimiento que marca la entrada de la estación. Inicialmente me tocaba trabajar esa noche, pero tuve la suerte de que una compañera de Granada capital, que tiene al marido pocho, me cambiara el día. Aquí lo de cambiar la Noche de marras es un problema, porque todo el mundo baja a la playa.
La Noche de San Juan es una noche de magia. El ritual tradicional es bañarse a las 12 de la noche, para estar guap@ todo el año. O, al menos, lavarse la cara y los pies en el mar. Luego hay muchos ritos que lo acompañan: poner flores blancas en agua, encender velas blancas, poner 12 cascos de cebolla boca arriba para averiguar cuándo lloverá en los próximos meses, sacar las mantas al sereno para que no les entre polilla durante el verano….montones de cosas. Y lo básico, encender hogueras a las doce de la noche, a las que puedes arrojar papeles con deseos. Yo pongo un jarrón con flores blancas y enciendo velas, que es lo que me ha enseñado Margarita, que es medio bruja.
Es muy bonito bañarse en el mar a esa hora, iluminados por el fuego. Algunas veces nos hemos bañado con luna llena, y la sensación del claro de luna junto con el resplandor de las hogueras es precioso. Este año había luna nueva, así que lo hemos cambiado por un cielo estrellado, que tampoco está mal aunque, con tanto humo de las hogueras,  al final no ves estrellas ni nada, pero la vista de la costa con los fuegos encendidos es muy bonita. Si la miras desde un punto elevado y ves las hogueras por todas partes, es una vista preciosa.
Este año hemos hecho primero una barbacoa en casa. Ha venido bastante gente, pero ha sobrado comida, porque entre que Juanjo ha encargado de más, y que el carnicero es peligrosísimo, porque te pone el doble de lo que le pides, al día siguiente he llenado el congelador para otro evento. La tradición manda hacer sardinas. Juanjo fue a Adra y trajo unos kilos. Muy caras y regularcillas. Y cuando llegó casi no quedaban. Mucha gente hace la barbacoa en la playa, así que al día siguiente suele haber restos mortales por todas partes, aunque pasan las máquinas limpiando a primera hora.
Voy a contarte unas historias sobre la Noche de San Juan y las barbacoas.
Cuando Juanjo era adolescente, se fue con sus amigos, Pepe Luis, Isabel y otros una noche de San Juan en el pueblo donde vivían, en Almería, a bañarse en la playa, y se les ocurrió comprar sardinas y alguna cosa más para hacer al fuego. Entonces la gente no bajaba a la playa esa noche. Algunos iba a bañar a los mulos y cosas así. Total, que hicieron un fueguecillo, y asaron unas sardinas y eso. Pues fue la guardia civil a preguntarles qué demonios estaban haciendo. El caso es que al año siguiente fue bajando más gente a hacer lo mismo, y ahora hay unos atascos por la noche en esa zona que no te puedes ni acercar. Y la gente coge sitio desde la mañana temprano. Todos haciendo barbacoa. Y hacen hogueras a su aire, con palés, con palos…hogueras enormes. Algunas las hacen los ayuntamientos, y otras son espontáneas.
Yo estuve con Juanjo una noche de San Juan en su pueblo el año que nos conocimos haciendo el curso de buceo. Fuimos unos cuantos a bucear a Cabo de Gata y él nos llevó a la barbacoa de un amigo, en Roquetas,  que nos dio unas chuletas de cordero de perder el sentido. Y sandía, vino, etc. Nos bañamos en el mar, y fue una sensación chula.
Pero había tanto jaleo esa noche que no volvimos hasta que compré el cortijo. Entonces bajamos la noche de San Juan a La Rábita y nos llevamos sardinas y algo más para asar en la arena. La gente nos regañaba porque decían que el fuego no se podía encender hasta las doce, pero estábamos haciendo el ascua para cenar antes del baño. El caso es que al año siguiente no pudimos ir, pero Eugenia nos dijo que se había llenado la playa de moragas (que es como llaman a las hogueritas que se hacen en la playa para hacer barbacoa) esa noche y que eso no se había visto nunca. Total, que aquí también ha implantado Juanjo la tradición de la barbacoa nocturna, así que últimamente hacemos la cena en casa, siempre de barbacoa, y luego bajamos al pueblo a la hora del baño, quizá con una neverita para tomar copas. El caso es que, por lo demás, es muy difícil que Juanjo haga barbacoa en otro momento. Pero esa noche se deja convencer.
Aquél año había claro de luna, y nos veíamos perfectamente los pies dentro del agua, porque el agua de la playa de La Rábita suele estar muy clara. Y me pareció emocionante ver flores blancas en el mar, que debían haber tirado desde alguna barca.
Este año, como te digo, hemos hecho la barbacoa en casa con toda la peña, y un poco antes de las doce recogimos la mesa y nos fuimos a bañar. El agua estaba templada, y no hacía frío al salir.  Habían hecho unas tres o cuatro hogueras grandes y había muchas familias cenando en la playa. Tomamos unos rones antes de volver a casa.
Luego parte de la gente se fue, y parte se quedaron a dormir. Con algunos de quienes se quedaron, Mª Eugenia y Antonio, tomamos una última copa en el mirador, y puse velitas y varitas de incienso. Se escuchaba el mar. Y la música de un garito que han montado en la playa del Pozuelo. Nos hemos acostado a las cuatro o por ahí. Y por la mañana temprano se han marchado todos los que estaban en casa: La madre, hermana y cuñado de Juanjo, una sobrina con una amiga. Pero no les hemos oído irse.
Nosotros hemos recogido por la mañana lo que quedaba, después de tomarnos un té blanco para la resaca. Y hemos ido a la playa a que se nos pasara la tormenta seseril. Luego hemos comido ligero y nos hemos esnucado (esnoclado, en el lenguaje local) en los sofás (sofale, o sofare, ya sabes…) para una siesta tremenda. Yo tendría que estudiar, pero me apetece como cortarme las venas, así que te he enviado las crónicas de verano, y vamos a ver jugar a la selección de fútbol por la tele. Mañana me voy a la Alpujarra –a Órgiva- durante un par de días a hacer un curso de RCP. Me parece una bicoca poder hacerlo allí.

EL CAMINO AL TRABAJO EN VERANO
Ahora si salgo a trabajar por la mañana (rara vez, ya sabes, el cutis…), la luz del amanecer ilumina el camino. Tengo el sol a la espalda, así que no me molesta para conducir. El agua tiene un color especial con las luces del alba.
Como en invierno, veo muchas cabras monteses. Pero ahora hay muchas cabras con cabritillos. He descubierto que las cabras monteses son animales prudentes, que se apartan cuando pasan los coches. No se ven cabras muertas por la carretera. Te dan sustos, porque a veces estoy a punto de atropellar a alguna, pero en esa carretera no se puede ir muy deprisa y estos animales se dan la vuelta cuando ven un coche. No son como los gatos, que me he dado cuenta de que son animales suicidas. Por eso hay tanto gato atropellado. He observado que los gatos se tiran a la carretera para cruzarla corriendo justo cuando vas a  pasar con el coche, como si te retaran a ver quién es más rápido. Y, claro, cascan como moscas.
Lo de los perros es otra historia. Yo creo que cascan (también se ven muchos cadáveres de perro espachurrao, aunque no tantos como los gatos), porque se quedan como atontaos cuando pasa un coche mientras cruzan la carretera y no saben para dónde tirar.
Bueno, dejo en paz a los bichos y sigo.
Ahora hay menos días de viento, y el mar está más claro. La Rijana está preciosa, pero los fines de semana se pone imposible de gente. Incluso se quedan a dormir en tiendas tipo iglú. También he visto que hay una especie de aparcacoches o quizá sea quien vigile que los coches no bajen hacia la playa. La verdad es que es tentadora. Ya te fijarás cuando vengas. Aunque la carretera está llena de curvas, verás el resplandor del agua esmeralda cuando te aproximes.
En este tiempo, excepto en las horas de mediodía, voy con las ventanillas bajadas, para que me dé el aire en la cara. Al pasar por Melicena y los Yesos, como pasas tan cerca del agua, el olor a mar es muy intenso. Hoy he sentido esa sensación cuando volvía por la noche del trabajo y me ha dado alegría.
A mediodía hay gente en las playas con sombrillas. Yo no voy siempre. Lo de vivir en la playa tiene la ventaja de que no es una “obligación” ir a tomar el sol y a bañarse. Voy cuando me apetece relajarme, así que intento evitar los días de fiesta. Me gusta ir a la playa por la mañana temprano, antes de que empiece a hacer calor. Creo que las horas del mediodía son para tomar cañitas o meterse en casa, al fresco. No me gusta la playa en pleno verano. Achicharra. Y no me gusta esa sensación. Sólo cuando me apetece mucho bañarme. Y este año ya se ven algunas medusas. Mala noticia.
Me gusta salir de trabajar de noche y volver a casa despacio. Lo mismo me contó el otro día en la Alpujarra un médico que trabaja en uno de los pueblos. También le gusta volver a casa después de la guardia recorriendo despacio las carreteras de montaña. Es la sensación de tener todo el día por delante y tener la consciencia de poder disfrutarlo. Y gozar por ello más aún del paisaje. La mañana tras la guardia nocturna aviva los sentidos y despierta sensaciones. La de respirar aire puro, por ejemplo. Y las ganas de parar en cada curva viendo los acantilados. Hay muchos sitios para parar y mirar. Chelo y Pancho estuvieron por aquí hace pocos días y se entretuvieron en mirar la costa desde los acantilados. Es preciosa. Cuando hagan la autovía no será lo mismo. Pero volveré a casa por la mañana por la “carretera antigua”, para disfrutarla. Y, como apenas habrá tráfico, será mucho mejor ¿no te parece?.


Hoy he salido de trabajar de noche. Tenía que estar en Adra a las 12,15. Y decidí hacer algo que me apetecía desde hacía mucho tiempo: estar un rato en La Rijana por la mañana temprano.
Y eso he hecho. No había nadie cuando he llegado. He tomado el sol suave de la mañana, he paseado por la playa y me he bañado en un agua cristalina y templada. He escuchado música en mi i-Pod, y me he sentido feliz. A veces Juanjo pone en duda que me sienta así pero pienso lo siguiente: teniendo lo que tengo, si no reconociera que tengo una vida fantástica no sería justo para el resto de la humanidad. ¿Puedes imaginar siquiera que tenga derecho a quejarme de algo?. Me siento a gusto y soy consciente de ello. Siempre puedes desear cosas, pero lo más valioso es tener tiempo libre y poder disponer de él a tu antojo. Yo tengo muchas ocasiones de hacerlo. Claro que tengo que ir a trabajar, pero en este momento, en que he vuelto a recuperar la satisfacción y la diversión en el trabajo, no me importa nada ir de vez en cuando. Cuando voy a trabajar, lo hago hasta “reventar” como dicen por aquí, pero el trabajo casi se ha convertido en una anécdota graciosa, aunque salga molida. Y, como dice el chiste de los vascos, “conoces gente”.

ADREÑOS

En realidad serían Abderitanos, ya que el nombre de Adra, fundada por los fenicios, era Abdera. Pero, como son muy suyos, pues dicen que son Adreños y a correr.
He decidido escribir sobre ellos porque, como ya te he contado, voy a Adra una o dos veces por semana a comprar –más bien dos que una, desgraciadamente, odio hacer la compra-.
Por los alrededores tienen fama de brutos. Pepe Luis es de Adra y ha hecho muchas burradas. Aunque lo conozco hace ya años, siempre me sorprende con alguna barbaridad. Su mujer, Isabel, en esos casos, me mira, se ríe y me dice:
-       Déjalo, es que es de Adra
O se encoge de hombros, sonriendo, y me dice, abriendo los brazos: “De Adra”.
Pepe Luis metía lagartijas vivas dentro de los bocatas que se llevaba al cole para que los compañeros no le pidieran. Si le pedían bocata, metía la lagartija, le apretaba un poco el cuello para que el bicho sacara la lengua y le ofrecía el bocata al compañero al que, invariablemente, se le quitaban las ganas.
No sabría decirte la cantidad de marranadas que ha podido comer en su vida. Juanjo e Isabel me lo han contado un montón de veces, pero no sabría decirte. Ahora está fatal de las tripas, pero ya le vale!!!

Hace unos años debió llover bastante por la sierra y la rambla de Albuñol traía bastante agua. En condiciones normales, cogemos un atajo que atraviesa la rambla para llegar a La Rábita, porque si no, hay que dar bastante vuelta. Cuando la carretera que pasa por el Pozuelo era la Nacional, todo el mundo hacía eso, para ahorrarse un tramo.
El día de marras vi un montonazo de agua, que hacía remolinos que llegaban hasta el borde de la zona canalizada después de la Nube (¿recuerdas?) y, claro, fui por la carretera buena, como hacía todo el mundo. Cuando se secó el cauce y volvimos a pasar me sorprendió ver un coche volcado pegado a la pared de la rambla. Preguntamos a los Rabiteños qué había pasado y nos lo dijeron enseguida:
-       Uno de Adra, que ha dicho que por ahí pasaba él y ha salido vivo de milagro.
Una característica peculiar y, por lo que me dicen, ancestral, desde que se inventaron los carros de tracción animal –animal de verdad, mulos y eso-, pues es que los Adreños cruzan la calle al bies.  Es una cosa que me pone mala, no me acostumbro. Me toca dar cada frenazo que no veas, aunque es imposible ir deprisa por allí.
La cosa es como sigue: tú vas en el coche, y en tu misma dirección va un peatón o peatona de Adra por la acera. De repente decide cruzar la calle y cruza y, para no verte, cruza en diagonal, para darte el cogote. Si cruzara en línea recta te vería, pero en Adra está prohibido cruzar la calle mirando si vienen coches. No lo hace nadie. Si lo haces –yo lo hago, lógicamente- es que no eres de allí. Pero nadie pita, así que yo tampoco lo hago, aunque interiormente me acuerde de los muertos de todo el que cruza.
De Adra era La Veneno, te acordarás de ella. Hace años vinieron a casa Chelo, Pepi, y alguien más y fuimos a Adra a algo. Se acordaron inmediatamente:
-       Hombre!, este es el pueblo de La Veneno
Juanjo la escuchó una vez hablar y la caló enseguida por la forma de expresarse, aunque no sabía nada de ella:
-       Esta debe ser de un pueblo de Almería, yo diría que de un pueblo de pescadores, por la manera en que habla
Y es que la gente de la costa son especialmente algo. No sé si especialmente brutos, especialmente bastos, o qué.
Juanjo tiene un primo, Juanico, que es encantador, pero es dificilísimo de entender, es de los que hablan sin cerrar la boca, expulsando a tiros las palabras. Vive al otro lado del camino, en un cortijo de Huarea. Cuando empezamos a venir por aquí, a veces venía a casa y se quedaba un rato a charlar. Yo me enteraba de qué iba la cosa por las respuestas de Juanjo, pero cuando se marchaba Juanico, le decía a Juanjo
-       Ha  venido tu primo, se ha marchado al cabo de una hora y no le he entendido nada de lo que ha dicho
Ahora ya le entiendo, pero es complicado. Su madre habla igual. Su padre habla más claro. Cuando anda mi padre por aquí y llega Juanico a algo, mi padre le mira todo el rato con la boca abierta. Cuando se marcha, mueve la cabeza en un gesto peculiar en él, suspira y dice:
-       Hay que ver qué basto es este chico hablando
Por la otra parte de la costa es igual. En el curro, cuando hay alguien muy cerrado, siempre hay alguien que dice
- Es que es de Salobreña
Y ya llega a ser un chascarrillo. La primera vez me extrañó, pero quien me lo dijo me lo aclaró
- Es que los de Salobreña son muy brutos. Lo sé porque yo vivo allí.

Cuando hice el curso de RCP y los compañeros se enteraron de que vivía en Albuñol, me explicaron también lo de las gentes de allí. El médico de Cádiar me contó que había estado varios años en Albuñol y se marchó porque estaba harto.
-       Es que son de lo más bruto que hay
-       Caramba!, no lo sabía! ¿Y los de la Rábita?- pregunté, extrañada
-       Huy!!, los de La Rábita son peores, son igual de brutos que los de Albuñol, pero encima de la costa, que ya es el colmo- decía el médico
-       Fíjate si habré estado yo en pueblos y de verdad que como los de La Rábita no hay- me corroboraba una médico que está ahora en La Rábita y a tiempo parcial en Albuñol y coincide que está casada con un cirujano de mi curro.
-       Es que son nuevos ricos y se creen que tienen que exigir de todo y no tienen medida- decía el médico de Cádiar.

La verdad es que, en esta zona, igual que en Almería, le gente ha hecho una pasta con los invernaderos. Yo he comentado muchas veces que hay demasiado dinero y muy poca cultura. No todo el mundo es así, pero mucha gente dejó de estudiar rápido para ganar pasta en el campo y hay cada elemento de agarrarse. Eso sí, BMWs, a porrillo.




MEADILLAS
Como ahora hace tiempo playero, y el agua suele estar buena, me he acordado varias veces de este asunto. Últimamente han puesto muchos servicios en las playas: duchas, vestuarios, aseos…pero estaba pensando en que es muy raro que la gente utilice los aseos de las cabinas. Y es que está muy claro: donde esté una buena meadilla en el agua, que se quite lo demás. Especialmente cuando el agua está fresca y sientes el chorrito caliente. Es un placer. Pero la cosa es tener cuidado, si hay gente, en que no se te note la cara de satisfacción cuando lo haces. Es de eso que te metes en el agua haciéndote el despistado/a. Y, cuando te has metido en el agua hasta una altura adecuada, sueltas el chorrito intentando que nadie se de cuenta y, para eso, haces como que sigues andando hacia dentro, o te balanceas un poquito, como catando el agua…..pero yo creo que, si te fijas, se nota siempre.
Hay sitios en los que no apetece. Cuando está el agua calentorra, como en el Mar Menor, que ya parece que te bañas en meados. Y tampoco lo vas a hacer en la piscina, que no es agua corriente. Pero en el mar, yo creo que es hasta bueno para los peces y, al fin y al cabo, un poco más para allá saldrán los vertidos de las alcantarillas, así que da igual.
Cuando nos hicimos los primeros trajes de buceo, la expresión “ya he estrenado el traje”, era que te habías hecho pis en él. Sirve para calentarse. Roberto Martínez me lo recalcaba muchísimo cuando empecé a hacer el curso:
-       Cuando vayas a bucear, llévate la vejiga bien llena, que una buena meada a tiempo ha salvado muchas vidas
Alfonso Polo, nuestro “papá buzo”, siempre nos recomendaba reservarnos la meada para cuando tuviéramos frío de verdad. No sabes el gusto que da cuando estás helado, llenarte de pis calentito. Y luego lavas el traje y ya está.
Chelo se resistía a estrenar un traje que se acababa de comprar. Pero le decíamos que no fuera tonta: “te estás helando y al final lo vas a estrenar igual”. Cuando lo hizo, nos lo comunicó oportunamente.
- Tengo que comunicaros que ya he estrenado el traje, -nos dijo al salir del agua, por lo que le dimos la enhorabuena.




EL JIMMY
Juanjo dice que es su ídolo.
El Jimmy, aparte de ser un tipo que vive en La Rábita, es como se le llama a un bar sin nombre que está en un extremo de la playa, muy bien situado.
Jimmy tiene un solo cometido y trabajo en la vida conocido, que es abrir ese bar durante la noche dos meses al año y ni un día más.
Es un bar de copas. Es barato. Jimmy pone una música estupenda. Está en un sitio inmejorable, al lado del agua. Pero únicamente abre desde el segundo fin de semana de julio hasta el 9 de septiembre o así, que es la fiesta de La Rábita. Entonces cierra y ya no hace nada más en todo el año, aparte de pasear a un enorme perro blanco que debe ser como Matusalén.
Un mesecillo antes de abrir va algunos días a pintar alguna cosa, recortar una plantita….la verdad es que la gente no hace daño dentro. De hecho nunca se ve a nadie intentando meterse a nada. Se respeta, no sé bien por qué.
Manolo, el fepero,  dudaba de la existencia de Jimmy y de hecho, no ha tenido ocasión de verlo en acción, excepto un día que paseaba por la playa en el mes de Junio y vino diciendo que había visto a Jimmy trabajando. En realidad, estaba dando un paseo con el perro, pero llegó a asomarse al garito y por eso lo decía Manolo, muerto de risa.
Yo creo que el truco debe ser que tiene una concesión de la Confederación Hidrográfica, posiblemente, porque está casi metido en una rambla, para abrir dos meses y se atiene a ello. Pero no se le ve interés por hacer nada más. Luego mete a gente a trabajar y él, como mucho, pone alguna copa en la barra. Creo que una vez decía que no iba a abrir, pero su mujer, que es funcionaria del Ayuntamiento, dijo que ni de coña. De todas maneras, siempre tenemos la intriga de si abrirá Jimmy este año, y estamos en ascuas hasta que pone las sillas. Este año ha abierto, puntualmente, el segundo fin de semana de Julio, pero no trabaja porque tiene el brazo en cabestrillo. Ha debido rompérselo oportunamente justo antes de abrir, para no dar ni palo. Se da una vuelta por allí para controlar el tema y eso es todo Imagino que tendrá escayola para dos meses. También es mala suerte!!!
El sitio está bien cuidado y, la verdad es que se está de muerte. Luego, eso sí, no tienen prisa porque te vayas. Yo no le he visto cerrar y eso que a veces nos hemos quedado hasta altas horas porque, una vez que estás, es dificilísimo decidirte a marcharte. Creo que es complicado encontrar un sitio donde se pueda estar más a gusto.
Se está fresco, la música es fantástica, como te he dicho, las olas están a tus pies y contemplas el rebalaje a la luz de la luna. ¿Que qué es el rebalaje?..... Sigue leyendo

REBALAJE

La verdad es que no conocimos la palabreja hasta que compré la casa y empezamos a venir con frecuencia. Hace poco la escuché a unas compañeras. Una la había oído y no sabía lo que significaba. Por una vez, fui yo quien dijo aquello de “¿no sabes lo que es eso?”, sobre una palabra de la zona.
Se llamaba así una revista que editaba el Partido Independiente de la Rábita (que sepas que tenemos independentistas y todo, para que tú veas), y la regalaban en el puesto de periódicos. Ahí conocimos el término, pero me parece una palabra preciosa, y más su significado.
El rebalaje es la huella que deja la ola sobre la arena. La ola, una vez que ha llegado al final de su recorrido, resbala y deja una huella húmeda en la arena. Eso es el rebalaje (de resbalar).
Según el DRAE, el rebalaje es:
1.  m. Remolino que forman las aguas al chocar con un obstáculo.

2. m. En la playa, reflujo del agua del mar.

3. m. Zona de la playa donde ocurre el reflujo.

4. m. Escalón que el reflujo forma en la arena y cerca de la orilla.

De día se refleja en él la luz del sol, pero por la noche, a la luz de las estrellas, de la luna o de las farolas, adquiere un color plateado y produce un efecto hipnotizador. Sólo se percibe si estás a la orilla del mar y yo creo que es lo que vamos buscando cuando vamos al Jimmy porque desde casa únicamente podemos ver la espuma de las olas, pero no el rebalaje, lógicamente.

Hace poco, sentada en una mesa del Jimmy pensaba que puedes pasar la horas muertas mirando el rebalaje y sumido en tus pensamientos. Produce la misma sensación que mirar al fuego: no puedes apartar la vista de las llamas, ni tampoco del rebalaje durante la noche. Esa imagen, la temperatura de la noche veraniega, el sonido del mar y la música, es la combinación que hace que sea tan difícil marcharse del Jimmy una vez que has pillado una mesa de primera fila.

EL MIRADOR DE CASA  (Belvedere)
Tampoco se está nada mal aquí en verano. Te lo puede decir cualquiera que haya estado: Llanos y Miguel, por ejemplo, que tomaban copitas en el mirador y no querían acostarse. Ahora, que ya apenas pasa ningún coche por el camino –antes carretera- hay un silencio extraordinario por la noche. A veces se escucha a lo lejos el Brrumm de un camión al pasar el viaducto, pero es un ruido lejano y no molesta. Por la noche predomina el ruido de los grillos, cuando los hay y, si hay olas, aunque sean pequeñas, el sonido del mar. Solemos sentarnos ahí por la noche a disfrutar del silencio, la temperatura y, ocasionalmente, ver algún barco pescando. A mí me gusta mirar hacia el cielo. Cuando miras al cielo ves muchas cosas. Lo que pasa es que nadie se para a mirarlo. Y en las ciudades no se te ocurre.
En el cielo, aparte de ver el planeta predominante en ese momento, las constelaciones, la luna en sus fases, y cuando aparece, que a veces sale de día ¿te has fijado?. Va a su bola. Bueno, como te digo, aparte de eso se ven montones de satélites, algún avión, y estrellas fugaces. Eso, de forma habitual. Pero a veces hay fenómenos extraños. Ocasionalmente se ven meteoritos, los llamados bólidos, que tienen una trayectoria bastante larga y paralela al horizonte hasta que se pierden. Una vez vi uno de color azul. Fue rarísimo.
Hace años, cuando nos acababan de construir el mirador, estábamos Juanjo y yo sentados en el suelo, apoyados contra el murete, mirando hacia el frente. Teníamos delante de nosotros una estrella que de pronto se inflamó, creció hasta hacerse bastante grande y resplandeciente y salió disparada en dirección norte. Entonces la perdimos de vista en un segundo. Fue un fenómeno extrañísimo. Yo pienso que fue un meteorito que venía en un rumbo y debió cambiar la trayectoria al chocar con la atmósfera, pero cuando lo cuento siempre hay alguien que dice que sería un OVNI. En fin, que hay gente pa tó.
Las noches de mi cumpleaños, es decir, la siguiente, porque a mi me gusta celebrar mi cumpleaños, cuando es posible, la noche del 10 al 11 de Agosto, porque yo nací a la una de la mañana y así me estoy tomando una copita a la hora indicada. Bueno, que me disperso otra vez. Decía que esa noche y la siguiente suelen verse las Perseidas, la lluvia de estrellas de verano. Desde casa se ven muy bien. El día que cumplí 50 tacos nos juntamos en casa casi toda mi familia (faltó mi hermano Paco con su mujer y la enana, Miriam) y unos amigos, Isabel y Pepe. Me prepararon una cena exótica sentados en cojines en el suelo, tipo árabe, en el mirador, rodeados de velas e incienso, y luego nos tiramos en el suelo a ver estrellas fugaces. Mi sobrino Carlos llevaba la cuenta de las que veíamos cada uno y no se equivocaba, el tío, y eso que sólo tenía 7 años. Nos quitaba puntos si veíamos murciélagos. Óscar, mi otro sobrino, se apañaba para no ver ninguna estrella. Si veía alguna, a continuación contaba un murciélago, así que estaba siempre en negativo.
Otro punto de casa para ver estrellas es la terraza, tirados en las hamacas mejicanas que colgamos de las vigas. Es peligroso, porque igual te duermes. Un amigo, “El Socio” se quedaba a dormir en la hamaca todas las noches y se acostaba cuando le daba frío. Pero últimamente utilizamos más el mirador. Quizá porque la vista es más amplia, ya que delante de la terraza está el eucaliptus, o por no colgar las hamacas, o vete tú a saber.
El caso es que el mirador, desde el atardecer hasta cualquier hora de la noche, es otro lugar del que te vas por otros motivos: porque tienes sueño, porque en algún momento hay que acostarse, porque tienes que madrugar….pero engancha.
Yo pienso a veces por qué no tendré sensación de perder el tiempo cuando paso horas en el mirador, observando y escuchando el mar, pero me siento tan a gusto, envuelta en mis pensamientos, disfrutando de ideas o recuerdos agradables…a veces escuchando música en el i-Pod…nunca me apetece marcharme, aunque a veces estoy molida y tengo ganas de tumbarme. Voy a comprarme una tumbona para estar allí, pero lo mismo me quedo durmiendo más de una vez!. No sería raro. Incluso tirada en una toalla en el suelo con unos cojines me he quedado dormida. Y este año no hay mosquitos. Es raro.






CAMBIOS VERANIEGOS
Como es lógico, con el calorcito veraniego nos apetecen algunas cosas diferentes. Por ejemplo, a veces desayunamos algo fresco, aparte del consabido té. En verano nos apetece a veces un desayuno turco, por ejemplo. Juanjo prepara unos desayunos turcos estupendos. Y tiene una maña impresionante para la decoración de platos. Por eso su fuerte son las ensaladas, en las que la combinación de colores y los distintos ingredientes las hacen algo especial. Pero el desayuno turco, fresquito, es algo veraniego, por supuesto.
En verano seguimos desayunando en el porche, pero solemos comer dentro, por las moscas, que vienen a millones, especialmente cuando hacemos pescado a la plancha. Las cenas las hacemos fuera, y también son algo especial. Sólo hay que tener cuidado a veces con los mosquitos, pero suelo poner velas de citronella para que no nos piquen. Y siempre tengo repelente a mano. Pero este año, como te he dicho antes, apenas hay. Será porque he llenado la casa de mosquiteras y, claro, siguiendo a Murphy, los mosquitos se habrán extinguido.

CUMPLEAÑOS FELIZ
Aprovechando que estaban mi padre, mis sobrinos varones y mi hermano Jaime, hemos celebrado mi cumple con un par de días de adelanto, porque se tenían que marchar para los madriles casi todos, excepto Óscar, que se va a quedar en La Herradura con su madre. He puesto la foto para que cuentes las velitas, si tienes un par!!!.
Juanjo y yo nos hemos marchado a celebrarlo a Antequera, simplemente porque no conocemos dicha ciudad. Como creo haberte contado en alguna ocasión, la fecha de mi cumpleaños es una de las de catástrofes. Por ejemplo, en el año 1999 hubo un eclipse de sol y Paco Rabanne pronosticó que se caería la Estación Espacial. Este año, coincidiendo con el momento de mi cumple, hacia la una de la madrugada se produjo una tromba de agua en la provincia de Toledo que hizo que se cortara la línea del AVE. En condiciones normales, esto no nos habría afectado, pero resulta que Juanjo se iba a Madrid el 11 por la tarde, a última hora, porque tenía que trabajar al día siguiente. Así que, al llegar a Antequera, sacó el billete para el Altaris que pasa por la misma línea del AVE. Pensábamos comer en un sitio guapo y que luego él se fuera a Madrid y yo para Granada pero, nada más despertarnos nos enteramos de la movida, así que todos los planes se fueron a la porra y él, tras varias peripecias, consiguió montarse en un AVE que fue el primero que consiguió hacer el trayecto completo.
Con tantos trajines y emociones, añadido a un cierto susto con el coche, el Twingo, que tiene una avería rara (y el Golf para tirarlo, que Murphy no para, y el Toyota no nos lo dan hasta finales de Septiembre, como para mi santo: le llamaré Merchito), y Juanjo en plan agorero, diciendo que el día aún no se había acabado y que pasarían más cosas, llegué a casa molida pero, aún así, me tiré en el mirador a ver la lluvia de estrellas.
Los meteorólogos habían vaticinado nublado total, con tormentas, pero la verdad es que la noche estaba totalmente despejada, y la luna tuvo a bien levantarse más tarde, para dejarme ver varias Perseidas, hasta que me caí de sueño y me fui a la cama.
La noche siguiente volví a tirarme en el mirador por la noche y vi más Perseidas. Decidí que la vez que mejor lo había pasado fue el día de mis 50, cuando estuvimos todos contando estrellas muertos de risa.

SENSACIONES
Pues el día 13 trabajé de noche. Tuve una noche buenísima, todo hay que decirlo, y al salir me fui a La Rijana, a disfrutar de la playa solitaria. Para llegar a la playa hay que bajar por un camino muy ancho que recorre el barranco y pasa por un túnel por debajo de la carretera. A las ocho y media de la mañana no hay mucho ambiente de gente, pero sí de animales, por lo que se ve. Nada más empezar a andar salieron a mi izquierda varias perdices gorditas, como para escabechar. Unas seis o siete. Cuando estaba llegando al túnel escuché un sonido que no me cupo duda de que era un animal que estaba muy cerca. Pero hay mucho cañaveral, así que no podía verlo. Me daba rabia, porque me daba cuenta de que estaba ahí mismo. Por fin conseguí verlo: era una cabra montés joven, que estaba comiendo como a dos metros de mi, entre las cañas.
La playa estaba estupenda. Tenía el agua algo movida, muy poco, pero estaba cristalina, como siempre. Me bañé con las gafillas de nadar. Había cogido máscara y aletas, pero estaba algo vaga tras la noche, y preferí nadar un rato. Mirando hacia los riscos que bordean la playa, me he dado cuenta de que hay una roca que parece una cabeza perfecta, con tocado de plumas o peinado de rizos altos. No recordaba haberla visto antes.
Nadaba con sensación de molicie, sin prisa, disfrutando del agua. Llegaron una pareja de ingleses. Él le hacía fotos al agua. Y eso que no es uno de los mejores días, pensaba yo. Finalmente, les hice una foto a la pareja con los pies en el agua. Me lo pidieron cuando me marchaba que vino a ser cuando empecé a sentir que el sol ya iba calentando algo más.
Había estado tomando el sol lo más desvestida posible. En esta playa y a esas horas me apetece estar a mi aire. Me parece una sensación gozosa.
Volví a casa pasando por Albuñol, donde tenía que hacer un par de cosas pero, al llegar al desvío de casa, tuve que parar el coche para mirar porque el mar estaba impresionante desde allí: dibujaba unas corrientes preciosas en el agua.
El día fue rematado con un imprevisto: me encontraba disfrutando del postre especialidad naturjaus, o sea, yogur bio desnatado con unas crujientes bolitas de salvado, para quedarme con cuerpo de quinceañera, cuando se fue la luz de toda la zona. Casi dando palmitas, acabé el “delicioso platillo” a tientas y me fui pitando para el mirador, aprovechando la ausencia de resplandores. Me encanta que se vaya la luz, así lleno la casa de velitas, que me parece emocionante pero, por lo general, en cuanto tengo encendidas todas las velas, vuelve la luz y me corta el rollo.
El cielo estaba sin una nube, con muchísimas estrellas. Descubrí que Orion se había ido un poco hacia el sur y La Corona un poco hacia el Noroeste. No vi estrellas fugaces, pero me quedé un rato tirada en el suelo, sobre una esterilla (no he encontrado aún la tumbona de mis sueños), contemplando las estrellas y pensando en la infinitud del universo, para ser original de la muerte.
¿Te he contado que he visto no hace mucho la Estación Espacial?. No estaba pendiente de ella, pero apareció una noche. Venía del Sureste y la vi pasar durante un ratito. No sé si la has visto alguna vez. Parece que pasa baja, y tarda un poco. Se ve muy bien. La primera vez que la vimos fue estando mi hermano Paco, pero estábamos pendientes de su paso. Llevaba poco tiempo funcionando. Nos armamos de telescopio y prismáticos, pero pasó tan deprisa por encima de la terraza, que no nos dio tiempo a nada. Parecía que sonaba.
Esta última vez la vi por casualidad, pero tenía más campo visual, así que pude verla durante un par de minutos. Avisé a Juanjo, pero no quiso salir, que a él las cosas astronómicas se la suspenden por tiempos musicales, que diría Forges.



CAMBIOS EN LA FAUNA
Nos estamos quedando sin gatos. El miedo que nos da es que salgan ratas como leones. La última que ha desaparecido ha sido la gata alien. Mi sobrino Carlos no se tiene de risa cuando se acuerda de lo que le conté sobre esta gata: lo que me dijo Antonio, el de la cabra, un día que estaba el alien por ahí, que ya te he dicho que es medio siamesa
-       E mu buena para cazar eza gata. Ez eztranjera. Ez una gata eztranjera.

Y yo le miraba alucinada, porque no he visto una gata más tonta en mi vida.
Total, que Juanjo anda preocupado y buscando gatos por ahí para traerse. Le van a poner de arañazos que va a flipar, auque ya flipó un día que quiso bañar en el mar a un gato que tuvo. Éste se le agarró a los hombros, maullando como un loco, y le puso tibio de sangre, a fuerza de clavarle las garras, muerto de miedo, para no caer al agua. Juanjo no se lo podía quitar de encima y cuanto más lo intentaba el gato profundizaba más en su agarre aterrorizado. Juanjo acabó chorreando sangre, y el gato le puso para verlo, según cuenta.
Por cierto que hace unos días, estaba yo trabajando de noche y vino una limpiadora, que empieza el turno por Urgencias y viene contándonos lo que hay.
-       Anda que han traído a uno que le ha atacado un león y le ha puesto que no veas.
Nosotras la mirábamos sin dar crédito
-       Pero ¿qué dices?
-       Era uno de Almuñécar, que debía estar dándole de comer y se le ha quedado abierta la jaula. Pero no le ha mordido. Debía estar ya bien comido. Eso sí, le ha puesto de arañazos por todo el cuerpo que hay que verlo.
Resulta que en Almuñécar hay una reserva de animales, Peña Escrita,  y éste era uno de los cuidadores. El suceso salió en el Ideal al día siguiente.
En fin, que vuelvo  a dispersarme. A lo que iba: que los gatos están prácticamente desaparecidos. Encontré una gata muerta en la zona donde tendemos la ropa. Cuando vivía la encontré rodeada de gatitos en ese mismo lugar. Y allí fue a morirse. La metí en una bolsa de plástico para “enterrarla” en el contenedor y entonces entendí lo que le pasó a Patricia cuando se cargó un gato. Y es que la gata estaba como un palo. Así que tirarla encima de otro debe ser como darle un garrotazo.
Total, que ahora es difícil ver gatos por aquí. Parece increíble, cn todos los que había siempre
-       Zerán la calore –dice Antonio, el de la cabra
Pero pensamos que tiene que ser alguna otra cosa, porque este año tampoco ha hecho tantísimo calor y los gatos en veranos peores sobrevivían sin problemas.

VISITAS Y ACTIVIDADES VERANIEGAS
Este año he tenido casi todo el tiempo gentes de visita en casa. Además de mi padre, que en verano va y viene, han venido mis sobrinos: Carlos se quedó tres semanitas y Oscar una semana. Mi hermano Jaime ha venido algún día, y también Patricia. Mi amiga Mónica iba a venir con sus hijas, pero tuvo un accidente de coche por el camino e incluso estuvieron ingresadas en Alcázar de San Juan. Luego pensó en venir en Septiembre, pero empezó a hacer rehabilitación y tampoco pudo ser.
En Septiembre vinieron Llanos, que pasó unos pocos días, y Josep, que venía a descansar un poco y a “olvidarse” de sus achaques del invierno.
Pensaba llevarles al Jimmy antes de que cerrara, ya que habitualmente cierra después de la fiesta, que es el 9 de Septiembre. Como Llanos y Jose venían el día 1, pensé que sería un momento fenomenal. Pero resulta que la semana anterior fui con Juanjo, que se marchaba a Madrid, y ya no iba a tener ocasión de pasar por allí este año. Se me ocurrió preguntarle a Jimmy, simplemente por asegurarme, si tendría abierto la semana siguiente. Me dejó de piedra cuando me dijo:
-       Pues no sé, depende de cómo esté la luna, el mar…..
Y se conoce que, aunque el mar estaba de miedo y la luna llena, se aguantó las ganas de trabajar y cerró el último fin de semana de Agosto, dejándonos en tierra a Jose, Llanos (que estuvo allí una vez, aquí donde la ves) y a mí, por tomar una copilla con ellos allí. Tuvimos que cambiarlo por copas en el mirador de casa, donde se estaba estupendamente a la luz de las velas, todo hay que decirlo.
Hemos ido a ver algunas cosas: cuando vinieron Llanos y Jose subimos los tres a la Alpujarra. Me habían “soplado” de un sitio para comer, donde cocinan estupendamente, pero una barbaridad: más indicado para invierno, y de otro para tomar un café, que es una cosa preciosa: un jardín lleno de manzanos colgado del barranco de Poqueira. Yo esperaba que, al ser Septiembre haría algo de fresco, pero nos apareció un día de calor impresionante. La verdad es que Jose ha tenido mala suerte. Ha pillado días de mucho calor, que casi no había hecho durante el verano. Lo bueno es que aquí se duerme bien haga el calor que haga de día. Pero hemos ido a ver algunos pueblos y playas. Espero que le hayan gustado. Y he descubierto sitios que tenía pendiente visitar y me han encantado, como los pueblos que rodean el embalse de Béznar y Vélez de Benaudalla, que es un pueblo por cuyo lado he pasado montones de veces, pero en el que nunca había entrado. El pueblo donde está el Azud. Pero tiene también un manantial, acequia, unas calles decoradas con un adoquinado bonísimo y un jardín nazarí que está en restauración, así que no he podido verlo, pero tiene buena pinta.
Hemos ido a la Alambra a ver espectáculos varias veces. Un par de ellas al festival de música y danza, donde vimos a Baremboim en el Palacio de Carlos V, con buena acústica, y en el Patio de los Arrayanes, donde escuchamos música de cámara en un entorno casi mágico.
Al final del verano a un espectáculo que hacen anualmente en El Generalife sobre Lorca. Este año iba sobre cante jondo y fue precioso en escenografía, coreografía y vestuario. Además cantaban canciones conocidas: Los cuatro muleros, por ejemplo.

EL ÚLTIMO DÍA DEL VERANO
Juanjo fue a buscarme al Hospital, porque el día anterior, que es su cumpleaños estuvimos comiendo en Capileira en el jardín ese tan bonito. Bueno, comimos dentro de la casa, que es bonísima y tiene buenas vistas, porque había nubes amenazantes. Al volver, después de dar un vuelta por algunos parajes alpujarreños y de llegar al final del camino del Mulhacén, hasta donde se puede llegar en coche,  yo me quedé en el Hospi, porque trabajaba de noche y JJ fue a buscarme por la mañana. Desayunamos en una terraza de Torrenueva, pero Juanjo andaba inquieto, buscando una terraza frente al mar. Finalmente fuimos a Calahonda y tomamos un café en la terraza de un hotel, que está frente a la zona donde dejan las barcas, en un abrigo natural. Nos avisó la camarera de que en el mar había delfines. En realidad eran atunes, unos que aquí llaman Tollinas, aunque puede que hubiera también delfines. Saltaban por el mar en grupos y solos, formando unos líos de miedo a veces mientras comían. Era un espectáculo precioso y las gentes que andábamos por ahí no podíamos despegarnos de él. Algunas personas salieron con barcas o piraguas para verlo más de cerca.  Una cabra montés también miraba hacia el mar desde una roca pegada a la playa.
Nosotros acabamos subiendo al morrón para verlo desde arriba y nos dimos cuenta de que el mar estaba abarrotado de atunes. Una pareja vino también a verlo. Nos pareció una suerte increíble contemplar aquello. Estuvimos hasta casi las once mirando el  espectáculo marino.
Desde allí llamamos a Pepe y a Isabel contándoles dónde estábamos. Quedamos para ir a comer a Adra. Pepe tiene un primo que dirige un restaurante donde se come muy bien y Juanjo no había estado nunca: Habíamos intentado ir varias veces pero, por pitos o por flautas, no había manera. Yo había estado el verano pasado, con Pepe, Isabel y mi padre, y comimos estupendamente. Así que fuimos allí y nos pusimos tibios de comer.
Tomamos luego una infusión en el porche de casa, viendo el atardecer -los atardeceres ya van siendo rojizos, típicos de otoño- y por la noche, estuvimos viendo el partido de baloncesto en el que la selección española ganó el campeonato de Europa.
Así que ha sido un día de final de verano de lo más completo.




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