lunes, 19 de noviembre de 2018

Topkapi, Chora, Pier Loti y Bósforo 8/11/2018 Jueves

Hemos visto que Topkapi se abarrota de gente, así que nos hemos puesto el despertador para salir temprano.

Desde el hotel hay una entrada por el parque Gulhane que nos lleva directas al recinto del palacio. La tarjeta nos cubre la visita, así que no tenemos que pasar por taquilla y nos dirigimos directamente al Harén. Tuvimos suerte de ir tan pronto porque estamos casi solas y hemos podido ver las dependencias estupendamente. El recinto es espectacular, con azulejería, mobiliario, ventanas, cúpulas, mocárabes, fuentes por todas las habitaciones, galerías... Todo espectacular e impresionante, lleno de detalles y color. Yo no tenía un recuerdo muy nítido de ese recinto y me ha parecido maravilloso.

Hemos recorrido los demás pabellones del palacio, que se reparten por un enorme recinto amurallado, dividido en cuatro patios. Los pabellones son muy distintos entre sí y todos preciosos. La mala pata es que no hemos podido ver el tesoro, que tiene unas joyas alucinantes, porque lo están restaurando, pero esas cosas pasan muchas veces. Pero ha sido una lástima. Visitamos las cocinas, el museo de vajillas, el pabellón del Consejo, el de tomar el sorbete, el museo de relojes ... Pero una pena lo del tesoro aunque, debe llevar tiempo en restauración y tiene pinta de ir para largo.

Hay un pequeño restaurante dentro del palacio con vistas al Bósforo y al Cuerno de Oro. Nos hemos sentado el la terraza a tomar un café. Es una pena no tener hambre porque tiene unos pasteles con una pinta increíble.

Fuimos al hotel porque nos regalan un viaje en los City Bus, al que llaman Big Bus y puedes subir y bajar durante 24 horas en dos líneas diferentes. Mientras esperamos a que saliera, nos acercamos al Hipódromo a ver los Obeliscos y la Columna Serpentina, que es de bronce y bastante rara, puesta dentro de un estanque y que debía estar coronada en su día por las cabezas de dos serpientes que se enroscan en el fuste.

Hemos dado la vuelta al Cuerno de Oro en el autobús y luego hemos cogido un taxi para llegar a la Iglesia de Chora, que es una joya bizantina. Ha sido otra faena mayúscula, porque están restaurándola enterita y sólo hemos podido ver el pórtico de entrada y la sala lateral de los frescos. Cierto es que la entrada tiene algunos de los mejores mosaicos de la iglesia, pero ha sido una pena no ver el resto, la verdad.

Cogimos otro taxi a Pier Loti, el famoso café sobre el cementerio que tiene buenas vistas al Cuerno de Oro. Hemos tomado unos crêpes turcos, de queso y patata y un té. Después hemos bajado andando por el cementerio y visto una zona peatonal con bastantes tiendas y restaurantes. Allí hemos cogido otro taxi hasta la Suleymainiya, la Mezquita más grande de Estambul. Hemos podido verla tranquilamente. Es digna de verse. La cúpula es alucinante.

A partir de ahí hemos ido paseando hacia Sultanhatmet. Hemos pasado la zona de el Bazar de las Especias. Hay puestos de calle abiertos y hemos visto algunos. Nos van dando a probar delicias turcas y otras golosinas.

Bajamos hacia el Puente Galata y un hombre en el Puerto vocea "Bósforo". Chus propone que hagamos un paseo nocturno que, total, dura una hora y es baratísimo. Al estar la moneda tan baja, taxis y transportes están tirados de precio.

Nos han dado una vuelta pasando por la orilla Europea primero y la asiática de regreso. Vemos los palacios y me hago una idea del recorrido para mañana. Todos vamos a cubierto porque arriba, en la parte al aire debe hacer un frío terrible y un viento insoportable.

Así que hemos visto Estambul iluminada muy a gusto, porque en el barco hace calor. Nos habríamos tomado una cervecita pero no hay alcohol y los refrescos a mi no me gustan y a Chus tampoco le apetecen.

Hemos parado a cenar algo ligero, pero ha tenido que ser una pizza y agua porque justo el sitio donde hemos entrado no tienen comida turca, pero alcohol tampoco, así que nos hemos quedado con las ganas.

Para compensar, hemos ido a una pastelería que tiene varias tiendas por Estambul, de un tal Mustafa y nos compramos unos Blacklava riquísimos que hemos ido comiendo por la calle.

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