DIA 100
26/ENERO/2015 AMANECER EN ANGKOR WAT
O....Haciendo el Guiri.
Nos hemos levantado a las 4:30 de la mañana. A las cinco estábamos montados en el Tuktuk para ira ver amanecer. El encargado nos ha preparado Pancakes para llevarnos. No somos los únicos gaznápiros. Más tuktuk se dirigen a esa hora a Angkor llevando incautos. El conductor nos suelta en la entrada de Angkor Wat. No hay ninguna luz, sólo las linternas de los que piden los pases y de quienes llevamos alguna. Yo tengo una en el bolso y la llevo siempre encima. O, en su defecto, en el móvil.
Pasamos el enorme estanque-foso por el puente y avanzamos por el camino procesional, sin ver ni torta. Seguimos a la masa que, en un momento dado, se desvía y se pone al borde de un estanque. Hemos hecho fila allí, poniéndonos tras los primeros,que estaban sentados al borde. Detrás de nosotros, va acumulándose gente. Hemos esperado allí una hora hasta que han empezado a aparecer las luces del amanecer y con ellas nuestra primera visión cercana del templo. Poco a poco, la,luz hacia que el templo se reflejará en el estanque. Enseguida ha empezado a quitarse gente de en medio y todo el mundo ha tenido ocasión de hacer las fotos que ha querido. De repente, pasadas las siete, se ha organizado un alboroto porque el sol rojo ha aparecido un poco a la derecha del templo. A partir de ahí, nos hemos movido alrededor del estanque para hacer las fotos con el reflejo del sol en el agua.
Está bonito, pero lo de levantarse a esa hora es una bobada. Si va alguien por allí, con que esté a las seis y media o siete menos cuarto, va de sobra. Así que hemos hecho el guiri tontamente, y hemos dormido mal, con la tontería.
Leo que es el peor momento para ver el templo. Dice la guía que la primera vez que se ve es mejor que sea por la tarde, para que le dé la luz por delante. Después de darle vueltas, hemos empezado la visita, pero decidimos dejarla para la tarde, porque la luz ahora es muy mala para ver los bajorrelieves y las torres.
Buscamos a Bohn y le decimos que nos lleve a Angkor Thom, que es un recinto con mogollón de templos "tres estrellas", pero que tenemos que volver por la tarde a Angkor Wat porque no lo hemos visitado.
Entramos por una gran puerta de piedra a Angkor Thom, que es una ciudad amurallada. A nuestro alrededor hay gente montando elefantes, que maniobran con dificultad.
Empezamos visitando Bayon. Este es un templo de los más conocidos porque tiene grandes caras de Jayavarman VII en las torres, cuatro caras en cada torre, así que siempre te mira alguna. El muy morrazo puso su careto como si fuera Avalokiteshwara. Desde fuera no se aprecia tan bien, se ven las caras en piedra oscura. Es según avanzas por dentro del templo cuando te las vas encontrando hasta que acabas rodeado por ellas. La estructura del templo es bastante liosa. Simétrico, pero con muchos patios por la zona inferior que no se comunican entre si, hay que salir y entrar hacia el recinto inferior, o subir hacia la zona central. Hay muchas montañistas de piedras, que pienso que pone.la gente para dejar su marca. Yo hice una pequeña. Hay bajorrelieves, pero en tanto follón me fue imposible seguirlos por la guía, así que nos limitamos a ir viéndolos según los encontrábamos.
Como este templo es uno de los importantes del circuito pequeño, está lleno de gente, de chinos y japoneses, los chinos escupiendo, a pesar de que es un templo y hay Budas dentro con ofrendas. Es un poco agobiante, porque en la zona central se acumula mucha gente. Hay unas cuantas personas disfrazadas con trajes camboyanos de baile para que les hagan fotos. La gente se subes todas partes, aunque no se pueda. Muy plastas. Los chinos y los japoneses se hacen fotos ellos haciendo el chorra y pienso que el templo les importa un rábano.
Salimos de allí un poco hartos de chinos y nos fuimos en el tuktuk a Baphuon, que no está muy lejos. Este es un templo piramidal, impresionante, del S XI. Su forma representa el Monte Meru, morada de los dioses. A él se llega por un camino procesional. Yo llevo camiseta de tirantes y un chal que cogi para el fresco del amanecer, pero están diciendo a la gente que se cubra los hombros.
Subimos por unas escaleras muy empinadas. Alcanzamos el primer nivel, que recorrimos en su perímetro, casi todo el tiempo por corredores cubiertos. Los corredores y puertas son estrechos, porque los angkorianos no dominaban la técnica del arco, y se limitaban a ir colocando las grandes piedras una sobre otra, formando una cavidad para permitir el paso, pero no podían soportar mucha obra por encima. Así que estos corredores son uno de los pisos de la pirámide, seguimos subiendo a los pisos superiores, hay algunos bajorrelieves y dinteles tallados. Bajo nosotros, vemos la entrada principal y el paseo procesional. Hay un grupo grande de indios, algo escándaleras, todo tíos.
Llega el momento de bajar por la escalera de madera. Cada uno baja como puede. El indio que va delante de mi me dice que me de la vuelta y baje la escalera de espaldas, igual que él. Eso hago, y la bajo sin problemas. Muy cómodo.
El camino nos lleva por el recinto real, que antes era palacio, hasta un templo llamado Phimenakas, también piramidal, y bastante dañado. Se puede subir, pero no lo hicimos porque no hay nada que ver. . Lo que nos ha parecido más bonito es el color rojo de la piedra Los bajorrelieves no se conservan El siguiente templo es Preah Pallilay, mucho más chico, piramidal también.
Pasamos hacia las terrazas, viendo los muros del recinto a nuestro alrededor. Hay dos terrazas que se continúan. Son escaleras de acceso al recinto. Una parte se llama del Rey Leproso y la otra de los Elefantes. Por todo el contorno hay bajorrelieves con elefantes, danzantes, y esculturas de elefantes y las del rey leproso. Es una construcción no muy elevada, unos 7 m, pero bastante larga. Se utilizaba para ver desfiles, para las apariciones del rey, etc.
Buscamos a Bohn, para irnos a comer algo antes de seguir, pero nos costó un poco dar con él y es que habíamos salido por una escalera diferente a donde estaba él. Nos lleva a comer fuera del recinto, saliendo por la Puerta de la Victoria, cerca de Ta Phrom, pero antes Pasamos por varios templos. Uno es Thommanon, un templo pequeño, pero precioso, con un camino procesional, y preciosos pabellones, muy labrados y bien restaurado. El otro está enfrente, se llama Chay Say y es casi tan bonito como el anterior. También pequeño, quizá no tan trabajado pero adorable. Pasamos por Ta Keo, que está muy roto, y fuimos a comer.
Con el madrugón estamos bastante cansados. Nos planteamos si seguir o dejarlo, porque nos queda un montón que ver hoy. Finalmente, tras comentar la jugada con Bohn, decidimos ver Ta Prohm después de comer y dejar para mañana Angkor Wat, visitando otro templo más alejado.
Ta Phrom es el templo típico de película, con montones de árboles devoradores donde los chinos hacen fila para hacerse la foto. Pero el templo es muy bonito. Es del estilo de Preah Khan, de la misma época, pero Ta Phrom lo dedico Jayavarman VII a su padre. Tiene también corredores, patios y capillas, está en restauración y, como he comentado, está metido en la selva, aunque han cortado muchos árboles. Aún así tiene el aspecto surrealista de estar devorado por las raíces. Además es agradable visitarlo porque está en sombre, lo cual se agradece que no veas...
Nos marchamos al hotel a darnos un baño para descansar. Como hoy hemos comido, no tenemos prisa por salir a cenar y un baño nos viene de perlas. Más tarde hemos salido a dar una vuelta y buscar donde tomar algo. No nos apetecen mucho los insectos: cucarachas, saltamontes y culebras que venden por la calle y yo tengo las tripas algo revueltas, así que hemos ido a un restaurante de todo tipo de cosas, The Red Piano, para no andar haciendo experimentos, y he pedido pasta. Nos han puesto la cerveza fría, con lo que han ganado muchos puntos, aunque la comida es normalita.
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