jueves, 5 de julio de 2018

MEMORIA DE PACO

Voy a publicar aquí la despedida que hizo a mi padre su primo Emilio Moratilla en su funeral.

MEMORIA DE PACO 
EMILIO MORATILLA

 Queridos todos: Hace solo unos pocos meses ofrecía yo a Paco, en la ocasión de su noventa aniversario, mi primer conocimiento suyo en los ya lejanos años de mi niñez.

Joven entonces, cultivado y fraternal –así le recordaré siempre- continuó siéndolo durante toda su larga vida. La inevitable distancia no enfrió esa relación de fraternidad, se afirmó con el paso del tiempo en nuestras espaciadas coincidencias. Permitidme evocarlo hoy brevemente.

Convivían armónicamente en él dos fuerzas: lo racional, reflexivo y lo cordial afectivo, más perceptible lo primero. Lo decían su conducta nunca improvisada ni alterada, su ritmo vital pausado, el gesto contenido. La “vox populi”, es decir, nuestros mayores –padres tíos y allegados- repetían con frecuencia: “Paco ha sido siempre un niño….” o “es un joven muy juicioso”, o sea, serio, laborioso y obediente: Norma ideal de comportamiento para la mentalidad de aquella generación angustiada ante el oscuro porvenir. Esta madurez precoz y su sólida formación académica en el campo mercantil –era profesor en esa especialdiad- le llevaron muy pronto al desempeño en la empresa de los cargos de mayor responsabilidad. Parco en palabras, era ejemplar en sus conversaciones la ausencia de apasionamientos extrremistas, comentarios hirientes o señalamientos despectivos; prevalecían en ellas más que el desaforado partidismo al diálogo, la mesura y la ecuanimidad. Una de sus cualidades que más me impresionó siempre fue su decoro en el uso del lenguaje coloquial, limpio de expresiones malsonantes, términos soeces y vulgarismos tan frecuentes en ese registro lingüístico, signo todo ellos de una pulcritud tanto interior como expresiva. Este aparente predominio de los racional reflexivo no implicaba frialdad o deshumanización. Enemigo de todo exhibicionismo y celoso en la salvaguardia de su intimidad, solía esconder sus emociones y sentimientos velados por su natural recato. Hemos conocido ahora su dedicación a actividaes sociales mantenidas destro de la discreción.

Al cultivo del espíritu dedicó Paco gran parte de su tiempo de ocio repartido entre lecturas y visitas habituales a las exposiciones culturales de todo género frecuentes en Madrid. En sus comentarios desenfadados afloraba una gama de valoraciones que, además de confirmar su familiaridad con esas materias y su peculiar sentido crítico revelaban a la vez un rico mundo interior. Amó con un amor hondo de cauce oculto, lejos de la tópica sensiblería superficial, a Mari Carmen, mitad de su alma, a la que adoró presente y ausente; y esa ausencia fue presencia fiel en las horas de añoranza que le traía la soledad. El cariño y la solicitud de sus hijos y nietos llenaron desde entonces su mundo afectivo. Le emocionó de modo especial el homenaje que éstos le dedicaron en su noventa aniversario. Fue esta ocasión el último de nuestros encuentros. Distendida, lúcidamente que recordándome algunas de las secuencias más emotivas de su dilatado vivir. Esa fusión armónica de mente y corazón reflejaba así una imagen equilibrada de templenza y bondad, figura humanísima que pasó por nuestras vidas sencillamente recorriendo su larga jornada con una cásica serenidad. Ahora que nos ha dejado le deseo la suprema bienaventuranza. Que el acto que hoy celebramos no sea antesala del olvido, sino memoria perenne de su inolvidable personalidad. Emilio