martes, 4 de octubre de 2016

QUILOTOA


3/10/2016 QUILOTOA

Nos hemos levantado para ir de excursión pero no sabemos donde. Depende de las nubes por si vamos al Cotopaxi o a Quilotoa. Pero está totalmente cubierto, así que al bajar a desayunar nos dice Enrique, el dueño del hotel, que nos lleva él a Quilotoa y a algún sitio más.

Intentan prepararnos un desayuno pantagruélico, pero rechazamos varias cosas porque nos parece demasiado. Pero nos han traído sí o si, una ensalada de frutas con yogur, té, huevos revueltos y pan. No hemos querido ni jamón, ni queso, ni mantequilla ni mermelada.

A las 8 nos vamos de ruta, con una prima venezolana de Enrique, que ha venido a pasar unos días de vacaciones.

Primero hemos ido a Pujili, un pueblo cercano, que fue destruido en gran parte por el volcán, pero quedó intacto el centro histórico. Hemos entrado en el Ayuntamiento y visto los retratos de personajes nacidos allí, entre ellos, un presidente de la República. Hay muchos sin fecha de defunción, nos hemos dado cuenta de que deben ser añosísimos y pasamos el viaje con la coña de que los ecuatorianos no se mueren nunca.

Al salir hemos visto un desfile con la música de la Mama Negra, pero era sobre la limpieza. Los niños llevaban escobas, recogedores...desfilaban basureros, camiones de basura, etc. Hemos tenido que esperar a que acabaran para poder sacar el coche. Nos comenta Enrique que en Latacunga celebran la Mama Negra 5 veces al año, pero la más importante es la de Noviembre.

Hemos ido hacia Quilotoa pasando por Tigua, donde hacen máscaras y pintura naif, muy colorista. He comprado un par de imanes. A Juanjo le gustan las mascaras, pero es muy pronto en el viaje para ir cargando con bultos.

Hemos visto una piedra enorme lanzada por el volcán. Es impresionante. Te imaginas verla caer?. Estaba bastantes km del volcán. El lanzamiento tuvo que ser increíble.

Nos hemos enterado de que el problema de Latacunga con el Cotopaxi es el curso del río por la avalancha que se produciría por el deshielo.

Paramos en el cañón del río Toachi, que es muy largo y de una profundidad de unos 150 m, pero es un lugar impresionante y extraño.

En uno de los pueblos por los que pasamos, que no era muy grande, vemos que han hecho un cementerio enorme con muy pocas tumbas y nos preguntamos para qué quieren un cementerio tan grande si la gente de aquí no se muere nunca...

Hemos seguido hasta la laguna, que es el cráter del volcán Quilotoa y, tras asomarnos al mirador, hemos recorrido el sendero que pasa por el borde del cráter. Hay unas flores azules muy bonitas, que se dan un aire a las de la lavanda. Otras rojas y he reconocido una planta tipo líquen que vimos en el Nevado del Ruiz. Al fondo se ven los picos Ilinizas, cuando las nubes nos lo permiten.

La laguna es de color verde. Abajo hay unas casetas donde alquilan Kayaks, pero la bajada y la subida son de órdago. Así que seguimos por el sendero del borde. Yo no he llegado hasta el mirador que está volado sobre el cráter porque había una bajada peligrosa y no me apetece. Luego resulta que había un camino normal y podía haber ido por el otro, pero Enrique no conocía ese camino y han bajado por el malo y subido por el bueno. Bueno, regular, porque la subida de todas formas es fuertecilla y han subido resollando.

Hemos vuelto al coche y tomado fruta, agua, cortezas y chips de plátano y hemos continuado el camino hacia Chugchilan. La carretera es muy buena, como todas, pero hay  bastantes desprendimientos. Enrique nos ha llevado a la posada de un amigo suyo. Es un sitio precioso. Nos han invitado a un jugo de moras riquísimo y fresco y hemos estado de palique con el dueño, un tipo tranquilo y amable.

Volvimos por el mismo camino, que da a un paisaje muy escarpado, con el cañón, quebradas, bosques, ríos...muy bonito. Y vemos muchos picos por todas partes. Paramos en una cabaña donde crían cuyes. El dueño habla quechua y un español poco inteligible.

La cabaña se parece a una palloza, con el techo de paja, y un suelo lleno de paja por donde andan montones de cuyes. Hay una cama elevada sobre maderos y utensilios colgados por todas partes y en huecos en la pared. Está la hija del dueño con un niño pequeño en una especie de tacataca y pienso que no tienen ningún trabajo en limpiar. Supongo que a cada tanto cambian la paja del suelo y recogen las deposiciones de los cuyes para abono.

Están construyendo otra cabaña donde van a montar un negocio de asado de cuy junto a la carretera. Así los venden asados, además de al natural. Cada cuy vale 10 dólares. Las hembras jóvenes paren camadas hasta de 4 o 5, pero las mayores van teniendo camadas más pequeñas. Los alimentan con alfalfa y dicen que son comida sana y afrodisíaca., pero no convenzo a Juanjo para probar uno, porque su abuela los tenía como mascotas y le da cosilla.



Al salir he tenido que preguntar qué nos quería decir el hombre cuando ha cogido un cuy y se lo ha pasado por el cuerpo. Me explica Enrique que los utilizan para hacerse una "radiografía". El chamán les pasa el cuy por todas las partes del cuerpo mientras reza. Luego abre el cuy y localiza en su cuerpo el mal que tiene la persona "radiografiada". Nos indican que si el paciente es varón le radiografían con un cuy macho y, si es una mujer, con una cuya, porque analizan genitales y todo.

También nos ha enseñado el hombre - que tiene cerca de 70 años y un sólo diente- un castillo con tubérculos. La mayor parte son patatas de distintos tipos, pero también hay otros tubérculos. Una de las papas tiene forma de boñiga. De una de ellas nos dice que es para la próstata. Algo de eso nos había contado Enrique antes, y creo recordar que, en Perú, nos hablaron de cocción de cáscara de patata, si no recuerdo mal, para prevenir el prostatismo.

Hemos vuelto a Latacunga a la hora del atasco, nos hemos dado una ducha y hemos observado que vamos todos quemados.

Anda que cómo te has puesto
Pues mira que tú...

Pensamos que ha sido del aire, porque sol no ha habido gran cosa. Pero yo tengo achicharrado el escote y la nuca, aparte del careto. Juanjo la calva, aunque llevaba sombrero!! y la parte de la cara que no tiene barba, Andrea la cara, y Enrique está como una langosta.

Hemos ido a ducharnos y a comer algo. La Mama Negra sigue danzando por las calles, esta vez las más cercanas al hotel y Enrique no ha podido meter el coche en el garaje hasta la noche, porque habían vallado las calles.

Había leído que algunos de los que procesionan pillan a los incautos y les espolvorean aguardiente para purificarlos. Hoy he visto que han cogido a una madre y su niña que iban a cruzar por medio del desfile y les han empezado a pasar ramas, como para hacerles una "limpieza".

Hemos acabado en pizzería, porque han cerrado ya muchos establecimientos y nos hemos ido a descansar, que el día ha sido intenso.

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