Hoy nos vamos al volcán Cotopaxi, aunque no se ve una m...está nublado, muy cubierto. Pero nos levantamos temprano -yo me he despertado a las 4:30, aún no consigo dormir del tirón- y esperamos un ratito después del desayuno a que llegara nuestro guía. Nos despide Enrique y nos presta unos bastones para caminar, porque tenemos que subir al refugio.
Nos montamos en una pick-up, con el guía Antonio y avanzamos hacia el parque natural del volcán, por su cara norte, a ver si hay suerte y está más despejada. Pero qué vaaa, está totalmente cubierta.
Nos registramos a la entrada, tomamos un té de coca, porque vamos a estar a mucha altitud, y pasamos por el centro de interpretación, que aún estaba cerrado, así que nos encaminamos a la laguna Limpiopungo donde hay patos, fochas andinas...entre la fauna de la zona hay pumas, venados, unos felinos pequeños que llaman chucuri y rapaces como el caracara.
La vegetación va variando según subimos. En la parte baja, el parque es frondoso, pero luego va cambiando a Páramo y finalmente a cero patatero. Puro desierto. Latacunga está a 2800m. La laguna a 3800, y dimos un paseo a su alrededor para aclimatarnos. Una pena que estuviera nublado, porque teníamos el volcán delante de nuestras narices, pero sólo veíamos nieve a trozos. Nos dimos cuenta, de repente, de que estábamos mirando muy abajo, que la cima estaba mucho más arriba y conseguimos verla un momento.
Subimos con el coche hasta el parqueadero, a 4500 m y allí cogimos bastones, nos pusimos la ropa de más abrigo y echamos a andar. Hay que salvar 300 m para llegar a los 4800 m, donde está el refugio, pero el esfuerzo, a causa de la altitud, es importante. Te ahogas. Yo ya avisé de que tardaría más que la media y subí a mi ritmo, pero Juanjo y Antonio estaban cerca, para esperarme. Al final tenía un poco de mareíllo y los últimos metros se me hicieron larguísimos. Además, empezó a granizar. El recorrido dura una hora, en teoría, pero tardamos algo más. Antonio sube en 15 minutos. Va casi todos los días, acompañando a turistas incautos, como nosotros. Subímos por un sendero poco empinado, en zigzag
En el refugio tomamos un chocolate caliente, para reponernos, y descansamos un rato. Pensamos que había dejado de granizar pero qué vaaaa, al ir a salir vimos que estaba granizando, incluso con algo de ventisca. Nos hicimos la foto correspondiente para que quedara constancia de que habíamos llegado al refugio. Hay gente que sube al glaciar pero, desde la reactivación del volcán el año pasado, de momento no permiten la subida al cráter. El año pasado, nos cuenta Antonio, hubo una lluvia de ceniza que duró una semana y no podían salir en coche. En la Panamericana hay letreros que avisan de Zona de Caída de Ceniza, encienda los faros.
La bajada ha sido por el camino corto, muy arenoso y empinado, pero no lo bajamos mal, aunque Antonio llevaba un ratito esperándonos cuando llegamos. No ha parado de llover en toda la bajada y ha hecho frío. Llegamos chorreando y con frío.
Bajamos en coche hasta el centro de interpretación, que no tiene mucho interés, aunque me ha gustado la referencia a que el Chimborazo es el punto del planeta más cercano al sol.
Al llegar a la entrada, vemos que empieza a despejarse algo el volcán. Maldita sea....aunque Juanjo supone que no durará mucho, como así ha sido, efectivamente. Las nubes siguen cubriendo casi la totalidad, aunque a veces podemos verlo casi entero.
Nos hemos ido a ver una piedra que tiró el volcán en la erupción del S XIX, una cos enorme. Me han retratado junto a ella y tengo que avisar que estoy en la foto, porque apenas se me ve. Tras ella se ve al Cotopaxi, tan campante después de haber lanzado semejantes bolos. Le pregunto a Antonio si alguien ha calculado su peso pero no lo sabe. Desde luego, un chorro de toneladas.
Volvimos al hotel, a despojarnos de nuestras vestiduras llenas de polvo. Juanjo se ha ido a una barbería a cortarse la "melena" y la barba y ha vuelto enseguida. Hemos descansado un ratito, nos hemos duchado y hemos ido a comer a un grill que está frente al anuncio del despacho de abogados de El Justiciero de Cotopaxi, que me fascina. Luego hemos vuelto al hotel a descansar, escribir, escuchar la radio....la verdad es que estamos somnolientos tras el cambio de presiones y el esfuerzo de la caminata
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