DIA 70
27/DICIEMBRE/2014 ROYAL NATIONAL PARK
Hemos salido temprano a visitar el Parque, que parece ser uno de los mejores de Australia pero antes, hemos comprado comida para pasar el día.
De entrada, hemos pagado una cuota por entrar con el coche, en el Centro de Información, donde hay una mujer que está para todo, así que no podemos entretenernos mucho en preguntarle cosas, porque hay fila. Nos entrega un mapa del parque y nos marca unos cuantos sitios.
Nos hemos asomado al lago que hay a la entrada, donde hay gente sacando bardas de remo y Kayaks. Luego hemos ido recorriendo la costa, visitando playas y acantilados. En el primer punto que hemos visto, hay una playa prácticamente cercada por una barrera de tierra, formando casi un lago, donde la gente se baña en agua clara, A esa playa baja, además, un río. Fuera de la barrera, el agua bate con fuerza los acantilados, casi tan espectaculares como los que vimos ayer. Hay mucha gente que se ha situado junto a las barbacoas, cargados de comida y bebida, dispuestos a pasar el día. Las barbacoas son gratuitas. En realidad son planchas de cocina. Se encienden apretando un botón y nos han dicho que luego la gente las deja limpias como las encontraron. Por supuesto que, además, hay servicios con papel y lo necesario.
La gente que llega más tarde anda loca buscando una barbacoa libre. Hemos visto una familia que va con un colchón, otros llevan carpas, mantas....hay gente de todas las razas y vestimentas. Es bastante curioso.
Fuimos a hacer una caminata por el bosque. Es un recorrido circular. A la entrada ponía que duraba dos horas y media. Decidimos hacerla para acabar a la hora de comer. El recorrido es bastante fácil, por dentro de un bosque que a menudo es bastante frondoso, con helechos. Hemos visto un pájaro lira, con una cola larga, no muy grande. Hemos sido afortunados, porque parece que no es fácil verlo. El sendero es fresco, bastante llano, de los que a mi me gustan. Recorremos una ladera y por debajo hay un pequeño río que a ratos muestra escenas bucólicas, con árboles caídos, cascadas, el sonido de los pájaros y una vegetación frondosa. Cierto que los grandes helechos dan un aspecto prehistórico a los paisajes.
Recorrimos el sendero en hora y poco. Es la primera vez que hago un sendero en menos tiempo del marcado pero la verdad es que, como era fácil, hemos ido deprisa, para que nos diera tiempo a más cosas.
Después fuimos a la playa Garie. Una playa abierta, con mucho oleaje y surfistas. Juanjo subió a un promontorio para hacer fotos y el cabra. Yo le acompañé por la playa, pero me di la vuelta al ver que era bastante empinado y que hacia mucho calor. Fui a buscar un sitio a la sombra para comer y tuve suerte de encontrar una mesa de picnic que, si bien no tenía vistas a la playa, estaba apartada y a la sombra. Me puse el bañador y un pareo para refrescarme. Habría ido a remojarme, pero Juanjo no llegaba y tenía preparados los sándwiches, unos tomates...y no era fácil que me encontrara, así que iba a ver si los divisaba -anda jaleo, jaleo, ya se acabó el alboroto...- encontrando, en su lugar, un grupo de chicos españoles a quienes estuve tentada de decir que si veían un tipo con barba y gafas, me lo mandaran a comer.
Juanjo apareció con los zapatos en la mano. Había metido los pies en agua. Yo hice lo mismo después de comer. Iba a ver si me bañaba o qué, pero quedó en o qué, porque el agua estaba fría y las aguas eran violentas. Buenas para surf, malas para baños. Pero al menos he metido la patas en el Mar de Tasmania, que no lo había catado.
Seguimos recorriendo la Grand Pacific Drive, parando en miradores, como Governor Game, desde donde veíamos acantilados. Paramos también en el mirador Lawrence Hargrave Memorial, desde donde hay una vista fantástica de la costa, repleta de acantilados y desde donde vimos un montón de Parapentes que llenaban de colores el cielo. La vista de los acantilados llegaba hasta Illawarra, donde hay unos acantilados desmesurados. La carretera acaba pasando por fuera. Han hecho un puente que recorre los acantilados por fuera, sostenidos por pilotes asentados en la base de los acantilados. Hay un pasillos peatonal por el exterior, y aparcamos el coche para recorrer un tramo y ver los acantilados desde esa perspectiva, porque yo los iba viendo pero el conductor se los estaba perdiendo, ya que la carretera es para prestarle atención. Ahora bien, que viendo los restos de la antigua carretera, pegada a las montañas, debías ser, en verdad, temerosa.
Continuamos por la carretera pegada a la costa todo lo que pudimos, hasta que tuvimos que reincorporarnos a la carretera principal. Se nos estaba haciendo un poco tarde, así que fuimos directos al albergue de Wollongong, donde nos dijeron que no había sitio. Vaya KK. Tiene buena pinta. Fuimos a la oficina de Información, donde llegamos un minuto antes de que cerraran. Mientras atendían a un coreano, cargué con mogollón de folletos, y luego la chica busco posibles alojamientos en Wollongong, pero estaba todo lleno. Los pueblos cercanos, como Shellharbour, tampoco tenía sitio, así que volvimos al Hosteling y pedimos que vieran si en Corulla había disponibilidad. Si que había, así que hemos vuelto atrás y dormido en la misma habitación por el mismo precio. Pero hoy no nos libra nadie de una cena en condiciones. Hemos ido a un restaurante a comer carne. Una cena decente, solo perturbada por un guitarrista que tocaba algo fuerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario