Tenía una tarde a un paciente operado de una vesícula la noche anterior (acuérdate que la "vezícula ez ezo que ze lez quita a lo marrano"). El señorín, aparte de estar adornado de un hermoso color amarillo, era bastante sordo.
Cuando entré en la habitación se empezó a quejar. Su mujer estaba por ahí, de cuerpo presente
- Que tengo la boca mu zeca y me rahpa por aquí (se señalaba hacia la garganta). ¿No puedo beber ná?
- No, no puede, pero puede enjuagarse la boca
- Zajoga – me dijo su mujer
Claro, yo entiendo que tú lo ves así, escrito, y entiendes perfectamente lo que la señora decía, pero entre que el señor tenía una cara de agobio que pa qué y un acento cerradito, y yo una prisa loca, y un trabajo de chinos, pues una mierda iba a entender algo y me quedé de piedra. Entonces pensé que no me había explicado bien y le conté cómo hacerlo, eso sí, a voces, para que el señor me entendiera.
- E que majogo –dijo el señor
Total, que lo siento en la cama, para que no sajogue, me doy la vuelta para ir a por algo y me lo encuentro vomitando
- Que ma dao anguttia
- Bueno, tranquilo, que ahora le pongo algo. Eso es de la medicación
- Ya, ya zé, la aneztezia, que tendré que echarla
Ya sabes….Pero yo no discuto, y me imagino que tú tampoco, así que le puse un antiemético.
Vuelvo al poco y me lo encuentro sentado en la cama con cara de agobio. Me dice un chico que estaba con él
- Le han dado alucinaciones
- Pero, ¿cuándo le han dado alucinaciones, si he estado con él todo el rato?
- ¿Ve uzté la barra de la cama?. Pue hacen azí, azí, y dan güerta ¿lo ve uzté? – me dice el enfermo
Total, que se ve que el Adolonta (que no quita el dolor, pero atonta, como ya te conté) le había sentado como el culo.
Se pasó la tarde entera sentado bien derecho en la cama, por si sajogaba. Yo no hacía más que preguntarle si estaba cómodo, porque tenía pinta de estar incomodísimo.
- Déjelo, déjelo – me decía- no zea que me de otra vez anguttia
Al final de la tarde me insistía en la sequedad de boca. Como aquí no hay esperancitas y tenemos material variado, salvo error u omisión, le di politos de esos que sirven para refrescarse la boca.
Me decía que seguía igual y le dije a su mujer que podría traerle un enjuague bucal por ver si con eso le iba mejor, o si acaso, como la molestia la tenía en la garganta, le pregunté
- ¿Sabe usted hacer gárgaras?
Mira, levantaron la cabeza de repente todos los que estaban en la habitación, con cara de no entender nada y se quedaron mirándome todos callados. Los parientes del paciente en cuestión y los de al lado. ¿tú sabes esa sensación de que se te queden todos mirando, todos callados, como si hubieras dicho vete tu a saber qué, y tú diciendo ¿qué habré hecho?. Pues eso. Así que renuncié a dar más explicaciones, les llevé un sobre de enjuague y a correr.
Luego le pregunté a Juanjo si hacer gárgaras se llamaba por aquí de otra forma.
- ¿Le has mandado a hacer gárgaras?
- Joé que no es eso, hay que fastidiarse, pero me parece que no me han entendido
- No, pues no sé que se llame de ninguna otra manera
Total, que así quedó la cosa
Acabé el puente haciendo un doblete tarde/noche, y a eso de la una de la mañana me trajeron de Reanimación a un señor operado de apéndice. Me dijo que estaba algo molesto, pero ya le habían puesto en La Rea toda la analgesia que tenía, excepto la morfina. Y eso le dije.
- Mira, si estás muy molesto, te pongo morfina, pero lo mismo te sienta mal
- No, no, no me pongas eso, que aguanto
- Vale, vale, pero si tienes dolor, llámame y te doy un chute bueno
- No, no, -me decía- no me pongas eso, que no soy un ninfómano
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