Esta palabrilla me dejó pensativa, aunque me hizo gracia la primera vez que la escuché.
Recuerdo que fue el pintor que vino a casa en las primeras reformas, o apaños, hace ya unos trece o catorce años, aquí donde nos ves. En realidad no es un pintor al uso. Es "el blanqueaó", como le llaman aquí.
Se dedica, básicamente, a encalar casas, pero tiene un arte especial para técnicas ya en desuso, como la imitación a la madera, o pintura a la cerveza, que se hace con almagra roja, amarilla, cerveza y barniz. Pero hay que tener cierto arte para darle el toque madera al dibujo, o hacer un dibujo en condiciones.
El blanqueaó tenía, además, la ventaja sobre otros pintores en que su tarifa era bastante barata. Eso sí, dependía de si incuía dieta o no. Si incluía dieta, te cobraba más barato, pero había que darle desayuno y comida. Si no, te cobraba el precio de un menú de bar y algo más por el desayuno.
Mª Jesús, la mujer de Juanico, me recomendó la opción de darle de comer
- Te interesa más -me dijo- porque come muy poquillo. Tú le das un vasillo de vino, que le gusta, pero luego come muy poco. Conque procures tener una botella de vino, es suficiente.
Total que eso hacíamos: llegaba temprano, empezaba a pintar y a eso de las 10 decidía que era hora de desayunar. Entonces sacábamos vino, chorizo, tocino o los embutidos que tuviéramos, y pan calentito recién traído de la panadería. Comprábamos todos los días una botella de vino Costa, que es el vino local, de alta graduación, en una botella de litro y medio o así. .Claro, lo que pasaba era que a esas horas teníamos más hambre que el perro de un ciego, así que nos poniamos como el chico del esquilador. Untábamos el pan con ajo, le echábamos aceite y lo acompañábamos de los embutidos. Un asco.
A partir de la hora de la comida en que, efectivamente, Luis comía poco, pero bebía bastante, le dejábamos la botella de vino en una mesa, con un vaso, y él se lo iba administrando. A medida que bebía empezaba a cantar, y a trabajar más deprisa. Eso no significa que lo hiciera peor -al contrario- pero nosotros, que íbamos precediéndole tapando suelo,con cinta carrocera y papel de periódico y luego destapando, no dábamos abasto. Porque pintar, pintaba bien, pero dejaba todo hechito una pena. A este tipo le he visto yo pintando la fachada del hotel de La Rábita con un palo y una escobilla desde el suelo, sin subirse a nada. Y le quedaba bien. Mi amiga Llanos se debió quedar con la historieta, porque me habla del pintor "del vinito". Efectivamente, es un pintor que funciona con vino.
A él le escuché la palabra esmayaíco, hablando de un perro, me parece. Inicialmente, me lo quedé mirando con curiosidad, pero por el contexto no tenía pérdida. Hablaba de que si tenía hambre el animal
- Estaba esmayaíco -dijo- y a mí me hizo gracia la expresión
Hoy me he acordado porque estaba trabajando y La Mamica en algún momento ha dicho
- Estoy esmayá
Así que ha parado a tomarse algo
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