martes, 29 de marzo de 2011

MEDITACIONES EN PRAGA

El mes pasado estuvimos en Praga, pasando unos gélidos días de Febrero. Está cantidad de cambiado desde que estuve hace ya más de veinte años, aquí donde me ves!!

Fuimos a pasar una noche en Carlsbad. Viajamos hasta allí en tren, viendo lagos helados, ríos sobre los que caminaba gente...

Yo estaba malita para aburrir, ya que no tuve mejor idea que pillarme un fiebrón el día antes de salir. Tan pocha estaba que me perdí en la T4  como una imbécil y me anduvieron llamando por los altavoces.

A mediodía me tenía que meter un rato en la cama, a echar una siesta, porque no aguantaba todo el día de pie, y por la nohe nos acostábamos temprano porque, la verdad, no apetecía andar por la calle a 16º bajo cero

En uno de esos momentos en que estaba tan hecha cisco, con los pulmones llenos de mocos, semisentada en la cama para respirar mejor y toser menos, con un montón de cojines en mi espalda -me encantan las camas llenas de cojines y en ese hotel  (Mamaison Riverside) las había- me acordé del cuadro de  Isabel la Católica cascando,  o sea, del Testamento de la buena señora, de Rosales, y pensé lo siguiente:

Cuando vaya a morirme voy a pedir que me pongan cantidad de cojines detrás. Ya que tiene una que cascar, que al menos que sea de forma elegante y, que quieres que te diga, me parece mucho más elegante estirar la pata sobre cojines que tirada en supino.

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