DÍA 50
7/DICIEMBRE/2014 RECORRIENDO LAGOS
Hoy es domingo. La previsión meteorológica era que hoy llovía, y el lunes hará sol, exactamente al contrario de lo que ocurre habitualmente, que es que los domingos, día del sol, no llueve y los lunes hace peor, porque son lunes.
Como manda la lógica, ya que los meteorólogos no tienen ni idea, el sol estuvo brillando desde primera hora. El lago esta precioso.
Tras el desayuno nos encaminamos a Wanaka. También en ese lago la visibilidad es buena y podemos contemplarlo con el marco de las montañas, algunas con nieve, que lo circundan. Hay una playa en el pueblo muy tranquila, con vista al algo y montañas, con árboles en el paseo de acceso, y algunos sauces que caen hacia el agua. Hay un pequeño riachuelo rodeado de vegetación que desemboca en el lago. Un sitio mágico.
El pueblo no es muy grande, es tranquilo, básicamente con alojamientos y restaurantes. Las casas están lo suficientemente alejadas del paseo que rodea al lago, separadas por la carretera.
Hemos pasado un buen rato en la playa, haciendo fotos, contemplando el paisaje, cada uno a nuestro aire, disfrutando de la vista. Yo recordaba Wanaka como un sitio bonito, y con un enclave precioso y no me ha defraudado.
A media mañana nos dirigimos a Queenstown. Está situado en las orillas del lago Wakatipu, un enclave absolutamente divino. Antes de llegar hemos parado en un par de miradores porque las vistas del valle que desemboca en el lago son fantásticas.
Queenstown es una ciudad más concurrida. Es la capital de la aventura, de los deportes de riesgo. El Bungy jumping, lo que en España llamamos Puenting, se inventó en Nueva Zelanda. La verdad es que los kiwis están bastante locos, a pesar de su aspecto tranquilo. La ciudad está abarrotada de tiendas de deportes, de agencias para hacer todo tipo de chaladuras. Ya era así la vez anterior y, como la recordaba. Situada en un sitio divino, pero demasiado bulliciosa.
Pasamos por el aeropuerto porque los de Jucy tienen un barco para el Milford que nos sale bastante barato, en comparación con los demás, y nos hacen mitad de precio al conductor por tener el coche alquilado con ellos. Elegimos el primero de la mañana para tener más tiempo por la tarde, aunque su precio, más bajo que los demás horarios me hace sospechar que pueda haber menos visibilidad. Pero hoy el día estaba despejado desde muy temprano, y decidimos arriesgarnos.
Hemos ido a comer a la orilla de lago, pasada prácticamente toda la ciudad, en un sitio tranquilo, con buenas vistas de las montañas que nos rodean, la cadena montañosa de los Remarkables (no es coña, se llaman así) y del lago Waikatipu. Frente a nosotros veo una península que recorre buena parte del lago. Veo en el mapa que son los Jardines de Queenstown y decido que vayamos allí después de comer para ver desde allí todas las márgenes del lago. Además, parece que tiene senderos para pasear y está muy arbolado.
Leo en la información sobre Queenstown que aquí rodaron los del Señor de los Anillos parte de las escenas de Lothlorien y que el río Kawarau, que desemboca en el lago es en el que rodaron las escenas del río Anduin y los Argonaths.
Llegamos tras la comida hasta los jardines y los recorrimos por la orilla del lago, llegando hasta la zona peatonal de Queenstown para tomar un helado. En la playa hay muchísima gente tomando el sol y varios chicos ensayando caminar sobre cuerdas tendidas entre los árboles. Hay un ambiente dominguero, como corresponde.
Tenemos tiempo de avanzar hasta Te Anau y quizá al Milford Sound, así que, tras zamparnos el helado, volvimos a coger carretera y manta para llegar a Te Anau, al menos. De Te Anau al Milford hay dos horas de camino, y el barco sale a las 9:15
Avanzamos sin problemas, por lo que nos desviamos a Manapouri, que está próximo a Te Anau, y es donde se encuentra el lago de donde sale el Doubtful Sound, el que nos recomendaba que navegáramos el hombre del camping de ayer. El lago parece bonito y vemos la entrada del fiordo. La verdad es que, más que un fiordo, es un canal, porque no sale al mar. Es un estrechamiento del mismo lago entre altas montañas, que forman una especie de fiordo que debe ser bastante largo, porque hay publicidad sobre barcos que pasan tres días navegándolo, y el tiempo mínimo que he visto este 7 horas. La pena es que se ha nublado y no tenemos una buena perspectiva. Hay un hito con una roca que marca un intento que hubo de elevar los Lagos Manapouri y Te Anau para hacer una central hidroeléctrica, pero los kiwis se opusieron y consiguieron evitarlo. La roca marca el nivel al que deberían haber llegado las aguas en ese caso.
Llegamos a Te Anau, que es la ciudad donde viven los kiwis ciclistas que conocimos en el barco de Punta Arenas a Puerto Natales. Es una ciudad muy tranquila, de casas unifamiliares y calles anchas, que da al lago y es la entrada a Fiorland. Yo le había dicho a Juanjo que en Te Anau no había nada interesante y casi me atiza, porque le ha parecido un pueblo precioso y situado a las orillas de un bonito lago. Sigue nublado y la perspectiva no es buena por ese motivo, pero vemos una zona de picnic junto al lago donde podemos comer mañana a la vuelta del Milford.
No es tarde, y Juanjo está dispuesto a conducir un poco más, para dormir más cerca del fiordo. Avanzamos por una carretera de bosque, por donde estoy segura que van los kiwis los domingos en bicicleta. A unos 30 km de Te Anau está el punto donde empieza el Milford Track, que dura unos pocos días. A unos 55 km se encuentra Eglinton Valley. Allí paramos a hacer unas fotos de las elevadas montañas que nos rodean, que son de verdad impresionantes. Cruzamos después el Paralelo 45, el punto a mitad de amigo entre el Ecuador y el Polo Sur. Vemos otros puntos donde pararemos mañana. De momento, hay una gran cantidad de sitios para acampar. Plenty, le digo a Juanjo, aunque nuestro mapa solo marca dos. Hay uno muy apetecible a orillas del río, pero no hemos parados tiempo. Juanjo me dice que si quiere damos la vuelta, pero le digo que lo deje y siga adelante. Paramos en uno de los campings mas adelante, pero está atestado de coches. Entonces la cagamos Tia Maria, porque hemos pasado todos los posibles, en el Divide, que es el que nos señalaba a unos 86 km resulta que hay servicios pero pone que no se puede hacer camping, aunque hay varios coches y caravanas, y seguimos adelante, pasando por un estrechamiento importante de la carretera. El paso se va cerrando y Juanjo opina que ya no va a haber más sitios para pasar la noche, así que vimos un letrero de camping en el valle de Hollyford, y allí nos dirigimos por un camino de tierra que pasaba junto.a un arroyo. Nos sorprendimos de ver que había 7 km hasta el camping. Al llegar allí resulta que era de pago, mientras que habíamos pasado por un montón de sitios gratis. Como ya no era cosa de volverse, nos quedamos allí.
Es un sitio de locos. El tipo tiene un museo de objetos extrañísimos, y en todo el camping tiene cosas puestas como la tumba simulada de un irlandés que hacia algún deporte aéreo. Hay una señal y dos piernas con botas que salen de la tierra como si se hubiera incrustado alguien boca abajo. También hay un montón de cantos rodados en el que hay un letrero que pone Stone Henge,y un sendero que se llama Las Campanas del Diablo, lleno de helechos.
Hay muchísimos mosquitos, que nos brean, y la cocina está atestada de gente. Fuimos al comedor por huir de los mosquitos, pero era bastante incomodo y, como hoy no teníamos previsto cocinar, sino un camping de los gratis, llevábamos para hacer sándwiches.
En el baño hay poco espacio. Dos retretes y dos duchas por sexo, así que fuimos. Lo justo y salimos pitando a encerramos para escapar de los mosquitos, que han inundado también el coche al hacer la cama.
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