28/10/2016 REMONTANDO EL PASTAZA
El título es un poco rimbombante, pero es idea de Juanjo y, para una que tiene...(es broma). La cuestión es que ha pasado toda la noche con lluvia y truenos y lo que teníamos pensado hacer hoy en el Puyo, parece que no procede. En el hotel nos dicen que igual en un par de horas deja de llover, pero yo he mirado la predicción y ni de coña. Uno de los dueños ha llamado a Baños y allí han dicho que no está lloviendo. Íbamos a ir mañana pero, con este tiempo, sugiere Juanjo que vayamos hoy. Total....
Entonces hemos pedido un taxi para la terminal y nos hemos marchado cargados de impermeables. Yo no llevo nada, excepto el móvil en una funda estanca especial para poder hacer fotos con la funda puesta porque aquí, cuando llueve, no hay forma de frenar la empapadura.
Nos toca ir en la parte de atrás del bus. Le gente pasa mucho frío y no abren ventanillas ni pa dios, así que acabó medio mareada. No he podido ver mucha carretera pero observo que pasamos junto a barrancos, que bordeamos el Pastaza y que entramos en túneles horadados en la piedra, algunos bastante largos. A nuestro alrededor, cerros llenos de vegetación.
Hemos bajado del bus en Río Verde, para visitar una cascada, el Pailón del Diablo. Os habéis fijado que el Diablo es utilisimo para definir los lugares más bonitos?. En Nueva Zelanda, por ejemplo, hay mogollón de cosas que se llaman Devil tal....y suelen ser las más chulas o impresionantes.
Aquí hay que recorrer un camino que baja una montaña hasta la cascada. El sendero es muy empinado, pero está cuidado y es amplio. (No llueve) Al llegar a la cascada, hay que pagar una entrada y llegas a unas escaleras por donde bajas junto a la cascada hasta cerca de donde está la caída. Luego, si quieres, te metes por un túnel por donde hay que hacer una subida empinada y en cuclillas o casi a rastras, para pasar por detrás de la cascada y verla desde un puente colgante que está sobre ella. La gente viene chorreando. En el hotel nos habían advertido que lleváramos ropa seca de repuesto, calcetines, etc, pero no teníamos ganas de cargar con ello y no vamos a subir. Pasamos por el puente colgante que está abajo. Hay un tipo con un dron, que debe estar filmando el sitio. Pasamos el puente colgante y vimos otra perspectiva y la parte baja de la cascada, que primero cae a una pileta y, a continuación, esa pileta baja en una cascada más pequeña para continuar el curso del río.
Cascadas hay por todas partes, por toda la carretera, que se continúan en pequeños ríos que acaban en el Pastaza. Esta quizá sea la más alta, pero hay a montones. Existe una ruta de cascadas para echar el día.
Nosotros fuimos a Baños. De esta ciudad todo el mundo habla maravillas. Todos los ecuatorianos, el bielorruso de Galápagos....vamos a ver si es verdad.
Fuimos en un bus cutre, que son los que a mí me van mejor. El traqueteo no me marea, no llevan ventanillas o van con la puerta abierta...mucho mejor que los "guays". Va poca gente y vamos viendo el curso del Pastaza, algunas cascadas, puntos de tirolinas y bungee....el paisaje es bonito. No llueve.
Llegando a Baños, Juanjo dice que esto es Motril, le ha dado esa impresión. Nos bajamos en una plaza que nos ha parecido céntrica y entramos en una información turística para pedir un mapa y alguna explicación. Con la información que tenemos, vamos a ir a visitar un par de puntos cercanos a la ciudad.
Impresión de Baños?. Pues que nos alegramos de no habernos quedado. Mucho comercio y restaurante, mucho "guiri", nada interesante, sólo para ver un par de cascadas y ya. El Tungurahua no se ve para nada, porque está totalmente nublado. El bielorruso decía que se le veía humear y, en 2010, hubo chorretones de lava. Parece que no hizo daño. Vemos letreros de zonas de evacuación, de riesgo volcánico...el volcán no está tranquilo, está activo, creo que de momento está prohibida su escalada, pero no podemos ver el humito, si lo hay, a causa de las nubes. Lo vimos desde Latacunga, ese día que estaba tan despejado. No echaba humo, que pudiéramos apreciar.
Fuimos a visitar el puente de San Martín, que da a un barranco que bordea la ciudad, por donde pasa el río, al que caen cascadas desde toda la altura de la quebrada, con grandes cantidades de agua. Supongo que toda esa agua viene desde el volcán.
Después hemos ido a buscar la cascada Inés María, que está como a 2 km desde el centro. Hemos bordeado el barranco y subido un tramo. Por el camino compramos caña de azúcar para ir chupando, lo que reafirma a Juanjo en la idea de que Baños le recuerda a Motril cuando había caña de azúcar.
Nos han dado a probar un caramelo que hacen en la ciudad. Los pasteleros lo enganchan de un soporte en el quicio de las puertas de los comercios de dulces, lo estiran como una goma y van dando vueltas y más vueltas, estirando y estirando. Debe ser agotador para los brazos. Se llama melcocha y lo hacen con miel. Está muy bueno. Lo venden en tabletas. Hay muchas tiendas de caramelos. Me recuerda a Gränna, una ciudad de Suecia cercana a Jönköping, donde hice las prácticas de un master, que estaba llena de tiendas de caramelos polkagris (bastones) y parecía de cuento. Baños no parece de cuento, pero está llenita de estas tiendas y huele rico. En casi todas las dulcerías están haciendo la melcocha. También venden turrón de maní, que sospecho que está hecho también con la misma melcocha. Y cajitas con porciones pequeñas, dulce de guayaba....la perdición de un diabético.
La cascada Inés María no llegamos a verla. No creo que sea muy interesante, y hay que entrar por un sendero cerrado. Sospecho que hay que pagar en una caseta de la entrada, pero parecía cerrada. Lo mejor es una zona de rápidos que pasan por una piedra basáltica horadada por el agua, formando grietas, remolinos, agujeros y cuevas. Parecido a The Chasm en Nueva Zelanda. Se ve de camino a la cascada.
Pero me pareció algo desagradable que justo al lado hay un zoo que debe ser diminuto que anuncia leones africanos. Pienso que pobres leones...y un serpentario. O sea, lugares para no visitar ni de coña.
Volvimos a la ciudad para encaminarnos a la ladera del Tungurahua, que sigue sin dejarse ver. Allí está la cascada de la Virgen de Agua Santa. La cascada es la típica Manto de la Virgen, no muy alta y derramándose por la piedra, y abajo hay lavaderos y supongo que la gente coge agua "milagrosa". La leyenda junto a la imagen pintada de la Virgen dice que en algún momento, alguien, supongo que tras haber tomado una buena ración de Ayahuasca, vio la imagen de la Virgen entre el agua. Imagino que el alucinado vio un arco iris y se lió.
Tomamos una cerveza en un bar supuestamente suizo, decorado con vaquitas y efectos de vaquitas. Los restaurantes que anuncia la Lonely Planet son de todos los paises del orbe. Pero nos vamos a ir a cenar a nuestro hotel, aunque antes de coger el bus he tomado una Empanadita de carne en un puesto de la terminal.
Volvimos de nuevo en la parte trasera. El cobrador abrió la escotilla, cosa que agradecimos, porque venía de otro sitio, petado de gente y era asfixiante, pero tuvo que cerrarla a petición de los usuarios, que debían ir heladitos. Así que tuvimos que aguantarnos. Sigue sin llover.
En Puyo ha estado lloviendo todo el día. He cenado una sopa de Quinoa y pollo, porque no se me ha quedado el estómago nada alegre después de los viajes en bus. Juanjo se ha zampado un solomillo de no te menees.
lunes, 31 de octubre de 2016
AMAZONAS
27/10/2016 AMAZONAS
Salimos temprano. Hoy tenemos dos trayectos de autobús, que pueden llevarnos todo el día. El primer autobús que podemos coger hasta Macas sale a las 8 y ya tenemos los billetes desde ayer. Nos han dado unas botellas de agua, para un viaje muy largo.
Dormí como un leño y me he levantado bien, me apetece tomar algo, aunque poco. La mañana es más fresquita y entra aire fresco por la ventanilla la mayor parte del viaje, así que he podido disfrutar del paisaje. Vamos en dirección norte y estamos sentados a la izquierda, así que tampoco me da el sol. Todo correcto.
Así que disfrutamos viendo el paisaje amazónico. Grandes helechos, ríos, lianas, espatifilos, bromelias parasitando troncos, profunda vegetación....el autobús va en bajada, entre montañas, pisando freno casi todo el tiempo y a muy poca velocidad. El paisaje discurre entre altos picos y profundos barrancos. Uno de los picos tiene una pared vertical de piedra imoresionante. Tiene que tener un nombre. Destaca entre los demás, aunque también son altos y cubiertos de verde.
Vemos muchos tipos de palmas, algunas parecen palmas de cera, no sé si lo serán. Empezamos a ver heliconias, así que suponemos que tiene que haber colibríes. En una rotonda de uno de los pueblos hay una escultura de un indio con una cerbatana, un jaguar, una tucán, un colibrí...
Como vamos por una carretera por la selva, sube y baja poca gente del bus. Pasamos por pequeñas comunidades indígenas y, ya casi al final, suben y bajan escolares de las comunidades. Por ese motivo, no ha habido ningún "amigo lindo" vendiendo potingues o galletitas, únicamente un señor que vendía "Empanaditas calientitas, Empanaditas por si acaso" y las ha vendido todas.
Las dos ultimas horas fueron más calurosas, pero llevaderas. Llegamos a Macas a las dos y media. A las tres salía un bus para el Puyo y nos subimos a él, que iba llenito.
La idea original era quedarnos en Macas un par de días, pero no tenemos tiempo. Una pareja de "guiris" de nuestra edad, a la que hemos encontrado en varios sitios, tampoco se queda. Ni otro guiri que viaja solo. Ese saca un mapa para indicar al cobrador que quiere quedarse unos 20 km antes de Puyo.
Se nubla y llueve poco antes de llegar. Ya estaba casi anocheciendo cuando llegamos al hotel, El Jardín. Está fuera del centro, a orillas del río Puyo. Un canal del río se ha desviado para que pase por dentro de la finca. Nos dan una habitación en la parte superior, con una terraza corrida. En la de abajo cuelgan hamacas del porche. Está lleno de plantas y hay unas tinas de agua caliente, tipo jacuzzi. Sin dudar, me pongo el bañador y me meto en una tina a descansar las lumbares de tantas horas de viaje. El agua está templada y sólo sale un chorrito, pero es relajante. Veo la luz del atardecer tras la lluvia que se refleja en la vegetación que me rodea y en el edificio de madera de dos plantas donde nos alojamos. Es una construcción bonita y la dorada luz de la tarde le da un color precioso.
Hemos consultado Internet para buscar los pasos siguientes. En el hotel nos pueden dejar una noche más. Según Booking no había, pero si nos cambiamos a otra, no hay problema. Yo le había dicho a Juanjo que, si nos teníamos que cambiar a un hotel del centro y mover el equipaje, para eso me iría a dormir a Baños pero, al tener la habitación disponible, podemos ir y volver en el bus, que tarda como una hora.
Cenamos en el restaurante, que tiene fama de bueno. He tomado el plato del día, unos spaguetti boloñesa, que pienso que me irán bien para la "Guatita". Juanjo ha probado el pollo al Ishpingo, que está hecho con canela. El plato del día incluye un bizcocho de chocolate bañado en chocolate caliente, muy rico. Es mucho para mí, nos lo hemos repartido.
Salimos temprano. Hoy tenemos dos trayectos de autobús, que pueden llevarnos todo el día. El primer autobús que podemos coger hasta Macas sale a las 8 y ya tenemos los billetes desde ayer. Nos han dado unas botellas de agua, para un viaje muy largo.
Dormí como un leño y me he levantado bien, me apetece tomar algo, aunque poco. La mañana es más fresquita y entra aire fresco por la ventanilla la mayor parte del viaje, así que he podido disfrutar del paisaje. Vamos en dirección norte y estamos sentados a la izquierda, así que tampoco me da el sol. Todo correcto.
Así que disfrutamos viendo el paisaje amazónico. Grandes helechos, ríos, lianas, espatifilos, bromelias parasitando troncos, profunda vegetación....el autobús va en bajada, entre montañas, pisando freno casi todo el tiempo y a muy poca velocidad. El paisaje discurre entre altos picos y profundos barrancos. Uno de los picos tiene una pared vertical de piedra imoresionante. Tiene que tener un nombre. Destaca entre los demás, aunque también son altos y cubiertos de verde.
Vemos muchos tipos de palmas, algunas parecen palmas de cera, no sé si lo serán. Empezamos a ver heliconias, así que suponemos que tiene que haber colibríes. En una rotonda de uno de los pueblos hay una escultura de un indio con una cerbatana, un jaguar, una tucán, un colibrí...
Como vamos por una carretera por la selva, sube y baja poca gente del bus. Pasamos por pequeñas comunidades indígenas y, ya casi al final, suben y bajan escolares de las comunidades. Por ese motivo, no ha habido ningún "amigo lindo" vendiendo potingues o galletitas, únicamente un señor que vendía "Empanaditas calientitas, Empanaditas por si acaso" y las ha vendido todas.
Las dos ultimas horas fueron más calurosas, pero llevaderas. Llegamos a Macas a las dos y media. A las tres salía un bus para el Puyo y nos subimos a él, que iba llenito.
La idea original era quedarnos en Macas un par de días, pero no tenemos tiempo. Una pareja de "guiris" de nuestra edad, a la que hemos encontrado en varios sitios, tampoco se queda. Ni otro guiri que viaja solo. Ese saca un mapa para indicar al cobrador que quiere quedarse unos 20 km antes de Puyo.
Se nubla y llueve poco antes de llegar. Ya estaba casi anocheciendo cuando llegamos al hotel, El Jardín. Está fuera del centro, a orillas del río Puyo. Un canal del río se ha desviado para que pase por dentro de la finca. Nos dan una habitación en la parte superior, con una terraza corrida. En la de abajo cuelgan hamacas del porche. Está lleno de plantas y hay unas tinas de agua caliente, tipo jacuzzi. Sin dudar, me pongo el bañador y me meto en una tina a descansar las lumbares de tantas horas de viaje. El agua está templada y sólo sale un chorrito, pero es relajante. Veo la luz del atardecer tras la lluvia que se refleja en la vegetación que me rodea y en el edificio de madera de dos plantas donde nos alojamos. Es una construcción bonita y la dorada luz de la tarde le da un color precioso.
Hemos consultado Internet para buscar los pasos siguientes. En el hotel nos pueden dejar una noche más. Según Booking no había, pero si nos cambiamos a otra, no hay problema. Yo le había dicho a Juanjo que, si nos teníamos que cambiar a un hotel del centro y mover el equipaje, para eso me iría a dormir a Baños pero, al tener la habitación disponible, podemos ir y volver en el bus, que tarda como una hora.
Cenamos en el restaurante, que tiene fama de bueno. He tomado el plato del día, unos spaguetti boloñesa, que pienso que me irán bien para la "Guatita". Juanjo ha probado el pollo al Ishpingo, que está hecho con canela. El plato del día incluye un bizcocho de chocolate bañado en chocolate caliente, muy rico. Es mucho para mí, nos lo hemos repartido.
LA. GUATITA POCHA
26/10/2016 LA GUATITA POCHA
Guatita es como llaman en Ecuador y otros países a las tripas, como ya he contado otras veces. Pues la mía está de pena. He tomado loperamida para la diarrea y metoclopramida para las náuseas, y no quiero desayunar. Juanjo está mejor y se ha comprado unos bizcochos. El viaje hasta Gualaquiza nos lleva seis horas inacabables, en las que intentaba dormir, me cambié de sitio para que me diera el aire, en fin, un horror, muchísimo calor, muchas paradas...muy incómodo. Me siento deshidratada y sólo quiero beber agua fresca. Finalmente, me dieron ganas de un helado y he tomado un casero de naranjilla de pingüino, que me ha sentado bien.
No he visto mucho del paisaje, porque intentaba quedarme dormida, pero si me he dado cuenta del cambio de vegetación, hacia una parte más selvática.
Llegamos a Gualaquiza a primera hora de la tarde. Hace mucho calor. Hemos ido al hotel que hemos reservado por teléfono, la Posada D'León, a partir de la información de la Lonely Planet, porque es difícil buscar hoteles en Gualaquiza por las páginas habituales, como Booking o Trip Advisor.
Hemos echado una siesta. Es imposible salir a la calle con este calor y yo necesito reponerme.
Al caer la tarde, aún con luz, hemos salido a dar una vuelta. Las ciudades amazónicas tienen, por lo general, poco interés urbano. Son, más bien, centros comerciales, puntos de comunicación. Ésta tiene río y un mercado de fruta, básicamente. Vemos llegar y marcharse gente con piñas de plátanos, alguna Pittaya, pero no estamos para eso, que es laxante, ciruelas, etc. Las ciruelas son tan pequeñas que las suelo confundir con mamones, que me encantan, pero yo creo que por aquí no hay.
Pasamos por una casa en cuyo patio había montones de jaulas con gallos. Supongo que no tienen problemas con el despertador.
La ciudad, como todas, está limpia. La guía habla de casas coloniales de colores, pensamos que alucinan, pero lo cierto es que el la plaza del ayuntamiento existen. Sólo dos o tres, pero hay. He tomado un yogur batido, y parece que me cae medio bien. En una cafetería toma Juanjo una cerveza. Nos atiende un adolescente un poco pasmado, como todos. Iba a tomar un batido, algo consistente y fresco es lo que me apetece. Pero, por la poca expresividad del chico me temo que me iba a poner uno de botella y paso.
El la parte baja de la plaza, que tiene dos niveles, hay unos bares donde venden pinchos y tienen terraza. Nos sentamos en uno que tiene una parrilla fuera y venden costillas, pinchos de pollo, etc. Juanjo pide un plato de costillas criollas. Me dice que cuando llegamos, que salió a por agua, vio cómo la mujer preparaba las costillas de cerdo adobadas. Yo tardo en decidirme y, finalmente, pido una hamburguesa sin nada y parece entrarme bien. Sólido y seco. Lo propio para los problemas de estómago. Me ha animado Juanjo a comer. Dice que ayer me hizo caso y se tomó la carne y que hoy está bien y que hoy me toca hacerle caso.
La gente que pasa por la calle compra un pincho de pollo o carne y se la toma por el camino. Pinchos al paso. La parrilla no para.
Guatita es como llaman en Ecuador y otros países a las tripas, como ya he contado otras veces. Pues la mía está de pena. He tomado loperamida para la diarrea y metoclopramida para las náuseas, y no quiero desayunar. Juanjo está mejor y se ha comprado unos bizcochos. El viaje hasta Gualaquiza nos lleva seis horas inacabables, en las que intentaba dormir, me cambié de sitio para que me diera el aire, en fin, un horror, muchísimo calor, muchas paradas...muy incómodo. Me siento deshidratada y sólo quiero beber agua fresca. Finalmente, me dieron ganas de un helado y he tomado un casero de naranjilla de pingüino, que me ha sentado bien.
No he visto mucho del paisaje, porque intentaba quedarme dormida, pero si me he dado cuenta del cambio de vegetación, hacia una parte más selvática.
Llegamos a Gualaquiza a primera hora de la tarde. Hace mucho calor. Hemos ido al hotel que hemos reservado por teléfono, la Posada D'León, a partir de la información de la Lonely Planet, porque es difícil buscar hoteles en Gualaquiza por las páginas habituales, como Booking o Trip Advisor.
Hemos echado una siesta. Es imposible salir a la calle con este calor y yo necesito reponerme.
Al caer la tarde, aún con luz, hemos salido a dar una vuelta. Las ciudades amazónicas tienen, por lo general, poco interés urbano. Son, más bien, centros comerciales, puntos de comunicación. Ésta tiene río y un mercado de fruta, básicamente. Vemos llegar y marcharse gente con piñas de plátanos, alguna Pittaya, pero no estamos para eso, que es laxante, ciruelas, etc. Las ciruelas son tan pequeñas que las suelo confundir con mamones, que me encantan, pero yo creo que por aquí no hay.
Pasamos por una casa en cuyo patio había montones de jaulas con gallos. Supongo que no tienen problemas con el despertador.
La ciudad, como todas, está limpia. La guía habla de casas coloniales de colores, pensamos que alucinan, pero lo cierto es que el la plaza del ayuntamiento existen. Sólo dos o tres, pero hay. He tomado un yogur batido, y parece que me cae medio bien. En una cafetería toma Juanjo una cerveza. Nos atiende un adolescente un poco pasmado, como todos. Iba a tomar un batido, algo consistente y fresco es lo que me apetece. Pero, por la poca expresividad del chico me temo que me iba a poner uno de botella y paso.
El la parte baja de la plaza, que tiene dos niveles, hay unos bares donde venden pinchos y tienen terraza. Nos sentamos en uno que tiene una parrilla fuera y venden costillas, pinchos de pollo, etc. Juanjo pide un plato de costillas criollas. Me dice que cuando llegamos, que salió a por agua, vio cómo la mujer preparaba las costillas de cerdo adobadas. Yo tardo en decidirme y, finalmente, pido una hamburguesa sin nada y parece entrarme bien. Sólido y seco. Lo propio para los problemas de estómago. Me ha animado Juanjo a comer. Dice que ayer me hizo caso y se tomó la carne y que hoy está bien y que hoy me toca hacerle caso.
La gente que pasa por la calle compra un pincho de pollo o carne y se la toma por el camino. Pinchos al paso. La parrilla no para.
jueves, 27 de octubre de 2016
VILCABAMBA, EL PUEBLO LONGEVO
25/10/2106. VILCABAMBA, EL PUEBLO LONGEVO
Juanjo está con diarrea. Le he atizado pastillas y le he dicho que ojito con la fruta, que ya iba derecho a desayunar jugo y ensalada de fruta.
Hemos ido a coger un taxi colectivo para Vilcabamaba, que se ha puesto de moda desde que las estadísticas dicen que la gente de allí es muy longeva, alegan que a causa de la tranquilidad, clima y agua magnesiada. Lo cierto es que hay varios centenarios, pero de 110 años o más, y la referencia de uno que murió a los 127 y parece que con buena calidad de vida. Así que los comercios y bares se llaman Longevo de forma repetida.
El paisaje entre Loja y Vilcabamba es una preciosidad, con profundos Valles, altos picos y mucha vegetación.
El pueblo no es particularmente especial, pero tiene río, senderos, una plaza fresca, en cuya fuente se han metido tres perros enormes a bañarse. Y casas coloniales que están bastante bien, con sus porches.
No vamos vestidos de senderistas y hace mucho calor. A media mañana hemos vuelto a Loja, buscado un sitio para tomar una Humita y luego hemos ido a la terminal a comprar billetes para Gualaquiza.
Juanjo se ha ido a hacer fotos y yo me he quedado en el hotel buscando en Internet cosas para los próximos días. Él sigue pocho, así que creo que los mejor es ir a un Italiano a tomar pasta, para intentar que coma algo y mejore. Nos hemos ido al restaurante "Number one", que es una trattoría que se llama Dumas. Pero, curiosamente, no tiene pasta. En cambio hay carne, así que Juanjo se toma un filete a la brasa y yo una milanesa.
Pues la nochecita ha sido de órdago. He empezado yo con vómitos y algo de diarrea y apenas hemos dormido. Antes de las 6 me he levantado a darme una ducha y hacer la maleta, aunque tengo un cuerpo muy malo.
Juanjo está con diarrea. Le he atizado pastillas y le he dicho que ojito con la fruta, que ya iba derecho a desayunar jugo y ensalada de fruta.
Hemos ido a coger un taxi colectivo para Vilcabamaba, que se ha puesto de moda desde que las estadísticas dicen que la gente de allí es muy longeva, alegan que a causa de la tranquilidad, clima y agua magnesiada. Lo cierto es que hay varios centenarios, pero de 110 años o más, y la referencia de uno que murió a los 127 y parece que con buena calidad de vida. Así que los comercios y bares se llaman Longevo de forma repetida.
El paisaje entre Loja y Vilcabamba es una preciosidad, con profundos Valles, altos picos y mucha vegetación.
El pueblo no es particularmente especial, pero tiene río, senderos, una plaza fresca, en cuya fuente se han metido tres perros enormes a bañarse. Y casas coloniales que están bastante bien, con sus porches.
No vamos vestidos de senderistas y hace mucho calor. A media mañana hemos vuelto a Loja, buscado un sitio para tomar una Humita y luego hemos ido a la terminal a comprar billetes para Gualaquiza.
Juanjo se ha ido a hacer fotos y yo me he quedado en el hotel buscando en Internet cosas para los próximos días. Él sigue pocho, así que creo que los mejor es ir a un Italiano a tomar pasta, para intentar que coma algo y mejore. Nos hemos ido al restaurante "Number one", que es una trattoría que se llama Dumas. Pero, curiosamente, no tiene pasta. En cambio hay carne, así que Juanjo se toma un filete a la brasa y yo una milanesa.
Pues la nochecita ha sido de órdago. He empezado yo con vómitos y algo de diarrea y apenas hemos dormido. Antes de las 6 me he levantado a darme una ducha y hacer la maleta, aunque tengo un cuerpo muy malo.
LOJA
24/10/2016 LOJA
Salimos en el bus de las 6:30. Habíamos dudado irnos en el de las 9 pero, como ya tenemos billete, mejor así. Nos han preparado en el hotel un picnic para desayunar.
El viaje dura seis horas o más. Muy pesado. Con paradas a cada rato subiendo y bajando gente y los plastas "amigos lindos" que no fallan.
Yo he dormido un rato. Iba escuchando podcasts de Historia y dormitando a ratos. Hace mucho calor. El aire acondicionado, si lo hay, no lo ponen.
Al llegar a Loja hemos ido en taxi al hotel Zamorano Real, que está en el centro, pero Juanjo antes ha ido a investigar cómo saldremos de Loja, porque podemos volver por Cuenca, que es mejor carretera, o por el Oriente, por la Amazonia, parando en Gualaquiza. Nos decidimos por esto último, siempre que podamos quedarnos a dormir, porque mucha oferta no hay.
Salimos a dar una vuelta por Loja, que es una ciudad sorprendente. Tiene un centro muy interesante, bonitas iglesias y plazas, muchos patios y una arquitectura bonita, ecléctica, parece (?) con las casas pintadas en tonos verde agua y blanco. Los patios son espectaculares y abundan por toda la ciudad, siendo en muchos casos la parte trasera de comercios, restaurantes, o la zona central de edificios públicos. Hay soportales en muchos de los edificios, lo que siempre es una medida inteligente. Hay una calle preciosa, se llama Lourdes, y está llena de casas de colores pero, incomprensiblemente, no es peatonal y se llena de coches.
Recorrimos todo el centro y llegamos a la Puerta de la Ciudad. Es una construcción moderna, pero con aire de castillo medieval, junto al río Zamora. El entorno del río es muy agradable y, la puerta, bastante llamativa.
Vimos en una plaza una placa de hermanamiento entre Loja, de Ecuador y Loja de España, en Granada. Les he mandado a mis colegas muchas fotos de la Loja ecuatoriana.
Hoy no hemos comido y estamos hambrientos. Hemos estado buscando un restaurante de pescado, con buena fama, pero es lunes y está cerrado. Finalmente hemos cenado en un bistro alemán. Yo quería algo sólido, tipo carne, y hemos tomado unas albóndigas bastante buenas, con cerveza de grifo. La primera que encontramos en Ecuador. Una Hausmann, chilena.
Salimos en el bus de las 6:30. Habíamos dudado irnos en el de las 9 pero, como ya tenemos billete, mejor así. Nos han preparado en el hotel un picnic para desayunar.
El viaje dura seis horas o más. Muy pesado. Con paradas a cada rato subiendo y bajando gente y los plastas "amigos lindos" que no fallan.
Yo he dormido un rato. Iba escuchando podcasts de Historia y dormitando a ratos. Hace mucho calor. El aire acondicionado, si lo hay, no lo ponen.
Al llegar a Loja hemos ido en taxi al hotel Zamorano Real, que está en el centro, pero Juanjo antes ha ido a investigar cómo saldremos de Loja, porque podemos volver por Cuenca, que es mejor carretera, o por el Oriente, por la Amazonia, parando en Gualaquiza. Nos decidimos por esto último, siempre que podamos quedarnos a dormir, porque mucha oferta no hay.
Salimos a dar una vuelta por Loja, que es una ciudad sorprendente. Tiene un centro muy interesante, bonitas iglesias y plazas, muchos patios y una arquitectura bonita, ecléctica, parece (?) con las casas pintadas en tonos verde agua y blanco. Los patios son espectaculares y abundan por toda la ciudad, siendo en muchos casos la parte trasera de comercios, restaurantes, o la zona central de edificios públicos. Hay soportales en muchos de los edificios, lo que siempre es una medida inteligente. Hay una calle preciosa, se llama Lourdes, y está llena de casas de colores pero, incomprensiblemente, no es peatonal y se llena de coches.
Recorrimos todo el centro y llegamos a la Puerta de la Ciudad. Es una construcción moderna, pero con aire de castillo medieval, junto al río Zamora. El entorno del río es muy agradable y, la puerta, bastante llamativa.
Vimos en una plaza una placa de hermanamiento entre Loja, de Ecuador y Loja de España, en Granada. Les he mandado a mis colegas muchas fotos de la Loja ecuatoriana.
Hoy no hemos comido y estamos hambrientos. Hemos estado buscando un restaurante de pescado, con buena fama, pero es lunes y está cerrado. Finalmente hemos cenado en un bistro alemán. Yo quería algo sólido, tipo carne, y hemos tomado unas albóndigas bastante buenas, con cerveza de grifo. La primera que encontramos en Ecuador. Una Hausmann, chilena.
ADIÓS GALÁPAGOS
23/10/2016 ADIÓS GALÁPAGOS
Hoy me he despertado viendo volar fragatas y pelícanos por delante de la terraza. Se están despidiendo. Tenemos que irnos. Ha sido una experiencia fantástica, pero ya se acaba.
Hemos salido del hotel a coger un taxi. Lo hemos hecho enseguida, aunque es domingo. El taxi nos deja en la terminal terrestre, donde nos montamos en un bus, que sale a las 7, una vez que se llena y se dirige hacia el canal que separa Santa Cruz con la isla de Baltra.
A partir de ahí, te sientes integrante de un rebaño. Te montan en un barco, te cobran, te montan luego en un bus y te depositan en la terminal del aeropuerto.
El vuelo de átame tenía que estar en el aire a la hora prevista, sí o sí. Así a Juanjo, que andaba buscando un café, no le dejaban.
En la sala de embarque había un pequeño stand con café Dolce Gusto y bizcocho. Se animó a pedir uno y, cuando iba a hacerlo, le han llamado por los altavoces. Ha tenido que ir a abrir su maleta porque han encontrado algo que no les cuadraba. El problema era la linterna, a la que ha tenido que sacarle las pilas. Muy raro.
Conseguimos tomar un café antes de embarcar y nos montaron en el vuelo pitando. A las 10, estábamos despegando. Un vuelo normal, con bastantes nubes, y llegamos a Guayaquil, viendo desde el aire el entorno de la ciudad, con sus dos Ríos.
Nos sorprendimos al llegar a la zona de recogida de maletas. Es muy bonita, con un jardín en un fondo, lleno de plantas tropicales, orquídeas, agua y sonido de pájaros.
Fuimos en taxi al hotel McSuites, donde nos tienen guardado parte del equipaje. Nos han dado la habitación y entramos con tiempo suficiente para que Juanjo vea un partido del Madrid, que empieza poco después.
Mientras, negocio con la recepcionista varias cosas. Me averigua si podemos sacar el billete de mañana. No. No podemos. Han abierto la web hace poco y nuestra ruta aún no está disponible, así que iremos a comprarlo. Y llama a un restaurante de pescado al que queremos ir en cuanto acabe el partido, a las 4. Está abierto hasta las 5, así que dicen que no hay problema.
El restaurante se llama Marrecife y es muy recomendado. Tomamos un ceviche de conchas negras, que a Juanjo le vuelven loco y unos platos de pescado exagerados. Últimamente no comemos tanto, así que nos ha parecido mucho. Pedimos unas copas de vino, veneno puro. No se puede pedir vino en Ecuador. Es caro y malo. Suele ser chileno o argentino, pero te ponen de los peorcitos.
Hemos ido a la terminal terrestre, a comprar los billetes y algo más. En la terminal hay un gran centro comercial. Juanjo se ha comprado una cerveza para la noche y yo un yogur.
Volvimos al hotel. Juanjo pensaba ir al malecón a hacer fotos, pero no tiene ganas y yo tampoco y ya hice el día anterior.
Nos quedamos tranquilitos. Por la noche vomité la comida. No sé si me sentó mal por la cantidad, algo del pescado, o el venenoso vino.
Hoy me he despertado viendo volar fragatas y pelícanos por delante de la terraza. Se están despidiendo. Tenemos que irnos. Ha sido una experiencia fantástica, pero ya se acaba.
Hemos salido del hotel a coger un taxi. Lo hemos hecho enseguida, aunque es domingo. El taxi nos deja en la terminal terrestre, donde nos montamos en un bus, que sale a las 7, una vez que se llena y se dirige hacia el canal que separa Santa Cruz con la isla de Baltra.
A partir de ahí, te sientes integrante de un rebaño. Te montan en un barco, te cobran, te montan luego en un bus y te depositan en la terminal del aeropuerto.
El vuelo de átame tenía que estar en el aire a la hora prevista, sí o sí. Así a Juanjo, que andaba buscando un café, no le dejaban.
En la sala de embarque había un pequeño stand con café Dolce Gusto y bizcocho. Se animó a pedir uno y, cuando iba a hacerlo, le han llamado por los altavoces. Ha tenido que ir a abrir su maleta porque han encontrado algo que no les cuadraba. El problema era la linterna, a la que ha tenido que sacarle las pilas. Muy raro.
Conseguimos tomar un café antes de embarcar y nos montaron en el vuelo pitando. A las 10, estábamos despegando. Un vuelo normal, con bastantes nubes, y llegamos a Guayaquil, viendo desde el aire el entorno de la ciudad, con sus dos Ríos.
Nos sorprendimos al llegar a la zona de recogida de maletas. Es muy bonita, con un jardín en un fondo, lleno de plantas tropicales, orquídeas, agua y sonido de pájaros.
Fuimos en taxi al hotel McSuites, donde nos tienen guardado parte del equipaje. Nos han dado la habitación y entramos con tiempo suficiente para que Juanjo vea un partido del Madrid, que empieza poco después.
Mientras, negocio con la recepcionista varias cosas. Me averigua si podemos sacar el billete de mañana. No. No podemos. Han abierto la web hace poco y nuestra ruta aún no está disponible, así que iremos a comprarlo. Y llama a un restaurante de pescado al que queremos ir en cuanto acabe el partido, a las 4. Está abierto hasta las 5, así que dicen que no hay problema.
El restaurante se llama Marrecife y es muy recomendado. Tomamos un ceviche de conchas negras, que a Juanjo le vuelven loco y unos platos de pescado exagerados. Últimamente no comemos tanto, así que nos ha parecido mucho. Pedimos unas copas de vino, veneno puro. No se puede pedir vino en Ecuador. Es caro y malo. Suele ser chileno o argentino, pero te ponen de los peorcitos.
Hemos ido a la terminal terrestre, a comprar los billetes y algo más. En la terminal hay un gran centro comercial. Juanjo se ha comprado una cerveza para la noche y yo un yogur.
Volvimos al hotel. Juanjo pensaba ir al malecón a hacer fotos, pero no tiene ganas y yo tampoco y ya hice el día anterior.
Nos quedamos tranquilitos. Por la noche vomité la comida. No sé si me sentó mal por la cantidad, algo del pescado, o el venenoso vino.
BARCO A SANTA CRUZ Y BAHÍA TORTUGA
22/10/2016 BARCO A SANTA CRUZ Y BAHÍA TORTUGA
El marido de Juanita nos recoge puntualmente. Tiene que dar un rodeo, a causa de las obras. Nos sigue hablando del clima. Dice que en esta época debería estar el mar muy movido, hacer frío...pero que está el mar más calmado de lo habitual y que no es normal esta temperatura. Estamos en unos 23-24 grados habitualmente casi todos los días. Y, aunque está nublado, por lo general, no ha llovido ni ha hecho frío. A mí el mar no me parece calmado. El Pacífico ruge y las olas son muy altas, aunque hoy parece estar bien, igual que ayer, que se veía tranquilo. Pero él dice que es época de más oleaje. Nos ha contado una historia de un trayecto que hizo desde Santa Cruz, no hace muchos años, con un temporal terrible. Dice que él ha sido pescador y que nunca había visto una cosa igual, que las olas sobresalían varios metros por encima de la isla.
Comentamos que la entrada a los túneles parece también bastante problemática y nos dice que a veces los barcos no pueden entrar.
Nos han revisado el equipaje de nuevo y puesto bridas en los cierres de las maletas, como a la ida. Hemos montado en un taxi acuático hasta nuestra lancha y yo he podido quedarme atrás, donde me diera el aire. Juanita me dijo que ella estaba acostumbrada a ese viaje y que nunca se ponía dentro, que le daba igual mojarse.
Juanjo ha ido en la parte de arriba. Yo no me he atrevido porque, aunque el mar parece en calma, arriba tiene que notarse más el movimiento.
He visto delfines, Juanjo dice que ha visto también rayas gigantes, algunos lobos marinos y tortugas.
Llegamos sin incidentes, aunque yo tengo algo de sensación rara en el estómago, pero nada grave que me impida desayunar. Fuimos al hotel. Para una noche había reservado una habitación interior, más barata, pero Norma ha tenido una cancelación y nos ha dejado una de las de la terraza por el mismo precio. Es un encanto.
Nos viene bien porque, aunque ayer colgamos rápidamente la ropa al salir del agua en la azotea, sigue algo húmeda, así que pudimos ponerla en el tronco-percha y en las sillas e irnos a desayunar.
Hemos ido a Lo&Lo y tomado un desayuno americano. El jugo está espectacular. Pura fruta triturada y muy fría, casi helada. Un croissant hojaldrado y unos huevos tibios con un pan rico, y té verde...muy bien.
Fuimos al hotel Estrella de Mar a cambiarnos de ropa y ponernos bañadores y gorros. Por qué sólo hace un día de solazo cuando tenemos que caminar ¿eh?.
El Pacífico parece tranquilo, está muy azul. En Playa brava continúa la bandera roja de Prohibido el baño, pero hay gente que no hace caso y se baña lo mismo aunque, la verdad es que hoy está como el Cantábrico, por ejemplo, con olas, pero no muy grandes. Hay iguanas caminando por la orilla, mojándose las patas.
Seguimos hasta Playa Mansa, donde esperábamos barullo, con el día que hace y siendo sábado. Pero no, la gente va y viene, a los de los tours les llevan un ratito y les ponen una hora de salida. Es un agobio escuchar a los guías: "Dentro de una hora nos vamos, métanse en el agua enseguida, si quieren volver en barco tiene que ser dentro de media hora porque no hay espacio. Si quieren volver andando, a las siete en el lobby del hotel"
Por favor!!
Me meto en el agua inmediatamente, con la cámara y el protector de 60, pero sin la lycra, que se está secando. Al estar la marea baja, el manglar queda sobre el agua, y recorro la orilla izquierda, donde podría haber tintoreras. Lo recorro entero, buscando las zonas de corriente y fondo arenoso, con algo de protección, donde suelen encontrarse. Los tiburones tienen moverse para respirar, porque no tienen unas branquias como las de los otros peces. El truco para descansar es estar en un sitio en el que en lugar de moverse ellos, se mueva el agua, así que busco esos lugares, pero no encuentro nada. Pero he hecho algunos vídeos de fondos que no estaban mal, y algunos peces divertidos. He encontrado una aguja, que a Juanjo le gustan mucho y se la he filmado.
Me había ido bastante lejos y tenía sed, así que he vuelto nadando casi desde el rompeolas Directa hasta la playa, sin parar. Hasta Juanjo ha reconocido que me he dado una paliza a nadar hoy. La última media hora ha sido nadar a crawl sin parár prácticamente, excepto para grabar alguna cosa, pocas, porque el fondo por la parte central es prácticamente arenoso y no se ve apenas.
Venía con ganas de agua y de chifles. Los chifles son como las patatas fritas, pero hechos con plátano y me queda media bolsa. He picado unos pocos y bebido agua. Estoy reseca.
Juanjo se ha ido a investigar la laguna de las iguanas y a dar una vuelta por la playa y el manglar. Al volver, ha visto a la tintorera nadando casi por la orilla, frente a nosotros. Luego ha visto una iguana nadando y pretende que vaya a filmarla por debajo, pero estoy cansada y no me apetece otra paliza.
Comimos pan y jamón York que hemos comprado en el supermercado. En cuanto te dispones a comer, los pinzones te rodean. A Juanjo se le han dado unos chifles y los ha partido y se los ha puesto en la palma de la mano. Los pinzones se le subían por turnos a coger trocitos de chifle. Luego les ha dado miguitas de pan. Ya sabe que no debe hacerse eso, pero...
Hemos sesteado un poco y nos hemos vuelto a refrescar en el agua. En la mata de manglar que hay frente a nosotros, está escondida una garza real preciosa. Juanjo ha ido a por la cámara y la ha retratado lo que ha podido, entre las ramas.
Nos hemos bañado para irnos frescos. Nos queda casi una hora de caminata para volver. El sol,nos ha dado tregua y se ha escondido tras las nubes. Hoy apenas hemos escuchado a los sisontes y, como aún no ha subido la marea, han salido pocas iguanas del mar. Pero hemos pasado un día de playa relajado.
Me he duchado deprisa y he ido a comprar unos recuerdos. Mañana nos vamos de Galápagos y no tengo otra ocasión.
Hemos ido a cenar langosta y camarones encocados, como despedida. Pero vemos que nuestra camarera favorita está trabajando en un restaurante en la otra acera. Cuando nos marchamos hacia el hotel nos acercamos a despedirnos. Nos ha dicho que había decidido cambiar de sitio porque había algunas cosas que no le gustaban. Le hemos deseado suerte y le he dado unos besos de despedida. Es una chica muy maja.
Hemos ido derechos al hotel. Estoy cansada y mañana madrugamos otra vez.
El marido de Juanita nos recoge puntualmente. Tiene que dar un rodeo, a causa de las obras. Nos sigue hablando del clima. Dice que en esta época debería estar el mar muy movido, hacer frío...pero que está el mar más calmado de lo habitual y que no es normal esta temperatura. Estamos en unos 23-24 grados habitualmente casi todos los días. Y, aunque está nublado, por lo general, no ha llovido ni ha hecho frío. A mí el mar no me parece calmado. El Pacífico ruge y las olas son muy altas, aunque hoy parece estar bien, igual que ayer, que se veía tranquilo. Pero él dice que es época de más oleaje. Nos ha contado una historia de un trayecto que hizo desde Santa Cruz, no hace muchos años, con un temporal terrible. Dice que él ha sido pescador y que nunca había visto una cosa igual, que las olas sobresalían varios metros por encima de la isla.
Comentamos que la entrada a los túneles parece también bastante problemática y nos dice que a veces los barcos no pueden entrar.
Nos han revisado el equipaje de nuevo y puesto bridas en los cierres de las maletas, como a la ida. Hemos montado en un taxi acuático hasta nuestra lancha y yo he podido quedarme atrás, donde me diera el aire. Juanita me dijo que ella estaba acostumbrada a ese viaje y que nunca se ponía dentro, que le daba igual mojarse.
Juanjo ha ido en la parte de arriba. Yo no me he atrevido porque, aunque el mar parece en calma, arriba tiene que notarse más el movimiento.
He visto delfines, Juanjo dice que ha visto también rayas gigantes, algunos lobos marinos y tortugas.
Llegamos sin incidentes, aunque yo tengo algo de sensación rara en el estómago, pero nada grave que me impida desayunar. Fuimos al hotel. Para una noche había reservado una habitación interior, más barata, pero Norma ha tenido una cancelación y nos ha dejado una de las de la terraza por el mismo precio. Es un encanto.
Nos viene bien porque, aunque ayer colgamos rápidamente la ropa al salir del agua en la azotea, sigue algo húmeda, así que pudimos ponerla en el tronco-percha y en las sillas e irnos a desayunar.
Hemos ido a Lo&Lo y tomado un desayuno americano. El jugo está espectacular. Pura fruta triturada y muy fría, casi helada. Un croissant hojaldrado y unos huevos tibios con un pan rico, y té verde...muy bien.
Fuimos al hotel Estrella de Mar a cambiarnos de ropa y ponernos bañadores y gorros. Por qué sólo hace un día de solazo cuando tenemos que caminar ¿eh?.
El Pacífico parece tranquilo, está muy azul. En Playa brava continúa la bandera roja de Prohibido el baño, pero hay gente que no hace caso y se baña lo mismo aunque, la verdad es que hoy está como el Cantábrico, por ejemplo, con olas, pero no muy grandes. Hay iguanas caminando por la orilla, mojándose las patas.
Seguimos hasta Playa Mansa, donde esperábamos barullo, con el día que hace y siendo sábado. Pero no, la gente va y viene, a los de los tours les llevan un ratito y les ponen una hora de salida. Es un agobio escuchar a los guías: "Dentro de una hora nos vamos, métanse en el agua enseguida, si quieren volver en barco tiene que ser dentro de media hora porque no hay espacio. Si quieren volver andando, a las siete en el lobby del hotel"
Por favor!!
Me meto en el agua inmediatamente, con la cámara y el protector de 60, pero sin la lycra, que se está secando. Al estar la marea baja, el manglar queda sobre el agua, y recorro la orilla izquierda, donde podría haber tintoreras. Lo recorro entero, buscando las zonas de corriente y fondo arenoso, con algo de protección, donde suelen encontrarse. Los tiburones tienen moverse para respirar, porque no tienen unas branquias como las de los otros peces. El truco para descansar es estar en un sitio en el que en lugar de moverse ellos, se mueva el agua, así que busco esos lugares, pero no encuentro nada. Pero he hecho algunos vídeos de fondos que no estaban mal, y algunos peces divertidos. He encontrado una aguja, que a Juanjo le gustan mucho y se la he filmado.
Me había ido bastante lejos y tenía sed, así que he vuelto nadando casi desde el rompeolas Directa hasta la playa, sin parar. Hasta Juanjo ha reconocido que me he dado una paliza a nadar hoy. La última media hora ha sido nadar a crawl sin parár prácticamente, excepto para grabar alguna cosa, pocas, porque el fondo por la parte central es prácticamente arenoso y no se ve apenas.
Venía con ganas de agua y de chifles. Los chifles son como las patatas fritas, pero hechos con plátano y me queda media bolsa. He picado unos pocos y bebido agua. Estoy reseca.
Juanjo se ha ido a investigar la laguna de las iguanas y a dar una vuelta por la playa y el manglar. Al volver, ha visto a la tintorera nadando casi por la orilla, frente a nosotros. Luego ha visto una iguana nadando y pretende que vaya a filmarla por debajo, pero estoy cansada y no me apetece otra paliza.
Comimos pan y jamón York que hemos comprado en el supermercado. En cuanto te dispones a comer, los pinzones te rodean. A Juanjo se le han dado unos chifles y los ha partido y se los ha puesto en la palma de la mano. Los pinzones se le subían por turnos a coger trocitos de chifle. Luego les ha dado miguitas de pan. Ya sabe que no debe hacerse eso, pero...
Hemos sesteado un poco y nos hemos vuelto a refrescar en el agua. En la mata de manglar que hay frente a nosotros, está escondida una garza real preciosa. Juanjo ha ido a por la cámara y la ha retratado lo que ha podido, entre las ramas.
Nos hemos bañado para irnos frescos. Nos queda casi una hora de caminata para volver. El sol,nos ha dado tregua y se ha escondido tras las nubes. Hoy apenas hemos escuchado a los sisontes y, como aún no ha subido la marea, han salido pocas iguanas del mar. Pero hemos pasado un día de playa relajado.
Me he duchado deprisa y he ido a comprar unos recuerdos. Mañana nos vamos de Galápagos y no tengo otra ocasión.
Hemos ido a cenar langosta y camarones encocados, como despedida. Pero vemos que nuestra camarera favorita está trabajando en un restaurante en la otra acera. Cuando nos marchamos hacia el hotel nos acercamos a despedirnos. Nos ha dicho que había decidido cambiar de sitio porque había algunas cosas que no le gustaban. Le hemos deseado suerte y le he dado unos besos de despedida. Es una chica muy maja.
Hemos ido derechos al hotel. Estoy cansada y mañana madrugamos otra vez.
DIA DE IGUANAS Y LOBOS
21/10/2016 EL DÍA DE LAS IGUANAS Y LOS LOBOS
Hoy nos tenemos excursiones planeada, vamos a ir a nuestro aire. Juanjo había valorado alquilar un Kayak y darse una vuelta por la ensenada, pero finalmente ha decidido que no tiene muchas ganas. Yo he consultado la tabla de mareas, porque quiero hacer snorkel en Concha Perla. La tabla dice que la pleamar es sobre las 6 y la bajamar a las 12:15, así que decido ir a hacer una caminata hasta La Playita, dentro del PN, estar allí un rato y luego volver a Puerto Ayora para la hora de la bajamar.
Juanjo, finalmente, viene conmigo, porque no se le ocurre otra cosa que hacer. Así que nos fuimos andando por el cruce de las iguanas, entramos al parque y salimos por el primer sendero, que es el de La Playita. La marea estaba alta y no se distinguía la poza que hay antes de la barrera de lava. Las iguanas no estaban activas, pero estaban taponando totalmente el sendero y no teníamos por donde pasar. Pero una de ellas, que tiene la cola cortada, a la que habíamos visto el día anterior, se movió, precediéndonos en el camino, como indicándonos por donde ir o, tal vez, para vigilarnos. Así que con su movimiento tuvimos un pequeño espacio para poder pasar. En La Playita hay un techado de caña con bancos, allí dejamos las cosas y yo me dediqué a ver bichos y a observar la marea. Hay tres pelícanos sobre las rocas de lava de la izquierda, que no se molestan por mi presencia. Iguanas,de momento, pocas. La del rabo cortado, a la que apodo "La Roca" se ha quedado quieta, mirando hacia nosotros, paralela al mar.
Observo que la marea va bajando poco a poco. Algunas iguanas, pocas aún, se van aproximando. Una de ellas va directa hacia "La Roca" y se queda pegada a ella, con la cabeza junto a su lomo. Me pregunto cómo terminará la historia, porque La Roca no tiene ninguna pinta de moverse ni la otra, que es más pequeña, de apartarse de su camino. Al cabo de mucho rato, la más pequeña ha pasado por encima de La Roca tan campante. La Roca ni se ha inmutado. Pero la pequeña, que sigue su camino en línea recta, se ha topado con otra, un poco más grande que ella, que ha llegado hace un ratito. Ha intentado también pasarle por encima pero la otra se ha revuelto y han iniciado una pelea, persiguiendo la mayor a la pequeña en círculo, hasta que la pequeña se ha retirado. Es el movimiento "iguanil" más enérgico que hemos visto.
Observo que la marea está más baja y que va distinguiéndose la poza, así como la barrera de lava. Vemos que el sendero se llena de iguanas, que poco a poco van acercándose a la parte húmeda de la arena. Una vez allí, el movimiento se hace casi continuo, con escasas paradas. Se encaraman a las rocas que han quedado al descubierto y van entrando en el agua poco a poco, subiendo a las rocas siempre que es posible. Van cruzando la barrera de lava y nadando en superficie hasta que, de pronto, las pierdes de vista tras la espuma de una ola. Van entrando una tras otra pero, prácticamente por el mismo sitio. Para protegerse, opina Juanjo. Se van al mar, donde pasarán el resto del día, para volver con la pleamar, según hemos observado.
Han quedado pocas iguanas y decido que es hora de que también nos vayamos, para llegar a Concha Perla en condiciones óptimas.
Paso por el hotel a coger el traje de lycra y las máscaras, dejar el móvil,etc. Y nos encaminamos hacia el embarcadero para hacer snorkel. Están comentando las calles, que en su mayoría son de tierra, pero parece que quieren dejar el pueblo limpito.
No nos hemos equivocado y Concha Perla ofrece un aspecto absolutamente diferente al del primer día. Al estar baja la marea, ha quedado una especie de lago bordeado de lava. El cartel de STOP está sobre la roca y el agua se ve más clara. Un pequeño lobo marino está jugando bajo el banco de madera, pero no es el que me quitó la bolsa de plástico. Ese era más grande y de color más claro.
Nos tiramos al agua y vamos viendo el paisaje marino de esta zona. No es tan bonito como le de los túneles, pero es muy parecido y, como todo el mundo afirma "Es Gratis". Vemos las mismas especies de peces, los negritos con franja amarilla, loritos, y la misma vegetación. Entramos por unas grietas cubiertas de plantas marinas, como estalactitas, que quedan colgando a causa de la bajamar. Juanjo me va señalando distintas cosas y animales para que los grabe con la cámara. Me he metido por una grieta y he salido a la corriente del otro día, pero ahora el canal es más estrecho y he podido regresar por la misma grieta. Al volver, me he cruzado con un lobo marino grande al que había visto tirarse Juanjo, que ya ha salido del agua. Pero la cámara me la ha jugado y no he podido grabarlo. Ha pasado rápido, a favor de la corriente.
He visto una raya grande, pero la cámara se ha bloqueado y ha empezado a hacer ruidos raros, así que he salido para desmontarla y quitarle la batería, que es la única solución que encuentro cuando pasa eso. Menos mal que en los túneles no me hizo la gracia, porque habría sido más complicado. Hay que secar la cascada de la cámara para poder extraer la cámara y la batería.
Me tiro otra vez al agua y filmó a una gran tortuga que estaba pastando. El lobo pequeño está en las escalerillas de madera incordiando con sus ladridos a todo el que entra y sale. Baja al primer escalón y espero, a ver si se decide a meterse en el agua. Lo hace y enciendo la cámara para grabarlo nadando. Hace todo tipo de cabriolas y da vueltas a mi alrededor mientras yo giro como un trompo siguiéndole para filmarlo. Entonces me doy cuenta de que la cámara no ha grabado. Pero el lobito se ha compadecido y ha repetido el numerito, así que esta vez he podido grabar. Hay una pareja de argentinos de Puerto Madryn que estaban viéndolo y dicen que es un privilegio ver algo así. Han visto una serie de rayas pequeñas en fila. "Parecen barriletes", ha dicho ella.
La raya grande, que está pegada al suelo y parece una piedra porque está totalmente inmóvil y sólo se la distingue por la cola, no hace ningún movimiento. Todo su cuerpo se mantiene en la misma postura, totalmente dormida, parece. Me muevo por encima, pero no quiero tocarla, como insinúa Juanjo, porque no quiero molestarla, aunque ver a una raya elevarse de la arena es un espectáculo precioso.
Salgo finalmente del agua. Después de tanto estar a remojo -he pasado bastante tiempo- apetece una ducha caliente. Hemos ido a eso al hotel y luego a comer un menú a Los Delfines. Vemos cómo les traen en una pick-up una Albacora y otro pescado listado más pequeño y a Juanjo le dan ganas de decirles que se lo guarden para cenar.
Fuimos a descansar un rato y a intentar que nos hicieran la cuenta, pero la señora no la ha hecho y parece que no tiene prisa. Después de la siesta he bajado varias veces, pero una chica que está todo el tiempo clasificando papeles me dice que ha salido y volverá a la hora de la cena, o sea, a las seis. Ha tardado algo más y me ha hecho una rebaja en el precio y le dice al marido que mañana nos deje en el puerto y que no nos vaya a cobrar, porque no fueron a recogernos.
Hemos tomado una cerveza en uno de los bares que dan a la playa y nos hemos encontrado con los argentinos, que volvían de cenar en Los Delfines, parece que muy bien, y se van a por los "tragos".
Nosotros volvimos a cenar en César, pero creo que les ha ido mejor a los argentinos. Juanjo ha pedido pulpo y le han puesto prácticamente una tapa. Mi pasta con salsa de marisco era muy abundante, pero tirando a sosilla.
Mañana nos recoge el marido de Juanita a las 5:15. Hay que madrugar. Anteayer vimos en el comedor unas piñas enormes y nos contó que las cultivan ellos, en unos terrenos que tiene cerca del volcán, y que también cultiva banana, aguacate, coles, lechugas...que no tiene que regar, porque las plantas crecen con las lluvias y con la "Garúa", la niebla o rocío que cae habitualmente es suficiente para mantener las plantas. Pero nos dice que el clima está cambiando, que tenían que haber sembrado ya las lechugas y coles pero que no lo han hecho porque ha habido una sequía tremenda y ni siquiera hay Garúa como para poder hacerlo.
Hoy nos tenemos excursiones planeada, vamos a ir a nuestro aire. Juanjo había valorado alquilar un Kayak y darse una vuelta por la ensenada, pero finalmente ha decidido que no tiene muchas ganas. Yo he consultado la tabla de mareas, porque quiero hacer snorkel en Concha Perla. La tabla dice que la pleamar es sobre las 6 y la bajamar a las 12:15, así que decido ir a hacer una caminata hasta La Playita, dentro del PN, estar allí un rato y luego volver a Puerto Ayora para la hora de la bajamar.
Juanjo, finalmente, viene conmigo, porque no se le ocurre otra cosa que hacer. Así que nos fuimos andando por el cruce de las iguanas, entramos al parque y salimos por el primer sendero, que es el de La Playita. La marea estaba alta y no se distinguía la poza que hay antes de la barrera de lava. Las iguanas no estaban activas, pero estaban taponando totalmente el sendero y no teníamos por donde pasar. Pero una de ellas, que tiene la cola cortada, a la que habíamos visto el día anterior, se movió, precediéndonos en el camino, como indicándonos por donde ir o, tal vez, para vigilarnos. Así que con su movimiento tuvimos un pequeño espacio para poder pasar. En La Playita hay un techado de caña con bancos, allí dejamos las cosas y yo me dediqué a ver bichos y a observar la marea. Hay tres pelícanos sobre las rocas de lava de la izquierda, que no se molestan por mi presencia. Iguanas,de momento, pocas. La del rabo cortado, a la que apodo "La Roca" se ha quedado quieta, mirando hacia nosotros, paralela al mar.
Observo que la marea va bajando poco a poco. Algunas iguanas, pocas aún, se van aproximando. Una de ellas va directa hacia "La Roca" y se queda pegada a ella, con la cabeza junto a su lomo. Me pregunto cómo terminará la historia, porque La Roca no tiene ninguna pinta de moverse ni la otra, que es más pequeña, de apartarse de su camino. Al cabo de mucho rato, la más pequeña ha pasado por encima de La Roca tan campante. La Roca ni se ha inmutado. Pero la pequeña, que sigue su camino en línea recta, se ha topado con otra, un poco más grande que ella, que ha llegado hace un ratito. Ha intentado también pasarle por encima pero la otra se ha revuelto y han iniciado una pelea, persiguiendo la mayor a la pequeña en círculo, hasta que la pequeña se ha retirado. Es el movimiento "iguanil" más enérgico que hemos visto.
Observo que la marea está más baja y que va distinguiéndose la poza, así como la barrera de lava. Vemos que el sendero se llena de iguanas, que poco a poco van acercándose a la parte húmeda de la arena. Una vez allí, el movimiento se hace casi continuo, con escasas paradas. Se encaraman a las rocas que han quedado al descubierto y van entrando en el agua poco a poco, subiendo a las rocas siempre que es posible. Van cruzando la barrera de lava y nadando en superficie hasta que, de pronto, las pierdes de vista tras la espuma de una ola. Van entrando una tras otra pero, prácticamente por el mismo sitio. Para protegerse, opina Juanjo. Se van al mar, donde pasarán el resto del día, para volver con la pleamar, según hemos observado.
Han quedado pocas iguanas y decido que es hora de que también nos vayamos, para llegar a Concha Perla en condiciones óptimas.
Paso por el hotel a coger el traje de lycra y las máscaras, dejar el móvil,etc. Y nos encaminamos hacia el embarcadero para hacer snorkel. Están comentando las calles, que en su mayoría son de tierra, pero parece que quieren dejar el pueblo limpito.
No nos hemos equivocado y Concha Perla ofrece un aspecto absolutamente diferente al del primer día. Al estar baja la marea, ha quedado una especie de lago bordeado de lava. El cartel de STOP está sobre la roca y el agua se ve más clara. Un pequeño lobo marino está jugando bajo el banco de madera, pero no es el que me quitó la bolsa de plástico. Ese era más grande y de color más claro.
Nos tiramos al agua y vamos viendo el paisaje marino de esta zona. No es tan bonito como le de los túneles, pero es muy parecido y, como todo el mundo afirma "Es Gratis". Vemos las mismas especies de peces, los negritos con franja amarilla, loritos, y la misma vegetación. Entramos por unas grietas cubiertas de plantas marinas, como estalactitas, que quedan colgando a causa de la bajamar. Juanjo me va señalando distintas cosas y animales para que los grabe con la cámara. Me he metido por una grieta y he salido a la corriente del otro día, pero ahora el canal es más estrecho y he podido regresar por la misma grieta. Al volver, me he cruzado con un lobo marino grande al que había visto tirarse Juanjo, que ya ha salido del agua. Pero la cámara me la ha jugado y no he podido grabarlo. Ha pasado rápido, a favor de la corriente.
He visto una raya grande, pero la cámara se ha bloqueado y ha empezado a hacer ruidos raros, así que he salido para desmontarla y quitarle la batería, que es la única solución que encuentro cuando pasa eso. Menos mal que en los túneles no me hizo la gracia, porque habría sido más complicado. Hay que secar la cascada de la cámara para poder extraer la cámara y la batería.
Me tiro otra vez al agua y filmó a una gran tortuga que estaba pastando. El lobo pequeño está en las escalerillas de madera incordiando con sus ladridos a todo el que entra y sale. Baja al primer escalón y espero, a ver si se decide a meterse en el agua. Lo hace y enciendo la cámara para grabarlo nadando. Hace todo tipo de cabriolas y da vueltas a mi alrededor mientras yo giro como un trompo siguiéndole para filmarlo. Entonces me doy cuenta de que la cámara no ha grabado. Pero el lobito se ha compadecido y ha repetido el numerito, así que esta vez he podido grabar. Hay una pareja de argentinos de Puerto Madryn que estaban viéndolo y dicen que es un privilegio ver algo así. Han visto una serie de rayas pequeñas en fila. "Parecen barriletes", ha dicho ella.
La raya grande, que está pegada al suelo y parece una piedra porque está totalmente inmóvil y sólo se la distingue por la cola, no hace ningún movimiento. Todo su cuerpo se mantiene en la misma postura, totalmente dormida, parece. Me muevo por encima, pero no quiero tocarla, como insinúa Juanjo, porque no quiero molestarla, aunque ver a una raya elevarse de la arena es un espectáculo precioso.
Salgo finalmente del agua. Después de tanto estar a remojo -he pasado bastante tiempo- apetece una ducha caliente. Hemos ido a eso al hotel y luego a comer un menú a Los Delfines. Vemos cómo les traen en una pick-up una Albacora y otro pescado listado más pequeño y a Juanjo le dan ganas de decirles que se lo guarden para cenar.
Fuimos a descansar un rato y a intentar que nos hicieran la cuenta, pero la señora no la ha hecho y parece que no tiene prisa. Después de la siesta he bajado varias veces, pero una chica que está todo el tiempo clasificando papeles me dice que ha salido y volverá a la hora de la cena, o sea, a las seis. Ha tardado algo más y me ha hecho una rebaja en el precio y le dice al marido que mañana nos deje en el puerto y que no nos vaya a cobrar, porque no fueron a recogernos.
Hemos tomado una cerveza en uno de los bares que dan a la playa y nos hemos encontrado con los argentinos, que volvían de cenar en Los Delfines, parece que muy bien, y se van a por los "tragos".
Nosotros volvimos a cenar en César, pero creo que les ha ido mejor a los argentinos. Juanjo ha pedido pulpo y le han puesto prácticamente una tapa. Mi pasta con salsa de marisco era muy abundante, pero tirando a sosilla.
Mañana nos recoge el marido de Juanita a las 5:15. Hay que madrugar. Anteayer vimos en el comedor unas piñas enormes y nos contó que las cultivan ellos, en unos terrenos que tiene cerca del volcán, y que también cultiva banana, aguacate, coles, lechugas...que no tiene que regar, porque las plantas crecen con las lluvias y con la "Garúa", la niebla o rocío que cae habitualmente es suficiente para mantener las plantas. Pero nos dice que el clima está cambiando, que tenían que haber sembrado ya las lechugas y coles pero que no lo han hecho porque ha habido una sequía tremenda y ni siquiera hay Garúa como para poder hacerlo.
jueves, 20 de octubre de 2016
LOS TÚNELES Y LAS MANTAS RAYA GIGANTES
20/10/2016 LOS TÚNELES Y LAS MANTAS RAYA GIGANTES
Hoy vamos de excursión, a Los Túneles de lava, que es la más famosa de Galápagos. Nos cobran 90 $ por cabeza, que nos parece carísimo, pero aquí todo vale un pastón. Nos recogen en el hotel a las 7:20. Hay otra opción para las 11:15, pero preferimos ir pronto, por si acaso el mar se pone chungo durante el día.
La recogida ha sido un poco liosa. Han venido puntuales y nos dicen que si queremos traje de neopreno hay que alquilarlo. Yo no me lo voy a poner, pero teníamos entendido que estaba incluido todo, así que nos hemos quedado un poco asombrados por el tema.
Vamos a la oficina de la agencia. Juanjo va a alquilar uno corto. Entonces nos dicen que nosotros no somos los de ese tour, que van a devolvernos al hotel y nos lleva otra gente. Volvemos al hotel y la dueña dice que no, que somos nosotros los que vamos con ellos. Así que volvemos a la oficina para que a Juanjo le den su traje. Yo llevo el de lycra , que creo que será suficiente.
Embarcamos en el puerto. Vamos con dos chilenos, dos israelitas, dos americanas, un alemán y un bielorruso. Nos dicen que tenemos un trayecto de 45 minutos hasta los túneles. El mar está aparentemente tranquilo, pero al ir a entrar a los túneles escucho al piloto que está hablando con alguien, diciendo que está complicado, que van a intentarlo y salir rapidito del paseo.
El guía finalmente nos dice que el oleaje está complicado, hay que entrar por una zona rocosa para meterse en los túneles y las olas vienen fuertes. Escucho al piloto decir que las rocas no se ven. Está hablando con otra embarcación que está en el mismo caso. Hay que esperar a que haya un periodo de calma entre olas para enfilar la entrada. Dimos varias vueltas en medio del oleaje y, cuando se presentó la ocasión, el piloto arrancó a toda velocidad y consiguió enfilar la entrada.
Los túneles de lava se han creado al solidificarse tras una erupción en la que la colada cayó al mar. Es un sitio de anidamiento de pinzones. Por el camino hemos parado a ver un islote donde hay unos pinzones grandes, a los que llaman pinzones de Nazca, por el nombre de la falla.
Los de los túneles son pinzones de patas azules, que están con sus polluelos. Los pollos tienen las patas grises y cambian el plumaje pasando por una fase de plumón blanco. El macho y la hembra se diferencian en el tamaño - la hembra es más grande- y en el tamaño de la pupila de ojo.
Pasamos sobre los túneles, sobre la pinchosa lava. Hay que llevar zapatos, no valen las chanclas, te hacen daño las piedras. Nos hartamos de hacer fotos de la zona, que es realmente bonita y de los pinzones, que se dejan retratar sin problemas. Vemos tortugas pasando por entre los túneles, pero nos dicen que allí no dejan hacer snorkel para no incordiar la vista de la zona, porque no sería tan bonita viendo gente nadando por medio.
A continuación volvemos a embarcarnos para un trayecto de 15 minutos hacia la zona de snorkel. Pasamos las olas pegando grandes brincos y golpes, al quedarse la embarcación al aire al caer tras las grandes crestas. Nada más pasar el rompeolas, alguien vio una aleta, no sabíamos si era una tortuga o qué. Pero eran mantas rayas gigantes, un grupo que debía estar apareándose. Se estaban moviendo y sacando aletas y cabezas fuera dl agua. El guía consultó a los demás si nos dejarían tirarnos y nos dijeron que si, Ya nos habíamos puesto los trajes. Juanjo se tiro al agua sin aletas, intentando divisarlas. Parecía que se habían ido, pero se topó con tres que venían hacia él. Nos tiramos al agua los demás y yo me encontré de frente con una, a la que logré filmar. Luego grabé a otra, que venía un poco más lejos, sin darme cuenta de que tenía otra debajo, a la que he visto en el vídeo después. Son enormes pero, igual que el tiburón ballena,maestros animales san sensación de paz y se apartan para no rozarte.
Subimos al barco muy contentos y continuamos hacia la zona de buceo. Es un sitio con mucha roca y aguas muy superficiales. Nos dice el guía que tenemos que ir todos juntos, lo que no nos hace gracia. Al alemán y al bielorruso tampoco. Pero así debe ser. El guía entro primero en un manglar a buscar caballitos de mar. Vimos unos pocos, bastante más grandes de lo que pensábamos que eran. Nosotros tenemos en casa alguno seco y es mucho más chico. El problema es que, con tanta gente, y dos que no sabían nadar, los chilenos, que iban con el chaleco del barco, se removía el agua enseguida y no se veía nada. El bielorruso localizó uno fuera del manglár y se quedó quieto para marcar el sitio y a algunos nos indicó dónde estaba. Yo pude grabarlo, se veía mejor que los otros, porque la gente no está por allí.
Luego fuimos a unas cuevas donde se refugian los tiburones de puntas blancas. Hay bastantes, en varios sitios, y he podido filmarlos en reposo y nadando. Hemos pasado por debajo de túneles y cuevas y finalmente hemos salido a una zona donde podemos estar algo más a nuestro aire, buscando tortugas. Hemos visto muchas. Las jóvenes tienen una concha preciosa, de colores ocres. Las más viejos tienen la concha más parda y como con musgo y se nota cuando son ancianas. Las he grabado nadando, pastando, en reposo, levantando el vuelo....además hay peces loro y de distintos tipos más, en grandes cardúmenes y, al estar el fondo tan superficial, entra la luz del sol y se ven perfectamente los colores de las plantas acuáticas y las praderas de musgos.
Pasada una hora o algo más subimos al barco y tomamos unos sándwiches, bebida y fruta. Sobre todo, comentamos lo de las Rayas Manta, que ha sido espectacular. Hemos tenido una suerte increíble.
Volvimos al puerto con el mar bastante el calma. Van a tener suerte el bielorruso y los chilenos, que se quedan en el puerto porque se van en el barco de las 14:30 a Santa Cruz.
Nos dejan en la oficina y vamos andando al hotel, que está muy cerca. Nos hemos dado una ducha calentita, que apetece, y hemos descansado un rato, hemos visto los vídeos, que han quedado medio bien y algunas de las fotos.
A media tarde se ha acordado Juanjo que tenemos que ir a la oficina a que nos copien las fotos. Tiene que haber mejores que las que he hecho yo, porque el guía está más acostumbrado a la foto submarina y ha hecho mucho retrato de caras de tortugas.
Nos las meten en el pendrive y nos vamos a dar un paseo por la playa. Hoy no hace viento y se está mejor que otros días. Hemos recorrido toda la playa, porque una parte no la habíamos visto aún y hemos tomado unas cervezas a la hora de la puesta de sol, aunque en el oeste hay nubes y no se ve apenas nada.
Hemos pasado por el hotel a dejar el móvil y el pendrive y a coger unas linternas, por si después de cenar hubiera una noche estrellada y pudiéramos dar un paseo nocturno por la playa.
Cenamos en César, bastante bien y no caro. Unos guiris se han traído una botella de vino y se la toman en las copas que les han traído para una botellita de agua que han pedido. Juanjo está escandalizadísimo y dice que mañana lo vamos a hacer nosotros. Bah!
Hemos salido al camino de las iguanas por la playa, pero observo que se ha llenado el cielo de nubes, así que nada de cielo estrellado, así que nos hemos ido al hotel a dormir.
Hoy vamos de excursión, a Los Túneles de lava, que es la más famosa de Galápagos. Nos cobran 90 $ por cabeza, que nos parece carísimo, pero aquí todo vale un pastón. Nos recogen en el hotel a las 7:20. Hay otra opción para las 11:15, pero preferimos ir pronto, por si acaso el mar se pone chungo durante el día.
La recogida ha sido un poco liosa. Han venido puntuales y nos dicen que si queremos traje de neopreno hay que alquilarlo. Yo no me lo voy a poner, pero teníamos entendido que estaba incluido todo, así que nos hemos quedado un poco asombrados por el tema.
Vamos a la oficina de la agencia. Juanjo va a alquilar uno corto. Entonces nos dicen que nosotros no somos los de ese tour, que van a devolvernos al hotel y nos lleva otra gente. Volvemos al hotel y la dueña dice que no, que somos nosotros los que vamos con ellos. Así que volvemos a la oficina para que a Juanjo le den su traje. Yo llevo el de lycra , que creo que será suficiente.
Embarcamos en el puerto. Vamos con dos chilenos, dos israelitas, dos americanas, un alemán y un bielorruso. Nos dicen que tenemos un trayecto de 45 minutos hasta los túneles. El mar está aparentemente tranquilo, pero al ir a entrar a los túneles escucho al piloto que está hablando con alguien, diciendo que está complicado, que van a intentarlo y salir rapidito del paseo.
El guía finalmente nos dice que el oleaje está complicado, hay que entrar por una zona rocosa para meterse en los túneles y las olas vienen fuertes. Escucho al piloto decir que las rocas no se ven. Está hablando con otra embarcación que está en el mismo caso. Hay que esperar a que haya un periodo de calma entre olas para enfilar la entrada. Dimos varias vueltas en medio del oleaje y, cuando se presentó la ocasión, el piloto arrancó a toda velocidad y consiguió enfilar la entrada.
Los túneles de lava se han creado al solidificarse tras una erupción en la que la colada cayó al mar. Es un sitio de anidamiento de pinzones. Por el camino hemos parado a ver un islote donde hay unos pinzones grandes, a los que llaman pinzones de Nazca, por el nombre de la falla.
Los de los túneles son pinzones de patas azules, que están con sus polluelos. Los pollos tienen las patas grises y cambian el plumaje pasando por una fase de plumón blanco. El macho y la hembra se diferencian en el tamaño - la hembra es más grande- y en el tamaño de la pupila de ojo.
Pasamos sobre los túneles, sobre la pinchosa lava. Hay que llevar zapatos, no valen las chanclas, te hacen daño las piedras. Nos hartamos de hacer fotos de la zona, que es realmente bonita y de los pinzones, que se dejan retratar sin problemas. Vemos tortugas pasando por entre los túneles, pero nos dicen que allí no dejan hacer snorkel para no incordiar la vista de la zona, porque no sería tan bonita viendo gente nadando por medio.
A continuación volvemos a embarcarnos para un trayecto de 15 minutos hacia la zona de snorkel. Pasamos las olas pegando grandes brincos y golpes, al quedarse la embarcación al aire al caer tras las grandes crestas. Nada más pasar el rompeolas, alguien vio una aleta, no sabíamos si era una tortuga o qué. Pero eran mantas rayas gigantes, un grupo que debía estar apareándose. Se estaban moviendo y sacando aletas y cabezas fuera dl agua. El guía consultó a los demás si nos dejarían tirarnos y nos dijeron que si, Ya nos habíamos puesto los trajes. Juanjo se tiro al agua sin aletas, intentando divisarlas. Parecía que se habían ido, pero se topó con tres que venían hacia él. Nos tiramos al agua los demás y yo me encontré de frente con una, a la que logré filmar. Luego grabé a otra, que venía un poco más lejos, sin darme cuenta de que tenía otra debajo, a la que he visto en el vídeo después. Son enormes pero, igual que el tiburón ballena,maestros animales san sensación de paz y se apartan para no rozarte.
Subimos al barco muy contentos y continuamos hacia la zona de buceo. Es un sitio con mucha roca y aguas muy superficiales. Nos dice el guía que tenemos que ir todos juntos, lo que no nos hace gracia. Al alemán y al bielorruso tampoco. Pero así debe ser. El guía entro primero en un manglar a buscar caballitos de mar. Vimos unos pocos, bastante más grandes de lo que pensábamos que eran. Nosotros tenemos en casa alguno seco y es mucho más chico. El problema es que, con tanta gente, y dos que no sabían nadar, los chilenos, que iban con el chaleco del barco, se removía el agua enseguida y no se veía nada. El bielorruso localizó uno fuera del manglár y se quedó quieto para marcar el sitio y a algunos nos indicó dónde estaba. Yo pude grabarlo, se veía mejor que los otros, porque la gente no está por allí.
Luego fuimos a unas cuevas donde se refugian los tiburones de puntas blancas. Hay bastantes, en varios sitios, y he podido filmarlos en reposo y nadando. Hemos pasado por debajo de túneles y cuevas y finalmente hemos salido a una zona donde podemos estar algo más a nuestro aire, buscando tortugas. Hemos visto muchas. Las jóvenes tienen una concha preciosa, de colores ocres. Las más viejos tienen la concha más parda y como con musgo y se nota cuando son ancianas. Las he grabado nadando, pastando, en reposo, levantando el vuelo....además hay peces loro y de distintos tipos más, en grandes cardúmenes y, al estar el fondo tan superficial, entra la luz del sol y se ven perfectamente los colores de las plantas acuáticas y las praderas de musgos.
Pasada una hora o algo más subimos al barco y tomamos unos sándwiches, bebida y fruta. Sobre todo, comentamos lo de las Rayas Manta, que ha sido espectacular. Hemos tenido una suerte increíble.
Volvimos al puerto con el mar bastante el calma. Van a tener suerte el bielorruso y los chilenos, que se quedan en el puerto porque se van en el barco de las 14:30 a Santa Cruz.
Nos dejan en la oficina y vamos andando al hotel, que está muy cerca. Nos hemos dado una ducha calentita, que apetece, y hemos descansado un rato, hemos visto los vídeos, que han quedado medio bien y algunas de las fotos.
A media tarde se ha acordado Juanjo que tenemos que ir a la oficina a que nos copien las fotos. Tiene que haber mejores que las que he hecho yo, porque el guía está más acostumbrado a la foto submarina y ha hecho mucho retrato de caras de tortugas.
Nos las meten en el pendrive y nos vamos a dar un paseo por la playa. Hoy no hace viento y se está mejor que otros días. Hemos recorrido toda la playa, porque una parte no la habíamos visto aún y hemos tomado unas cervezas a la hora de la puesta de sol, aunque en el oeste hay nubes y no se ve apenas nada.
Hemos pasado por el hotel a dejar el móvil y el pendrive y a coger unas linternas, por si después de cenar hubiera una noche estrellada y pudiéramos dar un paseo nocturno por la playa.
Cenamos en César, bastante bien y no caro. Unos guiris se han traído una botella de vino y se la toman en las copas que les han traído para una botellita de agua que han pedido. Juanjo está escandalizadísimo y dice que mañana lo vamos a hacer nosotros. Bah!
Hemos salido al camino de las iguanas por la playa, pero observo que se ha llenado el cielo de nubes, así que nada de cielo estrellado, así que nos hemos ido al hotel a dormir.
miércoles, 19 de octubre de 2016
EL MURO DE LAS LÁGRIMAS Y SUSTO DE JUANJO
19/10/2016. EL MURO DE LAS LÁGRIMAS Y SUSTO DE JUANJO
Queriamos ir hoy a Los Túneles, pero temprano, y resulta que a esa hora hoy no hay hueco. Así que nos vamos al Muro de las Lagrimas. Es un sendero de cinco km desde su arranque, o sea, unos siete en total por trayecto, que acaba en los retos de una penitenciaria. Pero lo interesante es el camino en sí, porque tiene muchos hitos. Verdad que he comentado que casi siempre está nublado?. Pues hoy no. Hoy casca el sol UE no veas y, aunque hemos salido a eso de las 8, enseguida estábamos achicharrados. Llevo agua, galletas, toalla, llevamos puestos los bañadores porque el sendero va paralelo a la playa en bastante tramo, llevamos protector solar, cámaras....en fin, lo propio. Pasamos el cruce que lleva al criadero o al Muro y venos pasar las iguanas en dirección a la playa, todas en fila, por los sitios marcados como Paso de Iguanas.
Los humedales tienen cierto reconocimiento, pero no tienen ahora mucha agua. En la Poza de las Diablas hay algo más pero solo vemos un pato negro, de tamaño grande con el pico rojo. No sé el nombre. Hemos visto algún pato, pero poca cosa más. Entramos en playas de lava. En una se está formando una playa ecológica, una barrera natural de lava y trozos de conchas traídos por el mar, para poderte bañar sí que te arrastre el Pacífico a su seno. Los senderos hacia las playas están petados de iguanas. Antes de entrar al parque hay un letrero con instrucciones que leemos con atención. Dice, entre otras cosas, que no te salgas de los senderos. Buenos, pues en el primer desvío a La Playita, un lugar monísimo, con una buena playa de arena, manglar y un estante de lava, el sendero está abarrotado de iguanas y no nos ha quedado otra que salirnos del camino para poder sortearlas, porque no había hueco.
Le he dicho a Juanjo que, a la vuelta voy a bañarme ahí. Me dice que para entonces igual ha subido la marea, pero me da igual. Me voy a dar un baño allí, porque a la vuelta vendré cocida y no está muy lejos del pueblo.
La siguiente playa es la Playa del Amor, la ecológica. Hay una ensenada entre la lava donde puedes darte un chapuzón, pero hay que pasar sobre la lava. Hay una zona acotada con piedras de lava con un aviso porque es zona de anidamiento de iguanas y no se puede pasar. Pero el contraste de la lava con el azul del agua es chulo. Detrás, las olas el Pacífico rompen rugiendo. Luego vimos el túnel de lava, un hueco en el suelo vigilado por una iguana.
Hay algunos bosques de manzanillo y de manglar, que se agradecen, porque el sol cae de plano. En un puentecillo que da a una playa de lava corre una brisa muy fresca. Vamos aprovechando las pocas sombras para coger fuerzas para el siguiente tramo. Hay bosquecillos que parecen encantados, donde parece que va a salir un hada en cualquier momento. Otros, puros troncos de manglar blanco, tienen un aspecto algo espectral, pero en cada uno hay algo especial.
Subimos a un mirador desde donde se divisa parte de la isla, una montaña, campos de Opuntias, la mancha de los humedales y el Pacífico con su oleaje.
Me dice Juanjo en el mirador que él va a seguir hasta el Muro sin esperarme. Bueno, lleva todo el camino andando 200 m por delante, como hace habitualmente. Así que él sigue andando, yo me quedo un momento más tomando el aire en el cerro y sigo, algo más repuesta. No falta mucho para el Muro, pero hace un calor tremendo. Voy bebiendo agua a sorbitos, para que quede para cuando llegue donde está Juanjo, que suele beber de un largo trago, aunque de tarde en tarde, como los camellos.
Llegó al Muro y no veo a nadie, excepto a un chico que va en bici y nos cruzamos en el sendero final. Me parece rarísimo, porque el Muro está allí y no tengo ni idea de dónde se ha podido meter Juanjo, que me dijo que no se desviaría sin decírmelo.
El Muro es lo que queda de una penitenciaria, donde maltrataron a muchos prisioneros, y muchos murieron allí, construyendo ese muro absurdo, mal hecho, inútil. Me ha recordado el memorial al Holocausto que hay en Berlín, que me dio sensación de ahogo. Este Muro también da mal rollo. Leí el letrero que contaba la historia del Muro, le hice una foto para que quedara constancia de la absurda obra y subí hacia el camino. Seguía sin ver a Juanjo por ningún lado y me senté un momento en unos bancos que había bajo unos árboles, a beber un sorbo de agua. Pero la sombra era muy rala y hacía mucho calor. Llamé a Juanjo con un grito, pero no contestó nadie. Escuchaba las voces de gente joven y había unas bicis y mochilas donde yo estaba sentada. Vi un cerro con una escalera pero a alguien con camiseta blanca y Juanjo lleva una verde.
Así que, como no contestaba, no aparecía y me estaba achicharrando, di la vuelta para emprender el camino de regreso, suponiendo que me alcanzaría enseguida.
La vuelta fue mejor, porque el aire daba de frente y refrescaba más. De todas formas, no paré hasta llegar al primero de los bosquecillos, para refrescarme y esperar a ver si veía venir a Juanjo. Me pasa que, cuando hace mucho calor se me hinchan los pies y notaba que los llevaba hinchados y las plantas de los píes doloridas. Tras esperar un rato, avancé hasta el siguiente bosquecillo y volví a esperar, pero nada. Pasé por las playas que dejamos antes, me asomé a la Playa del Amor, a ver si había subido la marea, incluso retrocedí un poco, después de asomarme a una playa de lava para entrar en el sendero del Estero, al que no habíamos entrado a la ida, pensando que podía dar a esa playa, pero había un área de picnic y el resto tenía mucha agua en el camino, así que volví a salir al sendero y a mirar si venía Juanjo, pero nada. Como en el puentecillo se estaba bien, era aquél en el que corría la brisa, me quedé otro poco. Ya me estaba pareciendo rarísimo que Juanjo no hubiera llegado. Pero, como a la ida le dije que iba a darme un baño a la vuelta en La Playita, supuse que iría allá.
Así que entré al sendero. Había una familia de alemanes sentados en una sombra con tres bancos, rodeados de iguanas. Yo notaba los pies para reventar, así que me quedé en bañador y me di un baño, para descansar el cuerpo y sobre todo los pies, que me ardían. La Playita tiene una zona de manglar, unos árboles con sombra, como ya he dicho, una zona de lava que forma una poza, por donde entran las iguanas al mar y una parte que da a las olas. Yo entré a las olas, que allí baten menos, y me quedé un rato relajándome y descansando. Estando en el agua vi pasar a Juanjo por el sendero, con la cabeza gacha, como camina habitualmente, sin mirar a ningún lado. Si hubiera levantado la cabeza me habría visto, porque yo estaba gritándole y haciéndole señas, pero no podía hacer nada más, porque era imposible salir en línea recta hacia dónde estaba él, así que le vi marcharse hacia el pueblo y no podía explicarme por qué no había entrado en la playa, como le había dicho.
Como la cosa no tenía remedio, y no iba a salir chorreando, porque todavía quedaba camino, me quedé allí, secándome y viendo las iguanas, los pelícanos, las gaviotas negras de ojo blanco, y unos lobos marinos que retozaban en el agua. Llegó una pareja de Peruanos y estuve un rato hablando con el hombre mientras se bañaba en la poza, donde yo había vuelto a meter un rato las piernas, porque aún me dolían los pies. Estaba entrando una corriente fresca porque empezaba a subir la marea y me alivió mucho ese ratito. Terminé de secarme, me lavé los pies para ponerme los zapatos con parte del agua que llevaba para Juanjo porque, total, ya se estará tomando una cerveza en el pueblo casi fijo, como así era.
Dije adiós a los peruanos y salí de nuevo al sendero. Esta mañana no había guardaparques, pero ahora sí está en la garita. Le dije Buenos Días, y luego pensé si ya serían Buenas tardes....
Llegué al pueblo más animada y relajada y, al acercarme al hotel, llegaba Juanjo en bici. Me hizo gracia que se hubiera alquilado una para dar una vuelta, pero resulta que lo había hecho para ir a buscarme. En fin, yo creo que en lugares donde no hay posibilidad de comunicación si pasa algo, no deberíamos separarnos tanto, pero supongo que no volverá a pasar, o si, vete tú a saber!
Devolvió la bici y yo fui a darme una ducha para quitarme la sal. No voy a ir a Concha Perla porque ya está subiendo la marea, no me pase lo de ayer. Curiosamente hay algo de conexión a Internet, así que he mandado unas fotos y he chateado con mis colegas. Estaban mosqueadas porque llevaba días sin mandar nada, pero ya les he explicado que en las islas lo de Internet es una lotería. Pero les han gustado mucho las fotos, aunque a Fani las iguanas le dan "yuyu".
Hemos salido a un restaurante local a tomar un menú de sopa de camarones con unos fideos larguísimos y yo me he manchado la camisa. Menos mal que en la azotea se seca la ropa en un vuelo!. Luego hemos tomado carne empanada (apanada) con papas fritas y les hemos echado salsa de ají. Es tarde ya para comer aquí, casi las tres, y ya no tenían algunas de las opciones del menú, pero hemos tomado cerveza y yo he pedido un helado de los de Frigo, que aquí se llaman Pingüino, de naranjilla, en forma de cono truncado.
Hemos descansado un rato y luego hemos salido a ver la puesta de sol, que yo quería verla y hacer fotos. Hemos paseado por la playa y por distintos lugares del pueblo que no conocíamos. Hoy me he llevado una chaqueta, porque el viento a la orilla del mar es fuerte. Hace buena noche, a pesar de todo, pero no tenemos hambre, porque hemos comido tarde y Juanjo se ha aburrido de dar vueltas por el pueblo. Hemos entrado en la Iglesia, porque está encendida para el Rosario y Misa. Yo había entrado este mediodía, pero no llevaba el móvil y quería hacerle una foto al altar. Es muy gracioso. El fondo es un mural donde se ve un Cristo como en ascensión sobre la bahía de Villamil, en un lado hay cocoteros y sobre la playa vuelan fragatas y piqueros junto al Cristo, que también vuela. Tiene mucho colorido y está majo.
Como no tenemos hambre y a Juanjo no le apetece ni tomarse una cerveza (raro, raro), hemos comprado una y unos chifles (plátano frito) para acompañarla.
Queriamos ir hoy a Los Túneles, pero temprano, y resulta que a esa hora hoy no hay hueco. Así que nos vamos al Muro de las Lagrimas. Es un sendero de cinco km desde su arranque, o sea, unos siete en total por trayecto, que acaba en los retos de una penitenciaria. Pero lo interesante es el camino en sí, porque tiene muchos hitos. Verdad que he comentado que casi siempre está nublado?. Pues hoy no. Hoy casca el sol UE no veas y, aunque hemos salido a eso de las 8, enseguida estábamos achicharrados. Llevo agua, galletas, toalla, llevamos puestos los bañadores porque el sendero va paralelo a la playa en bastante tramo, llevamos protector solar, cámaras....en fin, lo propio. Pasamos el cruce que lleva al criadero o al Muro y venos pasar las iguanas en dirección a la playa, todas en fila, por los sitios marcados como Paso de Iguanas.
Los humedales tienen cierto reconocimiento, pero no tienen ahora mucha agua. En la Poza de las Diablas hay algo más pero solo vemos un pato negro, de tamaño grande con el pico rojo. No sé el nombre. Hemos visto algún pato, pero poca cosa más. Entramos en playas de lava. En una se está formando una playa ecológica, una barrera natural de lava y trozos de conchas traídos por el mar, para poderte bañar sí que te arrastre el Pacífico a su seno. Los senderos hacia las playas están petados de iguanas. Antes de entrar al parque hay un letrero con instrucciones que leemos con atención. Dice, entre otras cosas, que no te salgas de los senderos. Buenos, pues en el primer desvío a La Playita, un lugar monísimo, con una buena playa de arena, manglar y un estante de lava, el sendero está abarrotado de iguanas y no nos ha quedado otra que salirnos del camino para poder sortearlas, porque no había hueco.
Le he dicho a Juanjo que, a la vuelta voy a bañarme ahí. Me dice que para entonces igual ha subido la marea, pero me da igual. Me voy a dar un baño allí, porque a la vuelta vendré cocida y no está muy lejos del pueblo.
La siguiente playa es la Playa del Amor, la ecológica. Hay una ensenada entre la lava donde puedes darte un chapuzón, pero hay que pasar sobre la lava. Hay una zona acotada con piedras de lava con un aviso porque es zona de anidamiento de iguanas y no se puede pasar. Pero el contraste de la lava con el azul del agua es chulo. Detrás, las olas el Pacífico rompen rugiendo. Luego vimos el túnel de lava, un hueco en el suelo vigilado por una iguana.
Hay algunos bosques de manzanillo y de manglar, que se agradecen, porque el sol cae de plano. En un puentecillo que da a una playa de lava corre una brisa muy fresca. Vamos aprovechando las pocas sombras para coger fuerzas para el siguiente tramo. Hay bosquecillos que parecen encantados, donde parece que va a salir un hada en cualquier momento. Otros, puros troncos de manglar blanco, tienen un aspecto algo espectral, pero en cada uno hay algo especial.
Subimos a un mirador desde donde se divisa parte de la isla, una montaña, campos de Opuntias, la mancha de los humedales y el Pacífico con su oleaje.
Me dice Juanjo en el mirador que él va a seguir hasta el Muro sin esperarme. Bueno, lleva todo el camino andando 200 m por delante, como hace habitualmente. Así que él sigue andando, yo me quedo un momento más tomando el aire en el cerro y sigo, algo más repuesta. No falta mucho para el Muro, pero hace un calor tremendo. Voy bebiendo agua a sorbitos, para que quede para cuando llegue donde está Juanjo, que suele beber de un largo trago, aunque de tarde en tarde, como los camellos.
Llegó al Muro y no veo a nadie, excepto a un chico que va en bici y nos cruzamos en el sendero final. Me parece rarísimo, porque el Muro está allí y no tengo ni idea de dónde se ha podido meter Juanjo, que me dijo que no se desviaría sin decírmelo.
El Muro es lo que queda de una penitenciaria, donde maltrataron a muchos prisioneros, y muchos murieron allí, construyendo ese muro absurdo, mal hecho, inútil. Me ha recordado el memorial al Holocausto que hay en Berlín, que me dio sensación de ahogo. Este Muro también da mal rollo. Leí el letrero que contaba la historia del Muro, le hice una foto para que quedara constancia de la absurda obra y subí hacia el camino. Seguía sin ver a Juanjo por ningún lado y me senté un momento en unos bancos que había bajo unos árboles, a beber un sorbo de agua. Pero la sombra era muy rala y hacía mucho calor. Llamé a Juanjo con un grito, pero no contestó nadie. Escuchaba las voces de gente joven y había unas bicis y mochilas donde yo estaba sentada. Vi un cerro con una escalera pero a alguien con camiseta blanca y Juanjo lleva una verde.
Así que, como no contestaba, no aparecía y me estaba achicharrando, di la vuelta para emprender el camino de regreso, suponiendo que me alcanzaría enseguida.
La vuelta fue mejor, porque el aire daba de frente y refrescaba más. De todas formas, no paré hasta llegar al primero de los bosquecillos, para refrescarme y esperar a ver si veía venir a Juanjo. Me pasa que, cuando hace mucho calor se me hinchan los pies y notaba que los llevaba hinchados y las plantas de los píes doloridas. Tras esperar un rato, avancé hasta el siguiente bosquecillo y volví a esperar, pero nada. Pasé por las playas que dejamos antes, me asomé a la Playa del Amor, a ver si había subido la marea, incluso retrocedí un poco, después de asomarme a una playa de lava para entrar en el sendero del Estero, al que no habíamos entrado a la ida, pensando que podía dar a esa playa, pero había un área de picnic y el resto tenía mucha agua en el camino, así que volví a salir al sendero y a mirar si venía Juanjo, pero nada. Como en el puentecillo se estaba bien, era aquél en el que corría la brisa, me quedé otro poco. Ya me estaba pareciendo rarísimo que Juanjo no hubiera llegado. Pero, como a la ida le dije que iba a darme un baño a la vuelta en La Playita, supuse que iría allá.
Así que entré al sendero. Había una familia de alemanes sentados en una sombra con tres bancos, rodeados de iguanas. Yo notaba los pies para reventar, así que me quedé en bañador y me di un baño, para descansar el cuerpo y sobre todo los pies, que me ardían. La Playita tiene una zona de manglar, unos árboles con sombra, como ya he dicho, una zona de lava que forma una poza, por donde entran las iguanas al mar y una parte que da a las olas. Yo entré a las olas, que allí baten menos, y me quedé un rato relajándome y descansando. Estando en el agua vi pasar a Juanjo por el sendero, con la cabeza gacha, como camina habitualmente, sin mirar a ningún lado. Si hubiera levantado la cabeza me habría visto, porque yo estaba gritándole y haciéndole señas, pero no podía hacer nada más, porque era imposible salir en línea recta hacia dónde estaba él, así que le vi marcharse hacia el pueblo y no podía explicarme por qué no había entrado en la playa, como le había dicho.
Como la cosa no tenía remedio, y no iba a salir chorreando, porque todavía quedaba camino, me quedé allí, secándome y viendo las iguanas, los pelícanos, las gaviotas negras de ojo blanco, y unos lobos marinos que retozaban en el agua. Llegó una pareja de Peruanos y estuve un rato hablando con el hombre mientras se bañaba en la poza, donde yo había vuelto a meter un rato las piernas, porque aún me dolían los pies. Estaba entrando una corriente fresca porque empezaba a subir la marea y me alivió mucho ese ratito. Terminé de secarme, me lavé los pies para ponerme los zapatos con parte del agua que llevaba para Juanjo porque, total, ya se estará tomando una cerveza en el pueblo casi fijo, como así era.
Dije adiós a los peruanos y salí de nuevo al sendero. Esta mañana no había guardaparques, pero ahora sí está en la garita. Le dije Buenos Días, y luego pensé si ya serían Buenas tardes....
Llegué al pueblo más animada y relajada y, al acercarme al hotel, llegaba Juanjo en bici. Me hizo gracia que se hubiera alquilado una para dar una vuelta, pero resulta que lo había hecho para ir a buscarme. En fin, yo creo que en lugares donde no hay posibilidad de comunicación si pasa algo, no deberíamos separarnos tanto, pero supongo que no volverá a pasar, o si, vete tú a saber!
Devolvió la bici y yo fui a darme una ducha para quitarme la sal. No voy a ir a Concha Perla porque ya está subiendo la marea, no me pase lo de ayer. Curiosamente hay algo de conexión a Internet, así que he mandado unas fotos y he chateado con mis colegas. Estaban mosqueadas porque llevaba días sin mandar nada, pero ya les he explicado que en las islas lo de Internet es una lotería. Pero les han gustado mucho las fotos, aunque a Fani las iguanas le dan "yuyu".
Hemos salido a un restaurante local a tomar un menú de sopa de camarones con unos fideos larguísimos y yo me he manchado la camisa. Menos mal que en la azotea se seca la ropa en un vuelo!. Luego hemos tomado carne empanada (apanada) con papas fritas y les hemos echado salsa de ají. Es tarde ya para comer aquí, casi las tres, y ya no tenían algunas de las opciones del menú, pero hemos tomado cerveza y yo he pedido un helado de los de Frigo, que aquí se llaman Pingüino, de naranjilla, en forma de cono truncado.
Hemos descansado un rato y luego hemos salido a ver la puesta de sol, que yo quería verla y hacer fotos. Hemos paseado por la playa y por distintos lugares del pueblo que no conocíamos. Hoy me he llevado una chaqueta, porque el viento a la orilla del mar es fuerte. Hace buena noche, a pesar de todo, pero no tenemos hambre, porque hemos comido tarde y Juanjo se ha aburrido de dar vueltas por el pueblo. Hemos entrado en la Iglesia, porque está encendida para el Rosario y Misa. Yo había entrado este mediodía, pero no llevaba el móvil y quería hacerle una foto al altar. Es muy gracioso. El fondo es un mural donde se ve un Cristo como en ascensión sobre la bahía de Villamil, en un lado hay cocoteros y sobre la playa vuelan fragatas y piqueros junto al Cristo, que también vuela. Tiene mucho colorido y está majo.
Como no tenemos hambre y a Juanjo no le apetece ni tomarse una cerveza (raro, raro), hemos comprado una y unos chifles (plátano frito) para acompañarla.
MAREOS A ISABELA Y SUSTO EN CONCHA PERLA
18/10/2016 MAREOS A ISABELA Y SUSTO EN CONCHA PERLA
Nos hemos levantado a las seis, porque teníamos que estar en la boletería a las seis y media. El boletero nos ha acompañado al muelle para acoplarnos en un barco que se llama Sierra Negra. Nos han pedido los pasaportes y hemos pasado otro control ambiental, pero han abierto todas las maletas y a mí me han echado desinfectante en la suela de las botas que llevo dentro. Luego nos han puesto una brida cerrando la maleta, igual que hicieron en el aeropuerto.
Un taxi acuático nos lleva hasta el barco previo pago de medio dólar por persona, que eso no nos lo había dicho nadie. Íbamos a sentarnos en la popa del barco, pero el capitán dice que allí cae mucha agua, que está el mar muy movido. Así que nos metemos dentro, aunque hace calor. Nos habían asegurado que las maletas no iban a mojarse, porque en la proa no entra agua. Mentira y gorda. Me doy cuenta de que a mí maleta le ha caído un chorro de agua y aviso. Uno de los pasajeros se ha metido en la proa a cerrar una escotilla que han dejado abierta. No podía cerrarla del todo y Juanjo le ha prestado uno de los cordones de sus zapatos para que quedara cerrada. A todo esto, el piloto iba a lo suyo. Nos ha repartido bolsas para vomitar y ha salido como alma que lleva el diablo. Yo he tomado dos biodraminas una hora antes de embarcar y no hemos desayunado, pero la mujer y el hijo del que se ha puesto a cerrar la escotilla vienen comiendo bolón de verde y el olor a queso me está revolviendo el estomago.
Menos mal que hoy, por primera vez, no hace ni pizca de aire, porque el barco, que es pequeño, como para veinte personas, quizá veinticinco, da unos brincos que da miedo. Quien más, quien menos, va verde. La mujer del bolón de verde se ha puesto a vomitar enseguida, y una chica que va enfrente, va echada para atrás, con los ojos cerrados y respirando hondo. Alguna gente más va como intentando dormir, pero los leñazos que da el barco cuando saltan las olas te sacan del asiento. Yo he llevado medio vaya la primera mitad del trayecto pero en un momento de mucho brinco he cerrado los ojos y ha sido peor. No me ha quedado otra que vomitar. No mucho, pero lo justo. Parece que me he aliviado. Al rato ha vomitado El Niño del Bolón y luego, ya acercándonos a Isabela he echado yo otra bocanadita. Menos mal que Alfredo me había adv reído que ese trayecto era un espanto y he sacado ida y vuelta a la primera hora de la mañana. Juanjo me ha preguntado a qué hora tenemos la vuelta y dice que menos mal. Porque esto, después de haber comido puede ser una catástrofe, aparte de que suele entrar el viento a lo largo de la mañana.
En Puerto Ayora nos meten en otro taxi. Éste es a dólar por barba. Vamos empeorando. Y luego nos cobran cinco dólares más por derechos portuarios. Los del hotel deberían haber venido a buscarnos y no han aparecido. Vamos andando, pero no está muy cerca y hemos tenido que preguntar varias veces. Al llegar, digo que tenía el traslado en la reserva y que, además, les he enviado mensajes con la hora de llegada y me pide la señora disculpas, pero que ha debido olvidarse. Pero después del trayecto te remata buscar un sitio que no está bien indicado y por caminos de tierra, apenas hay asfalto ni aceras.
No está la habitación preparada, como era de esperar, pero nos entretenemos desayunando. A pesar de todo, me apetece algo sólido, y la fruta con yogur, los huevos y las tostadas, parece que me sientan bien. Un par de tazas de té terminan de entonarme, aunque no me he atrevido con el jugo.
Nos cambiamos y vamos a visitar cosas. Creo que una caminata nos sentará bien. Hemos ido hacia el centro de crianza de tortugas, pasando por unas charcas, la poza Salinas, donde hay flamencos rosadísimos, casi rojos. También hay algunos patos y aves de largo pico, de las que hay en las charcas. No sé su nombre. El sendero pasa entre manzanillos, ese árbol tan peligroso.
Al inicio hay un letrero que dice
PASO DE IGUANAS
REDUZCA LA VELOCIDAD
Y, ciertamente, pasan iguanas y, ya en el sendero, tienes que ir sorteándolas, porque bloquean el camino.
A ambos lados del sendero vemos charcas y hay flamencos en todas ellas, aunque no en gran cantidad. El camino está parcialmente sombreado por el manzanillo, menos mal, porque hace calor.
El centro de crianza tiene muchas tortugas de varias especies. Recogen los huevos, los incuban y mantienen a las tortugas en recintos de distintos tamaños hasta que cumplen 8 años y son lo suficientemente grandes como para que una rata o un perro no se las coma, y así garantizan su supervivencia. Hay alguna especie, como las Tortugas de Cinco Cerros que ha estado a punto de desaparecer, pero las recogieron y, dos años después de meter en el recinto 18 adultas, nacieron 200 galapaguitos. Así que la población de tortugas de esa especie ya está asegurada. Esa especie tiene el caparazón aplastado y son más alargadas.
De las tortugas de Cerro Paloma tienen cuatro machos y cuatro hembras, que están teniendo descendencia.
Hemos podido ver los huecos en incubación y los cascarones rotos. Los galapaguitos están en jaulas y los dejan en cercados cuando ya son lo suficientemente grandes como para no correr peligro, hasta su liberación.
La edad de las tortugas alcanza los 150 años. A los 25 son adolescentes, y hasta los 100 años no terminan de alcanzar su tamaño definitivo.
De las de 8 años hay un montón, así que supongo que las Irán soltando poco a poco.
Bueno, está bien que haya organizaciones que se ocupen de que estos animales no se extingan, aunque seguro que ya hay muchas variedades que han desaparecido, como la del Solitario George. Los piratas las capturaban y las guardaban en las bodegas de los barcos. Como las tortugas pueden vivir hasta un año en esas condiciones, los piratas tenían carne fresca siempre, pero casi acaban con todas.
Darwin las cabalgaba y también se las comía. Ahora eso no se le ocurre a nadie de estas islas. Yo tomé un guiso de tortuga en el delta del Orinoco y, la verdad es que estaba bien bueno. Era una tortuga pequeña, pero dejó el guiso de patatas muy gelatinoso.
Fuimos hasta otra charca más adelante, donde no había muchos flamencos y ninguna sombra, así que regresamos por donde habíamos venido. Como hemos desayunado tarde, no tenemos hambre, así que hemos ido a Concha Perla, tras subir a ponernos los bañadores, coger las máscaras, la GoPro, toallas....
Yo he leído algo de que es mejor ir a Concha Perla con marea baja, pero no recuerdo el motivo. Se llega desde, embarcadero por una pasarela de tablas que pasa entre manglares donde descansan lobos marinos, a los que distinguimos por el olor. Huelen que apestan a pescado fuerte.
Me puse el traje de lycra, porque tengo la espalda quemada y los escarpines, porque he leído que hay una barrera de lava.
Mientras me visto, un lobo marino me observa con curiosidad. Juanjo ha retratado la escena.
He perdido la bolsa de plástico en la que llevaba los escarpines. Me preocupa que se caiga al agua, pero el lobo marino se ha puesto debajo del banco donde me estoy cambiando y estoy segura que la tiene debajo, pero no le puedo dar patadillas para que se mueva,motor que estos bichos tienen malas pulgas y mucha boca.
He recorrido el manglar hasta el rompiente, donde ya no se permite el paso, pero no he visto grandes cosas. El agua está turbia. Al cruzar la ensenada me he encontrado con una tortuga. Intenté grabarla, pero la GoPro hace cosas raras y no ha grabado nada. No es la primera vez que me pasa con esa cámara. Es prestada, pero yo creo que apenas la han usado y alguna chorrada tiene. He salido del agua para quitarle la batería y, al meterme de nuevo la tortuga casi se me echa encima, intentó grabarla pero que si quieres...me sale el vídeo como para editarlo y tampoco ha grabado. Luego me he puesto a grabar chorradas para probar y eso sí, mira tú!
Iba a salir pero he visto que había mucha gente para entrar en el agua y Juanjo me ha dicho que hay gente que ha visto lobos marinos saliendo hacia la derecha, en un sitio que hay un barco viejo. He ido hacia allá y se ha metido una corriente fuertísima que no me dejaba volver y he pasado un rato chungo. Me ha llevado casi hasta el puerto, pero yo no sabía ni dónde estaba, porque, además, el sol lo tenía de frente, se reflejaba en la mascara y no veía nada.
Menos mal que llevaba el traje de lycra y los escarpines que, si no, me habría tenido que dejar llevar por la corriente hasta el embarcadero. He salido pegándome al manglar, agarrándome a las ramas e intentando caminar sobre las piedras de lava que pinchan muchísimo. Si no llego a llevar puesto traje y calzado, no habría podido hacerlo, pero me ha costado mucho, porque la corriente me ha llevado mas lejos de lo que yo creía.
He salido diciendo que había pillado un susto. Juanjo andaba algo mosca porque yo no salía y no podía verme. Me ha contado que un señor que va con un grupo les ha dicho que no se fueran hacia ese lado, que la corriente era fuerte.
La marea está subiendo mucho y alcanza a la pasarela, incluso la sobrepasa un poco. Juanjo se ha dado un baño y se ha encontrado con la tortuga. Mira, ya que no la he grabado, al menos la ha visto.
Nos hemos marchado. La marea está entrando fuerte y hay mucho oleaje y ya no es cómodo para bucear.
En el puerto hemos estado retratando a los lobos marinos, que están saliendo del agua y moviéndose por debajo. Algunos ocupan los bancos de madera que hay a la sombra, otros se tumban en la arena y es que ni se mueven. El que se quedó debajo del banco donde me puse el traje, ahí sigue, impertérrito, sin mover una aleta.
Los pelícanos andan también dando vueltas o parados en la playa. Se supone que debe haber pingüinos, pero no los vemos. Subimos a un mirador sobre la mar, al que se llega por una pasarela que antes conducía a un bar elevado sobre el agua, que está desecho.
Hemos ido a ducharnos a La Gran Tortuga, y a ponernos limpios para cenar, aunque no tenemos apenas hambre...qué cosas!
No conocemos nasa aún y la dueña del hotel nos dijo que en el Velero había pescado y marisco a buen precio. Ya tarde, nos dimos cuenta de que el "buen precio" debía ser el menú, pero la carta es carísima. Yo he tomado spaguetti, que la pasta después de haber tenido el estomago regular va muy bien y me apetece. Juanjo ha tomado Albacora, que parece que es el único pescado que tienen, no sé si siempre o sólo hoy. Langosta si hay, pero al doble de precio que en Puerto Ayora.
Decidimos que comer todos los días en ese plan no puede ser. Dimos una vuelta y descubrimos el mercado y un par de supermercados, pero tienen poquísimas cosas y caras. La cerveza vale lo mismo que si la pides en el bar. Las latas, a 2,50 dólares cada una, la cerveza local. El vino, a más de 26 dólares. Por una copia de vino te cobran 10 $ en las islas. Ni locos.
Juanjo quería asomarse a la playa, pero corre un viento frío y yo no llevo nada de abrigo, así que volvimos al hotel, porque aquí no hay nada más hacer. Detrás del Velero hay un campo de fútbol y nos han estado radiando lo que ocurre durante toda la cena con un potente altavoz. Juanjo no ha podido enterarse de los resultados porque en la habitación no funciona la TV. Nos dicen que en ninguna, sólo en la cafetería. Tampoco funcionaba el refrigerador, pero ese nos lo han cambiado. Es uno de los pequeños.
He descubierto un tendedero en la azotea donde corre el viento de lo lindo, para dejar los bañadores, el traje de lycra y lavar alguna cosa.
He pasado el rato poniendo el diario al día. El Internet va de pena mora y renuncio a intentar escuchar algo o buscar cosas. Juanjo se ha quedado dormido enseguida.
Nos hemos levantado a las seis, porque teníamos que estar en la boletería a las seis y media. El boletero nos ha acompañado al muelle para acoplarnos en un barco que se llama Sierra Negra. Nos han pedido los pasaportes y hemos pasado otro control ambiental, pero han abierto todas las maletas y a mí me han echado desinfectante en la suela de las botas que llevo dentro. Luego nos han puesto una brida cerrando la maleta, igual que hicieron en el aeropuerto.
Un taxi acuático nos lleva hasta el barco previo pago de medio dólar por persona, que eso no nos lo había dicho nadie. Íbamos a sentarnos en la popa del barco, pero el capitán dice que allí cae mucha agua, que está el mar muy movido. Así que nos metemos dentro, aunque hace calor. Nos habían asegurado que las maletas no iban a mojarse, porque en la proa no entra agua. Mentira y gorda. Me doy cuenta de que a mí maleta le ha caído un chorro de agua y aviso. Uno de los pasajeros se ha metido en la proa a cerrar una escotilla que han dejado abierta. No podía cerrarla del todo y Juanjo le ha prestado uno de los cordones de sus zapatos para que quedara cerrada. A todo esto, el piloto iba a lo suyo. Nos ha repartido bolsas para vomitar y ha salido como alma que lleva el diablo. Yo he tomado dos biodraminas una hora antes de embarcar y no hemos desayunado, pero la mujer y el hijo del que se ha puesto a cerrar la escotilla vienen comiendo bolón de verde y el olor a queso me está revolviendo el estomago.
Menos mal que hoy, por primera vez, no hace ni pizca de aire, porque el barco, que es pequeño, como para veinte personas, quizá veinticinco, da unos brincos que da miedo. Quien más, quien menos, va verde. La mujer del bolón de verde se ha puesto a vomitar enseguida, y una chica que va enfrente, va echada para atrás, con los ojos cerrados y respirando hondo. Alguna gente más va como intentando dormir, pero los leñazos que da el barco cuando saltan las olas te sacan del asiento. Yo he llevado medio vaya la primera mitad del trayecto pero en un momento de mucho brinco he cerrado los ojos y ha sido peor. No me ha quedado otra que vomitar. No mucho, pero lo justo. Parece que me he aliviado. Al rato ha vomitado El Niño del Bolón y luego, ya acercándonos a Isabela he echado yo otra bocanadita. Menos mal que Alfredo me había adv reído que ese trayecto era un espanto y he sacado ida y vuelta a la primera hora de la mañana. Juanjo me ha preguntado a qué hora tenemos la vuelta y dice que menos mal. Porque esto, después de haber comido puede ser una catástrofe, aparte de que suele entrar el viento a lo largo de la mañana.
En Puerto Ayora nos meten en otro taxi. Éste es a dólar por barba. Vamos empeorando. Y luego nos cobran cinco dólares más por derechos portuarios. Los del hotel deberían haber venido a buscarnos y no han aparecido. Vamos andando, pero no está muy cerca y hemos tenido que preguntar varias veces. Al llegar, digo que tenía el traslado en la reserva y que, además, les he enviado mensajes con la hora de llegada y me pide la señora disculpas, pero que ha debido olvidarse. Pero después del trayecto te remata buscar un sitio que no está bien indicado y por caminos de tierra, apenas hay asfalto ni aceras.
No está la habitación preparada, como era de esperar, pero nos entretenemos desayunando. A pesar de todo, me apetece algo sólido, y la fruta con yogur, los huevos y las tostadas, parece que me sientan bien. Un par de tazas de té terminan de entonarme, aunque no me he atrevido con el jugo.
Nos cambiamos y vamos a visitar cosas. Creo que una caminata nos sentará bien. Hemos ido hacia el centro de crianza de tortugas, pasando por unas charcas, la poza Salinas, donde hay flamencos rosadísimos, casi rojos. También hay algunos patos y aves de largo pico, de las que hay en las charcas. No sé su nombre. El sendero pasa entre manzanillos, ese árbol tan peligroso.
Al inicio hay un letrero que dice
PASO DE IGUANAS
REDUZCA LA VELOCIDAD
Y, ciertamente, pasan iguanas y, ya en el sendero, tienes que ir sorteándolas, porque bloquean el camino.
A ambos lados del sendero vemos charcas y hay flamencos en todas ellas, aunque no en gran cantidad. El camino está parcialmente sombreado por el manzanillo, menos mal, porque hace calor.
El centro de crianza tiene muchas tortugas de varias especies. Recogen los huevos, los incuban y mantienen a las tortugas en recintos de distintos tamaños hasta que cumplen 8 años y son lo suficientemente grandes como para que una rata o un perro no se las coma, y así garantizan su supervivencia. Hay alguna especie, como las Tortugas de Cinco Cerros que ha estado a punto de desaparecer, pero las recogieron y, dos años después de meter en el recinto 18 adultas, nacieron 200 galapaguitos. Así que la población de tortugas de esa especie ya está asegurada. Esa especie tiene el caparazón aplastado y son más alargadas.
De las tortugas de Cerro Paloma tienen cuatro machos y cuatro hembras, que están teniendo descendencia.
Hemos podido ver los huecos en incubación y los cascarones rotos. Los galapaguitos están en jaulas y los dejan en cercados cuando ya son lo suficientemente grandes como para no correr peligro, hasta su liberación.
La edad de las tortugas alcanza los 150 años. A los 25 son adolescentes, y hasta los 100 años no terminan de alcanzar su tamaño definitivo.
De las de 8 años hay un montón, así que supongo que las Irán soltando poco a poco.
Bueno, está bien que haya organizaciones que se ocupen de que estos animales no se extingan, aunque seguro que ya hay muchas variedades que han desaparecido, como la del Solitario George. Los piratas las capturaban y las guardaban en las bodegas de los barcos. Como las tortugas pueden vivir hasta un año en esas condiciones, los piratas tenían carne fresca siempre, pero casi acaban con todas.
Darwin las cabalgaba y también se las comía. Ahora eso no se le ocurre a nadie de estas islas. Yo tomé un guiso de tortuga en el delta del Orinoco y, la verdad es que estaba bien bueno. Era una tortuga pequeña, pero dejó el guiso de patatas muy gelatinoso.
Fuimos hasta otra charca más adelante, donde no había muchos flamencos y ninguna sombra, así que regresamos por donde habíamos venido. Como hemos desayunado tarde, no tenemos hambre, así que hemos ido a Concha Perla, tras subir a ponernos los bañadores, coger las máscaras, la GoPro, toallas....
Yo he leído algo de que es mejor ir a Concha Perla con marea baja, pero no recuerdo el motivo. Se llega desde, embarcadero por una pasarela de tablas que pasa entre manglares donde descansan lobos marinos, a los que distinguimos por el olor. Huelen que apestan a pescado fuerte.
Me puse el traje de lycra, porque tengo la espalda quemada y los escarpines, porque he leído que hay una barrera de lava.
Mientras me visto, un lobo marino me observa con curiosidad. Juanjo ha retratado la escena.
He perdido la bolsa de plástico en la que llevaba los escarpines. Me preocupa que se caiga al agua, pero el lobo marino se ha puesto debajo del banco donde me estoy cambiando y estoy segura que la tiene debajo, pero no le puedo dar patadillas para que se mueva,motor que estos bichos tienen malas pulgas y mucha boca.
He recorrido el manglar hasta el rompiente, donde ya no se permite el paso, pero no he visto grandes cosas. El agua está turbia. Al cruzar la ensenada me he encontrado con una tortuga. Intenté grabarla, pero la GoPro hace cosas raras y no ha grabado nada. No es la primera vez que me pasa con esa cámara. Es prestada, pero yo creo que apenas la han usado y alguna chorrada tiene. He salido del agua para quitarle la batería y, al meterme de nuevo la tortuga casi se me echa encima, intentó grabarla pero que si quieres...me sale el vídeo como para editarlo y tampoco ha grabado. Luego me he puesto a grabar chorradas para probar y eso sí, mira tú!
Iba a salir pero he visto que había mucha gente para entrar en el agua y Juanjo me ha dicho que hay gente que ha visto lobos marinos saliendo hacia la derecha, en un sitio que hay un barco viejo. He ido hacia allá y se ha metido una corriente fuertísima que no me dejaba volver y he pasado un rato chungo. Me ha llevado casi hasta el puerto, pero yo no sabía ni dónde estaba, porque, además, el sol lo tenía de frente, se reflejaba en la mascara y no veía nada.
Menos mal que llevaba el traje de lycra y los escarpines que, si no, me habría tenido que dejar llevar por la corriente hasta el embarcadero. He salido pegándome al manglar, agarrándome a las ramas e intentando caminar sobre las piedras de lava que pinchan muchísimo. Si no llego a llevar puesto traje y calzado, no habría podido hacerlo, pero me ha costado mucho, porque la corriente me ha llevado mas lejos de lo que yo creía.
He salido diciendo que había pillado un susto. Juanjo andaba algo mosca porque yo no salía y no podía verme. Me ha contado que un señor que va con un grupo les ha dicho que no se fueran hacia ese lado, que la corriente era fuerte.
La marea está subiendo mucho y alcanza a la pasarela, incluso la sobrepasa un poco. Juanjo se ha dado un baño y se ha encontrado con la tortuga. Mira, ya que no la he grabado, al menos la ha visto.
Nos hemos marchado. La marea está entrando fuerte y hay mucho oleaje y ya no es cómodo para bucear.
En el puerto hemos estado retratando a los lobos marinos, que están saliendo del agua y moviéndose por debajo. Algunos ocupan los bancos de madera que hay a la sombra, otros se tumban en la arena y es que ni se mueven. El que se quedó debajo del banco donde me puse el traje, ahí sigue, impertérrito, sin mover una aleta.
Los pelícanos andan también dando vueltas o parados en la playa. Se supone que debe haber pingüinos, pero no los vemos. Subimos a un mirador sobre la mar, al que se llega por una pasarela que antes conducía a un bar elevado sobre el agua, que está desecho.
Hemos ido a ducharnos a La Gran Tortuga, y a ponernos limpios para cenar, aunque no tenemos apenas hambre...qué cosas!
No conocemos nasa aún y la dueña del hotel nos dijo que en el Velero había pescado y marisco a buen precio. Ya tarde, nos dimos cuenta de que el "buen precio" debía ser el menú, pero la carta es carísima. Yo he tomado spaguetti, que la pasta después de haber tenido el estomago regular va muy bien y me apetece. Juanjo ha tomado Albacora, que parece que es el único pescado que tienen, no sé si siempre o sólo hoy. Langosta si hay, pero al doble de precio que en Puerto Ayora.
Decidimos que comer todos los días en ese plan no puede ser. Dimos una vuelta y descubrimos el mercado y un par de supermercados, pero tienen poquísimas cosas y caras. La cerveza vale lo mismo que si la pides en el bar. Las latas, a 2,50 dólares cada una, la cerveza local. El vino, a más de 26 dólares. Por una copia de vino te cobran 10 $ en las islas. Ni locos.
Juanjo quería asomarse a la playa, pero corre un viento frío y yo no llevo nada de abrigo, así que volvimos al hotel, porque aquí no hay nada más hacer. Detrás del Velero hay un campo de fútbol y nos han estado radiando lo que ocurre durante toda la cena con un potente altavoz. Juanjo no ha podido enterarse de los resultados porque en la habitación no funciona la TV. Nos dicen que en ninguna, sólo en la cafetería. Tampoco funcionaba el refrigerador, pero ese nos lo han cambiado. Es uno de los pequeños.
He descubierto un tendedero en la azotea donde corre el viento de lo lindo, para dejar los bañadores, el traje de lycra y lavar alguna cosa.
He pasado el rato poniendo el diario al día. El Internet va de pena mora y renuncio a intentar escuchar algo o buscar cosas. Juanjo se ha quedado dormido enseguida.
BAHÍA TORTUGA Y PLAYA MANSA
17/10/2016 BAHÍA TORTUGA Y PLAYA MANSA
Hoy también hacemos una excursión andando. Pero nos llevamos comida, porque tenemos en la nevera jamón York y queso, y tenemos algo de pan y galletas y no vamos a estar transportándolo de isla en isla, que mañana nos vamos a Isabela.
Así que hemos cogido los trastos y hemos ido a desayunar a Lo&Lo. Juanjo ha pedido un desayuno americano, con huevos revueltos, que le han acompañado de croissant, fruta y jugo bueno de guanábana. Pero a mí me apetecía cambiar de rollo y he pedido un bolón de verde con queso y huevos revueltos. El bolón está hecho de masa de plátano maduro ( o sea, verde, macho) con trocitos de queso. Hacen una bola y la fríen un poco. Los huevos estaban jugosos y el bolón está bastante bien.
Luego hemos echado a andar en dirección a Tortuga Bay. Por el camino hemos entrado en el Centro de Interpretación, donde nos ha puesto el encargado un vídeo de galápagos, de sus recursos naturales. Luego nos ha ido mostrando la exposición, que incluye un cuarto pequeño donde estás a oscuras, se escucha el sonido de un regulador, como si estuvieras buceando, y proyectan un vídeo submarino.
Nos ha recorrido las otras pocas cosas que había y nos hemos ido a seguir caminando. Entramos en el sendero que conduce a Tortuga. Primero hay que subir una escalera con escalones altísimos, registrarte en la caseta del guarda y caminar durante aúna media hora por un sendero de piedra roja, lava, supongo. Nos rodean las Opuntias (chumberas) y los árboles Escalesias, con su tronco blanco. El paisaje vuelve a ser rarísimo, en su sequedad....de vez en cuando hay algún Manzanillo, el árbol cuyo fruto y leche son venenosos, excepto para las tortugas gigantes. De las Opuntias se alimentan los pequeños pinzones de cactus. No sé de qué se alimentan los sisontes, pero andan por ahí todo el rato, cotilleando a los caminantes.
El sendero sube y baja, pero es cómodo y está nublado, así que no nos cuesta mucho recorrerlo. Finalmente llegamos a Tortuga Bay, o Playa Brava. Nos ha advertido el guarda que allí está prohibido bañarse, porque es peligrosa. El Pacífico bate con toda su energía esa playa, donde únicamente puede hacerse surf. Es una playa muy larga, de arena muy fina y blanca. Por su borde transitan las iguanas de todos los tamaños. La recorremos entera para coger el camino de Playa Mansa. En el vértice de ambas playas hay una zona de manglar y lava. Por un pequeño sendero te colocas justo enfrente de esa zona y ya no puedes pasar de ahí porque unos letreros de STOP te lo impiden. Hay zonas marcadas con piedras de lava, con algo de vegetación, por donde se mueven o, mejor dicho, se están quietas las iguanas. Letreros explican que estos animales, cuando salen del agua, salen heladitos, las criaturas, y se quedan tan quietas para aprovechar el calor. Al atardecer, se apelotonan para darse calor, formando amasijos de iguanas que parecen un solo bicho.
Hacemos unas fotos, porque es imposible resistirse, aunque tenemos iguanas a porrillo en los dispositivos, pero es tentador retratarlas.
Playa Mansa es el lugar donde puedes bañarte, hacer Kayak, snorkel, tomar el sol, dar un paseo...es una preciosa playa rodeada de manglar, una ensenada que acaba en un rompiente violento. Dimos un paseo viendo pinzones de patas azules -en alguna literatura pone Alcatraces patiazules- alguna fragata planeando, pinzones de cactus y alguna iguana. Una muy quieta al final de la playa, que no se mueve en todo el día. También pasan y se posan algunos pelícanos. Los pinzones patiazules están todo el dia sobrevolando la zona y tirándose en picado a pescar. Juanjo ha hecho una foto fantástica de un pinzón saliendo del mar con un pez en la boca y, ha sido tan rápido, que en la misma foto está la salpicadura de la entrada del pájaro en el agua.
Los tours llegan a la playa, salen en Kayak a carrera y se van de la misma forma. Señor, señor, cada vez me alegro más de no haber contratado uno. Los llevan a "carajo sacao". O les entretienen un día entero en cosas que se hacen en un pequeño paseo y son gratis. En fin, "hay gente pa tó" y la verdad es que yo me he salvado de churro y gracias al consejo de Fredy Rizo, que ya anduvo por aquí hace un par de años.
Cuando la playa se despejó de tours, alquilamos un Kayak, porque hace fresco y a mí aún no me apetece meterme en el agua. Se supone que se pueden ver tortugas, tiburones tintorera, iguanas marinas....pero ni nosotros ni nadie ha visto nada, y hemos encallado varias veces en rocas, intentando entrar por los canales de los manglares, donde se supone que andan las tintoreras. Hemos dado una vuelta de una hora y, ha sido agradable el paseo, pero ya está. Nos hemos llevado la cámara y el móvil en fundas estancas y llevo la GoPro por si apareciera un ser vivo interesante, pero no ha sido así.
El resto de las cosas las dejamos en un tronco-percha, que están dispuestos a a intervalos entre los árboles, donde también hay bancos de tronco, bancos de madera normales...la playa está muy bien y la gente tiene cuidado de no ensuciar.
Finalmente me he ido con la GoPro y la mascara y el tubo a nadar un rato, a ver si tengo más suerte y veo algo. He bordeado el manglar y me doy cuenta de que la visibilidad es igual a cero. De hecho, tengo que tener cuidado de no golpearme contra las piedras, porque ni se ven y son de lava y pinchan. Me he atado la cámara al tirante del bañador y he nadado a crawl para intentar ver si más adelante, antes del rompiente, se ve algo más, pero el fondo es arenoso y, cerca ya del rompiente he estado valorando la posibilidad de seguir o darme la vuelta. Entiendo que, cuanto más me acerque al rompiente, menos va a verse, así que decido darme la vuelta, con algo de máscara fuera del agua, porque me voy desviando hacia la izquierda en cuanto me descuido y me meto otra vez en el manglar, en el que, si se viera algo, seguro que contendría mucha vida, pero es imposible de comprobar.
Comimos lo que llevábamos, al menos lo perecedero, rodeados de piqueros que intentaban pillar cacho -no se puede darles de comer, porque tienen que buscarse la vida ellos solos y no adoptar costumbres ajenas a ellos- yo me he tumbado un ratito a la sombra, escuchando el rugir del Pacífico detrás de mí, y rodeada por los pequeños piqueros y moscas y hormigas, por lo que le he pedido a Juanjo que me echara una toalla por encima, porque las moscas me tienen aburrida.
Yo creo que Juanjo está aburrido de playa, pero el sitio es muy agradable, no hace calor y no me apetece irme tan pronto, porque en Puerto Ayora no vamos a hacer nada nuevo. Metemos las piernas en el agua y yo acabo bañándome del todo, porque me apetece, aunque ya estaba casi seca. De pronto, Juanjo vio y yo también, una serie de peces saltando el en agua, como si algo los persiguiera. A continuación, un bulto redondeado oscuro, que no sabíamos qué podía ser. Juanjo me instó a que me tirara al agua deprisa. Cogí la mascara y me fui nadando a toda velocidad, intentando cortar el camino a lo que fuera. Paré cuando ya estaba suficientemente cerca. Era una iguana. Quizá la que llevaba todo el día en el manglar, que nadaba cruzando toda la bahía por la superficie. Yo no sabía si las iguanas nadaban bajo el agua o sobre ella. Le hice una seña a Juanjo con el pulgar, para que supiera que lo había logrado y salí para explicarle lo que había visto. La verdad es que intenté verla nadar por debajo pero no se veía una mierda. Tan sólo sobre el agua. La iguana daba la impresión de naranja únicamente moviendo la cola de un lado a otro, flas, flas... Una pareja que antes se había metido en el agua con neopreno, se metieron tal cuál detrás de mí, y allí nos quedamos los tres mirando a la iguan? Ellos se reían como locos. Quizá esperaban ver otra cosa, pero a mí me ha parecido chulisima.
Cuando le conté a Juanjo, me decía renegando que ya podria haberme llevado la cámara, pero si, además me llego a esperar a coger la cámara y enganchármela, no habría visto a la iguana ni harta de vino.
Total, que nos quedamos al borde del agua, junto al manglar otro rato, para secarme. Vino un tipo que tenía un barco atracado en el manglar a buscar a quien quisiera irse a Puerto Ayora por mar y evitar la caminata, pero nosotros preferimos volver andando.
Se fue el barco con algunas personas y nosotros seguimos en la orilla. La marea está subiendo bastante. Cuando llegamos esta mañana estaba bajísima. Juanjo, de repente, me avisó. Una pequeña tintorera estaba nadando alrededor del manglar, a un metro de nosotros. Pero se fue enseguida y no pudimos tampoco sacar la cámara. Pero mira, ya hemos visto dos cosas curiosas.
El alcatraz sigue pescando impertérrito. Ha pegado una clavada junto a un grupo de argentinas, metiéndose casi en medio, y hemos visto cómo sacaba un pez, se lo echaba al buche y se iba al manglar a comérselo.
Son las cuatro y algo y el parque lo cierran a las seis, y vemos que se aproxima una borrasca, así que decidimos marcharnos.
Al,pasar por el vértice de lava vimos muchísimas iguanas. Parece que están saliendo ahora. Unos imbéciles les hacen fotos con flash y les riño. Las iguanas se están apelotonando para darse calor. Hemos visto a una familia con una cría monisima, pero un guiri imbecil le ha hecho a la cría una foto a escasos centímetros de la cara y ha hecho que los padres se movieran y cambiaran de sitio, mosqueados.
Nosotros estábamos mirando otra cosa: en el rompiente, entre las olas, se veían cabezas y caparazones de tortugas, que salían a respirar. Pero había muchísimas, por todo el rompiente. Nos preguntamos si saldrían a desovar, pero no es época hasta diciembre. No sé por qué están todas en el rompiente a esta hora, pero es como, si de repente, todo lo que no había pasado en todo el día, ocurriera en un momento.
Nos fuimos al cabo de un rato de contemplar las tortugas y hacer alguna foto más de iguana. En Playa Brava, que esta mañana era enorme, ha subido la marea y ahora queda un estrecho margen para pasar, y vemos que ha estado más alta la marea, que ha bajado un poquitín. En el estrecho pasillo que ha quedado, venos el rastro de una iguana: el surco del rabo y patas a los lados. Observamos, con curiosidad que, a pesar de lo tarde que es, ya las cuatro y media, están llegando a toda velocidad tours de gente que van en dirección a Playa Mansa. Nos parece extrañísimo, porque el parque se cierra y no me Irene sentido llegar a esa hora.
Vimos a la iguana que dejaba el rastro. Iba a buena velocidad. Se paró cuando nos pusimos cerca, y tuvimos que recular para que no se mosqueara. Pero pilló una velocidad buena y, finalmente, subió hacia la zona de pastos.
Sigue llegando muchísima gente. Más de la que hemos visto en todo el día, pero todos van hablando en inglés, andando a toda pastilla y me pregunto si nos estaremos perdiendo algo, si irán a ver salir las tortugas, o yo qué sé. Paramos en el sendero a cambiarnos de zapatos y limpiarnos los pies. Parece que ya va viniendo menos gente, pero aún siguen y todos van caminando muy deprisa, es todo muy raro.
Recorrimos el sendero perseguidos por los sisontes y llegamos a la garita del guardia, porque tenemos que firmar la salida. No puedo más que preguntarle que que pasa, que va tanta gente en esa dirección. Que si hay visitas nocturnas o qué. Me vuelve a enseñar el mapa de esta mañana y me dice que van a Playa Brava y se vuelven, pero le digo que no, que siguen a Playa Mansa. Nos dice que todos los días pasa lo mismo y que mañana va a cerrar la puerta a las tres. Que normalmente cierra a las cinco, pero que toda esa gente va a esa hora para coger el último barco, que sale a las cinco. Sigo sin entender nada, porque en el barco caben, apretadas, diez personas, como mucho, y nos hemos cruzado con un montón, más de las que hemos visto en todo el día en la playa y eso que han estado yendo y viniendo grupos todo el rato. Pero le digo que pensaba que nos estábamos perdiendo algo y me dice que no, que no hay nada especial a esa hora.
Llegamos a Puerto Ayora a una hora estupenda para ducharnos y hacer la maleta. Yo descubro que estoy rota. Que tanto nadar y las caminatas me han dejado agotada. Y se me ha quemado la espalda por la cintura. Este año he llevado bañadores de cintura alta, tipo "retro" y estos días voy con uno deportivo, con la espalda más baja, así que se me ha achicharrado la zona. Y ambos llevamos las piernas enrojecidas, también.
Hemos vuelto a cenar en Soy y Mar y nos han recibido diciendo, encantados, que hoy tenían bacalao. Nos quedamos algo desconcertados, pero Camotillo no habían encontrado y el bacalao les parece buenísimo. La camarera me ha puesto ojos de felicidad diciendo "Hay bacalao". Total, que nos lo hacen a la parrilla, dividido en dos, y Juanjo pide que nos traigan aparte salsa de la que le ponen a la langosta. La verdad es que el pescado, que no se parece en nada al que nosotros llamamos bacalao, es muy fino y está muy bueno. Lo hacen en papillote a la parrilla. Cierto es que, hecho de esa forma, lo cocinan en un momento y queda jugosísimo.
No hemos podido finalizar la fiesta con un helado, porque hoy Deli está cerrado. Una lástima.
Hoy también hacemos una excursión andando. Pero nos llevamos comida, porque tenemos en la nevera jamón York y queso, y tenemos algo de pan y galletas y no vamos a estar transportándolo de isla en isla, que mañana nos vamos a Isabela.
Así que hemos cogido los trastos y hemos ido a desayunar a Lo&Lo. Juanjo ha pedido un desayuno americano, con huevos revueltos, que le han acompañado de croissant, fruta y jugo bueno de guanábana. Pero a mí me apetecía cambiar de rollo y he pedido un bolón de verde con queso y huevos revueltos. El bolón está hecho de masa de plátano maduro ( o sea, verde, macho) con trocitos de queso. Hacen una bola y la fríen un poco. Los huevos estaban jugosos y el bolón está bastante bien.
Luego hemos echado a andar en dirección a Tortuga Bay. Por el camino hemos entrado en el Centro de Interpretación, donde nos ha puesto el encargado un vídeo de galápagos, de sus recursos naturales. Luego nos ha ido mostrando la exposición, que incluye un cuarto pequeño donde estás a oscuras, se escucha el sonido de un regulador, como si estuvieras buceando, y proyectan un vídeo submarino.
Nos ha recorrido las otras pocas cosas que había y nos hemos ido a seguir caminando. Entramos en el sendero que conduce a Tortuga. Primero hay que subir una escalera con escalones altísimos, registrarte en la caseta del guarda y caminar durante aúna media hora por un sendero de piedra roja, lava, supongo. Nos rodean las Opuntias (chumberas) y los árboles Escalesias, con su tronco blanco. El paisaje vuelve a ser rarísimo, en su sequedad....de vez en cuando hay algún Manzanillo, el árbol cuyo fruto y leche son venenosos, excepto para las tortugas gigantes. De las Opuntias se alimentan los pequeños pinzones de cactus. No sé de qué se alimentan los sisontes, pero andan por ahí todo el rato, cotilleando a los caminantes.
El sendero sube y baja, pero es cómodo y está nublado, así que no nos cuesta mucho recorrerlo. Finalmente llegamos a Tortuga Bay, o Playa Brava. Nos ha advertido el guarda que allí está prohibido bañarse, porque es peligrosa. El Pacífico bate con toda su energía esa playa, donde únicamente puede hacerse surf. Es una playa muy larga, de arena muy fina y blanca. Por su borde transitan las iguanas de todos los tamaños. La recorremos entera para coger el camino de Playa Mansa. En el vértice de ambas playas hay una zona de manglar y lava. Por un pequeño sendero te colocas justo enfrente de esa zona y ya no puedes pasar de ahí porque unos letreros de STOP te lo impiden. Hay zonas marcadas con piedras de lava, con algo de vegetación, por donde se mueven o, mejor dicho, se están quietas las iguanas. Letreros explican que estos animales, cuando salen del agua, salen heladitos, las criaturas, y se quedan tan quietas para aprovechar el calor. Al atardecer, se apelotonan para darse calor, formando amasijos de iguanas que parecen un solo bicho.
Hacemos unas fotos, porque es imposible resistirse, aunque tenemos iguanas a porrillo en los dispositivos, pero es tentador retratarlas.
Playa Mansa es el lugar donde puedes bañarte, hacer Kayak, snorkel, tomar el sol, dar un paseo...es una preciosa playa rodeada de manglar, una ensenada que acaba en un rompiente violento. Dimos un paseo viendo pinzones de patas azules -en alguna literatura pone Alcatraces patiazules- alguna fragata planeando, pinzones de cactus y alguna iguana. Una muy quieta al final de la playa, que no se mueve en todo el día. También pasan y se posan algunos pelícanos. Los pinzones patiazules están todo el dia sobrevolando la zona y tirándose en picado a pescar. Juanjo ha hecho una foto fantástica de un pinzón saliendo del mar con un pez en la boca y, ha sido tan rápido, que en la misma foto está la salpicadura de la entrada del pájaro en el agua.
Los tours llegan a la playa, salen en Kayak a carrera y se van de la misma forma. Señor, señor, cada vez me alegro más de no haber contratado uno. Los llevan a "carajo sacao". O les entretienen un día entero en cosas que se hacen en un pequeño paseo y son gratis. En fin, "hay gente pa tó" y la verdad es que yo me he salvado de churro y gracias al consejo de Fredy Rizo, que ya anduvo por aquí hace un par de años.
Cuando la playa se despejó de tours, alquilamos un Kayak, porque hace fresco y a mí aún no me apetece meterme en el agua. Se supone que se pueden ver tortugas, tiburones tintorera, iguanas marinas....pero ni nosotros ni nadie ha visto nada, y hemos encallado varias veces en rocas, intentando entrar por los canales de los manglares, donde se supone que andan las tintoreras. Hemos dado una vuelta de una hora y, ha sido agradable el paseo, pero ya está. Nos hemos llevado la cámara y el móvil en fundas estancas y llevo la GoPro por si apareciera un ser vivo interesante, pero no ha sido así.
El resto de las cosas las dejamos en un tronco-percha, que están dispuestos a a intervalos entre los árboles, donde también hay bancos de tronco, bancos de madera normales...la playa está muy bien y la gente tiene cuidado de no ensuciar.
Finalmente me he ido con la GoPro y la mascara y el tubo a nadar un rato, a ver si tengo más suerte y veo algo. He bordeado el manglar y me doy cuenta de que la visibilidad es igual a cero. De hecho, tengo que tener cuidado de no golpearme contra las piedras, porque ni se ven y son de lava y pinchan. Me he atado la cámara al tirante del bañador y he nadado a crawl para intentar ver si más adelante, antes del rompiente, se ve algo más, pero el fondo es arenoso y, cerca ya del rompiente he estado valorando la posibilidad de seguir o darme la vuelta. Entiendo que, cuanto más me acerque al rompiente, menos va a verse, así que decido darme la vuelta, con algo de máscara fuera del agua, porque me voy desviando hacia la izquierda en cuanto me descuido y me meto otra vez en el manglar, en el que, si se viera algo, seguro que contendría mucha vida, pero es imposible de comprobar.
Comimos lo que llevábamos, al menos lo perecedero, rodeados de piqueros que intentaban pillar cacho -no se puede darles de comer, porque tienen que buscarse la vida ellos solos y no adoptar costumbres ajenas a ellos- yo me he tumbado un ratito a la sombra, escuchando el rugir del Pacífico detrás de mí, y rodeada por los pequeños piqueros y moscas y hormigas, por lo que le he pedido a Juanjo que me echara una toalla por encima, porque las moscas me tienen aburrida.
Yo creo que Juanjo está aburrido de playa, pero el sitio es muy agradable, no hace calor y no me apetece irme tan pronto, porque en Puerto Ayora no vamos a hacer nada nuevo. Metemos las piernas en el agua y yo acabo bañándome del todo, porque me apetece, aunque ya estaba casi seca. De pronto, Juanjo vio y yo también, una serie de peces saltando el en agua, como si algo los persiguiera. A continuación, un bulto redondeado oscuro, que no sabíamos qué podía ser. Juanjo me instó a que me tirara al agua deprisa. Cogí la mascara y me fui nadando a toda velocidad, intentando cortar el camino a lo que fuera. Paré cuando ya estaba suficientemente cerca. Era una iguana. Quizá la que llevaba todo el día en el manglar, que nadaba cruzando toda la bahía por la superficie. Yo no sabía si las iguanas nadaban bajo el agua o sobre ella. Le hice una seña a Juanjo con el pulgar, para que supiera que lo había logrado y salí para explicarle lo que había visto. La verdad es que intenté verla nadar por debajo pero no se veía una mierda. Tan sólo sobre el agua. La iguana daba la impresión de naranja únicamente moviendo la cola de un lado a otro, flas, flas... Una pareja que antes se había metido en el agua con neopreno, se metieron tal cuál detrás de mí, y allí nos quedamos los tres mirando a la iguan? Ellos se reían como locos. Quizá esperaban ver otra cosa, pero a mí me ha parecido chulisima.
Cuando le conté a Juanjo, me decía renegando que ya podria haberme llevado la cámara, pero si, además me llego a esperar a coger la cámara y enganchármela, no habría visto a la iguana ni harta de vino.
Total, que nos quedamos al borde del agua, junto al manglar otro rato, para secarme. Vino un tipo que tenía un barco atracado en el manglar a buscar a quien quisiera irse a Puerto Ayora por mar y evitar la caminata, pero nosotros preferimos volver andando.
Se fue el barco con algunas personas y nosotros seguimos en la orilla. La marea está subiendo bastante. Cuando llegamos esta mañana estaba bajísima. Juanjo, de repente, me avisó. Una pequeña tintorera estaba nadando alrededor del manglar, a un metro de nosotros. Pero se fue enseguida y no pudimos tampoco sacar la cámara. Pero mira, ya hemos visto dos cosas curiosas.
El alcatraz sigue pescando impertérrito. Ha pegado una clavada junto a un grupo de argentinas, metiéndose casi en medio, y hemos visto cómo sacaba un pez, se lo echaba al buche y se iba al manglar a comérselo.
Son las cuatro y algo y el parque lo cierran a las seis, y vemos que se aproxima una borrasca, así que decidimos marcharnos.
Al,pasar por el vértice de lava vimos muchísimas iguanas. Parece que están saliendo ahora. Unos imbéciles les hacen fotos con flash y les riño. Las iguanas se están apelotonando para darse calor. Hemos visto a una familia con una cría monisima, pero un guiri imbecil le ha hecho a la cría una foto a escasos centímetros de la cara y ha hecho que los padres se movieran y cambiaran de sitio, mosqueados.
Nosotros estábamos mirando otra cosa: en el rompiente, entre las olas, se veían cabezas y caparazones de tortugas, que salían a respirar. Pero había muchísimas, por todo el rompiente. Nos preguntamos si saldrían a desovar, pero no es época hasta diciembre. No sé por qué están todas en el rompiente a esta hora, pero es como, si de repente, todo lo que no había pasado en todo el día, ocurriera en un momento.
Nos fuimos al cabo de un rato de contemplar las tortugas y hacer alguna foto más de iguana. En Playa Brava, que esta mañana era enorme, ha subido la marea y ahora queda un estrecho margen para pasar, y vemos que ha estado más alta la marea, que ha bajado un poquitín. En el estrecho pasillo que ha quedado, venos el rastro de una iguana: el surco del rabo y patas a los lados. Observamos, con curiosidad que, a pesar de lo tarde que es, ya las cuatro y media, están llegando a toda velocidad tours de gente que van en dirección a Playa Mansa. Nos parece extrañísimo, porque el parque se cierra y no me Irene sentido llegar a esa hora.
Vimos a la iguana que dejaba el rastro. Iba a buena velocidad. Se paró cuando nos pusimos cerca, y tuvimos que recular para que no se mosqueara. Pero pilló una velocidad buena y, finalmente, subió hacia la zona de pastos.
Sigue llegando muchísima gente. Más de la que hemos visto en todo el día, pero todos van hablando en inglés, andando a toda pastilla y me pregunto si nos estaremos perdiendo algo, si irán a ver salir las tortugas, o yo qué sé. Paramos en el sendero a cambiarnos de zapatos y limpiarnos los pies. Parece que ya va viniendo menos gente, pero aún siguen y todos van caminando muy deprisa, es todo muy raro.
Recorrimos el sendero perseguidos por los sisontes y llegamos a la garita del guardia, porque tenemos que firmar la salida. No puedo más que preguntarle que que pasa, que va tanta gente en esa dirección. Que si hay visitas nocturnas o qué. Me vuelve a enseñar el mapa de esta mañana y me dice que van a Playa Brava y se vuelven, pero le digo que no, que siguen a Playa Mansa. Nos dice que todos los días pasa lo mismo y que mañana va a cerrar la puerta a las tres. Que normalmente cierra a las cinco, pero que toda esa gente va a esa hora para coger el último barco, que sale a las cinco. Sigo sin entender nada, porque en el barco caben, apretadas, diez personas, como mucho, y nos hemos cruzado con un montón, más de las que hemos visto en todo el día en la playa y eso que han estado yendo y viniendo grupos todo el rato. Pero le digo que pensaba que nos estábamos perdiendo algo y me dice que no, que no hay nada especial a esa hora.
Llegamos a Puerto Ayora a una hora estupenda para ducharnos y hacer la maleta. Yo descubro que estoy rota. Que tanto nadar y las caminatas me han dejado agotada. Y se me ha quemado la espalda por la cintura. Este año he llevado bañadores de cintura alta, tipo "retro" y estos días voy con uno deportivo, con la espalda más baja, así que se me ha achicharrado la zona. Y ambos llevamos las piernas enrojecidas, también.
Hemos vuelto a cenar en Soy y Mar y nos han recibido diciendo, encantados, que hoy tenían bacalao. Nos quedamos algo desconcertados, pero Camotillo no habían encontrado y el bacalao les parece buenísimo. La camarera me ha puesto ojos de felicidad diciendo "Hay bacalao". Total, que nos lo hacen a la parrilla, dividido en dos, y Juanjo pide que nos traigan aparte salsa de la que le ponen a la langosta. La verdad es que el pescado, que no se parece en nada al que nosotros llamamos bacalao, es muy fino y está muy bueno. Lo hacen en papillote a la parrilla. Cierto es que, hecho de esa forma, lo cocinan en un momento y queda jugosísimo.
No hemos podido finalizar la fiesta con un helado, porque hoy Deli está cerrado. Una lástima.
LAS GRIETAS Y CUMPLEAÑOS DE PAPÁ
16/10/2016 LAS GRIETAS Y COMPLEAÑOS DE PAPÁ
Mi padre cumple hoy 89 años. Así que se reunirán mis hermanos con él para celebrarlo, y yo voy a pasarlo haciendo snorkel. Pero les he mandado un whats App, para felicitarle.
Es domingo. Nos hemos despertado temprano pero no tiene sentido salir muy pronto, porque el día debe ser tranquilo. Comprobamos que hay muchos comercios y restaurantes cerrados casi todo el día, lo que me extraña en un sitio turístico.
Desayunamos en Descanso del Guía. Yo ayer vi otro que ofrecía desayunos y tenía mejor pinta, pero debe ser uno de los que están cerrados, porque no hemos encontrado casi nada más abierto.
Nos hemos puesto bañadores y hemos salido al embarcadero, donde un taxi acuático nos deja en el punto para llegar a las Grietas. En realidad, bastante cerca del embarcadero, junto a un hotel alemán. Hay una Playa de los Alemanes, como en casi todas partes.
Iniciamos un sendero que nos llevará a Las Grietas, pasando por una laguna, la playa de Punta Estrada, bordeada de manglares, unas Salinas...comentó de repente que me parece un paisaje extrañísimo. Hay chumberas dispersas de tallo alto, árboles desnudos, Escalesias, supongo, un suelo blancuzco y con uña de gato color rojo....parece algo marciano. Y la perspectiva es la misma, excepto por las manchas verdes de manglar cuando nos acercamos al mar.
Las grietas es como una falla en la tierra que se ha llenado de agua. Tiene agua dulce por arriba y el agua salada que se filtra del mar. Por ellas pululan mújoles y algún loro grande. No aconsejan que se lleven objetos de valor, así que me he llevado la Gopro y hemos dejado lo demás en casa. El dinero lo llevamos en una funda estándar de móvil, y llevamos casi lo justo. Además, las máscaras y tubos para snorkel, y yo llevo escarpines que valen para todo. Hemos recorrido un sendero que bordea Las Grietas por arriba y luego hemos bajado a meternos en el agua, que tiene fama de estar fría, pero en realidad sólo está fresca. He llevado el traje de lycra, por si acaso, pero no me ha hecho falta.
Juanjo ha ido a explorar, subiéndose a unas piedras resbalosas, la siguiente poza, que es más larga, estrecha y, a causa de la dificultad de acceso, menos concurrida. Ha vuelto contando cómo está la cosa y me he ido a buscar los escarpines para poder pasar sin romperme algo. Con los escarpines he pasado bastante bien, aunque hay un punto por donde es mejor pasar por debajo de un túnel y evitar las rocas de arriba. Hemos dado una vuelta por ese tramo, hemos visto otro loro, quizá el mismo, que yo creo que anda cambiando de un sitio a otro por las grietas que dejan las enormes piedras caídas entre las pozas.
Hemos pasado un tiempo allí. También nos hicieron registrarnos. En la entrada dice que la capacidad máxima es de 48 personas, pero no sé yo...hay gente que va con chalecos y no sabe nadar, gente con máscaras que abarcan toda la cabeza y no sé yo si eso es muy sensato, porque he visto a un tipo que la lleva totalmente empañada....
Luego hemos pasado por Punta Estrada, en la que había subido la marea mientras estábamos en las grietas y he aprovechado para nadar hasta la punta del manglar. No hay mucha visibilidad y el fondo es primero arena y luego roca. He visto otro loro y otros peces y al salir de la playa he salido pitando porque me brean las pulgas de arena. Juanjo me ha esperado hablando con un sinsonte, al que cambiaba el registro para despistarle, y el pájaro le seguía el rollo, pero yo tenía las piernas achicharradas a picaduras y he salido zumbando.
Antes de coger el taxi acuático hemos tomado una cerveza en el restaurante de los alemanes, que tiene una pinta guapa. Luego hemos ido a cambiarnos al hotel, a darnos una ducha y secarnos y a comer un cebiche en Lo&Lo. Lo hemos pedido de caracola (churo) y un molusco oriundo de Galápagos al que llaman Canchalagua y que debe ser parecido a las lapas.
Después nos hemos acercado a la Laguna de las Ninfas, que sólo está abierta hasta las cinco. Es una pasarela en una laguna llena de manglar de 4 tipos. Es un sitio muy tranquilo, como para estar en silencio y relajarse. Se llena de agua procedente de Las Grietas y del mar. Es un sitio chulo, como un bosque de hadas. Y, además, a mí, los manglares, desde que los descubrí en todos su riqueza, haciendo snorkel en Bocas del Toro, en Panamá, me dan un buen rollo que no veas. Es un entorno rico, lleno de vida, que descubrí aquella vez en que por primera vez los vi por debajo del agua y observé todo lo que contenían. Una cantidad de vida impresionante. Desde entonces me gustan mucho más que antes.
Hemos ido a descansar un rato y a enterarnos de qué ha pasado en el fútbol por ESPN, que es la cadena que nos informa de todo cuando estamos en América, a dormitar un poco, a escribir un rato....hasta que hemos vuelto a salir a cenar a Sol y Mar, a tomarnos una langosta por 20 $, a ver qué tal...Nos la han hecho a la parrilla y le han echado luego una salsa de ajo. La verdad es que estaba sorprendentemente buena y jugosa. Hemos tomado una para los dos, como hacemos para cenar y, como viene acompañada con el correspondiente plato de ensalada, arroz y patatas fritas, hemos cenado estupendamente. La camarera nos dice que hoy está espesísima, les llevaba la langosta a otros, se equivocaba..nos decía que sólo era hoy, que tenía la cabeza perdida.
Tenemos ganas de probar el Camotillo, otro de los pescados de la zona, pero hoy no hay, aunque lo hemos visto en otro de los restaurantes. Nos aseguran que para mañana nos traerán uno.
Para terminar de celebrar, hemos ido a Galápagos Deli a tomar un helado artesano. Hay de naranjilla, tamarindo, café, chocolate, crema y nuez, guanábana, etc. Buenos. Hemos comprado unas tartaletas de dos bolas cada una, antes de irnos a dormir.
Mi padre cumple hoy 89 años. Así que se reunirán mis hermanos con él para celebrarlo, y yo voy a pasarlo haciendo snorkel. Pero les he mandado un whats App, para felicitarle.
Es domingo. Nos hemos despertado temprano pero no tiene sentido salir muy pronto, porque el día debe ser tranquilo. Comprobamos que hay muchos comercios y restaurantes cerrados casi todo el día, lo que me extraña en un sitio turístico.
Desayunamos en Descanso del Guía. Yo ayer vi otro que ofrecía desayunos y tenía mejor pinta, pero debe ser uno de los que están cerrados, porque no hemos encontrado casi nada más abierto.
Nos hemos puesto bañadores y hemos salido al embarcadero, donde un taxi acuático nos deja en el punto para llegar a las Grietas. En realidad, bastante cerca del embarcadero, junto a un hotel alemán. Hay una Playa de los Alemanes, como en casi todas partes.
Iniciamos un sendero que nos llevará a Las Grietas, pasando por una laguna, la playa de Punta Estrada, bordeada de manglares, unas Salinas...comentó de repente que me parece un paisaje extrañísimo. Hay chumberas dispersas de tallo alto, árboles desnudos, Escalesias, supongo, un suelo blancuzco y con uña de gato color rojo....parece algo marciano. Y la perspectiva es la misma, excepto por las manchas verdes de manglar cuando nos acercamos al mar.
Las grietas es como una falla en la tierra que se ha llenado de agua. Tiene agua dulce por arriba y el agua salada que se filtra del mar. Por ellas pululan mújoles y algún loro grande. No aconsejan que se lleven objetos de valor, así que me he llevado la Gopro y hemos dejado lo demás en casa. El dinero lo llevamos en una funda estándar de móvil, y llevamos casi lo justo. Además, las máscaras y tubos para snorkel, y yo llevo escarpines que valen para todo. Hemos recorrido un sendero que bordea Las Grietas por arriba y luego hemos bajado a meternos en el agua, que tiene fama de estar fría, pero en realidad sólo está fresca. He llevado el traje de lycra, por si acaso, pero no me ha hecho falta.
Juanjo ha ido a explorar, subiéndose a unas piedras resbalosas, la siguiente poza, que es más larga, estrecha y, a causa de la dificultad de acceso, menos concurrida. Ha vuelto contando cómo está la cosa y me he ido a buscar los escarpines para poder pasar sin romperme algo. Con los escarpines he pasado bastante bien, aunque hay un punto por donde es mejor pasar por debajo de un túnel y evitar las rocas de arriba. Hemos dado una vuelta por ese tramo, hemos visto otro loro, quizá el mismo, que yo creo que anda cambiando de un sitio a otro por las grietas que dejan las enormes piedras caídas entre las pozas.
Hemos pasado un tiempo allí. También nos hicieron registrarnos. En la entrada dice que la capacidad máxima es de 48 personas, pero no sé yo...hay gente que va con chalecos y no sabe nadar, gente con máscaras que abarcan toda la cabeza y no sé yo si eso es muy sensato, porque he visto a un tipo que la lleva totalmente empañada....
Luego hemos pasado por Punta Estrada, en la que había subido la marea mientras estábamos en las grietas y he aprovechado para nadar hasta la punta del manglar. No hay mucha visibilidad y el fondo es primero arena y luego roca. He visto otro loro y otros peces y al salir de la playa he salido pitando porque me brean las pulgas de arena. Juanjo me ha esperado hablando con un sinsonte, al que cambiaba el registro para despistarle, y el pájaro le seguía el rollo, pero yo tenía las piernas achicharradas a picaduras y he salido zumbando.
Antes de coger el taxi acuático hemos tomado una cerveza en el restaurante de los alemanes, que tiene una pinta guapa. Luego hemos ido a cambiarnos al hotel, a darnos una ducha y secarnos y a comer un cebiche en Lo&Lo. Lo hemos pedido de caracola (churo) y un molusco oriundo de Galápagos al que llaman Canchalagua y que debe ser parecido a las lapas.
Después nos hemos acercado a la Laguna de las Ninfas, que sólo está abierta hasta las cinco. Es una pasarela en una laguna llena de manglar de 4 tipos. Es un sitio muy tranquilo, como para estar en silencio y relajarse. Se llena de agua procedente de Las Grietas y del mar. Es un sitio chulo, como un bosque de hadas. Y, además, a mí, los manglares, desde que los descubrí en todos su riqueza, haciendo snorkel en Bocas del Toro, en Panamá, me dan un buen rollo que no veas. Es un entorno rico, lleno de vida, que descubrí aquella vez en que por primera vez los vi por debajo del agua y observé todo lo que contenían. Una cantidad de vida impresionante. Desde entonces me gustan mucho más que antes.
Hemos ido a descansar un rato y a enterarnos de qué ha pasado en el fútbol por ESPN, que es la cadena que nos informa de todo cuando estamos en América, a dormitar un poco, a escribir un rato....hasta que hemos vuelto a salir a cenar a Sol y Mar, a tomarnos una langosta por 20 $, a ver qué tal...Nos la han hecho a la parrilla y le han echado luego una salsa de ajo. La verdad es que estaba sorprendentemente buena y jugosa. Hemos tomado una para los dos, como hacemos para cenar y, como viene acompañada con el correspondiente plato de ensalada, arroz y patatas fritas, hemos cenado estupendamente. La camarera nos dice que hoy está espesísima, les llevaba la langosta a otros, se equivocaba..nos decía que sólo era hoy, que tenía la cabeza perdida.
Tenemos ganas de probar el Camotillo, otro de los pescados de la zona, pero hoy no hay, aunque lo hemos visto en otro de los restaurantes. Nos aseguran que para mañana nos traerán uno.
Para terminar de celebrar, hemos ido a Galápagos Deli a tomar un helado artesano. Hay de naranjilla, tamarindo, café, chocolate, crema y nuez, guanábana, etc. Buenos. Hemos comprado unas tartaletas de dos bolas cada una, antes de irnos a dormir.
BUCEO EN SEYMOUR
15/10/2016 BUCEO EN SEYMOUR
A las 7:00 estábamos en el club, después de haber desayunado en la habitación un yogur y galletas que compramos ayer.
Vamos con dos tipos alemanes, algo mayores, uno de los cuales habla un español perfecto y el otro nada. Una estadounidense de Los Ángeles, que está estudiando Biología marina en Isabela y ha venido a hacer un curso avanzado de buceo. Hay una pareja algo extraña de australianos, poco comunicativos. Además va una chilena que va a hacer un bautismo de buceo, pero que no lo tiene nada claro.
Fuimos en taxi hasta el mismo embarcadero donde cogimos el barco cuando vinimos del aeropuerto. Esperamos un rato, porque en teoría teníamos que embarcar en otro sitio, pero la marea estaba muy baja y hemos tenido que cambiarnos al otro y esperar a que hubiera hueco.
Hicimos la travesía hasta Seymour, hasta un punto de poca profundidad, donde nos van a hacer un chequeo de vaciado de gafas, limpieza de regulador y lastre. Una vez pasada la prueba, nos dirigimos a otro punto, donde vamos a sumergirnos de verdad. Vamos en tres grupos. La americana va sola con un instructor, porque va a su rollo, a la novata la bajan la primera y sube espantada. Dice que el mar no le gusta, le da miedo. Parece que quería retarse, pero no está nada convencida.
Los alemanes van con Israel y los australianos y nosotros vamos con Álvaro y otro instructor.
Nada más tirrnos al agua he visto un lobo marino que me ha pasado por debajo. La visibilidad no es muy buena. En un momento dado, Álvaro ha hecho el signo de Tiburón Martillo, pero no lo hemos visto. He bajado la gopro para hacer alguna foto, pero no se me enciende cuando quiero, no sé qué pasa...menos mal que Álvaro va haciendo vídeo con la suya, que además lleva palito para acercarse a los bichos. El sitio no está mal, es rocoso y de fondo arenoso, pero se ven grandes cardúmenes de peces, barracudas, etc. Hacia el final de la inmersión me he perdido. Quiero decir que me he subido sin poder evitarlo. Yo ya había advertido que me solía pasar, pero en un momento dado, me he encontrado sola, no veía el barco ni a Juanjo y Álvaro. Los australianos habían dejado la inmersión a los pocos minutos de empezar, por un problema de aire, creo.
Finalmente vi el barco y las cabezas de los compañeros a los que hice una señal, pero me sentía como una boya flotante.
Subimos al barco y volvimos a descansar un rato, a beber agua y comer un plátano y luego volvimos a vestirnos para otra inmersión. Esta fue mejor, enseguida vimos una escuela de tiburones de punta blanca, había como siete o más y luego vimos un montón de rayas águila, que es un espectáculo precioso. Una cosa curiosisima son las anguilas de jardín, que tienen gran parte del cuerpo enterrado y asoman la cabeza y un tramo de su cuerpo,,casi todas a la misma altura, y parecen plantas, porque el agua las va meciendo. Pero en cuanto te acercas, desaparecen en su agujero.
Lo latoso fue que se nos metió una corriente fuerte, que nos llevaba de lateral y a mí se me había desplazado el cinturón de plomos hacia la izquierda, así que iba empujada por la corriente hacia la derecha y volcada hacia la izquierda. Muy incómodo. En superficie, había bastante oleaje y no podía estar derecha. Finalmente Álvaro me dijo que me tumbara de espaldas para estar más cómoda y así, medio vaya, pero estaba deseando que llegara el barco y soltar los plomos.
Nos dieron de comer atún y langosta, con arroz y patatas fritas. La chilena no bajó más que el primer intento, vomitó...en fin, un desastre. Yo no llegué a marearme. Había tomado biodramina por la mañana, pero el mar estaba malo. Uno de los alemanes, el que hablaba español, no ha querido comer. Luego, de vuelta al club, cuando andábamos meditando si ir a Gordon, donde dicen que se ven martillos con toda seguridad, nos ha contado que ayer estuvo él y que había cualquier cantidad de tiburones de todas las especies, pero que se había puesto malísimo en la travesía y que todavía seguía con mal cuerpo, así que pasando de ir a Gordon definitivamente.
Descansamos un rato en la habitación y fui después a recoger los vídeos con un pendrive que me he traído para el caso. Me han hecho una especie de certificado de inmersión y me han regalado dos pulseritas del club. He preguntado qué saben de las Islas Plazas, que es una de las excursiones posibles y me hablan de iguanas, lobos marinos viejos que se agrupan tras jubilarse, etc...pero he preguntado en el primer sitio que he visto donde anunciaban la excursión y cobran 140$, casi tanto como el buceo y me parece un disparate.
El instructor que va con la americana, que está intentando montarse su propio club, nos dice que los precios que se manejan aquí no están justificados de ninguna manera. A nosotros nos han cobrado 160$ por el día, y eso que está rebajado por ser temporada baja, pero es una barbaridad. Y el caso es que todas las excursiones andan por esos precios. Pero los precios del supermercado, por ejemplo, son también un disparate. Nos cuenta el piloto del barco que a ellos les pasa igual, porque no tienen ningún tipo de rebaja por ser residentes en la isla y muy poca en los vuelos al continente.
Hemos ido a cenar al sitio donde comimos ayer, y nos quedamos pasmados porque la calle tiene los restaurantes atestados de gente. Hemos vuelto al Sol y Mar y nos hemos tomado un Brujo a la parrilla, que también estaba buenísimo. Y hemos descubierto dónde va a parar tanta langosta como sacan. Todos los restaurantes tienen montones de langostas. Si además exportan, como dicen, tienen que sacarlas a espuertas, como vimos.
A las 7:00 estábamos en el club, después de haber desayunado en la habitación un yogur y galletas que compramos ayer.
Vamos con dos tipos alemanes, algo mayores, uno de los cuales habla un español perfecto y el otro nada. Una estadounidense de Los Ángeles, que está estudiando Biología marina en Isabela y ha venido a hacer un curso avanzado de buceo. Hay una pareja algo extraña de australianos, poco comunicativos. Además va una chilena que va a hacer un bautismo de buceo, pero que no lo tiene nada claro.
Fuimos en taxi hasta el mismo embarcadero donde cogimos el barco cuando vinimos del aeropuerto. Esperamos un rato, porque en teoría teníamos que embarcar en otro sitio, pero la marea estaba muy baja y hemos tenido que cambiarnos al otro y esperar a que hubiera hueco.
Hicimos la travesía hasta Seymour, hasta un punto de poca profundidad, donde nos van a hacer un chequeo de vaciado de gafas, limpieza de regulador y lastre. Una vez pasada la prueba, nos dirigimos a otro punto, donde vamos a sumergirnos de verdad. Vamos en tres grupos. La americana va sola con un instructor, porque va a su rollo, a la novata la bajan la primera y sube espantada. Dice que el mar no le gusta, le da miedo. Parece que quería retarse, pero no está nada convencida.
Los alemanes van con Israel y los australianos y nosotros vamos con Álvaro y otro instructor.
Nada más tirrnos al agua he visto un lobo marino que me ha pasado por debajo. La visibilidad no es muy buena. En un momento dado, Álvaro ha hecho el signo de Tiburón Martillo, pero no lo hemos visto. He bajado la gopro para hacer alguna foto, pero no se me enciende cuando quiero, no sé qué pasa...menos mal que Álvaro va haciendo vídeo con la suya, que además lleva palito para acercarse a los bichos. El sitio no está mal, es rocoso y de fondo arenoso, pero se ven grandes cardúmenes de peces, barracudas, etc. Hacia el final de la inmersión me he perdido. Quiero decir que me he subido sin poder evitarlo. Yo ya había advertido que me solía pasar, pero en un momento dado, me he encontrado sola, no veía el barco ni a Juanjo y Álvaro. Los australianos habían dejado la inmersión a los pocos minutos de empezar, por un problema de aire, creo.
Finalmente vi el barco y las cabezas de los compañeros a los que hice una señal, pero me sentía como una boya flotante.
Subimos al barco y volvimos a descansar un rato, a beber agua y comer un plátano y luego volvimos a vestirnos para otra inmersión. Esta fue mejor, enseguida vimos una escuela de tiburones de punta blanca, había como siete o más y luego vimos un montón de rayas águila, que es un espectáculo precioso. Una cosa curiosisima son las anguilas de jardín, que tienen gran parte del cuerpo enterrado y asoman la cabeza y un tramo de su cuerpo,,casi todas a la misma altura, y parecen plantas, porque el agua las va meciendo. Pero en cuanto te acercas, desaparecen en su agujero.
Lo latoso fue que se nos metió una corriente fuerte, que nos llevaba de lateral y a mí se me había desplazado el cinturón de plomos hacia la izquierda, así que iba empujada por la corriente hacia la derecha y volcada hacia la izquierda. Muy incómodo. En superficie, había bastante oleaje y no podía estar derecha. Finalmente Álvaro me dijo que me tumbara de espaldas para estar más cómoda y así, medio vaya, pero estaba deseando que llegara el barco y soltar los plomos.
Nos dieron de comer atún y langosta, con arroz y patatas fritas. La chilena no bajó más que el primer intento, vomitó...en fin, un desastre. Yo no llegué a marearme. Había tomado biodramina por la mañana, pero el mar estaba malo. Uno de los alemanes, el que hablaba español, no ha querido comer. Luego, de vuelta al club, cuando andábamos meditando si ir a Gordon, donde dicen que se ven martillos con toda seguridad, nos ha contado que ayer estuvo él y que había cualquier cantidad de tiburones de todas las especies, pero que se había puesto malísimo en la travesía y que todavía seguía con mal cuerpo, así que pasando de ir a Gordon definitivamente.
Descansamos un rato en la habitación y fui después a recoger los vídeos con un pendrive que me he traído para el caso. Me han hecho una especie de certificado de inmersión y me han regalado dos pulseritas del club. He preguntado qué saben de las Islas Plazas, que es una de las excursiones posibles y me hablan de iguanas, lobos marinos viejos que se agrupan tras jubilarse, etc...pero he preguntado en el primer sitio que he visto donde anunciaban la excursión y cobran 140$, casi tanto como el buceo y me parece un disparate.
El instructor que va con la americana, que está intentando montarse su propio club, nos dice que los precios que se manejan aquí no están justificados de ninguna manera. A nosotros nos han cobrado 160$ por el día, y eso que está rebajado por ser temporada baja, pero es una barbaridad. Y el caso es que todas las excursiones andan por esos precios. Pero los precios del supermercado, por ejemplo, son también un disparate. Nos cuenta el piloto del barco que a ellos les pasa igual, porque no tienen ningún tipo de rebaja por ser residentes en la isla y muy poca en los vuelos al continente.
Hemos ido a cenar al sitio donde comimos ayer, y nos quedamos pasmados porque la calle tiene los restaurantes atestados de gente. Hemos vuelto al Sol y Mar y nos hemos tomado un Brujo a la parrilla, que también estaba buenísimo. Y hemos descubierto dónde va a parar tanta langosta como sacan. Todos los restaurantes tienen montones de langostas. Si además exportan, como dicen, tienen que sacarlas a espuertas, como vimos.