Esta es mi carta de despedida a mi tío Luis, a quien tanto quise
TIAZO
Hola, tiazo, sé que andas por aquí, viéndonos compungidos, riéndote con esa guasa tuya y queriendo que sepamos que ya estás bien, que vuelves a tener tu aspecto deportivo de siempre, que vuelves a estar tan joven y guapo como siempre te recordaremos.
Hola, tiazo, sé que andas por aquí, viéndonos compungidos, riéndote con esa guasa tuya y queriendo que sepamos que ya estás bien, que vuelves a tener tu aspecto deportivo de siempre, que vuelves a estar tan joven y guapo como siempre te recordaremos.
Sé que te gustaría intervenir en este acto y cantar algún solo de tenor, con esa voz que nos emocionaba, pero no va a poder ser.
Sabes, tiazo, que estamos aquí algunas de las personas que te hemos querido siempre. Yo creo que era imposible no quererte.
Tus hermanos te adoraban, tus cuñadas, ya sabes cuánto te quieren también. Dale un abrazo a mi madre y al abuelo, que sé que están contigo mirándonos.
El abuelo y mi madre, que decían: "Este chico no tiene arreglo", mientras tú reías con tu risa picarona. Siempre recordaré esa risa tuya. De pequeña me fascinaba, te miraba embobada mientras tú reías. Luego te ví cantar en la televisión, sin poder creer que ese hombre tan guapo, con esa voz maravillosa, era mi tío Luis, ese socarrón.
Tengo una foto contigo en la casa de Berruguete. Me pasabas un brazo por el hombro y ambos bebíamos botellas de Naransol, que nos gustaba muchísimo. Recuerdo cuando vivíamos en esa casa y, de repente, sin saber que estabas, nos sorprendías cantando escalas desde el sótano. Mi madre, y los que estábamos en casa, nos mirábamos sonrientes en esas ocasiones.
Más tarde, iba a verte cantar en el Coro Nacional y me sentía tan orgullosa de tí. Ese es mi tiazo, pensaba maravillada de esas voces que tú y tus compañeros nos brindabais. El Coro siempre se ganaba unos aplausos entusiasmados, pero yo sólo te miraba a tí, emocionada, mientras aplaudía a rabiar junto con mi amiga Beatriz.
Tu hermano Paco, el venerable de la familia, por edad, está aquí, después de haberse preocupado por tí tanto tiempo.
Ya sabes que tú eras el tío al que todos los sobrinos adorábamos. Aquí hemos venido, a despedirte. Y también los Moratilla, esa parte tan querida de nuestra familia, esa buena gente que también te adoraba.
Y aquí ves a tus compañeros del coro, afirmando con convicción lo buena persona que eres y alabando tu potente voz. Y te han hecho el regalo de sus voces en este tu último acto. Otros no han podido venir, tienen que cantar hoy. Seguro que muchos cantan hoy por tí. Y Pedro Lavirgen, tu amigo, que está enfermo, pero te manda un abrazo. Y Rosa, que ha pasado tantos años contigo.
Y tus vecinos, que te están tan agradecidos por llevarles las cuentas tantos años.
Siempre echaré de menos aquellas nochebuenas en casa, riéndonos con tus historias. Sin tí no es lo mismo.
Tío, tengo que dar las gracias en tu nombre a mi hermana
Marta y a mi prima Paloma. Por su capacidad de reacción cuando has
tenido algún problema, y por su dedicación a tu bienestar. También doy
las gracias a mi cuñada Inma, por ayudarnos con esos temas legales tan
complicados.
En fin, tío, sé que estarás siempre con nosotros y, en
algún momento, que a tí se te va a hacer muy corto, volveremos a
abrazarte.
Hasta entonces, tiazo querido. Descansa de los últimos tiempos, que ya habrás olvidado. Sé que ya eres feliz de nuevo. Un beso muy grande de todos.
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