Se han desalojado todos los squats. Solo queda uno, Notara, que sospechan que será desalojado en breve. Hay cientos de edificios vacíos, pero al Gobierno le molesta que los refugiados tengan techo, por lo visto. Más ahora, que llega el invierno.
A muchos los han llevado a otros campos, Corintos, por ejemplo. Pero muchos no han querido irse y se han quedado en Atenas buscándose la vida, pero muchos están en la calle.
Hemos ido el lunes con Arthur, un albanés que se ha venido a vivir a Grecia tras ver cómo estaba la situación. Aquí trabaja en lo que salga y, tres veces por semana, va a repartir bocadillos y té a la gente de la calle. Goyo, un voluntario de ELNA, estuvo con él hace un tiempo y nos ha llevado a nosotras y a dos voluntarias más de ELNA, Elena y Silvia, junto con una francesa y algunos refugiados para repartir la comida.
Hemos quedado a las 5 y empezamos a preparar bocadillos de jamón, queso, lechuga y tomate. Se les da lo que hay. Y se preparan 3 grandes termos de té para darles algo caliente.
Como íbamos varios, han aprovechado para coger bolsas con mantas y ropa de abrigo. Así hemos salido del local que le prest a Arthur el Ejército de Salvación para preparar el material.
Antes de salir, nos hace unas fotos y nos da instrucciones:
1. Estar sonrientes. La gente que vive en la calle son personas tristes y necesitan una sonrisa
2. Tratarles con mucho respeto.
Por el camino he ido preguntando a Arthur por él mismo ( tiene 2 hijos) y por la situación. No tiene la menor idea de la cantidad de gente que hay en la calle, pero tiene unas cuantas personas controladas a quienes lleva los bocadillos, estén o no, porque irán a recogerlos y nadie se los va a quitar. Los refugiados se ayudan entre sí. Un señor mayor no quiso el bocadillo porque nos dijo que había podido comer hoy. Para que se lo diéramos a otro. Si un refugiado te pide bocadillos para otros es porque no están en ese momento. Arthur lo sabe y nos lo confirma.
Parece ser que hay algún programa de alimentación por parte del gobierno, municipalidad y algunas iglesias. El ayuntamiento y las iglesias católicas reparten una comida a diario. El gobierno y la iglesia ortodoxa solo da a los griegos sin techo.
Arthur nos muestra los lugares donde suele haber reparto, pero cambian de sitio cada dos días, a veces.
En Navidad no habrá programa de alimentación y Arthur saldrá todos los días a repartir. Nos escandaliza que, justamente en Navidad, no haya comida para ellos.
Arthur trabaja de forma individual. Utiliza los donativos personales de la gente que le ayuda. Y esa es toda la ayuda que tiene. Pero dice que es muy gratificante y que la gente vuelve. Y, si no, utiliza sus propios recursos. Me cuenta que un Agosto se fue a dormir a la calle durante varios días, para comprobar lo que era aquello y que pasó mucho frío.
En un portal hay un hombre durmiendo. Arthur le deja el bocadillo y el té con cuidado de no despertarle. Me dice que aprovechan las primeras horas de oscuridad para dormir porque hacia medianoche viene gente a atacarles y robarles si están dormidos. Arthur me dice que la gente que vive en la calle es gente buena. Que las personas malas están escondidas y que han aumentando mucho el número de policías últimamente, desde el nuevo gobierno.
Hemos llegado a un parque bajo la Acrópolis, cuyo nombre significa Sacrificio. Allí se sacrificaban los animales que iban a ser ofrendados.. Es irónico que allí vivan refugiados que estén en trance de ser sacrificados por la burocracia. Pero Goyo se queda pasmado porque allí antes había muchísima gente. Solo queda una mujer anciana griega y poco más. Arthur no sabe qué ha sido de ellos. Se los han llevado. Pueden estar detenidos, llevados a algún campo, sentirse perseguidos y haber cambiado de área...
Cuando estábamos acabando recibimos un whats app que dice que se sospecha que el domingo por la noche detuvieron a 90 personas. Serían refugiados. A los griegos les dejan en paz.
Hay muchos chicos jóvenes. Vuelvo a pensar en el problema de estos chavales, que no tienen donde ir, no tienen recursos para marcharse....
Le he dicho a Arthur que volveremos a acompañarle mientras estemos aquí. Y me lo agradece mucho. Es uno de los héroes anónimos cuyo trabajo sólo será reconocido por la gente a la que atiende.
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