miércoles, 1 de noviembre de 2017

POR LA COSTA DE ALGARVE

30 de Octubre de 2017 POR LA COSTA DE ALGARVE

En el hotel Princesa de Gilao nos han dado de desayunar. Está bien. Lo recomiendo. Antes de marcharnos, he visto que la luz de la mañana incidía en la ría y en la ciudad con una luz dorada y he hecho una foto.

Hemos salido buscando la Ilha de Tavira, pero hemos dado muchas vueltas. Finalmente, hemos dado con ella. Hay un embarcadero para cruzar personas y coches, pero no hemos pasado. Hay un camping y una playa larga.

Continuamos hacia Luz de Tavira, a unos pocos km. Allí, narra El Viajero que hay una iglesia bonita. Hemos dado con ella sin problemas, porque está al lado de la carretera. Efectivamente, es bonita, aunque tiene estilos mezclado, pero la bóveda de crucería es muy fina y las columnas altas. Es una iglesia muy airosa. En el lateral hay una portada manuelina espectacular. El pueblo tiene casas preciosas, alguna modernista.

Continuamos en dirección a Faro, parando en Estoi, Allí se encuentra el palacio por cuyos descuidados jardines vagó el viajero, entre plantas asilvestradas y estatuas decadentes. Ahora es una Pousada, con jardines preciosos que pueden verse sin problemas. Además, pueden visitarse sin problemas varías salas del palacio, muy bonitas, y la capilla, que es graciosa.

Hemos ido hasta las ruinas romanas de Milreu, pero es lunes y están cerradas. Es una pena, porque parecen estar bien restauradas.

En Olhao hemos parado a visitar el puerto, donde estaban secando unos tiburoncillos, parecidos a las pintarrojas, que nos dicen que se llaman "leitao". Los secan en cuatro días y suelen echarlos a los guisos.

Llegamos a Faro y aparcamos la  furgo e el centro. En Faro hay una ciudadela, con varias puertas, una de ellas, la del Reposo, que nos conduce, Vila Adentro, a la Sé, la catedral, donde nos cobran por entrar. Es solo relativamente interesante, para mí. Se visita un museo de piezas sacras, incluyendo un relicario con los brazos de un santo. De verdad que nunca entenderé la manía de trocear a la peña. No subimos al campanario y el claustro no tiene más interés que una de las dichosas capillas de huesos a la que, por supuesto, no fuimos.

Hay más iglesias y, seguramente, más interesantes, pero estaban todas cerradas. Hemos dado un paseo por la ciudadela, con dificultad para hacer fotos, porque hay demasiados coches aparcados, aunque no circulando. La verdad es que hay un silencio en las calles que llama la atención. En Portugal la gente habla bajito, no a gritos, como en España y en los bares y restaurantes se escucha un sonido muy moderado.

Hemos comido el plato del día en la terraza de un restaurante y hemos seguido paseando por las calles e intentado ver otras iglesias, pero no ha sido posible. Había preguntado los horarios de barcos para recorrer la Ría Formosa, que tiene muchas islas. Isla Deserta es una de las famosas, un arenal. Pero se me han quitado las ganas y Juanjo no tiene ningún interés, así que finalmente nos marchamos.

Nos hemos acercado a la playa de Faro, muy grande, de arena dorada, en la que he metido las piernas en el agua un buen rato. Hay aparcadas algunas caravanas y tiene servicios y duchas y nos planteamos quedarnos a dormir en la furgo, pero solo son las tres de la tarde y queremos avanzar un poco más.

Nos ha costado un poco llegar a Almancil, donde visitamos la Iglesia de San Lorenzo. Cobran la entrada a 2€ y no dejan hacer fotos, pero la iglesia es impresionante. Llena de azulejos que relatan la vida y martirio de San Lorenzo, con un retablo dorado barroco.

Nos morimos de risa observando a la señora, tipo Rottenmeyer, que vigila que no hagamos fotos. De brazos cruzados, parece una maestra de las "hueso" y todos tenemos aspecto culpable, esperando a que se gire para sacar alguna foto, pero no hay manera. No nos quita ojo.

Hemos ido hasta Loule para ver dos iglesias pero está todo cerrado. Finalmente, vamos en dirección a Albufeira, que no lo tengo marcado como visitable, pero sí parece que la playa óleos d'Agua es interesante y hasta allí hemos ido para encontrar mogollón de hoteles y una cala pequeña, que debió ser preciosa antes de que construyeran tanta barbaridad. Tiene unas rocas que parecen ojos a la derecha, una pared de piedra a la izquierda y un monte de roca roja por detrás, pero yo no sé dónde se meterá tanta gente.

Se nos hace de noche y buscamos un sitio para dormir. A esta hora ya hay muchos hoteles con ofertas de última hora. Elegimos un resort de golf, porque por el precio y la valoración es una ganga. Además se me suma algún descuento de Booking. Juanjo elige el resort y le pregunto si está seguro de quere ir a un sitio así y dice que si, que si la valoración es fabulosa, el precio está muy bien....bueno, pues reservo eso.

Nos dan un apartamento con capacidad de al menos 5 personas, con todo tipo de utillaje, incluso plancha, lavaplatos y sombrilla de playa. Dos sofás, chimenea, armarios...

Decidimos ir a comprar algo para cenar y desayunar y nos hemos ido, porque Juanjo se ha empeñado, a Albufeira a comprar en el Pingo Doce, una cadena de supermercados que a Juanjo le han llamado la atención por el precio. Íbamos buscando una ensalada César o similar, pero no tenían lo que queríamos, así que hemos comprado varias cosas y nos hemos preparado una ensalada curiosa y hemos tomado un quesito "manteigoso" y una botella de un vino que se llama Landau, como nuestro amigo panameño.

Y después de advertirle a Juanjo que si tenía claro que quería quedarse en un resort, va y me dice que está deprimido, porque estas cosas le hacen pensar en los árboles destrozados para hacer esta cosa...y quién estará detrás de todo esto....en fin. Iba a matarlo.

Lo que me ha parecido rata, rata, es que el wifi lo cobran y caro. No lo hemos contratado. Por favor, que te cobren el wifi en 2017, que no les cuesta nada, es para matarlos.








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