viernes, 28 de noviembre de 2014

DIA 39. LA REGIÓN CENTRAL

DÍA 39


25/NOVIEMBRE/2014 A LA REGIÓN CENTRAL

Nos han dicho en Iberia que seguimos en lista de espera. Hay opción para el 28, pero no nos da tiempo a ver Santiago, en ese caso. Así que seguimos en espera para el 30.

Nos mondamos de risa con Solange, la dueña del Hostal Casablanca. Dice que los viejitos se portan como los adolescentes. Su hija, que es adolescente, dice que ni hablar. Nos reímos.

En la terminal montamos en un bus que va en dirección a Santiago. Nos bajaremos en Talca, a unas tres horas antes dl final, tras seis horas, supuestamente, de viaje. En principio la carretera fue bastante mala. Está toda en obras. La vegetación por esta zona es abundante. Nos han dicho que en Valdivia llueve muchísimo. Vemos en el horizonte los Nevados, es decir, volcanes.

Cruzamos varios ríos. El primero de ellos, el Bio-Bio tiene fama de ser el punto hasta donde llegaron los incas. A partir de ahí los mapuches les cortaron el paso. Otra referencia nos da el Maule como último punto al que llegaron. Este también lo cruzamos. Es bastante curioso, porque es un río, al menos por donde pasamos nosotros, que tiene muchos brazos. 

He estado buscando el porqué de las palabras repetidas en Chile, como Bio-bío, Cau-cau, calle-calle...pensaba que era como en él balinés en el que la repetición significa plural. Una referencia dice que puede referirse a superlativos, como en el euskera, o a onomatopeyas, y que en castellano también se repite, como yo-yo, pipí...no sé. Me ha parecido llamativo porque en accidentes geográficos se ven bastantes nombres así.

Empieza a cambiar el paisaje, hay menos vegetación y parece que hace más calor. El clima de la zona donde vamos es Mediterráneo y se cultivan viñas. Es una zona famosa por los viñedos. Vemos muchos cultivos diferentes.

Perdemos de vista los Nevados. Muy a lo lejos se ven los Andes. La verdad es que Los Andes no los hemos perdido de vista casi nunca en todo el viaje. De hecho, hasta Cabo de Hornos se denominan como Andes la cordillera, aunque parte discurra por islas. Supongo que originalmente era la misma cordillera y las islas se separaron.

El viaje ha resultado accidentado. Nos han hecho entrar en un pesaje por el que hemos tenido que pasar varias veces y creemos que, finalmente, han puesto una multa. Y luego hemos tenido que cambiar de autobús. Ha salido despedida gran cantidad de aceite en una parada. Toda la trasera del vehículo estaba pringada. Juanjo ha visto cómo le saltaba el aceite al conductor, que ha acabado pringado. Nos han cambiado las maletas y ha venido otro bus en un momento. Vemos que la central de este autobús estaba en  el mismo sitio donde ha ocurrido la avería, lo cual ha sido una suerte.

Entre pitos y flautas llegamos como una hora tarde. Yo estaba cansada porque la carretera no ha sido buena. Además, se me han roto las Ray-Ban plegables que me compré en Nueva York hace unos 25 años (o más) y que siempre he tenido como oro en paño porque no abultan nada. Pero se ha partido la pieza central. Mal asunto. No tengo otras h me van a hacer falta. Mala pata que vi en Decathlon hace unos meses unas buenas para viajar y baratas. Estuve tentada de comprarlas pero, para qué, si viajaba con éstas. Mira tú por dónde...

Llegamos, como digo, cansados, al menos yo. El bus nos deja fuera de la ciudad, en un punto donde hay una gasolinera y taxis. Cogemos uno y nos dice que la zona a la que tenemos que ir está cortada por obras, así que damos un rodeo. Llegamos al hostal. Las direcciones de las calles, en Talca, son según los puntos cardinales. La dirección a la que vamos es 2 Oriente, 7 Sur. Las calles en las distintas direcciones parten de la Plaza de Armas y la orientación es por un cerro que se encuentra al Este.

El hostal es una casa de una planta. Los dueños son Miguel Ángel y Gladys. Él nos recibe. Estaba en la puerta, esperando. Le había dicho a Gladys, que me mandó un correo, que llegaríamos hacia las 6 pero, con tanto trajín....

Miguel Ángel se pone a conversar tranquilamente. Yo estoy deseando soltar las cosas, ir al baño y que me de un poco el aire, después de tanto bus. Tras un rato de charla, conseguimos soltar las cosas, dejar la ropa de abrigo y salir a la calle. El clima es templado. Yo he salido sin chaqueta y Juanjo en camisa. Hemos ido hacia el centro, a cenar. Vemos muchas casas destruidas por el terremoto de 2010. Miguel Ángel nos ha contado cómo lo vivió. Les pilló en la cama. Duró 3 minutos, que hay que imaginarlos. Primero se produjo un movimiento de arriba a abajo y luego otro como en olas. Le pregunté si cada uno duró tres minutos y me dice que no, que no habría podido soportarse. 3 minutos en total. Luego hubo un maremoto. Recuerdo el suceso, pero no recordaba en qué zona fue, pero estamos justo donde se destruyó más. Las referencias a ese terremoto es de 8,8 Richter, pero dice él que tuvo que ser más. Que uno de 8,8 lo sintió hace poco en  Iquique y que éste fue mucho peor. Dice que lo rebajaron porque a partir de cierta intensidad las compañías de seguros no pagan. Y los daños fueron tremendos y murió bastante gente.

Vimos edificios señoriales totalmente destruidos por la zona del centro. En esta ciudad las fotos más llamativas son las de casas rotas. En alguna no ha retirado aún los escombros, o puede que sigan cayendo. Muchas están parapetadas con vallas para evitar que la gente se acerque. Es impresionante ver como han quedado.

El terremoto más fuerte el que hay constancia en el mundo fue el de Valdivia de 1960, que quedó arrasada. En uno de éstos, un pueblo entero quedó bajo tierra.  Veo en Internet que el terremoto de Iquique que dice Miguel Ángel fue de 8,2 y el de 2010 de 8,8. En la escala Richter las diferencias de una magnitud a otra son tremendas, así que supongo que las referencias que se dan son correctas, a pesar de lo que diga Miguel Ángel.

Fuimos a cenar a un restaurante que se llama La Buena Carne. Y, como no podía ser de otra manera, aprovechamos para tomar carne roja, que hace tiempo que no la probamos. Muy buena, y bien de precio. Lo raro fue que, al estar en zona de viñas, pedimos un vino de aquí, pero el camarero nos dijo que no nos lo recomendaba y nos trajo uno de otra zona. Bien de precio.

Nos rodea un grupo de perros mientras cenamos. No me hace ninguna gracia. Tolero a los perros siempre que no estén muy cerca.  Juanjo acaba dándoles algo, cuando ya habíamos terminado. Amenaza con comprarme uno, pero le digo que se lo lleve a su finca. Yo no quiero perros.




Volvimos paseando con alguna dificultad. Las calles donde vivimos no están bien iluminadas y las aceras están bastante rotas. Próximo al hostal hay un campo de fútbol donde juegan durante la noche. Debe haber liguilla nocturna, como en Brasil.

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