DÍA 38
24/NOVIEMBRE/2014 VALDIVIA: LA CERVEZA
Por la mañana estoy mejor, aunque con retortijones. He conseguido desayunar. El té me ha sentado fenomenal. Lo he tomado con ganas. Y unas tostadas. Habría comido más, pero no me he atrevido, después del día de ayer. Nos dicen que nos podemos quedar también está noche, aunque en otra habitación. Ellos cambian las cosas. Les llega una "delegación" de la tercera edad y tienen que cambiar las camas.
El hostal es un chalet sencillo con habitaciones luminosas y colchas claras y floreadas. Las paredes,,psi tasas de color blanco cremoso, contienen dibujos de macetas, Hay olor a limpio, y las habitaciones están limpísimas, perfumadas, con buenas toallas. Solo que hay medias bañeras bastante altas. Casi me mato al salir de la ducha.
Salimos a la costanera. Hace un buen día. No hace falta abrigarse mucho. Vemos la desembocadura del río Caucau en el CalleCalle, que se llama Valdivia un poco más allá. La costanera es muy agradable, y las casas del entorno son similares al hostal. Casas unifamiliares ajardinadas. Hay restaurantes de buena pinta, muchas flores, árboles llenos de pájaros tipo ibis, muy ruidosos. También vemos falcónidos que se posan cerca de nosotros, sin más problema. Se han adaptado a las ciudades.
En el mercado fluvial, como sospechábamos, los lobos marinos están pendientes de los trozos de pescado que les van echando. No solo los lobos, que parecen ahítos, sino también cormoranes, jotes (carroñeras de cabeza roja) y gaviotas de cabeza negra.
En el mercado vemos huevos verdes, dos tipos de algas, como el cochayuyo y el ---------. Fruta y verdura conocida y pescados y moluscos. La gente toma ceviches para desayunar. Nos quedamos una rato cotilleando y observando a los lobos marinos y nos dirigimos al museo histórico donde yo confío en sentarme un ratito en el baño. Llovizna a ratos, pero no molesta.
El museo está en la otra orilla, pero es lunes y lo están encerando, como era de esperar. Pero lo vemos por fuera, ya que es una casa colonial muy bonita, con soportales y un par de coches de caballos. Esta en un parque agradable, dedicado a museos pequeños en casas de madera, todas muy agradables, pintadas en tonos claros, con grandes ventanas. Hay una con formas redondeadas, que me gusta, aunque Juanjo se ríe de mi.
En esta zona se ven referencias a Ercilla. Alonso de Ercilla, el que escribió La Araucana, a Pedro de Valdivia, que fue gobernador de Chle y matado por los mapuches. La Araucana es la denominación que le dan al territorio en el que existen unas coníferas piñoneras muy altas, llamadas Araucarias.
Vamos al centro, a preguntar en LAN, porque tenemos intención de adelantar el próximo vuelo, pero nos dicen que lo tienen que hacer desde Iberia, lo que nos choca bastante, porque el vuelo es suyo. Nos aclaran la llegada, que a mi me producía dudas. Ya hablaré de ello en su momento.
Paseamos un poco la ciudad, tomamos una cerveza en una terraza. Yo he tomado medio vaso. Me apetece algo fresco. Esta es una ciudad cervecera, donde fabrican gran parte de las cervezas de Chile y pueden visitarse cervecerías.
El terremoto de 1960 hizo mucho daño en esta parte, pero está ya reconstruida. La costanera es la zona más agradable. Tiene aparatos de gimnasia a lo,largo del paseo. Hay gente remando en el río. Hay barcos para hacer recorridos fluviales y el clima es templado. Juanjo dice que es un buen sitio para vivir. Se come pescado fresco y barato. Ayer comió un plato de pescado frito, en el que le pusieron dos mazas de pez sierra grandes, Ensalada y cerveza grande y pagó como siete euros, propina del 10% incluida.
Estuvo buscando cómo llevarme un caldillo, pero no encontró el medio. No creo que lo hubiera podido tomar, de todas maneras.
Hoy hemos ido a comer de nuevo al mercado. Subimos a la segunda planta y ahí entramos en un restaurante que tenía un piso más arriba, desde donde se ve el río. Yo tomé un plato de caldo de marisco con tropezones de almejas machas, piura (un molusco rojo, no sé cómo es la cáscara), mejillones... Juanjo tomó pescado a la plancha. Pedimos una botella pequeña de vino. Yo he tomado poco. Me sabe ácido.
Volvemos al hostal. Tenemos que ver cosas en Internet. Juanjo intenta ver el partido del Granada-Almería, pero no lo logramos en ningún dispositivo, ni por GolTV ni por YOMVI, el del Plus.
Se marcha a cortarse barba y pelo. Tiene la costumbre de hacerlo cuando viaja y ha decidido que sea esta ciudad la adecuada. Le ha cortado el pelo y la barba, al medio, un barbero. No le gusta que le corten las peluqueras, porque dice que aprietan poco y le dura menos. Yo tengo que teñirme, pero me compraré un champú con color. Los ancianitos son bastante escandalosos y golpean en nuestra puerta por error. Espero que no les dé por irse a bailar y volver a las tantas escandalizando.
Reservo hotel para mañana en Talca, Juanjo saca los billetes, y salimos. En la terminal nos dicen que no dan comida en el bus, sólo una bandejita. Así que pensamos ir al supermercado a por algo para llevarnos. Juanjo ha comprado fregones muy dulces y damascos (albaricoques).
Cenamos en una terraza agradable, aunque no da al río. Hemos pedido una Pichanga, que es una bandeja con trozos de carne de varios tipos, patatas fritas, tomate, queso y encurtidos. Nos han puesto una cerveza sin filtrar. Turbia pero buena.
Nos fuimos pronto a la cama, que mañana hay que levantarse temprano.
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