DÍA 12
29/Oct/2014 INVERNADA DE MAGALLANES
Como llegamos tan tarde anoche, nos metimos en el hotel a toda pastilla y ni miramos alrededor. Juanjo estaba muy contento, decía, porque hemos visto una cruz que indica que se celebró aquí la primera misa en territorio argentino. Como sabéis, nuestro afán religioso es igual o menor que cero, pero el hecho simbólico es lo que indica el primer acercamiento a estas latitudes por europeos.
Como iba diciendo, al llegar no vimos exactamente donde estábamos pero, en el salón del hotel, al ir a desayunar, vimos que estábamos justo enfrente de la Bahía y que delante de nosotros se erguía, impávida al viento, la reproducción de la Nao Victoria.
Ahora ya dábamos ambos brincos de contento. La Bahia San Julián es un abrigo natural, de difícil acceso, aunque estos barcos podían entrar, con mucho cuidado. Hay una punta donde solían parar, sin meterse dentro de la Ensenada pero, al estar las condiciones climáticas un poco adversas, MAGALLANES, que llegó el 31 de marzo, decidió parar allí a pasar el invierno, con el correspondiente motín.
Pelín harto de motines y gansadas, decidió dejarse de templar gaitas y se cargó a dos de los jefes, que iban de listillos. Antes de irse, dejó a Juan de Cartagena, que le había sido impuesto como capitán de una de las naves por el Obispo Fonseca,-mal bicho, tipo Reig Plá, supongo-- y que le había estando dando problemas todo el viaje, en la Isla de la Justicia, que está en la Ensenada, con agua y alimentos para una temporada junto con un amigo, un capellán aliado con el amotinado,para que no se aburrieran. No podía cargárselos porque uno tenía cargo de veedor y el otro era un religioso, así que decidió que el castigo fuera divino y que dios decidiera qué hacer con ellos.
Los Patagones, de talla gigante, - Juan Gigante, llamaron a uno de ellos; supongo que medirían como 1,80-eran gente amigable, por lo general, por lo cual aquél era un sitio relativamente cómodo para pasar la época de temporales, ya que estaba el tiempo peligroso para los barcos De hecho, uno de ellos, la Santiago, que mandaron a explorar, se estrelló contra los acantilados por la fuerza del viento, aunque sólo murió un negro que se habían traído de Brasil. Los que naufragaron volvieron a San Julián por tierra, pero casi enloquecen de hambre y frío.
Los marinos tuvieron el problema del escorbuto en muchas ocasiones por la falta de alimentos frescos, fruta y demás. Las encías se les hinchaban, sobrepasándoles los dientes y les impedían masticar. En San Julián, disponían de alimentos y, por tanto, finalmente se quedaron cinco meses. Magallanes los entretenía carenando y poniendo a punto las embarcaciones, para que no se aburrieran y les diera por volver a amotinarse.
Los indios les suministraban alimentos, a cambio de espejitos y cosas así. Por la descripción de Pigafetta, parece que iban vestidos y calzados con pieles de guanaco, de los que también se alimentaban. Llevaban arcos cuya cuerda estaba hecha de las tripas del guanaco, y puntas de flecha de pedernal.
Las naves supervivientes -4 naves- relucientes después de los arreglos hechos, salen de San Julián el 24 de agosto y...cuando lleguemos al siguiente hito, os sigo contando.
Tras el reparador desayuno salimos a ver la Nao, a la que yo hice chorro de fotos, Me he vestido de invierno porque, aunque el sol resplandece, no me fío. Y llevo camiseta de manga larga y chaleco polar. Pero hace frío. Un viento no muy fuerte pero helado. Veo salir a Juanjo del hotel. Como dentro hacia calor y veía que el sol era fuerte, sale en camiseta de manga corta y sandalias
Tú te vas a pasmar - le digo
Pues es verdad
Y volvió a entrar para ponerse ropa sensata. Yo cogí una chaqueta más, porque no me fío, e hice bien: El viento cada vez es más fuerte y más frío. Mi chaqueta impermeable lleva una capucha que se cierra hasta la nariz. Acabo subiendo la capucha y cerrándola entera para proteger del viento las orejas, garganta y cabeza. Imposible quitarme las gafas de sol. El sol es fuerte pero, aunque acaba nublándose, el viento hace necesario proteger los ojos.
Me dice mi hermana Marta que el viento de esta latitud viene del polo sur. Según la latitud en la que estés se llama de una manera. Me dice que estamos en 40 Rugidores. La latitud es de 49 grados sur, así que esperamos vientos más fuertes y fríos en adelante.
Visitamos la oficina de turismo, donde una mujer amable, medio asturiana, medio Tehuelche, Myrta, nos indica lo que podemos ver en San Julián, que no es mucho. Hay grandes variaciones en el nivel de la Ensenada, debido a la marea, y aparecen en tierra unas medusas enormes, devoradas por las pedorras de las gaviotas.
Nos acercamos a la Terminal para buscar bus para mañana. Parece que casi todos pasan de madrugada, pero hay uno que sale a las 7,40, supuestamente, porque viene de Mendoza y lo suyo es que llegue de bonito color (demorado). No les funciona el datáfono y hay que pagar en cash. Nos estamos quedando sin dinero en papel.
Hemos pasado un tiempo intentando sacar dinero de un banco, pero no lo conseguimos. El hotel hay que pagarlo en cash, pero nos dice la recepcionista que, si tenemos problema, hablemos con el dueño. Mientras cojo numero para intentar que alguien del Banco de la Nación, que tienen una pachorra...., como me dice una chica que también estaba esperando bastante harta, Juanjo se acerca al hotel, y paga en el datáfono del supermercado, que es de los hijos del dueño del hotel. Así que disponemos de algo de dinero para comer
Hay otro monumento a los héroes de Malvinas. Juanjo me advierte, porque me va a dar la risa:
Mucho cuidado con hacer chistes o gracias sobre ese tema, que parece que se lo toman muy en serio.
A ambos nos parece el típico conflicto idiota -como todos- que cree Juanjo que fue impulsado a final de la dictadura militar para elevar el espíritu patriótico. Yo solo recuerdo que estaba Tatcher y que siempre me pareció una chaladura.
Recorrimos la costanera, hasta donde nos permitió el viento, que se está poniendo duro. Creo que tengo que empezar a desplegar guantes a partir de ahora. Mi chaqueta lleva unos mitones, pero las puntas de los dedos se quedan tiesas.
El museo de los pioneros está cerrado cuando pasamos por él, así que lo dejamos para la tarde. Preguntamos en un restaurante donde nos han dicho que hay buen pescado, pero no tienen tarjetas. Analizamos si nos queda dinero cash para comer y parece que si. El restaurante da pinta de sitio de menú y huele a guiso, así que reunimos la plata y vamos a comer allí. La impresión era errada. No hay guisos, no hay menú, sólo carta, y el pejerrey que le ponen a Juanjo le parece congelado. Yo he tomado unas rabas de calamar, pero no ha salido barato, aunque había mucho lugareño.
Volvimos al hotel a tomar café y un trozo dé tarta mirando a la Nao, en una mesita con sillones. Luego estuvimos un rato en la habitación buscando hotel para mañana en Río Gallegos, tarea que no ha resultado fácil, porque no son baratos y los de mejor precio están llenos. Dejamos la decisión para más tarde y nos vamos a ver el museo.
Se llama Museo Rosa Novak de Hofman. Le falta una N. Debía ser Hofmann. Fue un error, pero se ha quedado así.
Contiene ropa (un traje de novia con encajes), vajilla y enseres de los pioneros, que se instalaron como ganaderos hasta el año 1991. Vinieron muchos Gallegos. O, si no eran Gallegos, salieron de La Coruña, así que como Gallegos han quedado. Todas las fotos antiguas tiene que ver con el comercio de lana, y se ven ovejas petadas de ella, muy gorditas.
En el año 1991, la explosión en Chile de un volcán, mandó hacia esta zona todas las cenizas, así que el ganado murió y ahora se dedican a otras cosas, como minería. Parece que hay oro para aburrir. Tuvieron industria pesquera, que quieren reiniciar. Y Myrta, la "gallega" de Turismo, dice que el intendente del puerto asegura que van a venir cruceros, aunque nos parece imposible, dada la escasa profundidad de la bahía, para el calado de cruceros, a menos que se queden en la punta de fuera, por Cabo Curioso o Punta Desengaño.
Hemos visto las fotos del pueblo en la época ganadera. Pocas casa de ese momento se conservan, aunque algunas las están recuperando. El hotel Miramar, donde nos quedamos, fue el primer alojamiento que se construyó, pero tuvo dos incendios y, finalmente, tuvieron que hacerlo nuevo. Han construido una casa que recuerda a las del Norte de Europa. Pero resulta muy abrigado. Finalmente tuvimos que apagar la calefacción de la habitación y el baño porque íbamos a asfixiarnos, a pesar del frío de fuera.
En el museo, además, se encuentra un trozo de madera que aseguran que procede de la Nao Santiago, la que se hundió en los alrededores. Por el grado de petrificación de la madera y otros motivos. A mí lo que realmente me parece raro es que, con tanto desecho que tira el mar alguien se entretenga en analizar un trozo de madera, bastante pequeño, no tendrá más de 30 cm, pero algún arqueólogo debía andar tras la pista y lo encontraron bajo una roca grande.
Hemos vuelto al hotel, porque no hay quien ande por la calle: el viento es cada vez más fuerte y no hay más cosas que ver. Reservamos un hotel que no es barato, y encima añaden impuestos. Pero creo que solo nos vamos a quedar dos noches en Río Gallegos, porque queremos ir a un punto en concreto y no hay nada más que hacer.
Cenamos en la habitación una empanada (tarta de pollo: en Sudamérica los pasteles de carne o lo que sea son tartas, las tartas dulces son tortas y las empanadillas son empanadas) y vino de bonito nombre Alma Mora, Cabernet Sauvignon, peleón de la muerte. Nos sobra para mañana.
Hago maleta y nos dormimos pronto. El viento Ruge...
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