Estando aquí no podemos ni dormir. Nos despertamos con angustia de pensar en cómo estará esa pobre gente.
Yo me despierto de noche viendo las caras de todos ellos y me horroriza pensar lo que están pasando. Hay una señora siria que hoy estaba helada. Con un vestido fino y no tenía otra cosa de abrigo. Está enferma y le estamos buscando un médico. Lo que pasa aquí es terrible.
No le he encontrado un abrigo de su talla. Es muy grande. Hemos mirado todas las tiendas. Es desesperante. Iba a acompañarla mañana al médico, porque tiene un problema de tiroides pero he mandado un mensaje a su marido. No podemos ir mañana. Tiene que ir con un abrigo. No puede pasar horas de cola bajo la lluvia y el frío con un vestido fino. Tengo que encontrarle algo. No puede salir así.
El Aita Mari no ha llegado hasta hoy a Lesvos. No sé si aquí llegará algo de lo que traen
Esta isla está muy perdida
Te llenas de rabia y pena.
A lo mejor mandan aquí algo de ese barco, pero es tarde. Ya hace frío. Y se tarda mucho. El Aita Mari ha llegado hoy a Lesvos con ropa y suministros. Y fijaros lo que ha tardado y que no quería el gobierno dejarle salir con la ayuda.
Hijos de puta, gobernantes de mierda, solo pensando en votos. Con esta gente muriendo de frío y hambre.
Y creo que por fin hemos entendido lo que piensan los refugiados de la ayuda. Vienes aquí un tiempo y vuelves a tu zona de confort. Pero ellos no pueden salir. Están enjaulados. Les importan una mierda las clases y los entretenimientos. Solo quieren irse. Y el trabajo de las pequeñas ONGs que les montan actividades deben parecerles ridículas. El palestino le ha preguntado a Luz dónde está ese lugar en el que podrían hablar y buscar soluciones.
Nunca les dijimos eso. Pero no quieren otra cosa. Irse de este lugar de mierda en el que malviven entre ratas y basura, con los niños enfermos de hambre y frío. Gente inocente, gente expulsada de su tierra.
Y les damos entretenimientos. Y nos mandan a la mierda. Con toda la razón.
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