domingo, 13 de octubre de 2019

DIGNIDAD



Ayer se presentó mucha más gente de la prevista. Hoy tenemos que subir las las raciones a 1700. Es un día difícil . Los días de ensalada de pasta es más complicado emplatar, nos dicen.

Hemos cortado muchas verduras. A las cebollas, zanahorias y pimientos se añade repollo y lombarda.  En grandes cantidades. Los niños tienen que tomar alimentos frescos. El domingo habrá pollo, pero el resto de la semana, legumbres, arroz o pasta con verduras.

La picadora tarda en picar toda esa cantidad de verdura. La preparamos para la máquina pero tenemos tiempos muertos. Josi nos llama a las tres para ir repartiendo las verduras en tres peroles. Calculamos cantidades para que vayan todos iguales y vamos mezclando. En cazuelas tan grandes es difícil hacer la mezcla. Lo hacemos a mano, sacando de abajo para que se reparta todo por igual. Los colores van creando una paleta bonita. Es pesado hacer la mezcla. Luz tiene los brazos más largos y mezcla los peroles hondos.

El pepino se queda aparte. Se pondrá por encima de la ensalada, quedará bonito. Ante todo, dignidad. Me admira Josi y su cuidado de los detalles.

Dice que no va a haber suficiente y va a hacer un perol de lentejas. Preparamos las verduras y las pone a cocer.

Cuece la pasta y en la cocina se separa en las grandes bandejas, añadiendo aceite para que no se pegue. Cada bandeja de pasta se reparte en dos mitades en dos cazuelas medianas. Cada cazuela de las 6 de verdura tenemos que repartirla en 9 cazuelas medianas y se mezcla con la pasta.

Hemos emplatado la parte que sale a primera hora. La diferencia de ayer a hoy es que en la cocina tienen que ir mezclando verduras y pasta para que podamos emplatar y añadir el aliño. Y al emplatar una persona pone el pepino antes de que pongamos la tapa. La cadena es más complicada y se nos hace tarde. 1700 raciones, el emplatado es complicado. Y luego hay que emplatar las lentejas que llevamos para la gente a la que no le llegue la ensalada.

Se nos hace tarde. De Salam están llamando para que vayamos. Salimos tan deprisa que se nos olvidan los tenedores y no hay bolsas. Hay mucha más gente que ayer. La cola es tremenda. Se nos cae el alma a los pies de nuevo.

Hoy hay un fotógrafo y Salam reparte personalmente la comida para salir en la foto. Es un personaje curioso. Hijo de emigrantes, empezó a rescatar gente en el mar, y fundó una ONG para atender en la nave en la que estamos a los emigrantes. Aunque ahora está cerrada, los 300 voluntarios que le ayudan reciben su comida, por si se vuelve a abrir, que tenga su gente. Esa es la explicación que nos dan, aunque tengo la impresión de que las 300 comidas de los voluntarios es el peaje que tenemos que pagar para poder tener un lugar y un control para entregar el resto. Y, dice Josi, al fin y al cabo son refugiados.

Cuando se va acabando la comida vuelven a repartir dos envases para cada tres. Maru se ha puesto a repartir y ha tenido que ir hacia atrás, donde estamos preparando los envases, porque no para de llorar.

Han dicho a gente de la cola que se fuera. Y ves marcharse a los niños sintiendo impotencia. No puedes hacer nada. Una mujer que iba con niños, ha visto que la comida no llegaba y ha cogido sólo la pita y la manzana y ha dicho que la comida se le diera a otra. Otra muestra de solidaridad desde los más débiles. Es impresionante.

Nos marchamos rápido. Vamos a cenar con el grupo. El lunes se van marchando escalonadamente y van viniendo relevos. Las de Rowing también tienen cena. Se van dos y llegarán otras.

Cenamos comida griega y nos relajamos un poco. Hoy ha sido un día muy tenso y estamos todos agotados.

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