miércoles, 3 de octubre de 2018

Sol y templos

Finalmente no se deshicieron los Castillos de Arena, como pronosticaba Lola cuando llovía tanto. Esta noche ha habido una tormenta fuerte pero por la mañana ha ido dejando de llover hasta que ha salido un sol rabioso por llevar todo el día de ayer encerrado.

A media mañana hemos ido a ver los templos de Ggantija, Torre de Gigantes. La entrada la han cambiado y no está donde dice Google. La actual no debe llevar mucho tiempo operativa.

Los templos, datados hacia el 3600 ac, están reconstruidos a partir de dibujos y grabados antiguos. Hubo una excavación inicial que hizo bastantes destrozos y luego, tras la   investigación en los dibujos de antiguos viajeros se reconstruyeron en parte.

Los muros son bastante elevados, pero calculan que originalmente debían tener unos 16 m de altura.

Hay pilas para libaciones a ambos lados de la entrada, altares tallados con espirales, trilitos, grandes goznes en los dinteles y enormes megalitos, aunque muchos de los ábsides están construidos con piedras más pequeñas, formando una mampostería rústica.

La forma de trébol se mantiene como en los demás templos. Cuatro ábsides salen del cuerpo principal. Estaban supuestamente cubiertos con una falsa cúpula y posiblemente madera. Se conserva el arranque de las falsas cúpulas, igual que en los demás sitios que visitamos.

Alrededor de los templos hay megalitos y restos de cabañas neolíticas. Estamos ante los templos más antiguos de Europa, supuestamente mil años anteriores a las pirámides. Es muy impresionante.

Más antiguos que éstos, del 4500 ac, son los de Skorba, que quizá visitemos.

En la parte dedicada a museo volvemos a ver las figuras de mujeres sentadas y fuguritas diminutas con formas de animales. Hay unas cabezas expresivas, bien talladas.

La civilización que hizo todo esto desapareció repentinamente en el 2500 ac, protegiendo los templos y cubriéndolos para que perduraran. Qué fue lo que pudo pasar es inexplicable. Lo cierto es que, cuando en la edad del Bronce llegaron los siguientes habitantes, la isla estaba desierta.

Tras el paréntesis cultural hemos dirigido nuestro camino hacia el Oeste, a una zona de costa muy valorada y cinematográfica.  Es la zona de Dwejra, donde hay varios atractivos naturales. El que era más fotografiado fue la Ventana Azul que se ha destruido hace pocos años por un cataclismo natural. Junto a ella se debe encontrar el Agujero Azul, pero hoy está el mar demasiado tempestuoso para verlo. Hay una laguna para nadar a la que entra el agua de mar a través de una ventana muy llamativa. El paisaje es precioso, acantilados muy verticales de piedra blanca contrastando con el mar.

Hemos comido en un restaurante que se rodea de ese paraje natural. Comida estupenda y marco sobrenatural. Observo que hay duchas y aseos en la playa, por si nos diera mañana el punto de quedarnos de playoteo.

Continuamos nuestro recorrido pasando por Ta Pinu, un lugar de peregrinación y llegamos a las salinas, unas formaciones excavadas en la roca donde en forma de piscinas se retiene el agua de mar. Me llama la atención su extensión. Tienen 350 años de antigüedad. En ellas se refleja el sol de la tarde.

Volvimos a nuestro apartamento y preparamos una cena casera, regada por una botella de vino. Intentamos localizar un sitio para los 5 días restantes, porque Lourdes no tiene gana de rehacer maleta dos veces, pero pilla finde y es complicado. Así que nos acostamos sin concluir nada sensato.

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