4 de Noviembre de 2017 INESPERADO FINAL Hemos desayunado en el Albergue Juvenil. Ninguno de sus huéspedes tenemos menos de 55 años, siendo generoso. Esto es común en muchos países, donde la gente de todas las edades viaja alojándose en Hostels. Son sitios agradables, de buen precio, suelen estar limpios, puedes prepararte tu comida y tienen neveras, vajilla y utensilios de cocina. Hay dormitorios compartidos y dobles, con baño compartido o privado. En ellos conoces gente de todas partes. Muchos de ellos están en la red Hostelling International. Si sacas un carnet por pocos euros, te hacen descuentos en alojamientos y transportes. En España no es una forma de viajar habitual, hay muy pocos albergues. Como en otras cosas, aquí estamos fuera del mundo "civilizado". El sol pega fuerte. Tenemos el puerto a la vista, desayunamos en la terraza cubierta y lavamos la vajilla al terminar. Estamos un poco lentos. Me han imprimido los billetes que sacamos ayer, por llevarlos en papel, que aún nos parece más conveniente, aunque en el móvil daría lo mismo. Esta noche tendremos que rehacer el equipaje, para llevarnos lo justo. El tiempos parece estable, con temperaturas agradables. No creo que el vuelo sea turbulento. Dejamos la habitación y cogemos la furgoneta para encaminarnos a algún lugar próximo a Lisboa, pasando por Grandola (Vila Morena....) lugar mítico en la Revolución de los Claveles, qué historia tan bonita... Salimos hacia una zona de pinares, pensando si pararemos en las ruinas de Miróbriga...según las veamos, decidiremos...eh, un momento...Juanjo dice "hostias", se le ha encendido una luz amarilla en el panel. Es un fallo de motor. Miro los libros de la furgoneta. Indica muchísimas cosas pero dice que hay que llevar la furgoneta inmediatamente a un taller...no puede ser, por favor! Miramos los foros, puede ser algo de las emisiones, tubo de escape, algún filtro, que no sería muy grave, pero también inyectores, puede haber pérdida de potencia....Juanjo empieza a ponerse nervioso y decide volver a España. Lo cierto es que la furgoneta va a estar parada una semana, pero él está agobiado, dice que no puede estar pensando en si vamos a poder volver o no, que luego estaremos justos de tiempo y que no, que me vaya yo. Pero yo no voy a dejarle solo volviendo a España, no sea que tenga algún problema y necesite ayuda. Si pasa algo, es mejor estar acompañado, me parece. Así que anulamos los billetes entre islas que sacamos ayer. El de Ryanair a Azores no podemos cancelarlo pero, total, son 40 € por billete i/v, así que habrá que dejarlo para otra ocasión. A mí me parece que volvernos es bastante absurdo, el coche parece que va bien, pero Juanjo nota que no acelera como debería y que en algunos tramos no coge velocidad. Paramos a comer antes de la frontera, en Vila Verde. Se nota que estamos al lado de España y que casi todos los comensales son españoles, porque hay un ruido infernal, la gente hablando a voces. Con lo silenciosos y tranquilos que son los restaurantes en Portugal, aquí parece que nos volvemos locos con tanto grito y tanto ruido. Estoy pensando en la pereza que me da en volver a ver la mierda de las banderitas, movidas por rencores....
Hemos tomado bacalao antes de salir de Portugal. Lo cierto es que no lo habíamos probado ningún día. No era un viaje gastronómico y hemos comido de plato del día. Aquí lo hemos tomado Dorado y Asado. Buenos ambos. Tomamos una botella de Vinho Verde, que tiene algo de aguja y poca graduación y, tras echarse Juanjo una pequeña siesta en el asiento reclinado, volvemos del tirón hasta casa. Es un poco frustrante. Aunque Azores no es el destino de nuestras vidas, y podemos ir en cualquier momento, se nos han quedado las vacaciones en las más cortas de nuestra vida, junto con el viaje a Turquía, que fue también corto, por fuerza mayor. Estamos en casa. Estamos bien. La furgoneta ha aguantado hasta aquí. Nos ha llovido en Sevilla pero parece que aquí no ha caído ni una gota. Volvemos al verano. Preocupa mucho este tiempo tan anormal.
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