DIA 117
12/FEBRERO/2015. LO MÁS AL SUR
Hemos ido a recoger el coche que hemos alquilado. Como ya habíamos estado el día anterior enterándonos de todo, no hemos tardado mucho, pero me han tenido que cambiar el TomTom porque no encontraban uno que tuviera español hablado, que a Juanjo le da más seguridad.
Recogimos el equipaje que habíamos dejado en el albergue. Hemos tenido que llevarnos todo porque no tienen sitio para el viernes. Nos encaminamos al Cabo de Buena Esperanza, que está a poca distancia de Capetown. La zona del Cabo es un parque natural, así que hay que pagar entrada, no cara.
Supuestamente puedes hacer distintos recorridos por el parque y ver fauna, vegetación, etc. Pero nosotros estamos interesados únicamente en el Cabo y en el faro, que es otra de las puntas. Primero hemos subido a la zona del faro, donde hay bastantes coches aparcados. Hay carteles de que no des de comer a los babuinos, que son peligrosos. En la zona no se ve ninguno, suponemos que estarán por el resto del parque. Juanjo ha ido al baño y yo, mientras, me he comido un melocotón. Cuando he ido a coger de nuevo la bolsa para tirar el hueso, ha venido un babuino grande corriendo y se me ha echado encima. He soltado una exclamación, que no un grito, que conste, porque no le había visto, y la gente que andaba por allí se ha vuelto a mirar qué pasaba. He tirado la bolsa dentro del coche y el babuino se ha metido, aunque no del todo, le he dado un golpe con la puerta y se ha ido. U. Señor me ha gritado que cerrará el coche, así que he ido a coger la llave, que estaba puesta y cerrado a cal y canto.
Ha llegado Juanjo, le estaba contando lo que había pasado y, como siempre, ponía cara de que yo exagero, pero entonces ha venido una pareja mayor a preguntarme que si estaba bien. Les he dicho que si, pero que no había visto al babuino y me había sorprendido.
Luego nos hemos dado cuenta de que había bastantes, pero entre la gente y los coches no los habíamos visto. Los babuinos le quitan a la gente todo: las latas de bebida, las botellas...las abren y se las beben, lo que sea.
Hemos subido al faro, desde donde hay una vista del Cabo. El peñón donde está el faro es bastante más alto que el Cabo. El agua es un poco lechosa y con algas, parecido a lo del Estrecho de Magallanes, pero mucho menos intenso. Hay un arrecife que hace una ola un poco más dentro.
Yo estoy preguntándome todo el rato si los océanos Indicó y Atlántico se encuentran aquí o en el Cabo del Sur y, por el momento, no encuentro explicación.
Parte histórica
En 1487, Bartolomé Díaz, por encargo del rey portugués, Juan II. navegó con tres barcos buscando el paso a las islas de las especias. Después de navegar hacia el sur, consiguió avanzar hacia el este, pero con unos fuertes vientos que casi le hacen naufragar. Navegó hasta el Cabo del Este, un poco más al norte, y dio por abierto el paso de África, antes de volver a Portugal, con los barcos hechos cisco. Por tanta penuria, al Cabo le puso el nombre de Cabo de las Tormentas, pero la denominación duró poco porque Juan II, encantado por la apertura del paso, le puso el nombre de Buena Esperanza.
Curiosamente, hasta 10 años más tarde no se realizó la expedición de Vasco de Gama, quien continuó el camino abierto por Díaz y, tras 23 días de navegación por el Indico con el barco Sao Gabriel, llegó a la costa de Goa, en la India. Así quedó abierta definitivamente la ruta de comercio.
Continúa el relato
Juanjo ha ido a inspeccionar una punta del promontorio a ver si había buena foto y yo me he quedado por la zona del faro cotilleando las vistas y viendo un pequeño museo que relata lo anterior. Luego hemos cogido el coche para ir al Cabo en si.
En el Cabo huele raro, porque hay mucha alga en fase de putrefacción o algo. Hemos estado viendo y filmando como rompen las olas en él, y Juanjo ha vuelto a subir por un sendero para captar vistas, pero me dice que no es nada especial. Mientras, yo me he subido a una roca a escuchar el mar y ver el rompiente. Las rocas son grandes y algo rojizas.
Después hemos ido a ver las cruces de Díaz y Vasco de Gama, pero no queda nada de las marcas originales y ni siquiera tienen idea de como eran. Desde la de Díaz se ven los supuestos dos océanos, aunque yo tengo mis dudas, porque en el Cabo pone que es el punto más al sur de África y es mentira.
Es mediodía, pero no queremos parar a comer porque necesitamos avanzar. Llevo frutos secos y fruta y nos hemos apañado con eso y agua.
Recorremos la costa lo más pegados al mar que podemos. Salimos del parque y empezamos a ver en el mar las rocas redondas que llaman boulders. En Simon's Town hay una colonia de pingüinos africanos pero, como ya los hemos visto en Robben Island, no hemos parado. Hemos seguido la costa por False Bay, viendo unas bonitas playas de arena blanda, guapas para surfistas. Queremos continuar hasta el Cabo Agulhas, así que, calculando el tiempo, decidimos ir por una vía rápida y dejar la costa para mañana. La carretera es bastante buena. Pero tenemos más de dos horas de camino para llegar hasta allí. El navegador nos ha llevado por la N-62 y desviado por Napier para bajar de nuevo a la costa. Pasamos una cadena de montañas y una zona de viñedos y hemos entrado en una parte bastante más seca, tipo La Mancha. Finalmente, llegamos un poco hartos de coche a L'Agulhas, el pueblo donde está el Cabo que buscamos. En ese lugar hay montones de alojamientos, aunque parece bastante poco concurrido. Hemos visto el faro, pero se está haciendo un poco tarde y necesitamos encontrar algo. En un hotel que le ha hecho tilín a Juanjo pone que está lleno. Yo he visto una cosa algo hippy que se llama Sothermost. El nombre y el aspecto me llaman la atención. Está cerca del faro y bastante pegado a la costa. Es una casa de pueblo, algo despintada.
Un letrero indica que demos la vuelta y vayamos por la parte de atrás. Yo no encontraba la entrada pero Juanjo se ha metido por un patio y ha salido una señora rubia mayor, muy sonriente, que nos enseña una habitación preciosa, decorada con cosas antiguas. Nos dice que es el dormitorio más al sur de África. Nos explica que antes había una casa más dentro del Cabo, pero que la derribaron por estar dentro dl Parque Natural, así que ahora es la suya la que está más al sur. No es barata, pero es imposible negarse a pasar una noche en la punta del continente, así que, aunque el retrete estaba en el patio y la ducha por el jardín, nos quedamos con ella para esta noche. De puro milagro, porque la señora - creo que se llama Meg- se ha marchado enseguida a cenar fuera con un amigo y ha puesto un letrero diciendo que el hotel está lleno. Nos ha dicho que hagamos lo que queramos y que miremos lo que nos apetezca, y que el sitio es muy seguro.
Juanjo estaba desesperado por darse una ducha. Así que eso ha hecho mientras yo tiraba fotos a todo lo que veía, encantada de la vida.
Hemos cogido el coche para ir a cenar, pero hemos tenido que sacar dinero en un supermercado que tenía un cajero para apaños, pero da poca pasta.
Cenamos en la terraza del piso superior de un restaurante. Hemos tomado una botella de vino para celebrar haber llegado a ese sitio. Curiosamente, hay platos portugueses en la carta. Nos parece curioso que haya quedado tanta impronta portuguesa en el lugar.
Volvimos a la casa. Meg nos contó que la compraron sus padres en el año 1953 y que es una casa importante, por su construcción y el sitio donde está. Tiene muchos rincones y varias zonas de patio y jardín, pero pocas habitaciones. Está llena de detalles y me da la impresión de que Meg debe ser pintora.
Dormimos con la brisa del Cabo. Hemos discutido lo de los océanos. Yo creo que este debe ser el Cabo verdadero. Juanjo opina que puede que le dieran la importancia al otro porque fue desde donde pudieron poner por primera vez rumbo al Este. En fin, puede ser, ya intentaremos averiguar algo más mañana, que hoy estamos cansados.
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