DIA 72
29/DICIEMBRE/2104 REMATANDO LA COSTA
Pensaba que íbamos a pasar calor en la caravana, porque cuando llegamos estaba la cosa muy calurosa pero, con el fresco de la noche hemos dormido bastante bien. Desayunamos en la caravana, porque hay café, té, hervidor de agua, y una mesita con sillas. Tras devolver la vajilla a la bruñida de enormes orejas re iniciamos el peregrinar costero, para despedirnos de la zona. La región donde estamos, aunque pertenece a Sydney, se llama Eurobodalla.
La idea es bajar hasta Mistery Bay, en Narooma, antes de iniciar el camino a Canberra. Dimos un giro por la bahía, viendo el paisaje. Hemos parado a hacer un pequeño camino de bosque, para llegar a un promontorio, donde hemos visto cacatúas negras, que graznan igual de desagradable que las blancas. Pero hemos dado la vuelta antes de llegar a la punta, porque el sendero no está nada marcado, se bifurca mucho y no estamos seguros de por donde nos estamos metiendo. Pero el paisaje de acantilados por debajo es bonito. A la entrada hemos visto un varano, un lagarto grande, que se ha quedado pegado al tronco de un árbol para camuflarse, pensando que no le veíamos, así que le hemos hecho fotos sin problema.
Recorrimos muchas playas. Todas con zonas rocosas y todas preciosas. Una tenía forma de ostra. Había mucha gente por todas partes pero, con tanta playa, ninguna estaba abarrotada. He mojado las manos en una de ellas para refrescarme. No tenemos tiempo de quedarnos a darnos un chapuzón, pero tengo pensado que en Mistery Bay voy a darme uno caiga quien caiga. El paisaje de hoy es mucho más bonito que el que vimos ayer. Toda la costa es espectacular. Dramatic. Pero la llegada a la bahía de Narooma nos deja sin habla. El mar está muy tranquilo, y la bahía, que tiene espigones circulares, tiene unos tonos de azul verdoso alucinantes. Los espigones hacen como terrazas y cada una es de un color. Hay muchos pelicanos nadando por la bahía. Lamentablemente, la mejor "foto" era la vista desde la carretera, pero en un sitio imposible de parar el coche. Hemos recorrido algo del pueblo. Es algo tarde y tenemos gusa. Finalmente hemos tomado un combinado de pescados y mariscos, ya que va a ser la ultima oportunidad de tomar pescado en esta costa.
Bajamos hasta Mistery Bay, donde yo pensaba bañarme, justo cuando se ha metido un tormenta, cielo negro y aire frío. Así que tampoco. Vaya tela.
Mistery Bay tiene la misma pinta que su nombre. Una playa con una zona de roca, cuevas, un mar batiente en la zona de rocas muy espectacular, y un telón de fondo de bosque de eucaliptos muy altos. Además, una gran parte de arena blanca, contrastando con los bordes rocosos. Se llama así porque un científico con dos ayudantes desaparecieron allí misteriosamente. Encontraron la barca, flotando como si tal cosa pero de los tres personajes, ni rastro. Abducidos quizá?
Yo quería ir un poco más abajo, a ver un volcán del que dicen los folletos que se ve desde todas partes, pero nos estamos alejando mucho y nos damos la vuelta sin verlo. Lo que si hemos visto ha sido un montonazo de cisnes negros. Y en un mismo lago, cisnes negros y pelicanos. Los pelicanos parecen de plástico. Nadan como si algo los moviera por debajo, uniformemente y sin cambiar la expresión, en formaciones que casi nunca varían. Pillan un diseño y siguen con él impertérritos. Los cisnes aletean más, hunden la cabeza en el agua, se mueve . Pero los pelícanos van tiesos.
Vamos hacia Canberra. Son tres horas de viaje. Al principio fuimos por una zona de bosque tupido pero luego cambió el paisaje bastante, y la vegetación era más escasa. He visto dos grupos grandes de canguros de color oscuro, pero no me ha dado tiempo de avisar a Juanjo para que los viera, porque vamos por autovia y no es fácil mirar si vas conduciendo. En estos momentos me pregunto cómo será el Outback, la zona desértica del centro de Australia. Tiene que ser curioso hacer un viaje por allí. Juanjo estuvo en el Uluru, y me dice que esa parte de vegetación baja, con arbustos, pero el Outback tiene que ser duro, pero digno de ver.
Llegamos a Canberra, que tiene unas calles muy anchas, apenas sin coches. Me da la impresión de que entramos directamente al centro desde la autovia. El albergue está en el centro, supuestamente, lo que nos confirman al llegar, enseñándonos un mapa. El albergue es chulo, chulo. Tiene una terraza con hamacas, salar de estar con sillones y sofás muy cómodos, y spa, sauna y piscina. Nos dan una tarjeta-llave para baños, dormitorio, etc. Nos dicen que en el bar de abajo, si enseñamos la llave, nos dan una pizza por 10 dólares.
El mapa de la ciudad, con los hitos mostrados por la chica de la recepción nos indica que los sitios que queremos ver están muy cerca del albergue, en el mismo circulo. Me alegro, porque así podremos ir andando. El coche lo aparcamos detrás del albergue, en una especie de parking abierto, que ahora es gratis. Íbamos andando por la zona peatonal, que está al lado, pero preferimos tomar algo, picar una pizza para los dos y marcharnos a dormir. El museo lo abren a las 9 y quiero estar más o menos pronto, porque hay que llegar a Sydney por la tarde, y hemos quedado hacia las 7.
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