DÍA 48
5/DICIEMBRE/2014 ISLA DEL SUR. TE WAI POUNAMU
Me despierto muy temprano y voy al baño antes de que haya fila. No se mueve nadie aún, Con el trajín, consigo que se despierte Juanjo. Hoy tenemos mucho camino. Hemos tomado algo de desayuno, pero paramos a tomar un café en un supermercado.
Yo quería aprovechar para ver algo de los Marlborough Sounds, que nos pillan de camino pero, con el trajín de anoche, ya hemos dejado atrás una de las carreteras para verlos. Hay en mi biblioteca muchas referencias al PN Abel Tasman, que está al norte, pero le digo a Juanjo que mejor no vamos porque esta muy lejos. Él opina que vayamos ya que, total, así lo conozco.
Empezamos a recorrer carreteras con el GPS (el tontón) y parece que conoce los sitios donde vamos. Recorremos praderas y valles con montañas a ambos lados, con mucha vegetación. En un tramo, a nuestra derecha tenemos el mar y, a la izquierda, una colina baja redondeada que recorre toda la costa. De repente Juanjo se da cuenta de que no es una colina, sino que el viento ha dado forma a los árboles dándoles aspecto de colina, pero dentro es un bosque muy espeso.
Vemos algunos Lagos y muchos ríos. En un lago he visto unos cisnes negros, pero están lejos. Juanjo me pregunta si veremos más y le digo que seguro que sí.
Paramos en algunos puntos altos a hacer unas fotos, porque los valles son preciosos. En uno de los miradores vemos una preciosa bahia plagada de islas. Es uno de los fiordos. Bajamos hacia esa zona, la bahía de Okiwi. Es una cala divina, muy tranquila, con algunas casas. Paramos a dar un paseo por la playa. Cruzo un puente de madera sobre un río de aguas cristalinas y llego al final de la playa. Volviendo al puente, veo un sendero por el que entro un momento y camino unos cuantos metros. Pero escucho a Juanjo llamándome y acabo saliendo, porque no para de llamar.
Le riño al salir:
- Tienes que dejarme que vea un poco el bosque por dentro, que es una de las cosas fantásticas que se hacen aquí, porque los senderos están muy cuidados. No seas plasta y déjame un poco que vea lo que hay.
Continuamos la carretera, retrocediendo un poco para ir hacia Nelson, que es una ciudad costera muy concurrida, con aspecto de lugar de vacaciones, con unas bahías muy bonitas Pero seguimos el camino sin pararnos en dirección a Abel Tasman.
En un alto volvimos a parar. Hay un sendero que nos acerca a un mirador. A la entrada del sendero hay un baño limpio con papel higiénico. Eso es común en todos los senderos. Siempre hay baños limpios con papel, y están cuidados, son seguros y están bien señalizados, con información de todo lo que ves, fauna y flora.
El sendero por el que entramos está rodeado de dolinas en rocas negras. En uno de los letreros se explica la acción del agua sobre la piedra y, en otro, la leyenda Maorí que explica esa formación. Se trata de un monstruo con forma de lagarto que capturaba a gente. Pero una chica muy lista logro escapar y apresarlo. Lo quemaron en una hoguera y esas piedras son los restos abrasados del monstruo.
El mirador da a un valle y a una de las bahías de la zona de Nelson. Al otro lado de la carretera parece que hay unas cuevas kárate as, pero no tenemos tiempo de pararnos a verlas. Continuamos hacia Abel Tasman y la Golden Bay. Rodeamos el parque, porque no se puede ir con coche excepto por unos caminos de grava, y llegamos a la Golden Bay, que es una bahia muy grande que acaba en el cabo Farewell, donde no vamos a ir ni pocos porque está bastante lejos. La bahía es bonita, rodeada de grandes rocas, Hay que pasar por un túnel horadado en una de ellas. Recorrimos el camino en dirección a la zona norte de Abel Tasman hasta donde pudimos pasar, porque un letrero advierte de que no recomiendan la entrada a caravanas. Yo quería llegar a alguno de los dos caminos que se adentran en el parque pero a la vista del camino,médico Juanjo que ni hablar.
Comimos en una mesa de picnic junto a la playa. El sitio me parece bonito, pero sigo pensando que no merecía la pena ir tan lejos. Juanjo dice que, efectivamente, no hay demasiado que ver para tan poco tiempo.
Yo había pensado acercarnos a St. Arnaud, que es (o era) un pueblo tranquilo junto a un lago bonito, el Rotoiki, pero con el desvío a Tasman no nos da tiempo. Paramos a llenar el depósito y compramos unos helados Magnum de miel muy ricos
En un punto del camino, se mosqueó Juanjo un poco porque salía un camión marcha atrás y parecía que se nos iba a echar encima. En el asiento de la izquierda iba un niño como de trece años.
- ¿Estará haciendo prácticas? - dice Juanjo
- Anda, que estás tú bueno -le digo- Como los sorianos...
- Es verdad -me dice
Esto es una anécdota de unos amigos de Soria que estaban de vacaciones por Cabo de Gata. En un mirador de aquella zona, encontraron a una pareja mayor de ingleses. El hombre era ciego. La mujer le explicaba lo que veía, y Ana le decía a Vicente lo que la mujer estaba contando. La pareja salió antes que ellos, y la carretera es estrecha y con bastantes curvas. Vicente, que iba conduciendo, se puso con el coche detrás de los ingleses, que iban bastante despacio en SU COCHE inglés . Le comentó Vicente a Ana que iba a adelantarlos. Ana, sin darse cuenta le dijo:
- Vale, pero ten cuidado, que va conduciendo el ciego
Cada vez que nos lo contaban, o cada vez que me acuerdo, me parto. Pues a Juanjo le ha pasado lo mismo con El Niño, que iba de copiloto, como es lógico en este país, a la izquierda.
El tontón nos lleva a Greymouth, ahorrándonos bastantes kilómetros, aunque nos perdemos parte de la costa noroeste. No hay muchos supermercados por el camino, solo en los pueblos grandes, así que en Greymouth paramos a aprovisionarnos. Hay varios campings en la zona. Elegimos uno que está en dirección al Sur, en las afueras de la ciudad. Es un Holiday Park, que son mejores. Tiene un spa. Yo aprovecho para darme un baño de burbujas para relajar los músculos después de tanta carretera, Juanjo solo quiere una ducha y descansar. En el Camp hay Wifi, así que aprovechamos para mandar whats y ver el correo. Los baños están bien y nos damos unas duchas calentitas.
La cocina está superlimpia, pero no hay de nada. Siempre supongo que donde haya cocina comunitaria habrá sal y azúcar, pero en esta no hay nada en absoluto. Hay que fastidiarse, le comento a Juanjo, que en los sitios cutres tienes de todo y en estos tan finos no haya de nada. Tan no hay de nada, que nos llevamos nuestros platos, cubiertos y vasos, porque la cocina está a dos velas. Hay tres cocinas y solo funcionan dos y mal. He comprado hamburguesas porque me ha parecido la carne buena y barata, y las tomamos con ensalada de tomate y patatas de bolsa. Menos mal que había birlado unos paquetitos de sal del camping cutre, porque nos habríamos tomado las hamburguesas sosas.
Nos juntamos a cenar con una pareja de belgas que están viviendo un tiempo en Australia,my un alemán. Pero en cuanto cenamos nos vamos a dormir, que hemos hecho un montón de kilometros y estamos fritos.
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